29.
Los hermanos se dirigieron hasta los vagones de carga siguiendo al sospechoso.
Al llegar este sonrió.
—¿Estás enfermo? —Zio lo acusó con desprecio.
—Era cierto que la primogénita estaba aquí.
—¿¡Qué quieres de nosotros!? —Malysa estaba cansada de tantos contratiempos.
—Como supongo que ya sabes muchas personas no quieren verte en el trono heredera. Algunos te consideran inutil, otros solo quieren tu cabeza para obtener tu fuerza mágica.
—¿Y tú qué es lo que quieres? —preguntó la pelirroja amenazante.
—Tu vida, la de tu familia. Quiero la eliminación de los Rich.
Zio carcajeo con fuerza —Eliminar a los Rich, ¿enserio lo crees posible?
La herida de Malysa comenzaba a secarse, y necesitaba actuar rápido si es que quería ayudar a su hermano.
—Suficiente. Tienes dos opciones: la primera te vas, la segunda te mato. Tu eliges.
Su hermano la miró sorprendido por las el ultimátum y notó que la sangre de su palma dejaba de fluir poco a poco.
—¿Y quién va a matarme? ¿Tu? —estalló en risas.
La primogénita se aproximó a él y colocó la palma de su mano sobre la frente del atacante haciendo un ruido sordo.
—uocabatur —susurró.
Los ojos del agresor se abrieron sorprendidos pero, no demoró ni un segundo en caer al suelo como cenizas.
—Eso... ¡Fue increíble! —su hermano festejó. —¿Dónde aprendiste ese conjuro?
—En los libros.
—Mis respetos, nunca había visto tantos conjuros para matar de una misma persona.
Malysa lo miró culpable, era cierto. Ella sabía más conjuros para hacer daño que para ayudar.
—No digo que este mal, es sorprendente que puedas acordarte de todos, mi latín es un asco.
Estaba decidido, desde ahora en más aprendería más conjuros para sanar y ayudar.
De camino al vagón donde se encontraba su compañero el tren se detuvo, habían llegado a destino. Los hermanos se miraron contentos y se apresuraron aún más en regresar.
—¿Dónde se habían ido? —Nia preguntó.
—Solo a caminar por ahí.
—Mentirosa —el demonio despertó —Hay sangre en el suelo, en mi palma y en la tuya. ¿Qué pasó?
—Solo un pequeño imprevisto, pero ya nos encargamos ¿verdad Zio?
—Exacto, no hay nada de qué preocuparse.
—Vamos, mamá y Río nos esperan.
El último tramo a la mansión transcurrió lento, sentían que no llegaban más. Estaban agotados y con ganas de recostarse por fin sobre una superficie mullida y no entre rocas.
Malysa no podía dejar de pensar que sus hermanos necesitaban aprender más conjuros, necesitaban poder protegerse porque ella no siempre iba a estar en el momento justo en el lugar indicado y no había nada más importante para ella que su seguridad.
Quizás podría ponerse de acuerdo con Lia, y comenzar a enseñarle a ella y tal vez solo tal vez sus hermanos se animarían y dejarían los rencores hacia ella de lado.
—¡Al fin! —la pelirroja señaló la torre de su mansión que se veía a lo lejos.
Los tres hermanos comenzaron a correr como si hubieran tenido un recargo de energía. Astaroth, en consecuencia, los imitó.
En la puerta se encontraba su madre junto a Lia y Rio esperando su llegada.
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