1.
Malysa Rich es la primogénita de Justina Rich, quien es la Tatara, tatara, tatara, tatara nieta de Georgina.
Cuando una generación de los Rich moría la próxima era más fuerte.
Malysa era poseedora de un inmenso poder pero, con sus 16 años humanos, aún no lograba hacer otro truco que Abertus, un muy sobre valorado hechizo de apertura.
Malysa era débil, inocente y algo llorona, mientras que sus hermanos, Lia, Nia, Rio y Zio poseían grandes cualidades y estaban enojados con Malysa por ser tan inútil, es decir, la primogénita debería ser, fuerte, valiente y tan poderosa como su madre, Justina.
Malysa siempre llevaba consigo una tiza ya que no se atrevía a cortar su mano para dibujar los símbolos de invocación con sangre.
Hacia cuatro años que practicaba el conjuro para invocar a su familiar, pero nunca salía victoriosa.
Lía, tenía 15 años y junto a Nia, eran gemelas; ambas tenían como familiar a un gato montés, un poco más grande de lo normal.
Zio tenía 14, su familiar era un erizo; mientras que Río tenía 13 y su familiar era un Irbis.
Malysa era molestada por ellos, y amenazada.
Justina, era la única que podía ver el potencial de su primogénita por eso mismo, no estaba decepcionada ni un poco de ella.
—Las grandes cosas tardan en llegar —afirmaba su madre mientras peinaba el cabello de su preciada hija.
—Odio ser tan inútil, quizás los ancestros se confundieron y Lia debió nacer antes.
—No —la dulce risa de su madre invadió la habitación —Tu eres la única con las capacidades de ser la reina del clan.
Malysa no lo creía, estaba resignada, cuando llegase el día de luchar por el trono ella moriría, estaba segura.
...
Al pasar la décadas las reglas del clan habían cambiado, ahora todos tenían oportunidad de ser Rey o Reina, mientras que lograsen matar a la primogénita. Quien la matase sería el próximo o próxima al mando.
Esta regla había sido modificada para ser justos y no sólo ganarte el trono por que tuviste suerte al nacer.
Hasta el momento, solo los Rich habían ganado pero Malysa estaba segura que ella moriría.
—Te quedan tres meses —Lia la burlaba, ya que en tres meses su madre llegaría a su mayoría de edad y le daría el frasco color vino con su esencia mágica.
—Tres meses —susurró triste.
—Morirás y espero ser yo quien logre asesinarte —Nia la empujo.
Cuando una bruja mataba a otra esta absorbía toda su energía mágica. Y como la primogénita era la bruja más poderosa todos ansiaban asesinarla.
...
Cinco noches después Rio perturbó el sueño de Malysa.
—Despiértate — este le propició una bofetada.
Ella lo miro con los ojos llorosos y sin comprender la situación.
—Mamá está al frente, nos están atacando para matarte, haznos un favor y, al menos, escóndete bien.
Río salió corriendo del cuarto para ir al frente con su madre.
Ella se sentía tan inútil, era una carga para la familia, ella no merecía ese gran poder que todos decían que poseía.
Agarró su salto de cama y se lo colocó.
Comenzó a recorrer el pasillo a paso apresurado y Lia la sorprendió.
—Voy a matarte antes de que otro me gane — saco un cuchillo
—Lia, no es gracioso ¿por que no ayudas a mamá?
—¿Te parece que miento?
Lia corrió hacia ella con la intención de apuñalarla pero, Malysa, logró a puras penas esquivarlo llevándose nada más que un profundo rasguño en el brazo derecho.
La gemela sonrió, mientras que ella empezaba a correr aterrada.
—No podrás esconderte de mi, voy a matarte.
Con su mano izquierda agarraba su herida —<Abertus> —gritó al encontrar una puerta.
Se sentó en el piso sosteniéndola para que Lia no lograse abrirla.
Busco en sus bolsillos, del salto de cama, su tiza pero no estaba.
Volvió a apretar su herida y notó la humedad de su sangre.
Nunca lo había hecho, pero utilizar su sangre era lo único que tenía para intentar un hechizo.
—Sal de ahí maldita —Lia comenzaba a golpear la puerta.
Malysa, hizo algo que nunca se había hecho, dibujar en su propia mano el símbolo de invocación.
El familiar de Lia logró abrir la puerta y Malysa rodó por el suelo por el golpe.
—¡Ayúdame! —gritó ella chocando su mano contra el suelo.
—¿Qué hiciste? — la gemela se asustó al ver aquella luz salir de su mano.
La primogénita se acurrucó en el suelo y se abrazó.
—Me duele, Lia, ¡Haz algo!
—¿Qué es lo que has hecho? — Lia inspeccionó el símbolo. —¿Te volviste loca?
...
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