🌲 V E I N T I D Ó S | C A R I C I A S 🌲
"Jamás pensé que una caricia me volvería loca y aquí estaba, deseando que él siguiera"
Ariel.
Ariel se sentía todavía en una nube después del beso en aquel callejón. Jamás se imaginó que un beso la hiciera desear tanto, querer más y aún así vivir para contarlo. Pero lo cierto es que allí estaba, en el cuarto de aquel hombre oscuro que hacía menos de una hora estaba borde con ella.
En cambio, Axel estaba allí, esperando una reacción de ella al ver como miraba aquel lugar privado donde solo él podía entrar, donde nadie había pisado, ni si quiera su padre.
Ella comenzó a caminar por el cuarto, sorprendiéndose por los colores oscuros que había escogido aquel joven para un sitio tan íntimo como lo era un cuarto de un adulto. Pero aún así, sonrío y pensó que era perfectamente como se mostraba Axel en el día a día, que su cuarto era una viva imagen de aquel joven que acababa de besarla como nunca antes la habían besado.
Axel solo esperó a que Ariel dijese algo extravagante sobre su habitación, pero eso nunca llegó y él se quedó de pie, dejando varios metros alejado de ella y pensando si fue una buena idea haberla traído hasta aquí.
—Adelante, puedes decir cualquier cosa sobre mi cuarto.
Ariel, por otro lado, sonrió como una idiota, estaba todavía inmersa en aquel beso y a la vez hipnotizada por lo que había descubierto en aquella habitación. Eran solo cuatro paredes, pero a la vez decían demasiadas cosas sobre una persona.
Ella se giró y lo miró a los ojos, viendo a ese hombre que no le quitaba la vista de encima de ella.
—¿Tienes una manía con el orden de las cosas?
Axel tuvo dos reacciones. La primera se quedó con el rostro desencajado, sorprendido por lo que había escuchado de la boca de aquella joven que lo traía loco desde hacía tiempo y la segunda, comenzó a reírse como nunca antes había echo. Pero no una risa de burla, sino de felicidad.
Ella en cambio, lo miró extrañada de que esa fuese su reacción. ¿Había dicho algo malo? ¿Se equivocó al elegir las palabras? No lo sabía, por eso esperó a que él le respondiese, pero primero que acabase de reírse de aquella forma.
—¿Qué pasa? —preguntó. —¿He dicho algo malo?
Axel se quitó la chaqueta, ya le estaba empezando a entrar el calor y no solo por el beso en el callejón. Dejó de carcajearse, pero esa sonrisa seguía allí en su rostro y se hizo el pelo hacia atrás, dejándose aquel cabello oscuro como su alma esparcido por los laterales de su cabeza.
Él encendió una suave luz proveniente de su lámpara y luego volvió a mirar a aquella pelirroja, que cada día veía más y más guapa.
—No... —murmuró, esta vez relajado y la miró como nunca antes lo había echo —. Es solo que... De todas las cosas que podías haber dicho de mi cuarto, me sorprendió que dijeras que fuese demasiado ordenado.
Y era cierto.
Él creía que ella le haría alguna pregunta de porque aquella paredes eran de ese color o porque le encantaba la oscuridad, incluido su cuarto. Pero Ariel lo cierto es que miraba otras cosas y no juzgaba a nadie y eso se notaba. Él lo empezaba a notar cada día más.
—Pensé que... te había molestado —dijo en voz baja.
Ariel había aprendido en poco tiempo que ese joven podía enfadarse por cualquier cosa y conseguir sacar fácilmente el Axel cabrón que se escondía dentro, pero esa vez no fue así.
Axel dejó de sonreír tras ver que aquella mujer no quería ver a ese hombre siendo de nuevo borde y se acercó a ella poco a poco. Quería acabar con esa lejanía y quería demostrarle lo que él le podía hacer a ella, por eso, sin preguntarle nada, se quitó aquella camiseta gris que se le marcaban los músculos tras ella y se quedó desnudo de cintura para arriba delante de Ariel.
Ella casi se le cae el mundo encima y sus mejillas se encendieron al ver al hombre que tenía frente a ella. Sin camiseta era otro y juraría que hasta podía contar aquellos lunares que tenía desde los abdominales hasta aquellos hombros anchos que la dejó con la boca seca. Ariel ya no sabía que hacer y no supo si seguir mirando o dejar de hacerlo. Pero lo cierto es que una parte de ella quería hacer las dos cosas.
—¿Q-qué... Que haces? —preguntó con los labios entreabiertos y Axel se alegró por la reacción que había provocado en ella.
—¿Sabes lo que es un orgasmo? —Ante su pregunta, Ariel arrugó un poco la frente, sin dejar de mirar aquella figura que había a un metro de ella.
—Saber si sé... —susurró, temiendo que es lo que él quería hacer.
—¿Y has tenido alguno? —Volvió a preguntar, con la ceja en alto y ella dio un paso atrás, algo dudosa.
No quería responderle a eso, si lo hacía había una probabilidad bastante alta de que él se burlase de su respuesta y lo último que quería era mentirle para quedar bien.
—Prefiero no responder a eso... —murmuró y él se imaginó la respuesta al instante de oírla decir esas palabras.
Sabía que ella no le iba a responder después de como se había comportado con ella hace una semana. Ya no la iba a juzgar, ya no se iba a burlar de ella por que fuese una inexperta. Eso ya había pasado a la historia, pero sí quería hacer cosas con ella a pesar de que momentos antes se prometió que quería ser solo su amigo.
No podían y ambos lo sabían. Había demasiada atracción en ellos para ser simplemente amigos.
Axel se puso frente a ella y consiguió agacharse a penas un poco para poder colocar su nariz sobre la frente de aquella mujer, haciendo un leve roce sobre la curva de sus caderas. Ariel se sintió gelatina al sentir el roce de aquel chico sobre ella y quería seguir sintiéndolo de miles de formas.
Axel siguió bajando hasta que tuvo sus manos en un sitio muy peligroso, donde nunca un hombre había estado.
—¿Qué vas a hacer?
—Nada que tú no quieras, sirenita. —Le dijo y comenzó a bajar, poniéndose de rodillas frente a ella y metiendo sus manos bajo aquel vestido para así, en acto seguido, bajar las bragas de aquella joven y ella cerró los ojos imaginándose miles de cosas—. Acuéstate —susurró mirándola desde abajo y ella respiró profundamente, sin entender que es lo que quería hacer ese chico, si debía pararlo o dejar que siguiera.
Pero lo cierto es que hizo lo que él le pidió y la curiosidad la mataba por dentro.
Axel, al ver que la tenía acostada frente a él, consiguió abrirle las piernas a ella, levantar un poco aquella falda para verla expuesta ante él y la acercó más hacia donde está él, jalándola por sus muslos y luego comenzó a dejar besos húmedos sobre la cara interna de estos. Ariel, mientras, sentía que se iba a desmayar como él hiciera lo que ella estaba pensando.
Y vaya si lo iba a hacer.
La tenía a su merced y quería volverla loca con su boca.
Por eso, cuando su lengua tuvo el primer roce con el sexo de ella, Ariel casi pegó un grito de la sorpresa. Era la primera vez que le ocurría eso, bueno... Era la primera vez que un hombre quería hacer algo más con ella que pedirle los apuntes. Axel pasó su lengua entre los labios de su sexo, saboreándola y jugueteó con el dedo en su clítoris. Mientras ella gemía de placer y él la escuchaba, excitado de escucharla gimotear a aquella mujer que tan inocente era y ya no lo sería tanto después de lo que él le haría allí abajo.
Comenzó a lamer lentamente, con cuidado de hacerla daño y luego metió su lengua en su interior sintiendo su calidez, empezando a sentir los fluidos de ella saliendo de su escondite. Ariel se estaba volviendo loca y no sabía si reprimirse o sacar ese lado oscuro de ella. Apretaba las sábanas mientras sentía cosas allí abajo que jamás había sentido.
Por primera vez a sus 18 años, un hombre quería algo más intenso con ella y eso fue un subidón para la joven pelirroja.
Y en aquella habitación, ambos estaban excitados. Él notaba como podía sentir lo sensible que estaba aquella joven en su sexo. Ariel movía sus caderas tímidamente, significando que quería más y más, hasta que algo sintió en aquella zona tan íntima. Primero como una sensación placentera ascendía desde su sexo hasta que terminó por explotar, llenando a Axel su boca de ella. Hasta que terminó por llegar al orgasmo y ambos acabó bastante agotada, después de experimentar por primera vez algo como eso.
Ariel tenía aún las manos agarradas a las sábanas oscuras de Axel, mientras que él se puso de nuevo de pie y se movió, para verle la cara a aquella mujer a la que le regaló su primer orgasmo de la manera más increíble que ella podía imaginar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro