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26.

Los primeros rayos del sol la despertaron, se encontraba recostada sobre las piernas de Astaroth. Un leve movimiento la delató.

—Buenos días Malysa.

El demonio se había quedado toda la noche haciendo guardia, no iba a dejar que nada les pasara y por ese motivo no le costó.

—Buenos días, perdón por quedarme dormida sobre ti.

—No me molesta, ¿sentiste frío?

—No, no dormí genial.

La heredera al trono se incorporó.

—Voy a despertar a mis hermanos así podemos seguir viaje.

—Ellos ya se fueron

—¿A qué te refieres?

—Se han ido hace un rato. Siguieron camino.

—¿¡Los dejaste irse sin nosotros!?

—Estabas durmiendo, no iba a despertarte. Además, podemos alcanzarlos muy rápido.

Astaroth la tomó en sus brazos y comenzó a correr acortando la distancia que los separaba de Zio y Rio.

—¡Al fin llegaron!

Malysa estaba algo molesta, no había desayunado, fue sacudida por poco mas de cinco minutos cuando la cargaban mientras corrían y la habían dejado atrás.

Sonrió algo molesta, sabía que a sus hermanos le importaba muy poco la presencia de ella entre ellos.

Caminaron alrededor de media hora y hallaron un pueblo, este estaba repleto de casas construidas con madera, no había electricidad ni agua potable.

—Bienvenidos —exclamó un señor cuando pasaron el cartel con el nombre de la ciudad.

—Loretey —susurró Rio.

—Se dice que en esta ciudad se encuentran los que no están a favor de tener un gobernante. —Malysa algo asustada aclaró.

—Los hombres que nos atacaron estaban vestidos así —señaló Zio.

El demonio se tensó, mismas prendas significaba que estaban cerca del objetivo y por lo tanto estaban en peligro.

La loba encontró nuevamente el rastro, comentando que estaban muy cerca y comenzó a caminar.

—Quedate detras de mi —Astaroth tomó la mano de Malysa y se puso delante de ella.

—Estaré bien y lo sabes —sonrió.

—No voy a dejar que algo te pase.

El familiar los guió hasta una casa que se encontraba a fuera de ese pequeño pueblo.

—Es ahí, puedo oler a Nina. 

Los cuatro se pusieron en guardia y entraron a aquel lugar terrorífico.

Al entrar fueron recibidos por un gran charco de sangre del otro lado de la puerta.

Malysa lo tocó y recitó un conjuro que los guiarán directo a su hermana.

—Siganme —susurró.

Zio y Rio, nunca habían visto a su hermana realizando magia, estaban sorprendidos y sin decir palabra siguieron sus órdenes.

Continuaron hasta el otro extremo de la casa y abrió una puerta que mostraba unas escaleras que los llevarían a una especie de sótano.

—Vamos —susurró Malysa y pisó el primer escalón.

—Espera —el demonio la tomó del brazo —déjame bajar primero.

—Estaré bien —sonrió y continuó bajando.

Sus hermanos se miraron algo inquietos, su hermana estaba poniendo su cuerpo delante de todos para asegurarse que nadie reciba daño si es que había alguna clase de peligro.

—Astaroth, necesito usar mi sangre —susurró y le pasó una navaja al demonio, este cortó la palma de su mano y comenzó a brotar ese espeso líquido rojo en la de Malysa.

—¿Qué clase de hechizo es ese? —Rio susurró sorprendido.

La pelirroja recitó unas palabras para iluminar sus caminos.

Y al pisar el suelo de aquel sótano la escuchó.

—¿Malysa? —era la voz de Nia.

—Al fin llegas maldita bruja —uno de los atacantes, que estaba escondido, la tomó del cuello.

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