Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

t r e i n t a y d o s

Alargué el brazo para alcanzar mi teléfono móvil, que descansaba al borde de la mesa. La única sala de mi humilde apartamento se había convertido oficialmente en mi pequeño estudio, lleno de plantas, botellas de agua vacías y hojas en sucio. Vi el mensaje que Mei me había enviado y, un poco resignada, dejé la pluma sobre la madera y marqué su número. 

—¡Tengo noticias! — exclamó nada más recibir la llamada. — Pero, antes, ¿qué tal estás? 

Me reí. Todo el mundo, al menos las personas que sabían que estaba embarazada, me preguntaban por mis cambios. Era raro que tanta gente te preguntara qué tal cuando normalmente nadie lo hacía. —Bien. Me duele un poco la cabeza, pero creo que no tiene que ver mucho con el embarazo... 

—Mmh, mucho trabajo, ¿eh? — comentó. 

—Del día a la mañana, tengo mil capítulos que corregir yo solita. — me quejé. Al menos, no había perdido mi trabajo. De momento. Lo que sí había perdido era mi chaqueta: Akaashi, que me llamó de madrugada para preguntarme si estaba bien, me dijo que Kimoto se la había llevado. No quise pensar en qué hizo ese cerdo con la prenda de lino. Y, al día siguiente, a pesar de no ser laborable, me llamó mi jefe. Se disculpó conmigo después de que yo le dijera con tono tímido y voz temblorosa que iba a pedir un traslado al departamento de shoujo. Como venganza, me envió por correo postal casi trescientas páginas para limpiar trazos, dibujar detalles, corregir diálogos y demás. Y sin cobrar un extra. —¿Cuáles son esas noticias...?

—Prepárate, agárrate a algo o siéntate en el suelo para evitar caídas. — dijo. Pude imaginar cómo Mei daba brinquitos y agitaba su corta melena castaña. — El sábado por la mañana, llega todo el pueblo a acabar con las existencias de la tienda. — comenzó a relatar con ansia — Vale, pues, resulta que los hermanos de Sawamura y sus padres han dicho a todo el pueblo que su hijo se va la capital. 

Menos mal que ya estaba sentada como me había sugerido mi amiga; de lo contrario, ya me habrían fallado las piernas. Abrí la boca, sorprendida. —Espera, espera. ¿¡Tan rápido!?

—En la comisaría hasta le han hecho una fiesta de despedida y las abuelas del pueblo le han llenado la maleta de arroz y fruta... Es oficial: se va a Sendai. 

Me llevé la mano libre a la cara. Resoplé. Después, pasé del enfado a la incredulidad. —No puede ser cierto. 

—¡Te lo juro! — Mei se calló por unos instantes, dejándome en espera. — Perdona, creía que el cotilla de mi hermano me estaba espiando. Es el estúpido correveidile de Sugawara... Voy a tener que llamar a la inspección de educación; ese tipo adoctrina a los niños, seguro. — añadió, claramente cabreada. No sabía si Mei odiaba al mejor amigo de Daichi por toda nuestra historia o si le odiaba porque, en primaria, era su amor no correspondido. Mei siempre había tenido algo por los colocadores. — Sawamura no tardará mucho en avisarte. En el pueblo lo han celebrado como si le hubieran elegido emperador. No tengo ni idea de a qué departamento le han transferido, si le encerrarán en la oficina para hacer papeleo o si estará patrullando la ciudad y asustando a niños con la megafonía. No lo sé. La cuestión es que se quedará allí un tiempo, y tiene pinta de que irá a visitarte a Tokio cada fin de semana. Joder, qué pesado. — comentó. 

Me froté la cara, perpleja. —E-entonces, ¿ya se ha marchado del pueblo...?

—Sí, hoy mismo ha pasado por aquí y me ha soltado. ''Bueno, que sepas que voy a la estación''. — Mei bajó un par de octavas el tono de su voz e intentó imitar el de Daichi fallidamente. 

—¿En serio te ha dicho eso?

—No, pero ha comprado café y una revista de viajes y le he preguntado si se marchaba a algún lado porque llevaba maleta... Y me ha dicho que le trasladaban a la capital. Ah, y me he quedado con la vuelta. 

Me reí. —Deberías dejar de quedarte con la vuelta de los clientes que te caen mal.

—¡Es mi sueldo extra! —Mei comenzó a excusarse, soltando una ristra de disculpas de lo más ridículas que me hicieron soltar una carcajada. Después, pareció acordarse de algo. —Por cierto, Hiroko, ¿has vuelto a hablar con papá número uno? 

Habíamos ordenado a los posibles padres según sus probabilidades: Kuroo el primero, Sawamura el segundo, Oikawa el tercero. Dejé que mi vista paseara por la sala, deteniéndose en la sudadera negra que aún estaba sobre el sofá. Cuando me la quité, la dejé ahí, y no volví a tocarla. Estaba tan ocupada que ni siquiera había tenido tiempo de hablar con Kuroo después de aquel fatídico viernes. Ni siquiera le envié un mensaje. Supuse que no le molestaría mucho; teniendo en cuenta su caótica y ajetreada vida, seguro que no tendría tiempo de contestar a un simple ''hola''. 

—No. — suspiré. — Estos días sólo me despierto, desayuno, corrijo, como, corrijo, ceno y duermo. Además, él también estará ocupado...

—¿Crees que estará bien? —preguntó de la nada Mei.

Yo me encogí de hombros, a sabiendas de que mi amiga no me veía. No había tenido las agallas de enviar un mensaje al científico loco, pero sí me había preocupado por él. Más de una noche, desde que le vi marcharse dejando atrás las escaleras de mi edificio, había pensado en Kuroo. Y era una sensación que no me gustaba. Sin procesarlo antes, solté: —Mei... creo que me estoy-

—¡No lo digas!—exclamó mi amiga, interrumpiéndome. — ¡Mantente neutra! 

—¿¡Cómo puedes decirme eso cuando ayer mismo ideaste un plan para que me quedara con Tooru!? — grité yo. 

—A ver, a ver, calma. — oí cómo inspiraba con fuerza por la nariz. — Era un plan de emergencia porque, según mis cálculos, Oikawa, al cambio, es el que más dinero gana. Entonces, en caso de que alguien tenga que hacerse cargo de tu bebé- ¿Sabes? Da igual. ¡Ahora solo tienes que pensar en ti misma! 

—Si pienso en mí misma me agobio. — me sinceré. Me llevé una mano a la frente. — No quiero ni pensar en las clases de la semana que viene, ni en los tobillos hinchados... Ni siquiera llevo dos meses de embarazo. ¿Qué será de mí cuando tenga la barriga enorme, las tetas más hinchadas y-

—Vive el presente, Roko-chan. Eh... Collige virgo rosas, o como se diga. ¿Carpe diem? Ni idea, no fuimos a esa clase porque teníamos que acompañar al equipo. 

Suspiré. Había perdido la cuenta. —Sí, intentaré centrarme en el presente... — devolví la vista a los capítulos que estaba corrigiendo. Estaba dibujando los pliegues de la camiseta de uno de los personajes, de cabello alborotado, negro y mirada curiosa. Cerré los ojos con fuerza. — No puedo. Todo me recuerda a él. 

Mei gruñó. —Seguro que hay algo que te ayuda a concentrarte en otra cosa. ¡Prueba a leer algo!

Mi cerebro ignoró por completo sus palabras. —Es que es listo, aunque a veces se pase un poco de gracioso parece que se preocupa por las personas, es altísimo y-y... — me voz empezaba a sonar temblorosa, algo que hizo a Mei ponerse alerta. — cuando hablo con él quiero hablar más, pero es que... Daichi s-se preocupa mucho por mí también, y creo que le echo mucho de menos...

—Ah, ya, Daichi. — aunque estaba a dos horas en tren, pude visualizar cómo Mei ponía los ojos en blanco. Su tono de voz lo dijo todo.

—Y Oikawa vino desde Argentina y me acompañó y- — sollocé — S-sigo sin saber qué narices hacer a parte de llorar, arrepentirme de seguir con el embarazo y luego sentirme mal por querer echarme atrás... El embrión es del tamaño de un arándano y-y ya quiero que sea niña... — lloré. 

—Jo, Hiroko, no puedes echarte a llorar cuando no estoy ahí para abrazarte. — me animó Mei. Yo también lo lamentaba. — Deja de llorar, anda, que no merece la pena. Piensa en todo lo que lloraste cuando perdiste tu cartera en Sendai. ¿Sirvió de algo?

Agité la cabeza. —N-no...

—Desahógate, anda. Estoy aquí para escucharte, al fin y al cabo. 

Eso hice. Me tumbé en el suelo del apartamento, con las piernas estiradas bajo la mesa que se había convertido en mi escritorio, y lloré durante minutos y minutos, hasta que sentí que me invadía la calma. Me sentí mucho mejor después de escuchar los ánimos de mi mejor amiga que, a pesar de tener que irse a trabajar, se quedó al otro lado de la línea hasta que yo me sequé las lágrimas. Finalizamos la llamada prometiéndonos vernos en pocos días, y riéndonos al planear nuestra vida como compañeras de piso, lejos de los tres posibles padres, felices en un apartamento con vistas al mar. 

Fui al baño para lavarme la cara y hacer mis necesidades. En la primera clase para madres primerizas, nos dejaron bien claro, a mí y a las otras nueve ilusionadas mamás, que uno de los cambios que más íbamos a notar era la micción constante. Ni siquiera en la universidad, donde no dejaba de beber agua para evitar quedarme dormida, hacía tanto pis. Resoplé.

De vuelta a mi improvisado escritorio, guardé las hojas del manga con aquel personaje tan parecido a Kuroo y abrí la carpeta de otro de los manga que corregía. Saqué uno de los papeles, lleno de anotaciones, agarré la pluma y me puse a dibujar. Conseguí concentrarme lo suficiente para terminar unos cuantos paneles, hasta que, de nuevo, la melodía de mi teléfono móvil me interrumpió. Tragué saliva antes de contestar a la llamada. 

—¿Si?

—Hola, — era Daichi, y con tan solo una palabra pude notar que estaba igual de nervioso que yo. — hacía tiempo que no te llamaba. ¿Qué tal va todo por Tokio?

—Mmmh, bien. — respondí, algo fría. Al darme cuenta de lo escueta que había sido, rápidamente continué hablando: — No ha habido muchos cambios, la verdad. Casi ya no tengo nauseas, y las clases no me parecen tan aburridas...

Daichi no parecía tener mucho tiempo para preámbulos. — Genial. Oye, Hiroko. Antes de que te marcharas-

—Ay, sí, joder, perdóname. — lo dije tan rápido que quizá ni me entendió. — Me llamaron del trabajo, tuve que recoger unos archivos y-

—Tranquila. — Daichi soltó una risilla suave y amable. — No hace falta que te disculpes conmigo durante toda la vida por eso; entiendo que tuviste que marcharte. ¡Y no pasa absolutamente nada! 

—Es que siento que te di plantón y-

—No te preocupes. De hecho, te llamo porque quería comentarte algo...

Oh, no. Iba a soltar la bomba sobre el terreno que había preparado Mei. —¿El... qué?

Le escuché suspirar, seguramente para calmarse. —Me hubiera gustado haberlo hablado contigo antes de hacerlo, pero bueno, ya no hay vuelta atrás. Me dijiste si no me aburría en la comisaría de la comarca, y me hiciste pensar que quedarme en el pueblo de por vida quizá no sea la mejor opción. Quería decírtelo a ti primero porque desde la capital es más fácil llegar a Tokio, así no tendrías que ir y venir al pueblo, y, si necesitaras ayuda, solo tendrías que llamarme.  Llevaba tiempo pensando en mudarme a Sendai... Hace una semana confirmaron mi traslado. 

—¿E-estás en Sendai? — murmuré. No sabía de qué me sorprendía si Mei ya me lo había dicho.

—Sí. Quería hablarlo contigo antes de que te marchases. Supuse que prefieres que esté aquí mejor que en Tokio, así que solicité el traslado. ¿Qué te parece...? ¿Hiroko?

Estaba sin palabras, mareada y sintiendo que tenía todo un torneo de voleibol con varias pistas dentro del estómago. Algo me hacía sentir ansiosa. ¿El tono de Daichi? ¿Él, simplemente? ¿El hecho de que estaba más cerca de mí y en que cualquier momento podría estar en la puerta de mi apartamento con unas flores? ¿O es que acaso me asustaba herir a Daichi porque se estaba involucrando demasiado? Logré murmurar un ''ahora vuelvo'', finalicé la llamada y me levanté dando la bienvenida a unas viejas amigas: las nauseas. Quizá habían vuelto por culpa de la repentina ansiedad. Correteé hasta el baño y me arrodillé frente al váter. Definitivamente, tener ganas de vomitar pero no hacerlo era la peor sensación de todas, incluso por encima de estar enamorada de dos chicos a la vez y no saber cómo gestionar tus emociones. 

Logré ponerme de pie de nuevo después de pasar unos agónicos minutos en el baño. Bebí algo de agua y, como si no hubiera pasado nada, arrastré los pies de vuelta a la única habitación del apartamento. Me senté en el suelo y dudé antes de marcar el número de Daichi, que contestó al instante. 

—Perdona, he tenido que ir al baño. 

—¿Estás bien? — me preguntó, bastante preocupado. 

—Sí, sí. 

—Entonces, qué te parece si... ¿voy a visitarte a Tokio? Siempre y cuando quieras, claro. No quiero molestarte. 

Decirle que no y probablemente machacar su corazón, o decirle que sí y estar nerviosa durante días... o semanas. Me quedé unos segundos en silencio. A Daichi le traicionaron los nervios y enseguida hizo ademán de arrepentirse, pero yo le impedí hablar.

—Sí, vale, ¡perfecto! — solté en un impulso. — A lo mejor no me viene mal una ayuda en casa; tengo mucho trabajo atrasado.

Imaginé que Daichi estaba sonriendo, satisfecho a la par que ilusionado. —¿Estás segura?

No. —Sí, claro. Puedes venir en cuanto tengas unos días libres.

—Estaba pensando en ir en un par de semanas, cuando estés más cerca de cumplir el primer trimestre.

Quise gritarle y decirle que no se involucrara tanto, que dejara de hablar como si fuera el padre del bebé... me confundía. Y me hacía añorar esos días en los que él se tumbaba sobre mi regazo y se quejaba de todo hasta que yo decía alguna tontería y Daichi se reía a carcajada limpia; sabía que no iban a volver. Ahora éramos adultos, no dos chavales que tenían un amor de verano.

**********

el fic ha estado en #1 en kageyama #1 akaashi Y AHORA #1 EN BOKUTO ME DA ALGOOO

me refiero a hiroko como correctora pero más bien es asistente de varios mangakas???? no sé im dumb 

se me ha roto la tecla de la a y tengo que darle muy fuerte así que confío en la capacidad de vuestros cerebros para completr las palbras 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro