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03


-He hecho tortitas.

La voz de Claire intenta sonar animada aunque no tiene el verdadero tono alegre que suele usar la pelirroja. O al menos el que solía usar hasta hace una semana.

Una semana.

Una semana en la que no sólo han perdido a Jake sino también a Leah y Seth, que se unieron esa misma fatídica noche a la improvisada manda que protege a los Cullen. Que los protegen del resto de su familia, de sus lobos.

Sus lobos que son unos asesinos potenciales.

Nina ve las tortitas que hay justo delante de ella y se le revuelve el estómago pero fuerza una sonrisa. Ninguna comenta el rostro ojeroso de la otra mientras desayunan en silencio.

Nada más marcharse de casa, Nina pensó que no tenía un lugar donde ir pero se equivocaba. Claire y Leah la acogieron al instante. Incluso fue la pelirroja la que recogió toda su ropa de casa de los chicos.

-Esta tarde voy a ir a verlos. –anuncia Claire mientras se levanta, recogiendo su desayuno aún parcialmente lleno. Ninguna tiene hambre y ninguna duerme bien. Pero tampoco lo comentan.

-¿No será peligroso?

Los lobos están constantemente monitorizando la frontera, esperando el momento adecuado para atacar. El corazón de Nina se encoge al pensar en ello.

-Estoy harta de hablar con Leah a través de un teléfono prestado por los Cullen. –suelta el plato en el fregadero con más fuerza de la necesaria, muestra de todos los sentimientos que la embargan. Se gira y los ojos claros miran a Nina con un brillo de furia. –Además, me gustaría ver cómo alguien impide que vea a mi mujer.

La rubia suspira, rindiéndose al hecho de que su estómago no quiere colaborar tampoco y aparta el plato al que apenas ha dado un par de bocados.

-Iré contigo.

-No tienes por qué.

-Quiero hacerlo.

-Sam y Paul...

-Sam y Paul están demasiado ocupados escondidos en el bosque esperando para poder matar a todos los Cullen incluida a Bella sin importarle una mierda quién se ponga en medio.

El nombre de los chicos se siente como ácido en su lengua pero consigue tragar saliva y se levanta, el ruido de la silla contra el suelo de madera rellena el silencio que se ha extendido tras sus palabras.

-Bien, iremos en mi coche esta tarde. –dice finalmente Claire y antes de irse aprieta suavemente el hombro de Nina.

Un recordatorio.

No está sola. Ninguna de ellas lo está. La rubia le dedica una pequeña sonrisa de agradecimiento que no le llega a los ojos.


✵✵✵


Los árboles pasan casi como una mancha verde uniforme por ambos lados de la carretera. Es Claire la que conduce así que Nina sólo mira por la ventana con el miedo y quizás el deseo de ver alguna mancha gris o negra entre tanto verde y marrón.

No sabe si quiere verlos.

No quiere.

Pero sí que lo hace. Una parte de ella, al menos.

Desde que se marchó de casa siente que ha perdido dos tercios de su corazón y ahora tiene que seguir llevando una vida normal con los restos que le quedan. ¿Cómo funciona así la gente? ¿Cómo vive la gente con ese dolor en el pecho?

-Seth me aseguró que el cruce estaba un poco antes de pasar el cartel. –murmura Claire más para ella que para Nina.

Han optado por ir por la carretera de Forks. Seth le indicó la noche anterior a su cuñada cómo llegar bajo las protestas de Leah, que no quiere que la pelirroja sufra ningún riesgo.

-¿Leah no se enfadará por verte allí? –lo pregunta por curiosidad pero también para distraerse de ese sempiterno vacío que siente en el pecho.

-Quizás, un poco, es una cabezota sobreprotectora. –mientras habla gira por un recodo que está tapado casi totalmente por la vegetación. –Pero si no supiera manejar a mi mujer enfadada, no sería mi mujer.

El recodo da hacia un camino de tierra, no está asfaltado pero es evidente que por ahí pasan coches puesto que la tierra está aplanada. Poco a poco se internan más en el bosque hasta que casi sin aviso una enorme casa aparece ante sus ojos a unos cuantos metros en una explanada de hierba corta y verdosa.

-Wow. –es lo único que dice Claire y Nina no puede más que asentir en concordancia.

Ante ellas hay una casa de estilo moderno, con enormes ventanales que dejan entrar el sol a raudales –aunque ese día es nublado así que la luz es algo gris y difusa-. Un porche rodea la parte delantera, donde un par de figuras están apoyadas en la barandilla.

Nada más salir del coche, Leah y Seth se acercan a ellas a la carrera. La risa de Claire es de sincera alegría mientras Leah la envuelve en sus brazos.

-Te dije que no vinieras. –se queja la loba aunque no puede disimular la sonrisa en su rostro, acariciando con delicadeza la mejilla de su mujer.

-Y yo te dije que no te haría caso. –replica la pelirroja.

Nina mira hacia otro lado para darles privacidad, algo incómoda ante las muestras de afecto, es como si se le recordaran que su corazón está mal, que está roto.

Por suerte para ella, Seth la ahoga entre sus brazos y eso le provoca la primera sonrisa sincera en muchos días.

-¿Cómo te las estás apañando, enano? –pregunta cuando Seth deja de abrazarla.

El chico se encoge de hombros con una sonrisa.

-No está mal, la señora Cullen cocina de maravilla.

-Para alguien que no come. –bufa Leah y después le da un abrazo a Nina, mucho más comedido que el de su hermano pero igual de sincero. Baja un poco la voz para decir en su oído. –Lo siento.

La rubia niega y su sonrisa se debilita un poco pero la mantiene en sus labios.

-Nada de esto es tu culpa. –mira alrededor. -¿Y Jake?

-Con Bella. –responde Leah y ve cómo Seth mueve su peso de un pie a otro, incómodo.

-¿Cómo está? –quiere saber Claire, tiene ese aire profesional en su mirada.

-No demasiado bien. –responde su mujer, que echa miradas hacia la casa. –Yo no suelo entrar pero lo que se escucha no es nada bueno.

Una de las figuras del porche baja los escalones de madera y se va acercando a ellos. Es Carlisle, pero dista mucho de la última vez que Nina lo vio. Sus ojos antaño dorados son casi negros y muestra signos de un cansancio evidente a pesar de que los de su especie no se cansan.

Aún así les da una sonrisa sincera al saludarlas.

-Bienvenidas. Podéis pasar adentro, si queréis. Jake y Bella están deseando veros. –dirige su mirada oscura hacia Claire. –Siempre es bueno tener una segunda opinión profesional.

La mano de Leah frena a Claire cuando da un paso.

-¿Es seguro? No os habéis alimentado en semanas.

-Tranquila, ambas nos huelen como vosotros. –la mirada de Carlisle es curiosa mientras pasa por ambas humanas. –Es bastante llamativo cómo vuestros olores se mimetizan con los de vuestros compañeros.

-Ventajas de los lobos, supongo. –contesta finalmente Nina aunque su pecho se encoge al pensar que huele a ellos. Que huele como Sam y Paul. ¿Por qué de repente alguien le está pisando el corazón con el pie?

Coge aire, mandando esas emociones al fondo de la mente y se apresura a seguir a Claire y Leah, que ya marchan hacia la casa. Seth se coloca a su lado.

La inquietud invade el cuerpo de la cazadora nada más entrar. No es sólo por el silencio sino también por el olor, huele a hospital, a medicamentos y...a muerte.

Y lo entiende cuando entra en el salón. Bella está en el sofá, tapada con varias mantas y con Jake cerca para, lo que supone Nina, es subirle la temperatura corporal. Sus ojos hundidos se fijan en ella y esbozan una sonrisa sin fuerzas.

-Bienvenidas. –consigue graznar la humana mientras se mueve para incorporarse.

-Con cuidado, cariño. –murmura Edward ayudándola a moverse, Nina apenas ha notado que hay gente en la sala. Están todos prácticamente quietos como estatuas de sal. Todos viendo cómo Bella muere. Porque es lo que está pasando.

No es médica pero lo sabe.

Ese color ceniciento. Los huesos marcados en su cara. El temblor en sus manos cuando aparta un poco la manta.

Toda su delgadez contrasta con el abultado vientre. No debería estar así en tan poco tiempo. Es imposible.

-¿De cuánto tiempo está? –es Claire la que pregunta. Es buena disimulando el espanto en su voz.

-No podemos saberlo a ciencia cierta. Oficialmente está de apenas seis semanas aunque el desarrollo es mucho más rápido. –es Carlisle el que contesta.-No podemos ver al feto tampoco.

-¿Por qué no? –pregunta Nina, intentando despegar la vista del vientre de Bella, la cual ha apoyado una mano sobre él de forma protectora.

-No lo sabemos, su bolsa es demasiado dura y nada la puede atravesar. Tampoco quiero arriesgarme a hacerle daño de alguna forma.

-Nadie le hará daño. –esta vez la voz de Bella es firme y cuando sus ojos se encuentran con los de Nina, ésta entiende. Entiende que está dispuesta a morir por ese ser. Dispuesta a que los lobos la maten.

-No hemos venido a hacerle daño. –asegura Nina y desvía la mirada hacia Jake. –Sólo queríamos ver algunas caras conocidas, eso es todo.

-¿Asegurándote de que no me meta en líos? –intenta bromear Jacob pero la alegría no llega a sus ojos.

-Creo que te has metido en el lío del siglo, idiota. –se queja Nina pero se sienta en uno de los sillones desocupados, cerca de Bella. -¿Cómo lo llevas?

-Bien. –asegura la chica con rapidez, demasiado rápido.

-No puede retener la comida. –los ojos de Edward son oscuros y parecen pozos de infinito dolor y preocupación.

-Algo se nos ocurrirá. –lo tranquiliza Bella pero por las miradas del resto Nina sabe que a ninguna se le ocurre ninguna idea. Los ojos marrones hundidos en sus cuencas se centran en ella. –Dime, ¿qué tal te va en la librería?

La rubia sabe que pregunta para cambiar de conversación, para hablar de algo que no sea ella o su deterioro. Para fingir normalidad mientras en una esquina Carlisle y Claire intercambian teorías.

Así que finge una sonrisa mientras comienza a hablar de la nueva llegada de libros y del día a día.

Rosalie, Alice y Esme ayudan en la conversación. Incluso Jake aporta de vez en cuando.

A todos se les da de maravilla fingir.



Cuando vuelven a casa, horas después, Claire tiene una arruga de preocupación entre sus cejas.

-No creo que aguante mucho más, no si no pueden alimentarla.

-¿Crees que lo que tiene dentro es un vampiro? –pregunta la rubia.

Claire se encoge de hombros, la vista fija en la carretera.

-Ni idea pero desde luego lo quiere, no sería yo quien intentaría arrebatárselo. –lanza una mirada de reojo a Nina al darse cuenta de sus palabras. –Lo siento.

-Ni tienes por qué. Opino lo mismo.

Se quedan en silencio y cuando mira por la ventanilla puede vislumbrar dos manchas. Una negra y otra gris, casi siguiendo al coche al mismo ritmo entre la espesura. Puede ver sus ojos cuando Claire ralentiza la velocidad para dar una curva.

Nina gira el rostro, esquivando esas miradas.

Cuando los dejan atrás, ninguna comenta los dos aullidos lastimeros que suenan en el bosque. 






Ay, qué penita me dan🥺

Recordar darle amor y comentar, amo leeros🥰🥰

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