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🌲 C U A R EN T A Y C I N C O | D E S P E R T A R 🌲

"Ahora que la sentía, temía perderla para siempre"

Axel.

Al día siguiente, Axel se despertó por el sonido de los pájaros que comenzaban a molestarlo de su sueño tan perfecto. Había dormido mejor que en muchos años juntos y su cuerpo se lo agradeció. Ni siquiera había mirado la hora, pero le daba igual si llegaba tarde a clase, tan solo quería disfrutar un poco más de la compañía de ella.

Por eso, con los ojos aún cerrado, movió un poco los brazos para sentirla... Pero para su sorpresa no estaba.

Fue ahí cuando despertó de golpe y se encontró con una de las almohadas de Ariel pegado a él, ni rastro aquella joven que estuvo abrazando durante toda la noche y que tan bien se sentía a su lado. Buscó con su mirada en toda la habitación de ella, pero tan solo estaba tan desordenada como siempre y ni siquiera estaba ella allí. Se levantó de golpe, vistiéndose a la velocidad de la luz y, sin importarle bien poco, salió del cuarto de Ariel, caminando por primera vez por la casa entera de ella.

Bajó las escaleras, buscándola y decidido a echarle una bronca por haberse marchado sin avisar, pero la silueta de alguien desconocido lo hizo parad al instante casi con el corazón en la boca.

Frente a él, la abuela de Ariel lo observaba de arriba abajo, analizando el cuerpo de aquel hombre tan joven y fornido. Si alguien viese esa escena desde una pantalla, podría percatarse que Axel, sin duda, parecía haber estado teniendo sexo toda la noche, con el cabello despeinado, ojos brillantes y la falta de camiseta, dejando su torso al aire.

En cambio, solo tenía ojos para aquella anciana asustado de lo que podría decirle.

—Supongo que tú serás un amiguito de mi nieta. ¿Me equivoco? —preguntó la mujer, al que a esas horas de la mañana no se había puesto el pañuelo en la cabeza, dejándole ver a Axel la falta de pelo que ella tenía por cuenta de la quimioterapia. La mujer, en cambio, era alguien con buen sentido del humor a la que le había sonreído la vida, aunque la misma nunca le sonrió—. ¿Qué? ¿Estoy despeinada? —preguntó, bromeando y Axel sonrió nervioso al no saber que decirle.

Era lógico que la mujer no era tonta, y sabía que Ariel habría echo cosas aquella misma noche con aquel joven. Su abuela sabía que era mayor de edad, pero quería saber hasta donde llegaba la incomodidad de los dos jóvenes.

—¡Ariel! ¡No me habías dicho que habías traído anoche a un joven de buenas vistas! —gritó la mujer y, cuando Ariel que se encontraba en la cocina para hacerle el desayuno a su abuela, corrió hacia donde se encontraban ellos y observó la escena con el mismo rostro desencajado de Axel.

—A-abuela, es un compañero de la universidad —mintió ella y Axel frunció el ceño con enfado al oír eso de su propia novia.

—¿Compañero? Pues me parece que es muy considerado por su parte quedándose toda la noche en tu cuarto, quizás haciéndote unos arreglitos.

—No es lo que parece —murmuró ella de nuevo completamente avergonzada.

Ariel sabía que Axel no le gustaba que lo tratase como compañero de clase frente a su abuela, pero... Vamos, era su abuela. ¿Qué le iba a decir? ¿Qué habían jugado al ajedrez la anterior noche? Ni siquiera ella se lo tragaba.

—Nunca es lo que parece, ¿no? —preguntó con una sonrisa su abuela y luego se dirigió al joven—. Disculpa a mi nieta, es muy tímida y bueno... Seguro que ya lo habrás comprobado —Le contestó y Axel sonrió más relajado que hacía unos minutos—. Soy la abuela de esta mujer y me llamo Juliet, pero puedes llamarme abuela. —Le guiña un ojo, sabiendo que ese hombre no es solo un compañero de clase de su nieta Ariel.

—Yo soy Axel, el novio de Ariel —respondió, recalcando la palabra "novio" y observando a Ariel de lejos, y es que ella tenía unas mejillas en ese momento ardiendo.

—Ya me lo imaginaba. ¿Por qué no te vienes a desayunar con nosotras? Cuantos más mejor.

Axel no pudo negarse ante aquel ofrecimiento y asintió al instante.

Entonces, cuando la abuela de Ariel se marchó a la cocina con aquella lentitud por cuenta de su enfermedad y los novios se quedaron solo en aquel pequeño pasillo, Axel se puso duro y se acercó a ella, notando lo tímida que estaba en aquel momento y lo hermosa que estaba después del sexo.

—¿Por qué me presentas a tu abuela como tu "compañero de clase"? —preguntó él decepcionado y ella observó el suelo con timidez.

—Lo siento, es que no le había dicho nada a mi abuela sobre lo nuestro, aún y descubre que un hombre estaba durmiendo en mi cama. ¿Por qué bajaste? —Le respondió con otra pregunta y se cruzó de brazos, hipnotizando a Axel por el gesto de ella.

—Quizás porque cierta mujer me dejó solo en la cama. ¿Por qué te marchaste? Quería despertar contigo —murmuró, pegándose a ella y poniendo sus manos sobre las mejillas de Ariel.

—Siempre le hago el desayuno a mi abuela dos horas antes de ir a clase y estabas tan... guapo durmiendo que no quería despertarte —susurró tímida al llamarlo así y él sonrió como un idiota al escucharla decir eso.

Dejó un suave beso en los labios de aquella joven y le susurró.— La próxima te quedas en la cama.

Y ella sonrió como nunca antes lo había echo, con una sonrisa de enamorada. Por lo que ambos fueron a desayunar con la abuela de Ariel y se tragaron una media hora de los cuidados del sexo, de las protecciones y, sobre todo, de la vergüenza que pasaron ellos al escucharla. A pesar de que ambos ya eran mayores de 18 años.

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