Los días pasaban con tranquilidad, Malysa comenzó con el entrenamiento de Lia, y a las semanas siguientes se unieron a el Tio y Nia, ellos habían logrado ver el gran poder de su hermana, y estaban algo avergonzados de haber actuado como lo habían hecho en el pasado.

Por otro lado Río, se dedicaba a entrenar en las magias oscuras, solo, en la oscuridad de su habitación, esperando encontrar algo que lo ayude a matar a tu hermana. Estaba enojado, celoso y lleno de envidia.

Astaroth por las noches solía irse, alejarse en silencio hacia un túnel que lo llevaba directo al inframundo, donde solía divertirse en peleas clandestinas y apuestas donde lo más valioso a apostar era o su sangre o su vida.

El demonio se sentía aplazado por Malysa, desde que entrenaba a sus hermanos no le dedicaba ni la mirada y eso lo molestaba, pero sabía que decir algo significaba discutir con ella, por un motivo que solo le concierne a él, sus repentinos sentimientos hacia una bruja.

Una noche, Rio irrumpió en el cuarto de Malysa y Astaroth no estaba, su hermano ya había notado las escapadas del familiar y tras unas semanas de analizarlo logró entrar al cuarto de ella sin problema, sabiendo que aquel infernal demonio volvería por la madrugada.

—Vas a morir perra maldita —saltó sobre ella apretando con odio su cuello.

Malysa desesperada miró hacia la puerta y vio que no había nadie.

—¿Qué haces? —habló con el poco aliento que le quedaba.

—Lo que quise hacer desde que naciste maldita —sonrió con sarcasmo y le propició una sonora bofetada.

La mejilla de Malysa se sonrojó de forma inmediata y lágrimas comenzaron a recorrer su rostro.

—Si esto es lo que quieres —tosió —No voy a detenerte hermano.

Las manos de ella que hasta ese momento se encontraban forcejeando por quitarlo de encima dejaron de moverse. Ella sonrió y cerró lentamente sus ojos.

Rio al sentir que ella dejaba de moverse la soltó asustado —¿lo hice? ¡lo hice! ¡la mate! —susurraba en la oscuridad del cuarto.

—¿¡Malysa!? —El demonio entró al cuarto asustado.

Mientras estaba en su lugar habitual comenzó a sentir la falta de aire y luego sintió su mejilla arder y supo que algo no andaba bien.

—¡No! —gritó Rio —Si tú sigues con vida significa que ella también.

Los ojos del demonio se tornaron rojos y buscaron deseosos de sangre al causante de tal atrocidad.

—Voy a matarte —rió desesperado, parecía loco, maniático. —No, mejor voy a torturarte —lo tomó del cuello y lo elevó —te haré sufrir tanto —carcajeo —Te haré sufrir de tal forma que desearás nunca haber nacido maldita escoria —escupió el rostro de Rio.

La pelirroja comenzó a toser y a respirar con desesperación.

Astaroth lo dejó caer y se apresuró a llegar al lado de su dueña.

—Malysa ¡Malysa, por favor! —la tomó de la mano asustado, desesperado.

—Estoy bien, tranquilo —logró decir.

El demonio tiró de sus cabellos histérico, sabía que esto era su culpa y solo su culpa, si tan solo hubiera estado en el lugar donde se suponía que debía de estar nada de esto hubiera pasado.

Ella volvió a tomar su mano y se acercó a él —No es tu culpa —susurró en su oído.

—Ven —abrió las sabanas —Vamos a dormir, tengo frío y necesito de mi estufa personal.

Él sonrió de lado y con miedo se acomodo junto a ella y la abrazó, prometiendo que nunca más volvería a dejar que algo así pasara.

¡Hola! tarde pero seguro! muchas gracias a todos por leer ✨💕