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Capítulo 2: Pa-pá.


Habían pasado 6 semanas desde que Eri había llegado a la guardería. Y una que otra cosita había ocurrido también en ese lapso de tiempo.

Lo llamaría roces, pero no sabe si son exactamente eso. Cuando Katsuki llegaba por su pequeña  Eri, le sonreía levemente, aveces le decía cosas extrañas, algunas veces indignante, no era exactamente un halago que le dijera "Buen trasero nerd", ahora le daba vergüenza caminar frente al rubio.

Sentía esos ojos rojos sobre su persona, como si lo quisiera comer, lo hacía, en su mente, no lo podía saber.

Al principio ese tipo de coqueteos le molestaba, pero después descubrió algo que hizo su corazón romperse.

La pequeña Eri no tenía mamá, mi beta, ni alfa, nada. Ahora entendía la razón por la cual la pequeña estaba tan acostumbrada a los biberones y no tenía el aroma de un Omega nunca en su persona.

Normalmente las madres llenaban a los pequeños de sus aromas para que se sintieran seguros, pero Eri siempre olía a su papá.

Ese delicioso aroma de cedro recién talado y bosque. Muy embriagador, y puede o no que se haya quedado con un pequeño paño de Eri por tener el aroma de su padre.

Y puede o no ser que lo tenga bajo su almohada para olfatearlo todas las noches, Izuku le había comprado uno igual a la pequeña así que nunca descubriría nada, incluso cambiaba los paños cuando se le acababa el aroma del rubio, así tendría un paño con mucho aroma.

Cada vez que el rubio aparecía Izuku no podía evitar que un sonrojo cubriera su rostro y miraba el suelo lleno de vergüenza.

Sin embargo, algo que le gustaba bastante era lo a pegada que era Eri con el, no le gustaba estar con ningún otro Omega, si alguien que no era el lo cargaba, la pequeña lloraba a mares y no se callaba hasta que estuviera de vuelta en sus brazos.

Aunque, había algo que no lo dejaba tranquilo, Eri siempre se pegaba a su pecho, pero no en la forma de acurrucarse, si no, buscando algo allí. Trataba de agarrar con sus manitas sus pechos por encima de su delantal.

Siempre terminaba haciendo algo para que se distrajera de eso, no era que le incomode demasiado, pero ella buscaba algo que no había allí.

Ese día estaban aprendiendo los fonemas y como se escribían, los cachorros más grandes entendían mejor eso, pero la pequeña Eri apenas si podía balbucear unas palabras incompletas e inentendibles.

—Di papá, pa-pá.- estaba sentado junto con los otros pequeños, quienes escribían en hojas los fonemas enseñados.

Eri estaba sentada al frente del pecoso y lo miraba de lado, como si no logrará entender del todo lo que decía.

—¡Pa-dá!- exclamó ella aplaudiendo y riendo alegremente, e Izuku solo suspiró.

—Mido-sensei, mamá se escribe con los dos palitos con loma, ¿Verdad?- el pecoso rió ante la imaginación del pequeño Katsuma en describir de esa forma la 'm'.

—Si, m y a, forman ma, y dos son mamá, tiene un pequeño punto en la parte de arriba de la última a que es el acento. Pero eso lo aprenderás poco a poco, solo no olvides e ponerlo.

—¡Sí Mido-sensei!- Katsuma volvió a su escritura y Eri se le quedó mirando, no hacía mi decía nada, solo miraba al cachorro escribir.

—¿Quieres intentarlo pequeña?- le preguntó con una sonrisa a la albina y ésta se volteó hacia el mientras sonreía como si le entendiera lo que le dijo.

—¡Bá!- respondo ella alzando sus manitas e  Izuku solo rió por lo bajo, buscando un crayón y una hoja de papel blanca.

Trató de mostrarle cómo se escribía papá, pero como era de esperarse no tuvo mucho éxito, apenas si había aprendido a agarrar al lápiz correctamente.

Pasó el día y los padres llegaron poco a poco en busca de los cachorros, Eri estaba siendo cargada por Izuku mientras éste recibía a los mayores.

—¡Mamá, mamá, mira lo que escribí, Mido-sensei me dijo cómo hacerlo!- el pequeño Katsuma fue corriendo hasta los pies de su madre y le mostró una hoja de papel, tenía un dibujo y una frase "te amo mamá"

—¡Hey, no te lleves todo el crédito que yo también ayudé!- Mahoro llegó al lado de su hermano, y parecían que iban a pelear, pero el pecoso intervino.

—Lo hicieron entre los dos, son unos cachorro muy inteligentes.- sonrió y vió como la madre de los pequeños tenía los ojos brillantes y abrazaba a sus pequeños muy orgullosa.

No pasó mucho para que se despidieran y se perdieran entre los pasillos de la guardería. Izuku miró a la cachorra en su pecho, estaba muy callada, y también miraba por donde se habían ido los últimos antes.

—¿Ba-ba?-  habló ella como en forma de pregunta y le acarició su cabello. Por lo que había dicho podía suponer que estaba preguntando por su padre, pero aún faltaban quince minutos para que llegara.

—No falta mucho, ¿Sí?- sacó a la pequeña de la cangurera y la sentó en el suelo mientras se la quitaba, después la ayudó a pararse y la guió con cuidado hasta la silla que había en el salón para poder sentarse.

Dió un pequeño suspiro, no era que estuviera cansado, pero aveces necesitaba sentarse tranquilamente, Eri jalaba su ropa y alzaba un pequeño pie queriéndose subir a su regazo, sonrió y la ayudó a sentarse allí.

—Eres una cosita muy bonita, ¿Lo sabías?- acarició sus mejillas de forma juguetona y la pequeña solo reía.

Eri llevó sus manitas hasta su pecho, por cuarta vez en el día, y le comenzó apretar allí, se sonrojó cuando apretó sin querer, al menos eso quería creer, uno de sus pezones, le había dolido.

—Eri-chan, ya te he dicho que no hagas eso, no hay nada.- regañó suavemente quitando con cuidado sus manos de allí.

—¿Na-wa?- preguntó ella mirándolo con esos ojitos brillantes, se miraban tristes, le partía el corazón verla de esa forma.

—No pequeño cachorra, no tengo nada.- corroboró tocándose el mismo, le dolían, se sentía un poco mallugados, quizás era los apretones de antes y era mejor dejarlos quietos.— ¿Si ves?, Nada.

—¡Na-wa!- Eri hizo un puchero y se cruzó de brazos, solo se rió por ello, incluso molesta era una cosita muy bonita.

Miró la puerta del salón cuando escuchó pasos acercarse, Katsuki apareció como era habitual, tenía un traje puesto, aunque, ésta vez no tenía corbata y un par de botones en la parte superior estaban abiertos.

Tragó ante la vista de poder ver bien su cuello, dejando de ello parecía haber músculos, y era de esperarse.

—Buenas tardes Katsuki.- saludó al rubio quien le sonrió, Izuku sintió sus mejillas encenderse, ya era costumbre que eso sucediera.

—Siempre son buenas cuando puedo ver tu jodida cara de angel.- el pecoso chilló, por vergüenza y un poco de molestía, no pudo tapar a tiempo los oído de la pequeña Eri.

—¡N-no digas groserías al frente de Eri-chan!- exclamó, con una voz vacilante y su rostro rojo, pero lo hizo.

Katsuki solo se rió y se acercó, pero en vez de tomar a la cachorra como lo pensó el Omega, en realidad se acercó peligrosamente a su oído, pudo sentir su aliento cálido sobre el dándole más de un escalofrío.

—¿Y que harás para castigarme, Deku?- esa voz ronca le hizo sentir que el que estaría en problemas sería el y no el contrario, tragó saliva y trató de contestar.

—Y-yo...- pero, ¿Que le podía decir?, Ser amable era una cosa, pero no estaba acostumbrado a lidiar con ese tipo de situaciones.

Que decir, ¡Nunca antes le había pasado algo así!, Y no tenia ni idea de cómo responder.

—¡Si Eri-chan repite alguna de esas palabras me voy a molestar!- amenazó, haciendo que el rubio abriera un poco los ojos antes de soltar una carcajada.

—Te vez put... Muy adorable con ese puchero, Deku.- Katsuki se retractó de decir la grosería, en parte porque no quería hacer que su adorable pecoso se molestará de verdad, y la otra era porque esa palabra era mucho más fuerte que la anterior como para decirlo al frente de su pequeña.

—¡Pa-pá!- los dos adultos se quedaron de piedra y llevaron lentamente sus miradas hacia la pequeña, Eri estiraba sus brazos hacia el mayor y sonreía.— ¡Papá!

—¡Esa es mi bichito!- Katsuki tomó a la cachorra y la estrujó en un abrazo, le dió vueltas celebrando su palabra y Eri solo podía reírse.

Izuku miraba a la pequeña muy orgulloso, tal parece que su arduo trabajo al fin había dado frutos. Y ver la alegría del alfa rubio fue como su recompensa, juraba que podía sentir su corazón latir tan fuerte que lo escuchaba en sus oídos.

—Eri-chan es una tierna cachorra lista.- Izuku estaba feliz, pero también curioso, quería preguntarle al rubio sobre la madre de Eri, tal vez si la hubiera tenido desde un principio ella supiera decir algunas palabras más.

Eri estaba un poco atrasada en ese tema, sin embargo, no sabía desde qué edad la pequeña estaba sola con su padre, no tenía mucho conocimiento de ese tema.

—Estas murmurando Deku.- salió de sus pensamientos al escuchar al rubio, éste le miraba un poco serio ahora, parecía que tambien tenia ganas de decirle algo.— ¿Que me querés preguntar?, Dilo sin rodeos.

—¡Oh no, no, es que, yo solo estaba pensando en algo, y no es de mi incumbencia la verdad!- movió sus manos rápidamente tratando de calmar la situación, pero Katsuki no cambió de cara ni un poco.

—Solo dilo, joder.- Katsuki dijo acomodando más a su pequeña sobre su hombro, Eri estaba allí tranquila, jugando con los bordes del traje de su padre.

—¡Sin groserías!- regañó, pero el rubio solo rodó los ojos.— bueno, verás, es una duda que tengo desde hace un tiempo, se que no es algo que debería de importarme pero, ¿Que pasó con la mamá de Eri?, Desde que llegó nunca tuvo ningún olor de algún Omega, y bueno, eso es raro ya que ella es muy pequeña para estar sin uno.

Izuku miró hacia el suelo, concentrándose en la alfombra como si fuera algún enigma, se esperaba algún regaño, un grito o un sermón fuerte, pero nunca llegó.

—No la quiso.- fue la respuesta que tuvo al final, Izuku levantó su rostro para mirar al rubio, estaba confundido.— la madre de Eri solo fue una aventura de una noche, trabajábamos en el mismo piso, y una tarde todos salieron a beber, bueno, cuando desperté estaba en un motel con ella a mi lado, un mes después supo que estaba en cinta, quisimos intentarlo pues lo que pasó ya no se podía remediar, pero eso no era lo que ella quería, poco después de que Eri cumpliera tres meses ella se marchó sin decir nada, nunca supe para donde.

Izuku llevó sus manos a su boca, sintió sus ojos llenarse de lágrimas y miró a la pequeña sobre el hombro del rubio. Ahora entendía todo, Eri fue arrebatada del calor de su madre desde muy temprano, sin entender nada,  no entendía como alguien podría hacer un acto tan vil y cruel.

Entendía un poco su lentitud en aprender, un cachorro cuando es abandonado por su madre entra en una especie de depresión que afecta en su sistema, para ellos, el calor de un Omega es indispensable y más en su primer año, pero aún así, allí estaba Eri-chan, sonriendo.

—¿Y-y por qué no...?- dejó su pregunta en el aire, sabía que el rubio le había entendido, él solo suspiró y acarició la espalda de la pequeña.

—En ese momento tenía cierto rencor a los omegas y no quería que otro fuera a poner las cosas peor de los que estaban, ni tampoco la podía dejársela a mis padres, ellos viven en otra ciudad y si la abandonaba con ellos le podría causar incluso su muerte.- lo sabía, si Eri ya estaba pasando por un abandono en ese momento y Katsuki la dejaba por su cuenta también, le habría puesto peor.

—Pobrecita...- no pudo evitar que una lágrima saliera de sus ojos, ni siquiera podía pensar en el sufrimiento que habría pasado la pequeña a esa edad tan prematura, era increíble lo que podían hacer algunas personas.

—Fue difícil, más el primer mes, pero poco a poco fue mejorando, su pediatra me dijo, cuando ella cumplió un año, que la trajera a una guardería, ya que estaría rodeada de cachorros y omegas, eso haría que terminara salir por completo de su laso cortado a la fuerza.- Katsuki lo miró con un brillo en los ojos que no pudo identificar.— por suerte había uno que hacía todo lo posible para hacerla feliz, incluso le ayudó a caminar, escribir y hablar.

Izuku sintió su corazón hincharse más de lo que ya estaba, incluso sus mejillas se volvieron a poner rojas. Eran fuertes, y lo sabía, ellos dos pudieron salir a delante casi solos, había crecido una mayor admiración por ese alfa, más de lo que pensó que podría tener.

Poco después Izuku los miró irse, la pequeña Eri se despedía moviendo su mano suavemente, y el pecoso también se despidió de ella con una sonrisa.

"Cachorro, cuidar del cachorro".

Era algo que su Omega interior le repetía una y otra vez en la cabeza. Se sentó en la silla del salón, mirando al techo y pensando en todo lo que había ocurrido.

—Me duelen los pechos.

(...)

Wenas~ UwU

Espero les haya gustado el capítulo. Voten y comenten.

Zaorycast. ✨✨

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