05
Nina apaga la radio y se queda en silencio en el interior de su coche, el ruido de las olas llega hasta ella a pesa de la distancia. Ha aparcado cerca de la playa, puede ver a un grupo de varios chicos pasando el rato a pesar del día nublado.
Ni siquiera está segura de por qué está en la Push. No ha llamado a los chicos aunque ha estado tentada de hacerlo durante toda la semana. También se ha empapado de todo lo que ha podido encontrar en la red sobre los cambiaformas pero nada hace referencia a esos lobos.
Es como si estuvieran ocultos del mundo.
Así que se dice a sí misma que es la curiosidad por saber más lo que la impulsa a bajar del coche y no la necesidad de verlos. La brisa agita sus rizos y el olor a sal llena sus fosas nasales; se siente bien estar tan cerca del mar.
-¿Un día de playa?
La voz femenina la hace girarse para encontrarse con una chica de melena pelirroja y piel blanquecina. Tiene una sonrisa amable y unos ojos brillantes que la observan con curiosidad.
-Uhm, sí. Supongo. Buscaba a Sam Uley y Paul Lahote. –contesta apartándose un rizo de la cara. -¿Los conoces?
La pelirroja abre mucho sus ojos claros.
-¿Eres Nina? –pregunta con un entusiasmo mal disimulado.
Nina asiente algo confusa, alzando una ceja al ver que la sonrisa de la chica se hace más grande.
-Créeme, los chicos no paran de hablar de ti. –extiende su mano hacia ella, en su dedo hay un fino anillo con un pequeño diamante en el centro. –Soy Claire, mi prometida es parte de la manada.
Nina se la estrecha sin poder evitar la sonrisa al saber que los chicos hablan de ella. Un sentimiento absurdo de orgullo la invade.
-Encantada. –asegura y es cierto, le gusta la energía que desprende la pelirroja, la cual engancha su brazo con el de ella con total confianza antes de guiarla hacia la playa. Se siente repentinamente nerviosa conforme se acercan al grupo. -¿Esa es la manada?
Claire asiente y le da un suave apretón a su brazo para darle ánimos.
-Tranquila, no muerden. –asegura justo antes de soltarla para dejar que Leah la abrace con fuerza. –Hola, cariño.
Leah sonríe murmurando un saludo antes de besar sus labios. Nina la observa un tanto cortada, tiene el mismo tono de piel que los chicos y el pelo cortado por encima de los hombros se agita por la brisa. Pero son sus ojos lo que más le llaman la atención, tienen el mismo brillo al mirar a Claire que ha visto en los ojos de los chicos cuando la miran a ella.
-Esta es Leah. Leah, esta es Nina. –dice Claire cuando su prometida por fin la libera un poco aunque su brazo sigue rodeando su fina cintura.
Leah la mira de arriba a abajo con una sonrisa divertida.
-No sé si darte la bienvenida o el pésame por tener que aguantar a esos dos. –bromea antes de girar la cabeza hacia los chicos que juegan un partido de futbol ajenos a ellas. -¡CHICOS! ¡NINA ESTÁ AQUÍ!
Automáticamente los chicos dejan de jugar para acercase con rapidez para presentarse. Son un grupo ruidoso y divertido que de repente la abruman un poco pero de una manera agradable.
-Pero si una mano de Sam es más grande que tú. –bromea el que se ha presentado como Jared. Nina arquea una ceja hacia él.
-No es mi culpa que tú no sepas qué hacer con alguien como yo. –le replica mientras los demás se burlan de Jared.
-Esta chica me cae bien. –escucha que Leah murmura al oído de Claire. Sonríe orgullosa pero de repente siente una presencia pegada a su espalda.
-Por suerte para ti yo sí sé qué hacer contigo. –los labios de Paul están pegados a su oído y sus palabras suenan como un sucio secreto que mandan una descarga eléctrica por sus venas. Se gira con rapidez para enfrentarlo y da un paso hacia atrás ante su cercanía y esa sonrisa que de repente no le parece tan desagradable. –No sabíamos que vendrías.
Nina se encoge de hombros, fingiendo indiferencia a pesar de que su corazón se ha acelerado.
-Lo decidí en un último momento. –miente, la verdad es que lo ha estado pensando toda la semana. -¿Y Sam?
-Trabajando en el taller, vendrá en un rato. –contesta mientras los demás se dispersan. -¿Quieres algo de beber?
-Claro. –ambos se acercan a la nevera y cuando Nina se inclina a por una cerveza la mano de Paul se interpone. Lo mira con una ceja alzada.
-¿Acaso tienes edad de beber? –pregunta entre divertido y curioso.
Nina pone los ojos en blanco.
-Tengo veintiuno, lobo. –ante la mirada escéptica del chico, resopla y saca el permiso de conducir de su cartera para enseñárselo. -¿Ves?
El chico lo observa con detenimiento para después sonreírle con malicia.
-Por fin sé tu apellido, Nina Wood.
La rubia hace un ruidito indignada al haber caído en su trampa y guarda su cartera de nuevo en el bolsillo interior de su chaqueta antes de agarrar una cerveza con gesto indignado.
-A nadie le gustan los tramposos, Paul. –la voz divertida de Sam los hace girarse hacia él que mira a Nina con una amplia sonrisa, ella se la devuelve aunque más tímida. –Es bueno verte aquí, Nina.
La rubia asiente dándole un trago a su cerveza para mitigar tanto ritmo acelerado de su corazón al tenerlos a los dos tan cerca como la sensación de que está donde debe estar.
-¿Queréis dar un paseo? –sugiere porque necesita moverse para eliminar ese sentimiento. Los chicos asienten y sin pensar cada uno se pone a un lado de ella.
-Admito que es bonita. –comenta Nina mientras sus ojos se pierden en el mar grisáceo, un espejo del cielo encapotado. Los tres se han quitado los zapatos y la chica disfruta de la sensación de la arena mientras caminan.
-Mucho mejor que Forks. –presume Paul dando un trago a su propia cerveza. El único que no lleva uno en la mano es Sam. -¿Qué haces ahí, de todas formas? Está lejos de Oklahoma.
Paul se ha quedado con el dato de su permiso de conducir. Nina se encoge de hombros mientras nota la mirada curiosa de ambos.
-Estoy viajando por el país, ya sabéis, conocer sitios nuevos. He caído aquí por casualidad. –miente de manera descarada y las palabras le saben amargas. Cada vez se siente más incorrecto no ser sincera con ellos.
-¿Tu familia no se preocupa por ti? Es peligroso para una chica viajar sola. –el tono de Sam es de una preocupación sincera.
-No tengo familia, sólo yo. –chasquea la lengua ante la mirada preocupada de ambos. –Relajaos, se me da bien apañármelas sola.
-No lo dudamos. –concede Sam, y su mano roza ligeramente la de ella. –Pero es duro estar solo.
-Me gusta la libertad. –replica ella con tono cortante. No le gusta que sientan lástima por ella.
-Bien, pues espero que te guste también el agua. –es el único aviso que tiene de Paul antes de que este rodeé su cintura con los brazos y la lleve hasta el agua, casi sumergiéndola por completo.
El grito de sorpresa de Nina se mezcla con la risa de Paul y la sonrisa resignada de Sam. Paul siempre ha sido experto en aliviar los malos momentos, desde pequeño los lleva esquivando como la peste así que a Sam no le sorprende.
La risa de Nina hace que los músculos de Sam se relajen como si hubiera estado viviendo todo el tiempo con una pesada carga que sólo la felicidad de esa chica puede disminuir. Así que cuando ella se acerca, con sus rizos empapados pegados a su bonito rostro de muñeca, esquivando los brazos de Paul y lo agarra de su mano para tirar de él hacia el agua, él sólo se deja llevar.
Porque puede que apenas se conozcan, que Nina guarde secretos que aún no les puede contar o que los chicos sientan miedo de que todo sea un sueño; pero en ese momento, mientras Nina intenta ahogar a Paul con la risa de Sam rodeándolos, todo se siente correcto.
Estoy enamorado de estos tres, lo admito. Recordar darle amor, nos leemos!🥰🥰
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