20.
Habían pasado seis horas desde que comenzaron a caminar, los pies de Lia y de Malysa ya no daban mas, pero sabían que era de vida o muerte llegar primeros a la torre. Podrían descansar cuando oscureciera.
Astaroth, iba con el gato en brazos, no quería que este se encuentre demasiado tiempo con su ama. Estaba celoso de un simple felino que no era nada más que eso, una mascota.
El sol comenzó a ocultarse al rededor de las siete de la tarde, antes de llegar a detenerse la menor cayó desmayada.
—¡Lia! —Malysa fue a auxiliarla.
—Toma —le dio al gato —Yo la llevaré.
El demonio estaba muy preocupado con el tiempo que ya habían perdido, hasta que las estrellas no este brillando en el cielo no pensaba detenerse.
La primogénita no quería ser la que los detuviese, pero estaba muy cansada.
Luego de otra extensa e infinita hora de caminata se sentó sobre un tronco que encontró al pasar.
—No puedo más —se quejó.
—Solo un poco más.
—No puedo más —repitió.
Astaroth recostó a Lia en el suelo y se sentó al lado de Malysa.
—Tengo hambre —murmuró.
—Solo puedo darte muy poco, no puedes tomar mas de lo necesario o esto se hará interminable. Tenemos que "desintoxicarte" de la sangre demoníaca.
—Si, solo un poco —casi suplicó.
—Dame un frasco.
Tan solo con escucharlo ella hizo aparecer un pequeño frasco en su mano.
—Nunca dejarás de sorprenderme —el demonio lo tomó.
Cortó la palma de su mano y dejó caer un poco de sangre dentro del frasco, no llegaba a llenar ni la mitad del mismo.
—¡Tan poco!
—Es la medida que te corresponde tomar ahora, mañana será menos, hasta que ya no la necesites.
—Tener hambre me pone de mal humor —se quejó.
—Lo pude notar —sonrió.
Ella tomó el frasco y bebió de el, pudo sentir el tibio líquido recorrer su garganta saciando su sed.
—Realmente es rica.
—Que asco —el demonio carcajeo.
—Dices eso por que no la probaste —sonrió.
—¿Podemos adelantarnos un poco más? ¡Solo hasta encontrar donde pasar la noche!
—Está bien, pero no te excedas o te ato a un lugar hasta mañana por la mañana.
—Lo prometo —extendió su dedo meñique.
Ella imitó el gesto y los engancharon.
—No puedes romper la promesa.
Él tomó a Lia de nuevo y continuaron caminando hasta alcanzar una cueva.
La noche se había vuelto fría y Malysa, sin dudarlo, le cedió a su hermana la única cobija que habían hallado en el camino.
—¿Y tu que?
—Yo te tengo a ti para calentarme.
Astaroth se ruborizó ante la sorpresa de esa pronta respuesta y su corazón pegó un salto.
—¿Acaba de...?
—¿Qué? ¿de qué hablas?
—Tu corazón...
—¿Qué pasa con el?
—¿Latió?
—No —carcajeo nervioso —habrá sido tu imaginación.
Malysa sabía que no se trataba de un invento de ella, no sería la primera vez que el corazón de su familiar latía por ella y en estos momentos solo lo que su madre le dijo resonaba en su mente "...latirá cuando encuentre a alguien que ame...". Él la ama, pero ella no estaba segura de estar lista para afrontar sus sentimientos.
Decidió dejar pasar ese evento, acomodó al gato con Lucky para que ambos puedan darse algo de calor durante la noche y se fue a dormir.
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