01. Parte 1
-Chicos, ¿de verdad no tenéis nada mejor que hacer un viernes por la tarde?
-No.
La respuesta de Seth y Embry hace que Nina ponga los ojos en blanco mientras saca un par de libros de las cajas que le quitan de las manos de forma inmediata. Resopla y decide ponerse detrás de la caja para hacer algo de contabilidad, dado que parece que no le dejan trabajar en su propio trabajo.
Han pasado tres meses desde la batalla. Hace apenas dos semanas que a Nina le han quitado la escayola pero una pequeña infección le ha hecho tener que tomar antibióticos durante un par de semanas más. A pesar de ello está agradecida de poder usar las dos manos con facilidad.
Aunque nadie le deja cargar ningún tipo de peso. A pesar de que el médico le ha dicho que no hay ningún problema.
-No vas a cargar peso hasta que Claire vuelva de la luna de miel y te dé el visto bueno. –fue lo que Sam dijo nada más salir de la consulta del doctor, que sólo por el mero hecho de no ser Claire ya le caía mal a sus lobos.
-Además ese tipo parece tener un pie en la tumba más que aquí con nosotros. –se quejó Paul.
-Sois insoportables a veces. –masculló Nina, poniendo los ojos en blanco.
-¿Vas a ir a la boda de Bella?
La voz de Seth la devuelve al presente. Los chicos han estado turnándose para ayudarla con la librería porque se ha negado a tomarse más que un par de días de baja. Esa vez son los dos adolescentes los que están vaciando las cajas de las nuevas entregas.
-No, no creo que Sam y Paul quieran ir.
Tampoco es que ella se muera de ganas de estar en una boda rodeada de vampiros. Bella le cae bien pero no le ha gustado que le mandara una invitación a Jacob ni la forma de comportarse con él últimamente. Puede que la chica esté confusa pero no acepta que juegue con el corazón de Jake.
-Yo iré con Billy y mi madre.
-¿En serio, tío? –se queja Embry, colocando un par de libros en una estantería de una forma totalmente incorrecta que después Nina tendrá que arreglar.
Seth se encoge de hombros, inclinado sobre una caja.
-¿Qué? Habrá comida gratis. –se defiende.
-O tú serás la comida. –le advierte su amigo y Nina no puede evitar soltar una carcajada mientras garabatea unos cuantos números en el cuaderno de contabilidad.
-Son vegetarianos, Embry. –le recuerda la chica y después sus labrios se fruncen un poco. –Bueno, lo que ellos consideran vegetarianos.
-Quizás cambien de opinión.
-Aún así alguien me querría hincar el diente, no como a ti. –se burla Seth.
Y ambos inician una pelea de la que la rubia desconecta. Su mente está ya en su casa, en el sofá donde piensa ver una película con sus lobos. Es su cumpleaños aunque nadie lo sabe. No es que se los oculte, pero nunca ha sido de celebrarlo. No desde que su madre murió. Su tío hizo un par de intentos pero la verdad es que siempre se le olvidaba la fecha y a ella nunca le importó.
Ahora sólo quiere pasar una velada tranquila con sus chicos.
Cuando echa el cierre con Embry y Seth a su lado el aire algo cálido le agita los rizos. Los veranos allí son mucho más suaves pero les permiten bañarse en el mar y pasar días tranquilos en la playa.
Es un buen sitio para vivir. Su hogar es un buen sitio para vivir.
Nina nunca ha tenido uno antes y ama cada rincón del mismo.
-No tenéis que acompañarme. –sabe que sus palabras son en vano porque los chicos ya han empezado a andar uno a cada lado de ella. Suspira negando con la cabeza pero una pequeña sonrisa la delata. Aunque no lo admite, es bueno sentirse cuidada.
Van charlando todo el camino de vuelta. De la luna de miel de Leah y Claire, las cuales volverán mañana de Hawaii; del instituto, el cual ambos chicos detestan bastante o de las chicas que les gustan (cosa que hace que Seth se ponga colorado como un tomate y Embry se burle de él).
Los dos adolescentes de quedan un poco atrás cuando Nina va a abrir la puerta principal. Está oscuro en el interior, ni Sam ni Paul han vuelto del taller.
Mientras enciende la luz de la entrada se gira sobre su hombro para hablarles.
-Vamos, pasad, tengo algo de limonad...
-¡¡SORPRESA!!
De manera instintiva se lleva las manos a la daga que guarda en la bota ante el coro de voces. Le cuesta un par de segundos darse cuenta de que en el pequeño salón están todos los de la manada, bajo un cartel excesivamente colorido de "FELIZ CUMPLEAÑOS".
Abre la boca pero la vuelve a cerrar cuando se da cuenta de que las palabras no le salen.
-¿Cómo? –acaba murmurando justo antes de que Claire se lance hacia ella para darle un abrazo, seguida de Leah. -¿Y qué hacéis aquí?
-Hemos vuelto antes del viaje. –explica Leah, pasando el brazo por la cintura de su reciente mujer.
-Eso no explica el cómo. –los ojos azules viajan hacia los que saben que son los culpables. Sus dos lobos la miran con una amplia sonrisa y casi puede jurar que tienen el pecho henchido de orgullo.
-Vi tu permiso de conducir, ¿recuerdas? –responde Paul antes de dar un paso hacia ella, hay un atisbo de duda en sus ojos. -¿Puedo acercarme sin que me apuñales?
-Puedes intentarlo. –intenta parecer seria pero es imposible. El ambiente festivo y la alegría es contagiosa. Seth y Embry han entrado y están atacando los diversos aperitivos que hay repartidos en varios platos junto con el resto de chicos.
En menos de dos segundos Paul la tiene entre sus brazos y sus labios encuentran los suyos de una manera gentil que encaja muy poco con el lobo, pero así es como llevan tratándola desde la batalla.
Cabe decir que a Nina eso la pone un poco de los nervios pero no esta noche, esta noche la alegría bulle bajo su piel.
-Feliz cumpleaños, fierecilla. –susurra contra sus labios antes de apartarse para dejar que sea Sam el que la abrace.
-Deberías haberlo dicho, no me gusta tener que fiarme de la memoria de Paul, Dios sabe lo que guarda en esa cabeza. –la regaña Sam pero sus ojos están igual de brillantes que los colores de los globos que adornan toda la sala y cuando sus labios encuentran los suyos son dulces y suaves. Cuando se separa un poco, él también susurra como si fuera una caricia sobre su piel.-Felicidades, amor.
-No teníais que haberos molestado. –murmura pero sus ojos viajan por la estancia donde todos están charlando de forma animada. El alboroto se mezcla con la música que Jake ha puesto, incluso él parece algo más animado a pesar de que lleva de mal humor desde la batalla.
Y Nina entiende que la fiesta no es sólo por ella, es también una excusa para reunirse todos de nuevo, para celebrar algo que no implica muerte o lucha.
Sus ojos vuelven a centrarse en sus lobos y agarra sus manos, la suyas más blancas y pequeñas se pierden entre las más grandes, curtidas y morenas.
-Pero os amo por haberos molestado. –confiesa y la sonrisa de los chicos es más cálida que cualquier día de ese verano.
-¡Seth Clearwater, suelta esa cerveza! –la voz de Leah resuena a su espalda coreada por las carcajadas de los demás y toman eso como señal para unirse a ellos, para disfrutar en familia.
Es la primera fiesta sorpresa de cumpleaños de Nina. Y ama cada minuto de ella.
✵✵✵
-Deberíamos haberles obligado a limpiar. –se queja Paul tirando en una enorme bolsa de basura los vasos de plástico esparcidos por toda la casa.
-Leah y Claire han adelantado la vuelta sólo para estar aquí. –le recuerda Nina que está quitando los botellines vacíos. –Y los demás han organizado todo esto, ya han hecho suficiente.
-Nosotros también hemos organizado. –la queja de Sam como si fuera un niño le hace sonreír aunque de una manera un tanto nerviosa. Tiene una idea en mente, una idea que ha surgido en mitad de la fiesta y que ahora no puede sacarse de la cabeza.
Coge una bocanada de aire mientras suelta la bolsa –estúpidamente liviana porque no le dejan cargar más peso- y los mira a ambos.
-Sé que he dicho que no quiero ningún regalo pero quizás sí que quiera uno. –eso hace que los chicos dejen de limpiar para centrar sus ojos curiosos en ella.
-Claro, lo que quieras. –se apresura a decir el alfa.
-Tú pide por esa boca, preciosa. –concuerda Paul.
-Quiero la marca. –lo dice tan rápido que el silencio que viene después en un poco ensordecedor.
-Nina...-comienza a decir Sam y ella sabe que hay un no implícito. –Aún estás débil, tienes que recup...
-Estoy recuperada, Sam. –replica ella sin dejarle acabar. Se cruza de brazos y tiene la sensación de que ahora es ella la que parece una niña pequeña pero le da igual. –Llevo malditamente recuperado desde hace semanas.
-Aún estás con antibióticos. –le recuerda Paul.
-¡Los acabo mañana! –su tono es un poco más alto de lo que pretendía pero está exasperada. Recoge la bolsa de basura con un movimiento brusco y se gira para dejar de mirarlos. El rechazo le duele así que sólo habla cuando no los mira a los ojos. –Da igual, ha sido una idiotez...
Una mano cálida la obliga a girarse. Se encuentra con los ojos negros de Sam.
-No es una idiotez. –su voz es baja y firme pero también es delicada, como si no quisiera herirla.
Paul se coloca a su lado, puede sentir su mano rozando la suya.
-Es un honor. –completa Paul y Nina vi la sinceridad en sus ojos. –Sólo queremos que estés totalmente bien para decidirlo.
-Estoy totalmente bien. –suelta la bolsa para colocar una mano en el pecho de Paul y otra en el de Sam. Siente sus corazones latiendo firmes y fuertes bajo la palma, es la melodía con la que duerme cada noche. –Quiero esto, chicos, lo quiero de verdad.
Los lobos intercambian una mirada antes de asentir y Nina siente como su corazón se acelera con la anticipación.
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