Capitulo 7
—Harold, ¿Qué significa esto? ¡Abre la puerta ahora mismo!
— ¡Ya has oído lo que he dicho, chica! ¡Si alguno de vosotros trata de abrirse paso, os coseré a balazos!
— ¡No seas idiota! ¡Déjanos entrar!
— ¿No lo entiendes? Nosotros protegemos este piso. Es nuestro. Las armas son nuestras. ¡No tienen nada!
— ¡Pagaras por esto!
— ¿Qué vamos a hacer? ¡Vamos a morir todos!
— ¡Cálmense! Déjenme pensar en algo...
Un disparo hace eco en el pasillo al otro lado de la puerta.
— ¡Consideren eso una advertencia!
— ¿Qué está pasando aquí?
Sam y Zero se unen a nosotros, cubiertos de sangre.
— ¡Estas vivo!
—Hay más de ellos camino hacia aquí. ¿Por qué está cerrada la puerta?
—Es Harold. Se ha hecho con las armas y ha cerrado la puerta.
— ¿Qué?
— ¡Atrás o disparare!
Zero se ríe. Lo que empieza siendo una suave risa, pronto se convierte en una risa burlona y maniática.
—Es un hombre muerto... Un hombre muerto hablando...
—Cálmate. Harold, ¿Por qué haces esto?
— ¡Podrían pasar años antes de que alguien nos encuentre! ¡Años! ¡Somos demasiados y no hay suficiente comida!
—Harold, ¿Qué has hecho?
—Me has asegurado de que al menos algunos de nosotros permanezcan con vida. Encantado de conocerlos. No lo tomen como algo personal.
—Lo matare... Ya está muerto... Muerto, muerto, muerto...
—Sam, ¿Qué vamos a hacer?
—Lo averiguaremos.
—Piensa en algo rápido, Sammy. Tenemos compañía.
Los Zombis se acercan a nosotros.
(No puede ser... ¿Vamos a morir todos aquí?)
Sam parece leer mis pensamientos.
—No vamos a morir aquí. Si podemos llegar a la sala de vigilancia, podemos activar un bloqueo y evitar que suban por los conductos de ventilación. ¡Pero tenemos que luchar!
Sam predica con el ejemplo. Carga contra los zombis, levantando su cuchillo para enfrentarse a ellos.
Zero sigue indiferente, un contraste con la energía ardiente de Sam.
— ¡Pelear! ¡Todos!
La inexperiencia de Sam, sin embargo, pronto amenaza con ser su perdición. Lucha contra grupos de enemigos, cuyos dientes se acercan cada vez más a su piel, y apenas consigue mantenerse con vida.
(¡Animo, Lucía! ¡Ten valor! ¡Sam podría no lograrlo si no intervengo y lucho!)
(Tiene razón. No hay otra opción).
— ¡Luchemos y venguémonos!
Los supervivientes, animados, se apiñan detrás de nosotros. No van armados, pero están decididos. Los zombis se acercan, gruñendo. Mientras Sam y Zero les clavan sus cuchillos, uno de los zombis me ataca.
—Hoy no, amigo.
Me agacho, evitando por poco los brazos del zombi y doy vueltas a su alrededor hasta que consigo agarrar sus manos y sostenerlas detrás de su espalda.
— ¡Buen trabajo, Lucia! ¡Tratad de mantenerlos en su lugar hasta que Zero o yo podamos llegar a ustedes!
— ¡Cuidado con los dientes!
Zero sonríe mientras su cuchillo se hunde en el ojo de otro zombi. El que estoy sujetando empieza a golpear como un animal enfadado.
— ¡AAAAH!
Empujo al zombi, golpeando su cara contra la pared.
— ¡No es tan fácil como suena!
— ¡Ja! Debilucha.
Se desliza hacia mí, acabando con el zombi que yo sostenía en un movimiento rápido, antes de pasar al siguiente.
(¿Están todos bien?)
Me doy la vuelta y veo como muchos de los supervivientes se están transformando en zombis.
Pronto, no habrá suficientes de nosotros para luchar contra ellos.
— ¡Necesitamos hacer algo!
(Esta es una idea loca, pero... ¿Atacaría un zombi a otro zombi? No parece que se peleen entre ellos).
Intento levantar el cadáver, usándolo como escudo entre yo y otro zombi.
(Ugh... Pesa mucho...)
Curiosamente, el otro zombi ni siquiera me mira, enfocándose en el superviviente que está detrás de mí.
Zero se abalanza y acaba con él. Después, me mira.
— ¿Te has vuelto loca, mujer?
—Ríete si quieres, pero está funcionando. Es solo que... es un poco difícil... sin mencionar la falta de respeto.
—Preocúpate por el respeto a los muertos cuando no estén tratando de comerte.
(Supongo que tiene razón).
La sangre cubre las paredes del pasillo mientras luchamos por él hacia la sala de vigilancia.
— ¡Ya casi llegamos! ¡Seguir luchando!
Mientras corro hacia Sam, uno de los cadáveres que yace en el suelo se mueve y me agarra el tobillo.
— ¡Sam!
Inmediatamente, Sam corre en mi ayuda, deslizándose por el suelo y acabando con el zombi antes de que pudiera morderme.
—Te dije que te mantendría a salvo.
—Sam... Gracias...
—Vamos...
Docenas de cuerpos ensangrentados e inmóviles se alinean en el pasillo principal cuando llegamos a la sala de vigilancia...
Todos ellos tienen marcas de dientes y cuchillazos.
— ¡Rápido, entren!
Solo cinco de nosotros entramos en la sala de vigilancia. Sam, Zero, otros dos supervivientes... y yo.
(Solo cinco de nosotros... Después de todo, ¿Esto es todo lo que queda?)
Habiendo cerrado la sala de vigilancia, Sam se sienta en el suelo y se cubre la cara con las manos.
—Lo siento... Lo siento mucho...
—Está bien, Sam... No podías hacer más.
—Hemos vivido con esa gente durante tanto tiempo... y ahora están todos muertos... Es mi culpa.
—Todos estaríamos muertos si no fuera por ti y Zero, Sam. Todavía te necesitamos.
Parece que mis palabras finalmente le llegan. Se levanta y se acerca a los monitores.
(No creo que haya estado tan asustada en mi vida...)
—Debería haber un interruptor aquí que pueda iniciar un cierre... ¡Aquí!
CRASH
— ¿Qué ha pasado? ¿Qué has hecho?
—Inicie un procedimiento de seguridad que cerrara todas las tiendas, para que nada entre o salga.
— ¡Eso significa que no podremos entrar en el restaurante! ¡Nos moriremos de hambre!
Los dos supervivientes miran con odio a Sam, mientras uno de ellos le reclama.
— ¿Prefieres ser comida de Zombis?
(No sé qué es peor... Morir por una mordedura de zombi o por hambre y sed).
—No nos quedaremos. Vamos a recuperar nuestra comida y armas y establecer una nueva base en el cuarto piso.
— ¿Cómo vamos a hacer eso?
Sam se detiene. Miro los monitores y de repente tengo una idea.
— ¿Sam? ¿Puedes mirar este monitor? Parece que el ascensor del cuarto piso no está bloqueado ni vigilado...
—Déjame ver... Tienes razón, Lucia. Si desbloqueamos el ascensor desde aquí, podemos llegar al cuarto piso, pero...
(Parece preocupado... ¿Está perdiendo la esperanza?)
—Ojala Glen estuviera aquí. No importa. Podemos crear nuestra propia estrategia y hacer que funciones. Trazaremos un plan cuando lleguemos al ascensor.
Sam nos lleva por el pasillo principal con cuidado. Yo me quedo detrás de él, junto a otros dos supervivientes.
Zero nos cuida las espaldas, y sorprendentemente, todos nos sentimos cómodos.
—Con cuidado. Quédate la derecha.
Mis ojos buscan inmediatamente el peligro. Veo a un zombi atrapado bajo el metal de la puerta de seguridad de una tienda. Intenta acercarse a nosotros con la boca abierta.
(La puerta de seguridad le ha aplastado, casi le corta por la mitad... Sé que ya está muerto, pero esto es demasiado cruel).
—No podemos dejarlo así. Tenemos que matarlo.
—Yo me encargo.
Cuando el resto de nosotros pasa el zombi, Zero se acercara a él y le da el golpe de gracia.
—Tengo que decir Sammy, que este ha sido un buen plan.
(¿Alabanzas? ¿De Zero?)
—Gracias, Zero.
En cuanto Sam dice eso, la puerta de seguridad se cierra y corta al zombi por la mitad. El fluido negro se acumula a su alrededor, pero no se mueve.
—Sigamos adelante. Ya casi hemos llegado.
Llegamos al ascensor. Sam y Zero quitan la barrera que lo bloquea mientras el resto vigilamos que no haya peligro.
—Deberías quedarte aquí con los demás. Zero y yo...
Antes de que Sam pueda terminar la frase, Zero desliza el brazo alrededor de mi cintura y me besa.
Siento como si pasara una eternidad antes de liberarme de su abrazo.
(¡¿Qué...?! ¿¡Por qué ha hecho eso!?)
Con los ojos abiertos de par en par, me quedo ahí quieta, incapaz de reaccionar.
Zero por otro lado, parece imperturbable. Entra en el ascensor y pulsa un botón, guiñándome un ojo mientras la puerta se cierra.
— ¡Ese estúpido va a hacer que lo maten!
Observo con horror como el número que está encima del ascensor muestra que se ha detenido en el cuarto piso.
Sam presiona frenéticamente el botón, llamando al ascensor de vuelta.
—Iré contigo.
—Bien. Voy a ir tras Zero, Necesito que encuentres sus armas mientras tanto. El resto quédense aquí. Estarán más seguros.
El ascensor llega y, una vez entramos, Sam pulsa el botón que nos lleva al cuarto piso.
Los disparos resuenan al otro lado del pasillo.
— ¡Zero! ¡Weber!
—Mantén la calma, Lucía. Iré a por él.
— ¡Tienen armas, Sam! No puedo dejar que vayas solo.
—Recuerda lo que te pedí que hicieras. Confió en ti, Lucia.
—Ten cuidado. No quiero que les pase nada... a ninguno de los dos.
Sam duda por un momento.
—Tú también. Mantente oculta.
Sam corre hacia los sonidos de la batalla mientras yo me deslizo sigilosamente de tienda en tienda, buscando una bolsa familiar.
(¿Dónde podrían haberla dejado...? ¡Sam cuenta conmigo para encontrarla!)
Dos disparos resuenan por el pasillo, seguidos por los sonidos de la carrera.
(¡Tengo que esconderme!)
— ¡Oye! ¡Alto ahí!
Es uno de los hombres de Harold
(¡Me ha visto!)
Corro intentado no pensar en el arma que lleva en la mano. Doblo una esquina, me agacho en una tienda de mascotas y me escondo detrás del mostrador.
(Por favor, por favor, por favor... ¡Que no me encuentre!)
Aguanto la respiración mientras escucho pasos que se acercan a mi escondite.
(Si al menos tuviera algo con lo que defenderme...)
— ¡Te encontré!
Grito mientras el hombre me agarra del pelo y me levanta, tirando algunas vitaminas para los gatos del mostrador.
— ¡Vas a venir conmigo! ¡El jefe se encargara de ti!
El hombre me arrastra por el pasillo con su arma apretada contra mis costillas.
(Si dejo que me lleve donde quiera, me mataran... ¡Oh, Sam! ¡¿Qué hago?!)
(Luchar sería demasiado peligroso. Tengo que mantener la calma y desear lo mejor).
— ¡No te detengas!
Me lleva a un restaurante en el que Harold está sentado al final de una larga mesa.
—Buen intento, chica. Llévala a una celda.
— ¿Qué celda, jefe?
— ¡Cualquiera de los almacenes, idiota! Enciérrala allí hasta que decida qué hacer con ella.
—Uh... Si, jefe.
—No te vas a salir con la tuya.
— ¿Esas son tus últimas palabras? Te veo en seguida, cielo.
El hombre de Harold me agarra del brazo, me saca del restaurante y me lleva a una boutique en la que me empuja al interior de un pequeño almacén. Y por un breve instante, antes de que cierre la puerta y me deje sola en la oscuridad total... Veo que la habitación está llena de maniquíes de plástico, con las manos extendidas hacia mí.
¿Qué ha pasado con Sam y Zero?
¿Se las arreglará Lucia para salvarse?
¿Pagara Harold por lo que ha hecho?
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