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02


Nina está tirada en la cama de su motel en Seattle. La lluvia chocando contra la ventana es el único sonido que llena la habitación y la única iluminación es la del móvil que tiene en la mano.

La luz blanca de la pantalla le da a su rostro un aire casi fantasmal mientras su dedo se desliza por la superficie desquebrajada. Lo ha sacado de la chaqueta del vampiro antes de convertirlo en ceniza.

Tiene la esperanza de encontrar algo útil en su interior pero no tiene mensajes y sólo un par de llamadas recientes. Está tentada a rellamar pero no quiere poner en alerta a quien esté al otro lado de la línea.

En un intento absurdo y algo desesperado mira el historial de navegación. Su ceño se frunce. ¿Por qué un vampiro estaría interesado en Forks? ¿Y dónde demonios está Forks?

Se levanta hasta su portátil que está sobre una mesa vieja e inestable, la venda de su brazo destaca contra la camiseta oscura que usa como pijama. En sólo un par de clics encuentra lo que quiere. La imagen de un pueblecito rodeado de bosque llena la pantalla. Forks. Población: 3.385. Ostenta el curioso récord de ser el lugar más lluvioso de Estados Unidos y está a poca distancia de Seattle.

-¿Qué tiene este pueblo de especial? –murmura mientras sigue navegando entre las noticias. Las más recientes son de varios desaparecidos, senderistas despistados o demasiados confiados con una naturaleza que no conocen.

Pero hace semanas que nadie desaparece. Curiosamente el fin de dichas desapariciones encaja con el aumento de índice de criminalidad de Seattle. Podría ser una casualidad pero el instinto le dice que no es así.

De alguna forma, Forks es el origen de lo que está pasando en la ciudad. Cierra el portátil con renovada energía, una nueva pista, un hilo del que tirar.

Forks es su siguiente parada.


✵✵✵


Está de nuevo en el bosque. Sabe lo que va a pasar cuando ve a su madre de espaldas a ella. Pero no puede evitar la esperanza al ver su rostro de nuevo. Quizás esa vez sea diferente, quizás pueda salvarla.

La sombra se lanza a por su madre. Nina grita. Pero algo cambia. Cuando la sombra se gira a por ella, con esos ojos rojos clavados en los suyos nota otra presencia a su espalda.

No, no es una presencia. Son dos. No se atreve a girarse, a darle la espalda a la criatura así que sólo los ve cuando se colocan a su lado. Uno a cada lado, escoltándola. Los mira de reojo. Son dos lobos, dos enormes criaturas de un tamaño mucho más grande que un lobo normal.

Uno es negro; el otro gris. Tienen los ojos fijos en la criatura, los hocicos retraídos mientras enseñan una hilera de enormes dientes afilados.

Debería tener miedo de ellos. Son seres sobrenaturales. Pero algo le dice que no le harán daño. Que están ahí por ella. Para ella.

La figura hecha de sombras parece hacerse más pequeña aunque el odio sigue brillando en su mirada.

Pero, por primera vez, Nina mira a la sombra de ojos rojos sin miedo. Porque ya no está sola. Tiene a sus lobos con ella.

✵✵✵


Forks es un lugar complicado para pasar desapercibida. Apenas tiene un motel, aunque bastante decente para su precio pero no suelen tener visitantes acorde a la mirada curiosa de la chica de recepción.

No es la primera vez que agradece no llegar al metro sesenta de altura. Eso junto con su cara redondeada y su pelo y ojos claros le hacen parecer inofensiva, lo cual siempre le da ventaja. Nadie espera que una muñequita les patee el culo.

Lleva dos días en el pueblo y empieza a desesperarse un poco. No ha encontrado nada que le indique que algo raro pasa allí. La gente no habla de cosas extrañas y no hay un ambiente cargado en el pueblo.

Se asoma a la ventana, afuera es de noche y llueve ligeramente. En ese pueblo siempre parece estar lloviendo. De repente algo llama su atención. Es un chico. Un chico sin camiseta, aparentemente ajeno al frío, que corre hacia el bosque.

¿Por qué demonios alguien iría al bosque de noche? Está tentada a dejarlo pasar, quizás sólo sea un adolescente que va a algún encuentro furtivo pero le parece demasiado extraño. Se guarda las dagas: dos escondidas en la cintura del pantalón, otras dos en sus botas y sale al exterior.

El aire frío le agita un mechón que se ha escapado de su coleta. Mira a su alrededor pero la calle está desierta. El pueblo duerme.

Los ruidos del bosque la calman. Cuando hay ruidos, no hay monstruos. Es lo primero que le enseñó su tío.

¿Dónde demonios se ha metido el chico? Nadie puede desaparecer tan rápido pero Nina se encuentra buscándolo mientras más se interna en la espesura. Las huellas apenas son visibles pero distingue que va descalzo.

Esto es demasiado raro, piensa pero un crujido le hace tensarse. No está sola. Se gira justo en el instante en el que un lobo aparece. Es negro como la noche con unos ojos igual de oscuros pero que parecen brillar como dos luces en las oscuridad.

El corazón de Nina se para en seco. Es el lobo de su sueño. Mismo tamaño, mismo pelaje, mismos colmillos enormes que se ocultan con rapidez cuando sus ojos se chocan.

El lobo parece contener la respiración al igual que ella ante la arrolladora sensación de pertenencia que los invade a ambos. Nina no sabe lo que pasa. Sam, sí.

Pero la cazadora no va a perder el tiempo. Saca su daga con la confianza de quien lo ha hecho miles de veces y la lanza hacia el animal que la esquiva por apenas un centímetro. La vibración del arma al clavarse en el tronco de un árbol llena el aire.

El lobo la mira sorprendido con una emoción que va más allá de la de un animal común y da un paso hacia ella. Nina agarra otra de sus dagas, intentando ignorar la sensación de que está mal, de que no debe atacar a ese animal

Justo cuando va a lanzarla un lobo se interpone entre ambos. Pelaje gris. Es el otro lobo. Su otro lobo.

Nina agita la cabeza para deshacerse de ese pensamiento pero cuando se encuentra con sus ojos siente como si la golpearan de nuevo. Su corazón late dolorosamente, quejándose de la daga que está preparada para lanzarle pero que ahora tiembla en su mano.

Ni siquiera nota cuando la deja caer al suelo, con el aliento atascado en su garganta.

El lobo gris agita la cabeza para aclarar la mente, la cual está inundada de esos ojos azules. Su alfa está tras él, sus ojos fijos en ella.

Quiere quedarse. Quiere estar con ellos. Pero obliga a sus pies a ir hacia atrás, a dar la vuelta y alejarse en una alocada carrera.

Son seres sobrenaturales. Han puesto un hechizo sobre ella. Algún tipo de magia. Algo.

Es lo que se repite mientras sale del bosque, olvidando sus dagas, tal es su perturbación. A su espalda, dos lobos aúllan, una dolorosa réplica del lamento que su propio cuerpo siente al alejarse.




Nuestros nuevos papis se han encontrado por primera vez y me tienen enamorada, lo admito🤭

Recordad darle amor y comentar si os apetece, la interacción siempre se agradece en las nuevas historias y además me encanta ver qué vais opinando🙈🥰

Nos leemos!🥰🥰

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