Encontraron a Lucky encerrado en el hueco de un árbol.

Su pelaje blanco estaba teñido de rojo.

—¡Lucky! —su dueña corrió hacia ella.

—No te acerques —gritó la zorra sabiendo que era una trampa.

Malysa asustada por la situación se adelantó hacia ellas, no podía permitir que le pasara algo a su hermana.

—¿No puedes preocuparte por ti? —Astaroth gritó frustrado al ver como se lanzaba al peligro sin siquiera dudar.

Un grupo de seres mágicos estaban tras los arbustos sonriendo macabramente, sabiendo que tenían a una parte de la familia Rich bajo su trampa.

El demonio al ver como se lanzaban sobre ellos para atacarlos como reflejo extendió sus alas para protegerlas de ese ataque inminente.

—Malysa —su hermana habló asustada al ver como su remera comenzaba a empaparse de sangre.

—Esta bien — la pelirroja acarició el rostro lleno de culpa de su familiar. —Estoy bien, por favor encárgate de ellos.

Lia se sentó contra el árbol junto a ella, se abrazaban preocupadas por la cantidad de sangre que perdía.

—¿Esto pasará? —preguntó asustada.

—Si, él guardará sus alas y en un tiempo me sanaré como si nada hubiese pasado.

—Sanar... ¿Hay un conjuro o hechizo para eso?

—Creeme que lo hay hermana —sonrió

Mientras Astaroth destrozaba a los estúpidos que se habían atrevido a atentar contra la vida de su amada, ellas miraban y esperaban.

Comenzó a sentir una gran necesidad de sangre demoníaca, la verdad Lia parecía bastante apetitosa a sus ojos en ese momento.

Ella sacudió su cabeza intentando evitar esa clase de pensamientos.

—Lo necesito ahora —le gritó.

—¿Ahora? —el demonio algo ocupado preguntó con un leve sarcasmo.

—Si.

Como pudo se levantó, sus piernas comenzaban a adormecerse por la pérdida de sangre, su cuerpo se sentía muy debilitado, pero su hambre era voraz.

—et omnem linguam nocuerunt mihi moriatur —ella susurró y cada uno de esos ocho atacantes se desplomaron sin vida sobre el suelo.

Tomó la mano de su demonio, hizo un gran tajo en ella y comenzó a beber su sangre.

—Es suficiente —él intentó soltarse.

Malysa, después de perder tanta sangre no podía detenerse, las heridas comenzaban a sanar y por otro lado Lia no podía creer que con solo unas palabras su hermana matara a tantos hombres a la vez.

—¡Es suficiente! —el demonio golpeó la nuca de su ama causando que se desmayara.

—¿Qué haces? —se acercó asustada.

—Es por su propio bien, lo prometo. Jamás la lastimaría.

—¿Lo juras? —ella susurró aturdida mientras miraba la sangre alrededor de los labios de su supuesta débil hermana.

—Lo juro —respondió Astaroth limpiando su rostro. 

et omnem linguam nocuerunt mihi moriatur : que todo aquel que intenta lastimarme se muera