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Capitulo 9

Suaves y desesperados sollozos nos llevan a la parte de atrás del bar del restaurante. Tenemos las armas preparadas.

Encontramos a Harold, abrazando sus rodillas y meciéndose de un lado a otro, rodeado de botellas vacías.

—Levántate, Harold.

—Se acabó... Ya estoy muerto... El cabronazo me ha mordido...

—No, Harold. He sido yo. Ahora levántate.

Harold mira fijamente a Glen por un momento y luego vuelve a balancearse en s lugar.

—Es demasiado tarde... Ya estoy muerto... Soy uno de ellos...

—Ha perdido la cabeza...

—Patético.

—No confió en él. Podría estar esperando a que bajemos la guardia.

—No. Conozco esa mirada. Este gusano se ha ido hace mucho tiempo.

— ¿Qué hacemos ahora?

—Supongo que lo pondremos en un lugar seguro... Podría seguir siendo peligroso cuando este sobrio, pero no creo que nos haga daño ahora.

Glen salta sobre la barra y agarra a Harold por los hombros, levantándolo.

No protesta mientras Glen lo saca del restaurante. Unos minutos después, alguien pasa por la puerta.

— ¿Hay alguien aquí?

— ¡Es uno de los supervivientes que dejamos abajo! ¡Estamos aquí!

— ¿Qué está pasando? ¿Dónde está tu amigo?

—Abajo, en la sala de vigilancia. Nos escondimos allí, por si acaso, y vimos algo... bueno, será mejor que vengas a verlo por ti mismo.

Una pequeña y agotada voz nos llama la atención.

— ¿Señor Sam? ¿Señorita Lucia?

—Con cuidado, Weber. ¿Cómo estás?

—Me duele todo. ¿Qué está pasando? ¿Dónde estamos?

—Lucía te explicará todo. Lucia, ¿Puedes por favor ir a ver qué está pasando en la sala de vigilancia? Me reuniré contigo tan pronto como Glen regrese.

—Claro. Ven conmigo, Weber. Es seguro ahora. Estarás bien.

—Vale... Te creo...

(Supongo que ya lo sabe, considerando que Zero ha desaparecido...)

Mientras nos dirigimos a la sala vigilancia, relato los eventos que le sucedieron al asombrado Weber y al superviviente. Ambos parecen bastante agitados, pero felices de estar vivos.

Dentro de la sala de vigilancia, nos reunimos con el otro superviviente, que se concentra en los monitores.

— ¿Qué querías mostrarnos?

—Aquí. ¡En la pequeña sala de vigilancia del salón principal! ¿Los ves?

Entrecierro los ojos al monitor, reconociendo vagamente dos formas oscuras que se apoyan en la puerta, tratando de resistir a los zombis que tratan de entrar.

— ¿Son supervivientes?

—Creemos que sí. Hay dos de ellos en la sala de guardia. ¿Qué deberíamos hacer?

(No puedo tomar una decisión tan importante por mi cuenta. Especialmente ahora, después de lo que ha pasado).

—Tenemos que esperar a Sam. Él sabrá que hacer.

Los cuatro miramos los monitores, tratando de determinar cuántos zombis están tratando de abrirse paso hasta los supervivientes. Poco después, Sam y Glen entran en la sala de vigilancia.

— ¿Qué está pasando?

—Hay supervivientes en el primer piso. Dos. No sé, Sam... Podría ser demasiado arriesgado intentar rescatarlos.

— ¡Claro que vamos a rescatarlos! Glen, ¿Qué piensas?

—Bueno, podríamos usar esos supervivientes... Podrían tener noticias del exterior. Y podríamos dar un buen uso a todas esas armas que hemos recuperados.

—Es un buen plan.

—Deberíamos volver al restaurante. Las armas y la comida ya están allí y es más fácil de defender.

—Tienes toda la razón. Vamos. Tenemos que prepararnos para ir a rescatar a esas personas.

Volvemos al restaurante, donde Glen nos reúne a todos en un círculo y nos muestra cómo usar diferentes tipos de armas.

—Estos son rifles semiautomáticos. Apunta a la cabeza, aprieta el gatillo. Escopetas, muy poderosas a corta distancia. Armas de fuego -toma- echa un vistazo...

Los problemas surgen cuando se hace evidente que Weber no piensa tocar un arma de fuego.

—Es hora de que dejes de actuar como un niño, Weber. No dejare que vuelvas al primer piso sin un arma adecuada.

— ¡No puedo! ¡No puedes obligarme!

Con las mejillas empapadas por las lágrimas, se vuelve hacia mí.

Intento ignorar las lágrimas de Weber. Aunque no quiera negarlo, Glen tiene razón. Pero...

— ¿Cuál es el problema, Glen? Déjale usar sus cuchillos.

—El chico morirá ¡Y no quiero la vida de otra persona en mi conciencia!

Glen mira hacia otro lado y de repente tengo la sensación de que ha dicho más de lo que quería decir.

(Glen... Has sufrido mucho...)

—Bien. Usa los cuchillos, pero lleva una pistola aturdidora por si acaso...

Seguimos con los preparativos. Decidimos que solo nosotros cuatro, los que tenemos experiencia en la lucha, iremos.

Nuestro dos supervivientes se van a quedar en el restaurante.

— ¿Cuántos hay?

—Espero que no menos de cien.

— ¡Cien! ¡Eso es mucho!

—He estado pensando... Con las armas a nuestra disposición y con algún tipo de estrategia, no solo hemos podido rescatar a esos hombres, también hemos conquistado el centro comercial por completo.

— ¿Quieres asegurar la planta baja?

—Así es. Podríamos dividirnos en dos equipos. Uno cubriría el salón principal, el otro aseguraría la salida del garaje.

—Ni de coña. ¿Estas loco? ¿Cuatro de nosotros contra Cien Zombis?

—La señorita Lucia tiene razón... No estoy seguro de que ni siquiera Zero pueda matar cien zombis...

El brazo de Weber se mueve como si de repente ganara vida propia, pero luego cae con él apenas notándolo.

—No, se puede hacer. Podría significar la diferencia entre la vida y la muerte en nuestra situación.

—No podemos pasar el resto de nuestras vidas acobardados. Tenemos que actuar.

La autoridad en la voz de Sam me hace sentir vergüenza por cuestionar este plan.

(Solo estoy preocupada, eso es todo...)

—Está decidido, entonces. Estamos declarando la guerra.

Esta seguro. Nos mete prisa, asegurándose de que todos llevemos suficientes suministros.

(Actúa como si fuéramos soldados bajo su mando, pero eso es exactamente lo que necesitamos ahora mismo).

—Me alegro mucho de que este aquí. Los veré en el ascensor. Quiero ver a Harold Primero.

—Te veo en un rato, Sam.

Un poco más tarde, los cuatro entramos en el ascensor y Glen pulsa el número dos.

—Zero y yo iremos desde el segundo piso hacia abajo y nos dirigiremos a la sala de guardia. Intentaremos llamar su atención mientras vosotros dos aseguren el garaje.

Sam habla mientras prepara su arma.

—Entendido.

Glen hace lo mismo, mientras nos mira a cada uno.

— ¿No tienes miedo de estar atrapado conmigo en un ascensor, Sammy?

Sam le levanta una ceja.

— ¿Por qué? ¿Vas a intentar besar a uno de nosotros otra vez?

Glen frunce el ceño y pasea la mirada de Sam a Zero, que se echa a reír.

—No te preocupes, Sammy. Prefiero matarte antes que besarte.

—Me alegra saberlo. Me estaba preocupando un poco.

(Suena como si se fueran a llevar bien...)

La puerta del ascensor se abre y Sam y Zero salen. Observo como Zero camina directamente hacia un grupo de zombis bailando con los cuchillos.

Glen presiona el botón de la planta baja.

—Probablemente nos ataquen en cuanto se abra la puerta. Prepara la escopeta.

Hago lo que dice, recordando lo que me enseñó.

Y tal como me advirtió, acabo teniendo que disparar en cuanto se abre la puerta, enviando un zombi volando hacia atrás.

—Buen tiro. Vamos a salir.

Ni siquiera tengo tiempo de darle las gracias antes de salir del ascensor hacia el pasillo que lleva al garaje. Glen me hace señas para que le siga.

Nos cuidamos las espaldas mientras avanzamos.

— ¡A tus seis!

Me doy la vuelta justo a tiempo para ver a un zombi corriendo hacia mí, pero sin munición en la escopeta.

Glen me coloca detrás de él y luego dispara al zombi a quemarropa.

—Pensé que estaba acabada. Gracias.

Sin apartar el brazo de mí, Glen asiente con la cabeza.

—Recarga.

—Oh... ¡Claro!

Finalmente, llegamos a la pesada puerta del garaje.

—Necesitamos asegurar esto. Venga, traje una cadena...

—Espera. ¿No oyes algo...?

Se para un momento y ambos escuchamos con atención.

(No hay duda, se oye la bocina de un coche desde el interior del garaje).

— ¿Un superviviente...?

—Podemos investigar el garaje o cerrarlo. Tú decides.

—Es demasiado arriesgado. Deberíamos cerrar la puerta.

—Has tomado la elección correcta, Lucia.

(No estoy segura de que sea moralmente correcta...)

Glen saca la cadena de su bolsa y asegura la puerta con ella.

—Esas cosas son bastante fuertes, pero no deberían ser capaces de romper esta cadena.

—Volvamos y ayudemos a Sam y a Zero, entonces.

Resulta que Sam y Zero no necesitan nuestra ayuda.

Cuando entramos en el salón principal, encontramos a Sam hablando con los dos nuevos supervivientes, mientras que Zero arrastra los cuerpos sin cabeza silbando alegremente.

—Eh, ustedes dos. ¿Han conseguido asegurar el garaje?

—La perta está cerrada, Sí. ¿Cómo les ha ido?

—Ha sido sencillo con la ayuda de Zero.

—No, Sammy hizo la mayor parte del trabajo. Podría reconsiderar mi postura sobre estas escopetas. Me encanta la forma en la que les vuela la cabeza a esos Z.

— ¿Siempre... es así?

Los supervivientes miran asustado a Zero.

—No. Para nada.

Zero sonríe, luego continua silbando y apilando los cuerpos uno encima de otro.

— ¿Por qué hace eso?

Le pregunto a Sam y creo que es una duda que tenemos todos.

—No tengo ni idea, la verdad. Me da miedo preguntar.

—Puede que no lo hayan notado, pero estos desgraciados están empezando a oler muy, muy mal. Estoy haciendo el trabajo manual para preparar una gran hoguera.

Sam, Glen y yo gritamos un <<NO>> al mismo tiempo.

—No tienen gracia. De acuerdo, entonces. No digan que no te lo advertí. Dejen que se pudran aquí mismo.

—Lo que es más importante... Esta gente me estaba hablando de un puesto de avanzada del ejército que está recibiendo superviviente.

— ¡Es una gran noticia! ¿Dónde esta este puesto de avanzada? ¡Debemos ir allí inmediatamente!

—No está lejos. Podemos usar nuestra mini-furgoneta. Es grande, podemos caber todos si encontramos algo de gasolina. Por eso estamos aquí, nos quedamos sin gasolina en el camino y esperábamos llenar el tanque.

—No creo que eso sea un problema.

—Chicos... creo que estamos olvidando algo. ¿Qué hacemos con Harold y sus hombres?

Todos se quedan callados un momento, negándose a mirarse a los ojos.

— ¿Chicos...?

¡Los chicos ha conquistado el centro comercial!

¿Qué les espera en su camino hacia el puesto de avanzada del ejercito?

¿Qué harán con Harold y sus amigos?


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