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Capitulo 9: Sentirse completo.

Izuku se removió en las suaves mantas de la cama, sentía su cuerpo pesado, pero bien. Una extraña mezcla de dolor y confort.

—¿Mamá?- sintió como una pequeña mano le jaló la sábana, se la quitó del rostro para ver a la intrusa.— ¡Mamá!

Eri gateó más cerca del Omega para después dejarse caer sobre el, fue rodeada por dos brazos grandes y protectores, amaba mucho esa sensación.

—Buenos días mi pequeña.- Izuku acarició la espalda de la cachorra y ésta sólo ronrroneó, usando toda su fuerza de voluntad y aguantando el dolor en sus caderas.

Se sentó en la cama con la pequeña en brazos, Eri tanteó el pecho del mayor e Izuku solo sonrió alzando la camisa que tenía puesta. Jadeó un poco cuando ella chupó uno de sus pezones, estaban algo doloridos.

Recordaba todo lo que había pasado en la noche anterior, una parte suya no podía creer lo que había hecho y se moría de vergüenza. Su parte más instintiva estaba regosijaba y ronrroneaba a gusto, estaba feliz, podía sentir el calor en su cuello, un poco de ardor, no tenía que ser un genio para saber que era el causante de ese calor.

Izuku sonrió mientras abrazaba a su pequeña, ahora tenía un alfa y una cachorra, estaba muy feliz con eso. Ya quería contarcelo a su madre, el pecoso abrió los ojos sorprendido, no había hablado con su madre desde hace meses.

—No puede ser...- la última vez que habló con ella fue poco antes de que Katsuki y Eri aparecieran en su vida.

Ella no le molestaba mucho sabiendo que se la pasaba trabajando en la guardería, siempre esperaba a que el fuera el primero en llamar o enviarle un mensaje.

—Pensará que la estoy ignorando.- se lamentó, había estado tan ocupado estando al pendiente de Eri y las demás cosas que habían pasado, que había olvidado por completo a su madre.

Lo peor de caso era, ¿Como le explicaría que estaba amamantando a una cachorra y tenía una marca de alfa?, Le daría un infarto a la pobre.

—¿En que tanto piensas?, Puedo sentir tu angustia.- Izuku alzó la vista encontrándose con su alfa, tenía una bandeja en la mano, tenía comida en ella y un frasco de pastillas, supuso que era para el dolor en su cuerpo.

Tragó saliva sintiendo su boca seca, además le dolía un poco la garganta, se sonrojó al suponer porqué tenía ese mal.
Miró como el alfa se acercó y puso la comida sobre la mesita de noche.

—¿Y bien?- preguntó el rubio mirándolo con una ceja alzada, solo negó suavemente ante su respuesta y aceptó la pastilla con el agua que le ofrecía.

—Estaba pensando en mi mamá.- Izuku se sonrojó, con vergüenza en su sistema por mencionarla hasta ahorita.— ella estará muy preocupada por mí, creo que hasta pensará que me ha ocurrido algo malo.

Katsuki sonrió, algo burlón e Izuku lo miró mal por eso. Suspiró mirando a su pequeña, Eri le miraba con sus grandes y hermosos ojos rubí, le parecían las mejores joyas del mundo.

—Entonces vamos a visitarla un día de estos, solo hay que sacar el tiempo.- el pecoso se sorprendió por eso, sabía que el rubio hablaba en serio, pero aún así tenía algo de miedo que no le fuera caer bien su mamá o al revés, que a su mamá no le cayera bien su alfa.

—¿Estas seguro?- Izuku preguntó, y abrió la boca para recibir la tostada que le ofrecía el alfa, era gracioso la idea de ser alimentado y alimentar al mismo tiempo.

—Claro que si, es mi suegra despues de todo.- Katsuki no lo admitiría, pero una parte suya tenía miedo, no sabía, ni tenía idea de cómo era la madre de su pecoso, pero solo esperaba llevarse bien con ella.

—Bien, hablaré con ella por teléfono antes de ir, no quiero que de verdad le de un infarto.- murmuró el pecoso mientras seguía comiendo de las tostadas que le daba el alfa, y Katsuki solo asintió.

(...)

Izuku miraba las calles, estaban andando hacía la casa de su madre. Ya había hablado por teléfono con ella, y no le fue muy mal, solo tuvo que aguantar una hora de llantos y sermón de su parte.

Se lo merecía y lo sabía, Inko confesó estar muy angustiada por los meses en que no recibió ningún mensaje de su parte, e incluso estaba a punto de llamar la policía para reportarlo como desaparecido.

Por suerte no lo hizo, Izuku tuvo que disculparse hasta el cansancio, diciéndole que iba a visitarla y no lo haría solo, iba a ir con dos personas más.

Ella le había preguntado quiénes eran pero Izuku solo le dijo que aguardase un poco, solo deseaba que de verdad no le fuera a dar un infarto. Decirle que tenía alfa y una cachorra no era algo que se podía hacer a través de un celular.

Así que tenía que hacerlo frente a frente.

Guió al rubio por las calles hasta llegar a la pequeña casa en donde vivía su madre, como Izuku vivía solo y tenía un pequeño apartamento, había ayudado a su madre a comprarla, siempre quiso sacarla del espacio cerrado donde creció.

La casa no era grande, pero era mejor que solo una habitación pegada a otras habitaciones.

Tocó el timbre y esperó a que fuera abierto, pasos se escucharon y a la puerta abrirse una cabellera verde se asomó. Allí estaba la Omega rechonchita que lo había traído al mundo, ella tenía una sonrisa en el rostro.

Sonrisa que se borró al ver a la persona a su lado, ella miró al rubio de arriba a bajo, después se fijó en la pequeña cachorra que chupaba su dedo sin prestarle atención a nada.

—Izuku...- su madre dijo con un hilo de voz, ni en cien años se habría imaginado algo así, Izuku tragó saliva sintiendose nervioso.

La mayor los dejó pasar y los llevó a la sala, Katsuki e Izuku se sentaron en el sofá. El rubio no había dicho ni una palabra desde que llegó, de repente se sintió algo intimidado, lo que quería ahora era darle una buena impresión a su suegra.

Ella era muy parecida a su hijo, su color de cabellos y ojos, eran verdes como los de Izuku, solo que era un poco más bajita y gordita.

La mayor llegó con tres tazas de té, y se sentó al frente de ellos, no eran tan idiotas como para saber que ella sabía que el pecoso estaba enlazado. El aroma del alfa estaba mezclado con el del Omega, era fácil de saber en realidad.

—Así que ésto era lo que quería decirme...- Izuku asintió, tomando un sorbo de té, no quería que su madre se tomase las cosas mal.

—Sí mamá, él es Katsuki Bakugou y ella es Eri Bakugou.- presentó a los amores de su vida, la pequeña Eri dejó su dedito cuando escuchó su nombre y miró al peli-verde.

—¿Mamá?- preguntó la pequeña, se fijó en la peli-verde mayor, era como su mamá, solo que algo diferente, extendió los brazos hacia ella mientras sonreía.— ¡Baba!

—Eri-chan, ella es tu abuela.- murmuró el pecoso con una sonrisa, mientras estiraba su mano y acariciaba los cabellos de la pequeña. La cachorra solo sonrió por los toques y ronrroneó disfrutando de ello.

Inko solo miraba, podía ver el cariño en los ojos de su hijo, ese cariño iba dirigido al alfa y a la cachorra en las piernas de éste. Sabía que esa pequeña no era de su hijo, era más que obvio.

Pero, él la miraba con amor, incluso la tomó de las piernas del alfa rubio y las pasó para la suya, haciendo que la pequeña se acostara en su pecho, disfrutando de los toques que recibía.

Solo entonces fue que se dió cuenta de la seriedad del asunto, su Izuku, su pequeño cachorro tímido, había encontrado a un alfa y tenía a una cachorra. Se encontraba tan confundida, pero una parte suya sentía como si su alma estuviera en paz.

Izuku ya no estaba solo, tenía a ese alfa su lado, podía sentir sus aromas mezclados, estaban enlazados y lo miraba tan maternal con la pequeña, como si fuera su pequeña de verdad.

—Quiero que me lo cuentes todo, dime cómo fue que empezó y de quién es la cachorra.- Inko no quería ser mala, no lo era, pero necesitaba detalles.

Izuku miró a su alfa, sonrió un poco avergonzado y después volvieron su vista al frente. El pecoso empezó a narrar, como se habían visto por primera vez la guardería, la vez que había ido a cuidar a la pequeña Eri en la casa del rubio, con vergüenza y todo, pero le dijo de como su cuerpo se había adaptado para alimentar a la pequeña.

Contó los problemas que habían aparecido cuando el abuelo de la pequeña Eri llegó, y desde cuándo estaba marcado. Obviamente no dió muchos detalles sobre eso, pero le dijo lo necesario.

Inko escuchaba todo, miraba al rubio quien aveces hablaba también, sintió pena por el cuando le contó sobre cómo la madre de Eri los había abandonado.

Sintió como un deja vú, ella también había sido abandonada por su alfa, pero al menos él no había formado un lazo con su pequeño Izuku, ni Izuku con el, y por eso éste no había sufrido la pérdida.  

En algún momento había cargado a la pequeña Eri en sus brazos, Inko jugueteó con sus mejillas y ésta sólo reía, tal vez era por el hecho de que su aroma era parecido al de su hijo, por eso ella se sentía cómoda.

—Me hubiera gustado saber esto con más anticipación.- Inko dijo al final mirando a la pequeña en su regazo, Eri tenía agarrada una de las mano de la mayor y miraba curiosa sus dedos.

—Perdón por eso mamá, pero pasó mucho éstos últimos meses, creo que se me pasó.- Izuku se rascó el cuello avergonzado, pero después tomó la mano del rubio y entrelazó sus dedos con ella.— aunque, estoy feliz con mi decisión.

—Señora Inko,- habló el rubio tomando la atención.— su hijo está en buenas manos conmigo, es un Omega maravilloso y me tiene loco por el, prometo que siempre lo voy a cuidar y haré lo posible por haberlo feliz.

Izuku se sonrojó hasta las orejas, cuando Katsuki quería podía ser muy cursi, pero sabía que hablaba en serio, era alguien de palabra.

Inko le sonrió, ella sabía que su hijo había encontrado a alguien que lo amaba de verdad y lo quería com el alma, estaba agraciada con eso.

—Te encargo a mi hijo joven Katsuki.- fue como si un peso se liberara de los más jóvenes, tenían la aprobación de la madre del pecoso, también de los padres del rubio.

Izuku no podía estar más feliz por eso, tenía una gran familia maravillosa, siempre velando por su bienestar. 

"Gracias mamá".

Para cuando la visita su madre terminó y volvieron a casa del alfa, Izuku parecía estar sobre una nube, la cena con su madre había sido mejor de lo que había planeado.

—Sabes, tu madre es como la versión mujer de ti, tiene la misma capacidad de llorar a mares.- Izuku hizo un puchero, antes de irse el se había despedido de su madre, hubo algunas lágrimas en ese procedimiento.

—Yo podría decir lo mismo de ti y Mitsuki, son iguales.- si Katsuki quería jugar, el también lo haría, Izuku acarició la espalda de su pequeña, Eri estaba medio dormida a su lado.

—¿Pero que estás diciendo?, Yo no me parezco en nada a la vieja bruja.- gruñó el rubio tomando su marzo entre sus dedos y la apretó un poco.

Izuku se rió, quizás el rubio lo negara, pero sabía que quería bastante a su madre, se levantó y fue a dejar a la pequeña en su cuna, habían hecho un cuarto para ella, le faltaban algunas cosas pero después las comprarían.

Katsuki llegó atrás del pecoso y lo abrazó por la cintura, llevó su boca hasta el oído de éste y dejó allí una pequeña lamida, Izuku tembló en sus brazos, sabía lo que significaba eso.

—Vamos Deku, tenemos que seguir trabajando en los hermanitos para nuestra bichito.- Izuku soltó un pequeño jadeo, se dejó llevar por el alfa y fue tumbado en su cama, quería darle pequeños hermanos a su pequeña, así que no había problemas en trabajar en ello.

Katsuki e Izuku estaban agradecidos con la vida que tenían ahora, una linda familia. Ya no estaban solos, cada uno había sentir al otro completo, como si el vacío de antes nunca hubiera existido, y era lo mejor del mundo.

Ya no había nada que los hiciera más felices que tenerse uno al otro y estar juntos.

Fin.

(...)

Le damos el final a nuestra pequeña historia!!!

Ésto fue para celebrar nuestros mil seguidores!!! Nunca podré agradecer tanto eso, muchas gracias!!!

Espero que les haya gustado, aún falta el extra, así que no se vayan aún de ésta historia. ( ;∀;)

Zaorycast. ✨✨

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