🌲 E P Í L O G O 🌲
"La vida era dura, pero lo era dependiendo de como deseabas mirarla. Y aunque la vida te tratase mal, siempre podrías sonreírla para cambiar el futuro. Y el futuro siempre será tu única oportunidad de cambiar en este mundo"
Anónimo.
Durante ese tiempo, ambos decidieron tomarse un tiempo a solas.
Ariel esos dos meses siguientes estuvo con sus amigas, disfrutando de la vida, estudiando y viviendo el tiempo con su abuela. Era ella y estaba aprendiendo a no ser tan cerrada, incluso habló con su abuela de todo lo que le había ocurrido de aquí atrás, sintiéndose libre por primera vez de todos sus problemas.
En cambio, Axel se dedicó tiempo para dibujar y la mayoría de esos dibujos la dibujaba a ella, tan hermosa como siempre. Esos dos primeros meses intentaba no hablar demasiado con Ariel, tan solo la saludaba cuando coincidían en clase y a veces le preguntaba que tal estaba, pero nada más. Porque cada vez que la sentía cerca, sentía que caería y volvería a besarla y pasar tiempo como tanto anhelaba hacer. Estuvo ese tiempo aprendiendo de sí mismo, intentando cambiar, pero le costaba.
No era fácil para los dos, pero era necesario. Necesitaban cerrar heridas y seguir adelante con sus vidas, aprender de si mismo y quererse antes de recibir amor. Y mientras Ariel tenía a su abuela para que la ayudase a ver más allá y de no tener que cerrarse tanto, Axel contaba con su padre. Bien él no estaba siempre en casa, pero un día él reunió el valor para llamarlo y su padre dejó de trabajar una pequeña temporada para estar con su hijo.
Estaban cambiando, aunque el cambio no fuese demasiado significativo.
Abril de ese mismo año había llegado, ya llevaban tres meses separados y las cosas empezaron a empeorar para Axel. Odiaba verla hablar de lejos con sus compañeros de clase, sobre todo con aquel joven, Peter, del que tanto estaba enamorado de ella en silencio, pero lo dejó estar. Si quería mejorarse lo mejor era darle espacio, no pensar en las cosas malas y más sabiendo que Ariel también había decidido estar sola hasta que estuviesen ambos preparados.
Se querían y eso cualquiera de los presentes podían verlo, pero no entendían porque no estaban juntos, tan solo ellos dos lo sabían y Ariel, a finales de mayo, comenzó a sonreír más a menudo con sonrisas de verdad, de las que dejaba a Axel con otra sonrisa estúpida en la cara. Pero él no era el único que la vigilaba a veces, deseando acercarse a ella. Ariel también lo hacía de vez en cuando y le gustaba el hombre que estaba viendo.
Axel comenzó a abrirse más, a hablar más con sus compañeros y eso era un gran paso para él. Ariel se sintió orgullosa de Axel al verlo entablar conversación con compañeros de clases, pero seguía echándolo de menos.
Cuando acabó el curso, ese mismo verano Axel quiso intentar algo más, quedar con Ariel como amigos pero no quedar a solas. Eso sería muy peligroso sabiendo que su separación, para ellos, todavía era demasiado reciente. Quedaban con las amigas de Ariel y con los respectivos novios de las mismas. En un grupo de seis personas donde al menos ellos no se sintieran demasiado solos los dos y pudiesen entablar conversación, divertirse y pasar un buen rato.
Ariel notaba que Axel ya no era ese hombre tan idiota, aunque seguía siendo directo, un punto a su favor. Y Axel vio que esa mujer ya no estaba tan triste, ni era tan cerrada aunque seguía siendo tímida, siempre lo sería, pero los pasos que daba le hacía feliz a Axel. Incluso cuando quedaban en aquel restaurante que, ninguno de los dos había pisado después de tantos meses, se sentían más libres.
Ese verano fue el mejor de ambos a pesar de que solamente eran amigos. Iban al cine, paseaban, iban a las ferias y al parque de atracciones, y muchos más lugares, hasta que ambos se sintieron un poco más cómodos por ir solos a los sitios. Aunque los dos aguantaban las ganas de comerse a besos, lo hicieron, fueron amigos y se conocieron mucho más. Axel había aprendido que por ella haría muchas cosas e incluso estupideces y que por Ariel volvería a hacerlo sin pensarlo.
Estaban mejorando y la separación ya no era tan dolorosa como en su momento.
Incluso cuando Ariel llamó a Axel desde el hospital cuando su abuela se puso muy mala de su enfermedad. Él estuvo allí con ella, apoyándola en todo momento, siendo su hombro y no la dejó sola en ningún momento de aquellos cuatro días.
Después de eso, se volvieron más fuertes, más unidos y el pasado de Axel ya no estaba presente en su día a día, ya no era el hombre tan solitario al que dejaba de lado a Ariel... No. Ahora él, aunque había momentos que siempre quería estar solo como cualquier persona, contaba con ella, hablaba de sus problemas y se sentía mejor, sobre todo, al percatarse que la joven que tenía frente a él era la indicada. Lo escuchaba a la perfección, lo comprendía a la perfección y solo ella era capaz de ayudarlo o simplemente estar a su lado en momentos duros.
Ambos se mejoraron, aprendieron y pusieron fin a pensar siempre en lo malo del pasado. Comprendieron que el pasado se recordaba para lo bueno y dejaron de lado aquellos pensamientos negativos.
Siguieron pasando los meses hasta que pasó un año de su separación. Hasta que pasó un año desde aquel horrible día en el que él puso fin a aquel sufrimiento silencioso. Miraron un momento hacia atrás y vieron las personas que eran después de ese año. Y el tiempo era lo único que les había ayudado a encontrarse a sí mismos.
El tiempo los ayudó a encontrarse a sí mismos.
Por eso, cuando después de un año Axel se puso un traje de color oscuro y con una camisa blanca, invitó a Ariel a un restaurante, no ese restaurante en el que se conocieron y vivieron, otro muy distinto lejos del pueblo.
Axel se arregló a la perfección para ella y se bajó de su coche para luego dar varios pasos y tocar el timbre de aquella casa, donde tantas cosas habían pasado juntos. Él estaba nervioso y era porque lo que haría con esa mujer sería solo el principio de todo lo que ocurriría, de todo lo que pasarían juntos. Se volvió a arreglar el pelo por quinta vez y la abuela de Ariel abrió la puerta con una sonrisa en la cara.
Echó un vistazo rápido al joven que había frente a ella y sonrió con suficiencia.
—Ella baja ahora mismo. —Le dijo y él asintió con la cabeza—. Cuídamela, eh. —Guiñó un ojo y luego le dio varios toques en el brazo del joven, para dejarlo pasar dentro de la casa.
Axel estaba nervioso y solo quería que todo saliese bien entre ellos, habían pasado por más cosas, pero lo de esta noche, si todo salía bien, solo sería una coma en su historia.
Y fue allí mismo, en esa noche, cuando Ariel bajó las escaleras de aquella casa con un delicado vestido azul celeste. Llevaba el pelo suelto con una fina trenza en uno de sus lados, disimuladamente. Axel tragó saliva nervioso al verla tan hermosa como siempre e incluso mucho más y Ariel miró a Axel tan increíble como de costumbre.
Ambos se estudiaron y cada uno sabía que habían cambiado más de lo que imaginaban.
Axel estaba frente a ella y ofreció su mano para salir de la casa juntos hasta su coche, no sin antes despedirse de la abuela de Ariel que tenía una sonrisa cómplice en el rostro.
Durante ese viaje no hablaron demasiado, tampoco es que fuese necesario ya que la música que puso Axel en la radio hablaba por si misma.
Ariel se sorprendió al ver que Axel la había llevado lejos del pueblo, a un restaurante de noche idónea para esa ocasión.
—Axel, este sitio es muy caro... —murmuró ella sin retirar la vista del sitio, cuando él la acompañó dentro del local.
—Olvídate esta noche de eso —respondió él y ambos caminaron al lugar.
Se sentaron en una mesa discreta, pegada a la gran ventana y charlaron y charlaron, disfrutando del momento mientras cenaban. En ese instante ambos se percataron que ya no eran amigos, sino algo mucho más que eso. El tiempo los había curado y les había enseñado muchas cosas. Sabían que lejos de los gestos, la forma de hablar era mucho más íntima y supieron que esa separación ya había acabado.
Que ya no era necesaria.
—Ven —susurró Axel, levantándose de la mesa y extendiendo la mano para que ella la tomase.
—¿Qué quieres hacer? —preguntó con extrañeza a la vez que con una sonrisa increíble en la cara.
—Vamos a bailar. —Le dijo él mientras ella aceptaba la invitación.
La llevó a una pista que había al lado de las mesas y los dos bailaron pegados al ritmo de la música que había de fondo, una melodía lenta y delicada, perfecta para el momento.
Axel pegó sus labios sobre la oreja de ella y susurró.— Este es el momento que nunca tuvimos.
Ariel casi sintió ahogarse al oírlo. Estaba cada día más enamorada de él y eso se notaba en sus ojos. Sobretodo sintió que todo su mundo se desmoronaba cuando sintió las manos de Axel sobre el cuerpo de ella.
Y él estaba más que preparado para dar el siguiente paso, al igual que ella.
—Ariel. —La llamó.
—Dime.
Ariel estaba tan embobada por él que solo tenía ojos para Axel, observando los preciosos ojos de ese hombre y poniendo sus manos en los hombros de él. Se sentía como en casa y eso era un sentimiento mutuo, cuando Axel puso sus manos sobre las caderas de ella y la abrazó, pegándola más a él, se sintió en el mismo cielo.
—Te amo —dijo por fin, tomando por sorpresa a Ariel y la besó.
La besó como nunca antes lo había echo y eso lo notó Ariel al sentir que Axel le demostraba todo lo que la amaba con un simple beso, un beso que la dejó sin aliento, que se entregó a él sin más, sin querer esperar más. En aquel lugar, juntos, se perdonaron y aprendieron, amaron y vivieron, soñaron y sintieron.
Y supieron que la persona que tenían frente a sus ojos era la indicada.
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