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4.

Justina el escuchar el grito de ayuda de su hija no tardó ni un segundo en aparecer a su lado.

—Hija ¿qué sucede? ¿Estás bien? — la inspeccionó mientras la ayudaba a incorporarse.

—Mamá ¿quién es él ?

—Es es Astaroth y es tu familiar.

Justina vio el brazo de Malysa y lo tomó preocupada.

—¿Yo lo logre? ¡Realmente lo logré! —gritó entusiasmada.

—Astaroth ¿qué le pasó?

—No estoy muy seguro, pero creo que es por la cadena que nos une.

El demonio se acercó nervioso, nunca había estado en esa posición. Esa en la que no sabía que hacer, él había vivido por tantos milenios que siempre sabía que ocurría pero, en este caso, aquella bruja de 16 años lo dejó sin respuesta.

—Es mi culpa —la primogénita aclaró —Yo...hice el conjuro en mi mano —mostró el símbolo dibujado en su palma.

—Malysa ¡estás loca! —Justina bramó examinándolo.

Astaroth la miró sorprendido.

—¡Zio, Río! Traigan los diarios ¡Ahora!

La dueña de la mansión estaba asustada, su hija podría morir si la presión llegaba a su corazón. Además nunca había sucedido algo así.

—Solo hay que hacer un contra hechizo, tranquila ma —la pelirroja intento calmarla.

—¿Cuál? ¡Dime que lo hago!

Malysa le pidió la tiza a Astaroth y dibujó el símbolo en el suelo.

—Hay que dibujar esto y repetir "Erumpere" —susurró

—Si lo sabias ¿por que no lo hiciste? —el demonio habló preocupado.

—Ella no puede —intento explicar su madre.

—Aquí están los diarios —Zio y Rio llegaron apresurados.

Justina cortó la palma de su mano para utilizar su sangre para el contra hechizo, pero su hija la detuvo.

—Tiene que ser mi sangre —ella susurró.

Los gemelos rieron al ver la situación.

—Estas muerta —canturrearon al unísono.

Astaroth no lograba comprender la situación, por que no podía usar su sangre. Los brujos usan sangre para todos los conjuros, hechizos, etc. ¿Por qué ella no podía?

—No puedo hacerlo mamá — Malysa apretó su mano.

Justina le dio la daga e intento convencerla.

El demonio, quien no dejaba de ver como lentamente la contusión avanzaba, tomó la palma de su dueña y con sus filosas uñas hizo un tajo.

—¡Hazlo! —gritó nervioso.

Los hermanos se mordieron la lengua nerviosos, pensando que si tan solo la hubiera dejado así ella moriría.

La primogénita dibujó el símbolo y pronunció aquella palabra. Las cadenas hicieron un fuerte estruendo cuando se desprendieron de sus muñecas.

—Eso me dolió mucho —ella confesó mirando a su familiar a los ojos y permitiendo que un par de lágrimas escaparan de sus grandes ojos.

Astaroth pestañeó conmovido y en medio segundo su corazón brindó un latido.

—Lo siento, pero tenías que curarte.

Justina lo miro sorprendido ¿en serio su corazón latió?

Malysa abrazó a su madre quien la guió hasta la cama.

—Hay que masajear el brazo así hacemos que la sangre circule. Astaroth ¿crees poder hacerlo sin emociones extras?

Él la miro sorprendió, Justina había escuchado aquel pequeño latido.

—Si.

—Ten cuidado de no dañarme con tus uñas —Malysa se apartó.

—No te haré daño, no te preocupes —con suavidad tomó su brazo.

—Malysa —Justina habló con diversión —¿sabias que el corazón de un demonio mayor no late?

—¿No late? —ella respondió asombrada.

—No, se dice que solo latirá cuando encuentre a alguien que ame.

—A ver — tomó a Astaroth de la ropa y acercó su pecho a su oído.

Realmente no latía y aquel demonio creyó que ese latido había sido un mero error, quien no sentiría algo al ver lágrimas y dolor en una bella dama.

—Wow ¡Es increíble! — lo soltó.

Su madre sonrío, palmeó el hombro de Astaroth y los dejó.

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