El sol ya se había ocultado. Malysa junto a Astaroth intentaban mantenerse calientes sentados frente a una fogata.

Los grados descendían cada vez más mientras que las horas avanzaban.

—Astaroth —susurró Malysa

—¿Tienes frío? —él se acercó más para abrazarla.

—No es eso —lo miró asustada.

—¿Qué sucede? —no comprendía lo que su ama intentaba decirle con la mirada.

—Necesito beber sangre, o comerme a alguien. —murmuró.

—¡Tan pronto! comiste a alguien hace un par de horas.

—Sabes mejor que yo los efectos de tomar sangre demoníaca. Dijiste que me ayudarías a recuperarme, no puedes dejarme hambrienta. Será peor.

—Lo sé —suspiró.

El demonio tomó su cuchillo y cortó la palma de su mano

La primogénita algo desesperada intentó abalanzarse sobre él.

—¡No Malysa!

—¡Lo necesito!

—Lo que necesitas es ser paciente y recuperarte.

—Me quema por dentro, duele. —le regaló una mirada llena de tristeza.

—Lo sé —él suspiró —Pero vamos a curarte.

Ella asintió y aunque su apetito por la sangre de aquel demonio era voraz se controlo y tomó solo la dosis que aquel demonio le dejó.

—Es poco, lo se. Pero de esta forma dejará de doler y poco a poco necesitarás menos sangre, hasta que te recuperes por completo.

—Entiendo —ella susurró.

—Ahora, debemos dormir, sino mañana será otro día perdido.

La pelirroja asintió y se acurrucó junto a él.

Astaroth, que no esperaba dormir junto a ella, no pudo controlar los latidos de tu corazón que se presentaban, cada vez, con más fuerza.

—Eres como una estufa portátil —ella murmuró.

—Supongo que el calor del infierno nunca me va a abandonar —sonrió y se acomodo a su lado.

—Me encanta.

Malysa tenía un agradable sentimiento hacia él, no era de amor, o al menos ella creía eso. Ella sentía que debía protegerlo por todo lo que le hizo pasar, pero en realidad lentamente un sentimiento de amor iba creciendo por aquel demonio que se llevó su primera vez.

A la mañana siguiente Astaroth sintió un aroma familiar acercarse. Se abrió sus ojos exaltado y la despertó.

—Alguien viene, y creo que es uno de tus hermanos.

—Lo se —bostezo.

—¿Lo sabes? ¿Cómo lo sabes?

—Es Lia, ayer entró a mis sueños para disculparse y dijo que quería ayudarme a llegar a la torre.

—¿Y le creíste? —gritó.

—¿Por qué no le creería? ¡Es mi hermana!

—¿Tu hermana? —rió.

—Si —susurró molesta mientras se levantaba.

—Ella, junto al resto de tus "hermanos" intentan matarte.

—Lia dijo que no, y le creo.

—¿Malysa? ¿Estás aquí?

—¡Más al fondo Lia!

El primero en aparecer fue Lucky, quien saltó a los brazos de Malysa y la olfateó.

—¡Ya estás curada! que alivio —el familiar afirmó. 

—Creímos que estabas herida —Lia apareció.

El demonio se acercó peligrosamente a ella y la inspeccionó.

—Astaroth, cálmate. ¿Quieres? — ordenó.

—¿Calmarme? No estoy ni un poco a favor de esto.

—Es mi hermana y si ella dice que lo siente lo menos que puedo hacer es creerle y brindarle otra oportunidad.

—Eres demasiado buena Malysa. Solo espero que no te la comas cuando este lejos.