JiMin podía ver lo que pasaba en la calle más cercana al edificio dónde vivía con YoonGi.

Lamentaba a la chica que estaba sindo abusada de manera colectiva. Miraba de reojo, pero no es que pudiera evitarlo, escuchó los llantos y lamentos y se acercó a la ventana, quiso irse pero estaba en estado de shock. No podía creer lo que sucedía esa tarde frente a su edificio. La chica quizás había querido salir le había levantado la voz a alguien que no debía... pero ese castigo era tan atroz.

- Ven...- se asusta al escuchar detrás suyo la voz de YoonGi y siente de inmediato cómo cubre sus ojos y lo aleja de la ventana. YoonGi termina por cerrar la cortina, ya basta con esa vista y le duele la impotencia que siente, sin embargo su padre le ha dicho que su prioridad debe ser su pareja, hasta encontrar una forma de combatir ese estilo tan absurdo de violencia que se tiene en el mundo.-Hay cosas que son mejor no verlas, JiMin...- le dice y el menor sabe que está llorando.

- Duele...- es lo que dice, y se encoge en su lugar, abraza sus piernas, y teme tanto salir.

Lo que su madre le contaba a escondidas de su padre era cierto. Cuando un sumiso desobedecía, los castigos podían ser muchos, variados e indefinidos, ya que se aplicaba el que el dominante creía correcto... uno de ellos, que era el que le causaba más pavor era la violación correctiva, era una forma de corregir las acciones del sumiso, pero se aplicaba cuándo la desobediencia iba dirigida al negarse al matrimonio arreglado. Un sumiso bajo la ley no tenía derechos, pero ese para JiMin, era el peor de todos los castigos.

Durante el castigo podían participar diferentes dominantes que podían abusar del sumiso, desde el abuso sexual hasta el maltrato físico y verbal, las humillaciones públicas e incluso la muerte. Nadie podía decir nada al respecto...

Y JiMin lamentaba ser tan cobarde, pero tenía mucho miedo, la vida llena de golpes con su padre le dejó la lección que así deben ser las cosas, que debe aprenderlo todo y sufrir en el silencio. Que la única forma que una pareja podía demostrar que lo quería o al menos respetaba era abusando de él.

Cuándo su padre llegó días después de su boda, el menor estaba espantado, YoonGi no lo había tocado en ningun momento, y su padre exigió la muestra de su virginidad arrebatada, incluso le preguntó a YoonGi sí había sido capaz de complacerlo, el mayor solo asintió un poco incómodo. Su padre lo abofeteo pero YoonGi se interpuso, pidiendo que le dejara manejar las cosas a él.

Pero al escuchar los lamentos de esa chica, sus gritos de ayuda, las burlas, y las risas retorcidas de quienes la maltrataban le daba tanto pánico. Salta de inmediato al sentir que alguien le abraza.

- Basta JiMin... ya no lo pienses, por favor...- YoonGi le pidió con el corazón hecho un nudo.- Ya no sufras así, me duele verte sufrir...

- Tengo miedo...- susurra, dejando que el mayor lo oculte entre sus brazos, que le dé parte de esa fuerza de voluntad que le hace verse tan valiente.

YoonGi le arrulla diciendo suaves "ya va a pasar", y dejando caricias en su cabello y espalda. El mayor está asustado... también teme a todo ese sistema, pero debe verse fuerte para poder ser capaz de proteger a JiMin...

Sí alguien se entera de que su relación con JiMin no es cómo debe, no... mejor no quiere pensarlo, porque pondría en riesgo a su familia, a sus padres, a JiMin... su esposo...

Afuera...

- Basta... por favor...- la pobre chica de no más de veinte años pide, ante sus agresores. El sangrado de su parte íntima no se detiene.

- Debiste pensarlo antes de enojar a tu marido- una mujer le dice con enojo y la abofetea. La chica cae de nuevo al piso, pega duro contra el pavimento, su cuerpo ya no puede soportarlo más.

A su alrededor, se encuentran su hermano, padre, la autoridad, y su propia pareja.

- Me avergüenzas- le dijo su padre, y mira a su yerno- De verdad, esta actitud se vuelve incorregible, perdón- le pide al chico que se siente insultado.

- Solo le pedí una cosa...- murmura sintiendo el enojo. Y arremete contra el cuerpo de la pobre chica humillada en el piso.
La fuerza la ha abandonado, y ya no desea seguir viviendo. Pero aunque deba morir, va a decirlo, está rota, ya no puede hacer nada, pero va a defenderse. Va a gritar todo su odio en contra del sistema de opresión en el que viven. Y en el que muy pronto va a dejar de vivir.

- Son unos bastardos- masculla, tosé sangre y se limpia con su muñeca los restos, aunque su labio roto no deja de sangrar. Cómo puede se levanta y mira a todos esos dominantes a los ojos y se ríe... una risa tan rota y escalofriante.- Maldito...- señala a su padre- Más maldito...- señala a su hermano quien no puede creerlo- Y tú...- señala a su esposo- No tienes los pantalones de un dominante... no sabes lo que es ser un dominante, vives con la idea ridicula que un dominante es quien abusa... y no, un dominante, es todo lo opuesto a lo que esta sociedad les ha hecho creer...- mira a la mujer que es parte de la autoridad- No le deseo el mal a nadie...- dice riendo- Pero me encantaría que le hicieran todo lo que me acaban de hacer... me gustaría verlo, y reírme y abofetarla y decirle que no quiso complacer a su marido...

Nadie se mueve, todos la observan, ningun sumiso hablaba en público a menos de que le fuera permitido.

- ¡Callate!- otro de la autoridad se acerca y decide ponerle fin a sus palabras. La golpea tan fuerte, que rompe su cuello. Y aunque ya no está en este mundo, ya no tendrá que padecer todo lo que esta sociedad le hizo sufrir... su luz se había apagado en ese momento. Por los deseos sin escrupulos, por la baja moral de esa sociedad, porque ella creía que así no era el mundo, así no debía ser, y lo siente, ella siente que quizás debió defenderse desde que su hermano la tocó, desde que su padre abusó de ella, desde que su marido la obligó a acostarse con unos amigos por perder una apuesta... siente que no haya hecho nada antes, de soportar tantos abusos y lesiones, se pide perdón, mientras su alma se reune con aquellas que también creían en algo diferente, en algo distinto a esa forma tan absurda de vida...

...