🌲 C I N C U E N T A Y C I N C O | F I N A L I Z A R 🌲
"Tenía que hacerlo si quería que ella fuese feliz"
Axel.
Ya era enero y con ello, comenzaban los momentos más duros de la universidad. El invierno cada día era más fuerte en aquel pueblo y Ariel por cada semana que pasaba, comenzaba a sentirse agobiada por los estudios y eso, a parte de su relación con Axel, le daban pocas energías y más después de aquel desmayo tan extraño que sufrió hacía algo más de un mes.
Axel, en ese momento, estaba en su restaurante favorito. Ese restaurante donde comenzó casi todo y donde empezó a sentirse enamorado por aquella mujer, aunque le costó admitirlo.
Él estaba allí, media hora antes de que su joven llegase. Le había dicho horas antes que quedarían allí a las cinco de la tarde, con la luz solar de fondo. Axel estuvo repasando mentalmente las cosas que le diría a ella, porque debían no estar juntos y porque era mejor para ella... Ni siquiera él mismo estaba seguro de hacerlo, pero era lo mejor para Ariel.
Se apretaba las manos con fuerza, con nerviosismo y, por primera vez en su vida, tuvo mucho miedo. Miedo a no volver a verla después de lo que haría. Miedo a que ella no le volviese a dirigir la mirada. Miedo a que desapareciera completamente de su vida... Pero tampoco podría culparla si Ariel quisiera hacer todo eso con Axel.
Tragaba saliva, mientras observaba cada quince segundos su reloj y, cuanto menos quedaba para que ella llegase, más se mordía su piercing del labio. Deseaba cambiar por ella y ser mejor para ella, pero era difícil.
Muy difícil.
No quería perderla, la quería con locura, pero ya no aguantaba verla sufrir más y, aunque ella lo ocultase, él lo notaba. La conocía a la perfección y lo único que deseaba en la vida era verla sonreír de verdad, no esa sonrisa falsa que a veces solía poner ella. Porque sí, Axel ya sabía diferenciar aquellas dos sonrisas de Ariel.
Entonces, el reloj marcó las cinco y aguantó la respiración cuando, tres minutos más tarde, observó en la ventana como Ariel se acercaba al restaurante. Llevaba un pantalón vaquero ajustado con aquella chaqueta vaquera de un color más claro. También tenía una bufanda violeta y unas botas negras muy delicadas para ella. Axel memorizó su ropa y cerró los ojos, deseando que ella se lo tomase bien y no lo odiase, que lo comprendiese.
Porque no solo lo hacía para ella, para hacerla más feliz. Sino para que él aprendiese a quererse a sí mismo y así poder transmitirle ese amor a Ariel.
Y cuando escuchó la puerta abrirse, Axel aguantó la respiración por lo que haría a continuación.
Y lo hizo porque la amaba.
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