Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1: Eri-chan.

Izuku tenía a la pequeña Eri sentada entre sus piernas, los demás cachorros le estaban rodeando, dibujando sobre hojas de papel.

—Bien, entonces, si mezclas el color amarillo con el azul se vuelve verde, ¿Si viste?- estaban pintando con sus pequeños dedos, la pintura no era tóxica para ellos, pero de todas formas miraba que no se fueran a meter los dedos en sus boca.

Eri solo miraba curiosa a los demás cachorros, nunca había estado rodeado de tantos, y le daba un poco de miedo hacerlo, por eso no se separaba de él.

De vez en cuando Izuku acariciaba a la pequeña par hacerle saber que no se había olvidado de ella, sonreía cuando la escuchaba ronrronear ante sus toques tranquilos.

—¡Mido-sensei, mira!- la pequeña Mahoro de cinco años le mostró orgullosa su dibujo, los había puesto a dibujar frutas y ella había echo unas uvas.

—¡Oh qué lindo Maho-chan, se ven deliciosas!- Izuku sonrió cuando vió el pecho de la pequeña hincharse con más orgullo.

Miró al pequeño Katsuma, quien estaba mirando su dibujo con una expresión insegura, sonrió ante eso, Mahoro y Katsuma eran hermanos gemelos, pero muy diferentes entre sí, mientras una era más confiada y decidida, el otro era muy tímido e inseguro.

—Suma-chan, ¿Me muestras tu dibujo?- preguntó y vió como el pequeño dió un salto en su puesto, lo miró y después a su dibujo, al final terminó mostrándolo.— ¡Es tan bonito, es una deliciosa piña!

Katsuma se sonrojó y le sonrió, estaba más alegre y miraba su dibujo más orgulloso. Los demás cachorros también le mostraron sus dibujos y al final cuando todos terminaron de hacer sus dibujos lo puso en un mural, así todos podían verlos.

—¡Es hora de la merienda y una siesta!- eso era algo adorado por los pequeños, quienes se fueron corriendo hasta donde estaba el baño para lavarse las manos.

Izuki puso a la pequeña eri en su pecho, tenía una cangurera para cachorros así que se le hacía más fácil hacerlo. Ella solo tenía su chupón en la boca y miraba como ayudaba a limpiar a los demás.

Después fueron por sus loncheras y se sentaron a comer, izuku calentó un poco el biberón de Eri para dárselo, ella lo recibió gustoso, como si estuviera acostumbrado a el.

Era algo raro, pero supuso que ya le habían enseñado para poder venir a la guardería y que comiera sin mucho inconveniente. Al terminar de comer, varios cachorros estaban dormitando, los acomodó en sus tufones y los arropó.

Kouta siempre era el último en dormirse, pero después de un pequeño cuento siempre lo hacía.  Izuku tuvo que acostarse con Eri en un tufón, al parecer ella no quería apartarse de el y no tuvo más remedio.

—Al fin se durmió.- susurró viendo a la pequeña dormir tranquila junto a los demás cachorros, el aire acondicionado mantenía un ambiente fresco y no se preocupaba por la calor que podrían tener.

—¿La nueva te ha dado problemas?- Izuku miró hacia la puerta del salón, allí estaba Shota, era el Omega encargado de la guardería.

—Hum, no, estuvo tranquila todo el día, no ha llorado casi nada.- murmuró cuando se acercó al mayor, era mejor hablar lejos de los pequeños así no los molestaría.

—Tendras algo para hacer que los cachorros te amen a la primera, Bakugou dijo que no le gustaban muchos los extraños y por eso podría dar problemas.- Shota era alguien mayor, bastante, le gustaban mucho los cachorros también, por eso había fundado el lugar.

Había podido tener un solo hijo, pero éste ya era mayor, e incluso tenía pareja.

—Lo sé, ésta mañana lloraba sin parar, pero se ha calmado bastante y trata de llevarse con los demás pequeños.- sonrió recordando como se había tratado de acercar a Kouta, incluso jugó un poco con el.

—Bien, tengo que irme, pero si sucede algo avisa, su padre viene a recogerla a las cinco.- dijo el mayor y después se dió la vuelta, Izuku solo asintió a sus palabras.

El Omega volvió al salón para revisar a los pequeños y acomodar las cosas que estaban fuera de lugar, debía aprovechar estaban durmiendo para limpiar.

La tarde pasó así, entre más juegos y juguetes. Trató de enseñarle a Eri como sostener un crayón para que pudiera pintar, fue algo difícil, pero era su primera vez haciendo algo así, solo la dejó hacer lo que quiso tranquilamente.

Poco a poco los padres fueron llegando por los pequeños, la hora en la que llegaba la mayoría de los padres, eran desde las cuatro. Acomodaba sus mochilas y se despedía de ellos con una sonrisa.

—¡Adiós Mido-sensei!- los gemelos se despidieron e Izuku les sonrió con cariño, la madre de los pequeños se despidió con una sonrisa también.

La última que quedó fue Eri, ya iban a ser la cinco, y no faltaba mucho para que su padre llegará, y al perecer lo extrañaba, estaba un poco más inquieta en ese momento.

—Pronto estará aquí, no te preocupes pequeña.- dejó un pequeño beso en su frente y acarició si espalda con cuidado.

Estaba sentado en una cómoda silla que había en el salón y Eri estaba en su pecho, suspirando tranquilamente. De manera inconciente dejó salir su aroma para envolver a la pequeña, eso hizo que Eri se durmiera, rió por el tierno aspecto zombi que tenía.

Cuando escuchó pasos que venían de afuera alzó la vista, en la puerta del lugar se detuvo un alfa, esperaba más a la madre de la pequeña, no a ese playboy de televisión.

Era alto, su cabeza casi pegaba con el umbral superior de la puerta, tenía puesto un traje gris, su cabello rubio ceniza rebelde y sus ojos rojos, intensos, ahora sabía de donde había sacado la pequeña Eri sus bellos ojos.

—Buenas tardes señor Bakugou.- saludó dando gracias a que su voz no temblara, se levantó de la silla y se acercó, aún con la cachorra en recostada en su pecho.

—Si lo que sea, dámela.- era tosco para hablar, más bien diría grosero, pero ignoraría eso, por el momento.

La verdad se sorprendió la suavidad que usó para tomar a la pequeña Eri y ponerla sobre su hombro. Estaba enternecido por eso, sabía que los alfas eran muy protectores con sus cachorros así que entendía un poco su ansias por cargarla cuando llegó.

—Aqui están sus cosas.- buscó el pequeño bolso de la cachorra para entregarlo, el alfa solo le miraba y no decía nada, aunque, parecía molesto, su ceño fruncido le hacía pensar que había algo mal.

—¿Dió problemas, lloró mucho?-  le sorprendió la pregunta, no pensaba que fuera a decir algo como eso.

—No, ella es muy tranquila, hoy aprendió a sostener un lápiz, le aconsejaría que le dejara uno en su hogar también, así podría practicar más.- no era algo muy relevante, pero le ayudaría un poco más en pintar más bonito.

El rubio no le respondió nada ante eso, solo asintió levemente, acomodó el bolso para que no le hiciera estorbo y se dirigió a la salida.

—La traeré mañana también.- fue lo que escuchó antes de que el rubio desapareciera por completo.

Izuku caminó hacia atrás y cayó en la silla, soltó un suspiro profundo tratando de calmarse un poco, su corazón estaba loco.

¡Era el jodido alfa más guapo que había visto en su vida!

—Maldicion Izuku.-se reprendió a si mismo, el alfa tenía a una cachorra y con su aspecto tendría también a más de un Omega a sus pies y uno calentado su cama.

Pero, eso ojos rubí le estuvieron devorando el alma, eran como una llama ardiente que lo podía quemar en segundos, lo mejor era mantenerse fuera de eso, y no pensarlo más.

Claro que es más fácil decirlo que hacerlo.

Incluso ya había llegado a su casa, estaba en su cama, bañado, cenado y listo para dormir. Todo lo que hacía era mirar al techo.

Estaba jodido.

(...)

Al otro día se despertó con mucho sueño, sentía su cuerpo algo pesado.

Estaba entrando a la guardería cuando vió al alfa rubio llegar con la pequeña Eri en sus brazos, mientras que la cachorra dormía plácidamente sobre el hombro del rubio, Bakugou iba refunfuñando por lo bajo.

—Buenos días.- saludó con la mejor sonrisa que pudo poner, el rubio le miró un momento, para después solo chasquear la lengua, aún así no cambió su sonrisa.

—Buenos días.- el alfa respondió por lo bajo, le entregó la mochila e Izuku la tomó. Eri se despertó por los movimientos y miró con ojos soñolientos al pecoso.

—¡Ba!- exclamó la pequeña estirando sus brazos hacia el, Izuku miró al rubio esperando su concentimiendo, no podía tomarla solo porque si.

Al recibir un ligero movimiento de cabeza tomó a la pequeña Eri y la acurrucó en sus brazos. Ella parecía a gusto estar así, incluso ronrroneó cuando la acarició, dejando escapar también un pequeño bostezo.

—No es alguien muy mañanera, ¿Eh?- acarició la cabeza de la pequeña mientras reía un poco.

Se sonrojó al acordarse lo que estaba haciendo frente al rubio, era normal que hablara con los pequeños, pero era más cómodo cuando lo hacía rodeado de los cachorros y no de los padres.

—Volveré a la misma hora que ayer, ya me tengo que ir.- el alfa dijo para después irse, Izuku pudo jurar que vió una pequeña, apenas imperceptible sonrisa en su rostro.

"Se estaba riendo de mí".

Pensó internamente lamentando su debilidad por las pequeñas cositas tiernas.
Miró a la pequeña Eri, quien ya estaba despierta, y solo le sonreía levemente mostrando sus pequeños dientes de leche.

—No puedo enojarme contigo.- dijo divertido y después entró al salón.

Ese día fue como el anterior, puso a los pequeños a escribir letras grandes y pintadas con crayones, a Eri también le dió uno y le ayudó a sostenerlo.

Se acostó con ella en el tufón a la hora de la siesta, esperando a que se durmiera para poder acomodar un poco el salón.
La pequeña se a pegaba mucho a su pecho y olfateaba allí, como si buscara algo,  sonrió ante eso imaginando lo que quería.

—No pequeña cachorra, yo no tengo leche, lo siento.- acarició su cabello blanco, no sabía si le entendía o no, pero rió por lo bajo al ver un pequeño puchero en su rostro.

Ella durmió tranquilamente y mientras lo hacía se levantó para acomodar el sitio, despues, cuando pasó la tarde y llegó la hora de que los padres llegaran. La tía de Kouta tardó algo en llegar, ella era quien cuidaba del pequeño desde que su madre murió.

—¡Buenas tardes Midoriya, lamento la demora, mi auto se descompuso!- dijo ella con algo de pena, su cabello cortado en honguito siempre le había gustado.

—No pasa nada Sosaki, el pequeño Kouta le esperó pacientemente.- sonrió a la mujer y se despidió el pequeño cachorro.— solo somos tú y yo otra vez pequeña.

Le dijo a la cachorra y ésta sólo sonrió.
Izuku ayudó a Eri a pararse, caminaba despacio pero se miraba contenta de hacerlo.

—Bien, bien, un pie frente al otro.- colocó un osito de peluche al frente suyo para que fuera por el, así tendría un poco más de confianza y una meta para poder caminar.

Como el suelo donde estaban había una suave alfombra, no le preocupaba mucho que cayera de trasero, la dejó de pié y fue hasta donde estaba el peluche.

Era una distancia de uno dos metros, pero sabía que la pequeña podría hacerlo, tomó el juguete y lo empezó a batir en el aire.

—Aqui Eri-chan, ven, toma al osito, si puedes.- Izuku podía ver como la pequeña Eri daba pasitos vacilantes, y sonreía por las cosas que le hacía.— solo un poco Eri-chan.

La albina caminó, lento pero seguro, su cabello blanco y corto se mecía con cada pasito que daba. A la final, rió y tomó el juguete cayendo hacia el frente, pero Izuku la atrapó y rió.

—¡Lo hiciste Eri-chan, bien hecho!-  alabó a la pequeña y la abrazó, frotó su mejilla en la cachorra haciéndola reír.— cuando tu papá llegue le puedes mostrar.

Dijo sabiendo que el rubio se podría alegrar por eso, era un buen avance, había caminado dos metros sin caerse, era bueno para su equilibrio al estar de pié.

—No te preocupes, ya lo vi todo.- el pecoso se quedó de piedra, volteó lentamente hacia donde estaba el alfa y lo encontró apoyado en la puerta del salón.

—S-señor Bakugou...- Izuku sentía su rostro arder, incluso sus orejas. Miró la hora y vió que ya era la cinco y diez minutos, vaya que era alguien puntual.

El pecoso se acercó al mayor para darle la pequeña, Eri chilló y rió felizmente en los brazos de su padre al estar aún emocionada por lo que acababa de lograr.

—Iré por su mochila.- Izuku dejó a padre e hija un momento mientras buscaba la mochila de la pequeña, podía escuchar susurros provenientes del mayor y pequeñas risas de la menor.

Le gustaba bastante verlos de esa forma.

—Aqui está la mochila señor Bakugou, que tenga una buena noche.-  sonrió y el rubio sacó su vista de su cachorra para mirarlo a él, después tomó el bolso.

—Dime Katsuki. Tampoco me digas señor, me hace sentir como si estuviera en la tercera edad.- el rubio dijo dándose la vuelta para irse e Izuku solo asintió con su rostro rojo.— adiós, Deku.

—¿Deku?- se preguntó alzando una ceja y mirando por donde el alfa se había ido.
Dejó su corazón revoloteando y una cálida sensación en su estómago.

(...)

Deku no lo sabe, pero ya tiene a una fiera de alfa a sus pies. ✨😔👌

Espero les haya gustado.
Si tienen alguna pregunta me hacen saber.

Zaorycast. ✨✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro