34
Malysa sabía que no podría decir la verdad, no quería hacerlo, pero si no quería empeorar su situación debía hacerlo.
Fue en busca de Lia, y le pidió que la hechizara para que no la dejara mentir hasta que la enfermedad desapareciera.
Esta enfermedad le quitaba sus poderes, le daba una alta fiebre y su cuerpo le pesaba, sólo quería echarse a dormir.
Lia sin dudarlo accedió, la primogénita le explicó que era lo que tenía que hacer y juntas lograron ese conjuro con excelentes resultados.
—¿Y como se si eso funciona? —El demonio preguntó cuándo Malysa regresó al cuarto.
—No me jodas —la pelirroja exclamó molesta y se cubrió la boca sorprendida.
—Si, funciona. Siempre supe que eras una cascarrabias en tu interior.
—No puedes dejar de molestar por un segundo, siempre diciendo cosas que no sirven de nada.
—Oye, si estas molesta conmigo solo dilo, no seas hiriente.
—Estoy molesta contigo —dijo para luego volver a tapar su boca.
—Lo sabía. ¿Dime que te pasa?
Ella negó con la cabeza, pero aquel conjuro no le dejaba ocultarlo.
—Es que —comenzó a hablar aunque estaba intentando con todas su fuerzas no decirlo.
—¿Es que...?
—¡No se! —gritó —Creo, creo que... si me atraes un poco. —cubrió su boca sorprendida.
El demonio la miró sorprendido y luego sonrió de lado —Lo sabía, soy irresistible.
—Eres un imbécil, solo quieres burlarte de mí.
—¿Qué? No, no pienses así —se acercó a ella.
—Déjame, no me toques —lo empujo.
Aun así Astaroth la agarro de las manos y le regaló una cálida sonrisa —No tienes que estar apenada, no pienses que quiero burlarme de ti ni de tus sentimientos Malysa, yo ya te lo he dicho me gustas Malysa, quiero estar junto a ti lo que quede de mi vida.
Ella lo empujó asustada.
—¡Estás loco! No, no podemos. Ya te dije las reglas, nuestro apellido ¡No! simplemente no.
—Malysa, no hace falta que nadie se entere.
—Tu crees que mi madre es estúpida, ella ya lo sabe estoy segura.
—Oye —él volvió a tomarla de las manos —Respira, cálmate todo estará bien.
—Nada esta bien, yo, tu, Rio. Mi madre, ella morirá pronto.
Las lágrimas empezaron a recorrer el rostro de ella.
Astaroth sonrió con dulzura —Ven aquí —la abrazó —Todo estará bien, confía en mí.
—Es fácil decirlo cuando no temes fallarle a un clan entero.
—Temo fallarte a ti. —respondió y su corazón comenzó a latir, lentamente casi inaudible, pero Malysa aun abrazada a él podía sentirlo.
Un silencio invadió la habitación por unos minutos.
—Dame una oportunidad —Astaroth suplico cuando ella se alejó.
—Nos matarán
—No dejaré que te toquen un solo cabello.
—Lo... prometes —susurró ella.
El demonio sonrió —Lo prometo Malysa no dejaré que nadie te lastime.
—Bueno.
—¿Eso es un sí? ¿Nos darás una oportunidad?
—Supongo que sí.
El demonio la abrazó con fuerza y la besó.
Ella se apartó—Oye, ve despacio. Me pones nerviosa.
Astaroth asintió emocionada —Lo que mi reina desee. —Respondió y se inclinó.
—Bobo —rió ella.
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