Extra 2
Sana siempre vio que era diferente a sus hermanos, no en la manera en que sus padres los trataban, no. Jungkook y Taehyung los querían a todos por iguales, los mismos besos, caricias, regaños. Ninguno era diferente a los otros en esos aspectos, sin embargo, ella podía ver, no era tonta.
Su cabello no era parecido al de su madre, tampoco al de su padre, aparte, era la única que tenía un tercer abuelo. Cuando tenía seis años no lo entendía por completo, para ella era algo raro, pero nunca preguntó nada, porque a pesar de sus dudas tenía el amor de una familia, pequeños hermanos, buenos abuelos, padres increíbles.
Pero lo inevitable tenía que pasar, cuando tenía diez, cientos de preguntas sin respuestas estaban en su cabeza, amontonadas y cada vez aparecían más y más de ellas. Así que un día, al tener la oportunidad de estar sola con su madre le preguntó.
No fue fácil, no sabía si esa pregunta tendría respuesta por parte de ellos, tampoco era que le tuviera miedo a sus padres, pero tenía cierto temor. ¿Y si no fuera de esa familia? ¿Qué pasaría si ellos no eran sus padres verdaderos?
Un compañero de la escuela le dijo una vez que los adultos a veces cuidaban niños que no eran de ellos, las personas que lo hacían era porque no podían tener bebés propios. Al principio no entendió, ni siquiera sabía porqué surgió ese tema en realidad, pero algunas palabras se quedaron en su cabeza "hay adultos que devuelven a los cachorros cuando le estorban".
Sana no podía evitar pensar en ello, si sus padres no eran sus padres en verdad, podría ser que ellos en algún momento se cansarán de ella y la devolvieran. Entonces, por esa razón tenía que preguntar, aunque la respuesta fuera mala. Miró la espalda del pecoso mientras que este lavaba algunas tazas, tomó una respiración profunda y después tragó saliva.
-Mami, ¿Podemos hablar? -pidió la niña y esperó, el pecoso la miró con una ceja alzada, junto con una media sonrisa, aunque se borró de a poco al ver el rostro serio y algo triste de la menor.
-Claro que sí, copito de nieve. -respondió el castaño cerrando la llave y tomando un trapo para secarse las manos-, ¿De que quieres hablar? ¿Algún permiso para salir de campamento?
Era el momento, la pequeña niña tenía que decirlo en ese instante o vivir con esas dudas por el resto de su vida, o al menos hasta que tuviera la madures adecuada para armar por sí misma el rompecabezas de lo que en verdad pasaba.
-¿Y-yo soy tu hija de verdad, y-y de papá? ¿Son mis padres de sangre? -Sana preguntó, miró como el rostro de la persona a la que Ilamaba madre pasó a una soprendida a una de miedo, como la cara que ponía su padre cuando enojaba al pecoso. Eso fue como una afirmación no verbal para la infante.
-C-cariño. -el pecoso chilló agachándose a la altura de su pequeña, no sabía cómo empezar, no sabía cómo responder a esa pregunta, aunque sabía que en algún momento iba a llegar, no pensó que fuera tan pronto-. Es mejor si hablamos de esto cuando llegue tu padre.
-No lo soy, ¿Verdad? -Sana bajó su cabeza, ya se lo había imaginado, de seguro que ahora la iban a devolver.
-No digas eso, tú eres de ésta familia tanto como cualquiera. -Taehyung no pudo soportar lo que estaba diciendo la menor, la tomó en sus brazos y la alzó, aún recordaba con claridad el día que la cargó por primera vez.
Aquella vez que esa pequeña lloraba sin sesar, desconsolada y sin ningún aroma de Omega que la protegiera o la envolviera. Taehyung cuidó desde el inicio como si fuera suya, y lo haría hasta que su cabello estuviera canoso y su piel arrugada.
-Pero yo no soy como mis hermanos. No soy como tú, y lo único que tengo parecido a papá son mi pelo, solo eso. -la declaración de la pequeña rompió el corazón del pecoso.
¿Cómo era que su propia hija se sintiera como una extraña en su casa?
Era algo que no se podía imaginar. Jungkook la abrazó aún más, hizo que la cabeza de la pequeña quedara en su cuello para que pudiera aspira mejor su reconfortante aroma de Omega. Ella solo se dejó hacer y el pecoso la cuidó, tarareando y sobando su espalda.
Sus otros pequeños ya estaban durmiendo y Jungkook llegaría un poco tarde porque había salido con sus amigos a divertirse un poco. Fue el mismo Taehyung que lo convenció, básicamente porque Mia siempre se quejaba de que Jungkook se la pasaba todo el tiempo trabajando y en la oficina.
El Omega le sugirió que saliera solo con sus amigos por un rato, no era bueno que solo tuviera lleno de estrés. Sin embargo, Taehyung deseaba que Jungkook llegara rápido, había que tener "ese tema" de conversación esa noche, no quería que Sana siguiera sintiéndose así con su familia.
¿Que pasaba si ella empezaba a alejarse de todos?
No podría con eso, la pequeña pelinegra era un rayo de sol, brillante y cálido, no quería ver a su bella luz apagarse, por eso no era bueno negar o posponer ese asunto. Sana quería respuestas, había que darlas. Taehyung sentó a la cachorra en una silla del comedor cuando ella ya estuvo mejor, calentó leche y le echó un poco de miel
Le dio un vaso lleno de leche y miró como la tomó gustosa, casi una hora después llegó Jungkook, el azabache caminó en silencio por la casa no queriendo molestar a nadie, pues creía que todos estaban durmiendo. Sin embargo, notó que la luz de la cocina estaba encendida, y al ir a ella miró a dos de sus amores sentados y esperando.
Sus rostros serios le hizo saber que algo había pasado, Jungkook solo miró al pecoso en buscas de respuestas a sus preguntas no dichas. Pero éste solo suspiró profundamente y le hizo una seña para que se acercara.
-¿Qué pasó, alguien hizo algo? ¿Sana? el azabache buscó respuestas, pero no obtuvo ninguna, lo único que pudo hacer fue sentarse al lado del pecoso en la mesa, éste lo miró entre preocupado y nervioso.
-Sana me preguntó hoy la razón por la cual no es parecido a sus hermanos‐ reveló el castaño y Jungkook abrió los ojos con sorpresa, quería negarse, pero la mirada decidida de Taehyung le hizo saber que eso no sería posible-, hay que decir la verdad, Jungkook. Se que es una niña pero es mejor hablar con la verdad.
-¿No soy hija de ustedes? -Sana volvió a preguntar y Jungkook arrugó el entre cejo.
-¿Qué dices? Claro que eres mi hija, Sana mira, sé que esto es algo complicado de entender, pero trataré de explicar lo mejor posible -el azabache suspiró y masajeó su frente tratando de buscar las palabras correctas para usar con una niña de casi once años. Bien, siempre hemos hablado de que en el mundo hay personas mala, como en los cuentos que siempre lees donde alguien es el villano.
La pelinegra asintió no muy convencida de lo que decía el azabache, no entendía casi nada pero debía de prestar atención.
-Yo sé que las personas no son como en tus cuentos, pueden ser otro tipo de villanos, por ejemplo... -Jungkook tragó saliva- tu madre, tu madre biológica. Y no, Taehyung no es tu madre de sangre, él no te tuvo en su pancita como a tus hermanos, pero tú sí eres mi hija, y Tae te quiere como una también, él siempre te ha cuidado con todo su amor y eso lo sabes bien.
Sana miro a el castaño, quien se mordía las uñas con más que obvio nerviosismo, y después miró a su padre, Jungkook estaba serio, como pocas veces lo había visto antes. Él estaba diciendo la verdad.
-¿Mi otra madre era la mala? -Jungkook miró al pecoso y este asintió, quizás un poco de tacto vendría bien.
-No mala, mi pequeña -la voz suave del Omega fue la que sonó-, hay veces en las que las cosas no salen como uno quiere, quizás tu mamá nunca pensó que iba a tener bebés, quizás cuando te tuvo no supo cómo actuar o que hacer, además, ella tampoco quería a tu padre, así que quizás ella pensó que estaba haciendo lo correcto cuando se fue y te dejó con Jungkook, quizás sabía que con él ibas a estar mejor.
Sana miró la mesa, su papá si era su papá, pero su mamá no era su mamá, al menos no como lo había dicho el alfa "no la tuvo en su pancita", pero, Sana siempre sintió ese amor del castaño, el mismo que le daba a sus hermanos, los besos, los mimos, las galletas deliciosas que les horneaba, o el chocolate caliente en los días fríos.
El Omega siempre estuvo allí para ella cuando se caía y se hacía un raspón, le ponía curitas y besaba su frente diciendo que se iba a sanar. El Omega era quien siempre la cuidaba cuando tenía fiebre, la acompañaba en las noches, le daba medicina y le ponía paños con agua fría en la frente.
La pelinegra no se dio cuenta de que estaba llorando hasta que sintió como una lagrima cayó en una de sus manos que estaba en su regazo, miró a sus padres, si, lo eran ambos, eran sus verdaderos padres.
-Q-quizas no hayas sido quién me tuvo en su panza -la pequeña habló mirando al pecoso, hipó y trató de quitar sus lágrimas con sus pequeñas manos-, pero tu eres mi mamá y eso nunca va a cambiar, no hay otra mamá para mí.
-Oh, pequeña Sana. -Taehyung se levantó de su puesto y tomó a la cachorra en sus brazos, la arrulló y cuidó de ella hasta que se durmió, la charla no había sido con tantos detalles, pero eso lo iba a ir sabiendo poco a poco con su crecimiento.
Jungkook acompañó al pecoso hasta el cuarto de Sana y la ayudó acostar en su cama, el azabache acarició los cabellos albinos de su pequeña y sonrió, ella era igual que Taehyung, aprendió a tener ese enorme corazón del mejor Omega que pudiera existir en el mundo. El alfa dejó un pequeño beso en la frente de la infante y salió de la habitación.
Taehyung hizo lo mismo, cerró la puerta con cuidado cuando ya estuvo afuera. Sintió los brazos del azabache abrazarlo y se dejó gustoso, las manos de Jungkook rodeaban su cintura con fuerza y su aliento cálido pegaba contra su oído.
-La has criado bien, Taehyung. Estoy orgulloso de ella. -murmuró el azabache y el pecoso se dio la vuelta, Taehyung pasó sus manos alrededor del cuello de Jungkook
-La hemos criado bien, es nuestra pequeña y eso nunca va a cambiar. -respondió el castaño con sinceridad, Jungkook sonrió de medio lado y tomó los labios del pecoso.
Después de unos cuantos besos se fueron a dormir, había sido una noche comolicada y ambos estaban agotados. Sana no volvió a sacar ese tema, no era que ya no fuera completamente de su interés, pero ahora estaba bien, se sentía segura.
Era su familia, Taehyung era su madre y Jungkook su padre, ellos los cuidaban con todo el amor que un progenitor le podía dar a sus hijos. Y cuando los años pasaron y pudo saber exactamente cómo fueron las cosas, ni aunque tuvo al frente suyo a la mujer de cabellos rubios y ojos grises que decía ser su verdadera madre.
Sana nunca lo dudó, jamás, ella ha tenía un hogar y dos padres, esa mujer solo era una extraña en su vida y ella no podría nunca hacerle cambiar eso.
Fin.
(...)
Espero y no haya error, cualquier cosa me corrigen. Ya llegamos al fin de "¿MAMÁ?", fue muy hermoso adaptar esta historia, y muchas gracias a la autora original Zaorycast por permitirme adaptar su historia ✨️
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