Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 6

— ¡Eso no puede ser verdad! ¿Cómo?

—Se lo comieron mientras conseguíamos las armas. No íbamos a quedarnos y compartir el mismo destino.

— ¡Tenemos que ir a rescatarlo! ¡Podría estar vivo!

—Si lo mordieron, él...

(¡No puedo soportar eso!)

— ¡Oh, vamos! ¿Cómo puedes confiar en Harold? Hasta donde sabemos, ¡Podría haberlo matado el mismo!

— ¡Oye! ¿Qué estas tratando de insinuar?

Parece furioso.

—Tú...

—Es suficiente. También hemos perdido un par de compañeros de equipo Lena no lo logró.

Si la noticia afecto a Harold de alguna manera, no lo demostró.

Discute los detalles de su misión y la muerte de Glen con Sam, y luego nos deja en paz.

—Es una serpiente.

—No podemos acusarnos así, Lucia. Lo último que necesitamos ahora mismo es discordia.

— ¿Pero qué pasa si tengo razón? ¿Y si Harold dejo a Glen para morir a propósito?

—Piénsalo. ¿Qué gana eso?

—No lo sé... No tiene sentido...

—Admitiré que hay algo sospechoso en la historia, pero ahora, más que nunca, necesitamos permanecer unidos.

Me encojo de hombros, no estoy segura de cómo debería responder a eso.

—Estoy agotada.

—Deberías descansar. Yo me encargare de todo.

En ese momento me doy cuenta de que probablemente esté más cansado que yo, pero se mantiene fuerte por el bien del grupo.

—Llámame si necesitas algo.

Encuentro un lugar tranquilo en las escaleras que llevan al cuarto piso. Con todo el mundo tan contento con la comida y las armas, nadie me presta atención.

(¿Hemos tomado la decisión correcta? Podríamos haber sobrevivido durante algún tiempo sin esa comida...)

(¿Y si nos rescatan mañana? ¿Y si Lena y Glen dieron sus vidas por nada?)

(¿Estoy siendo ingenua?)

—Odio verte tan triste.

— ¿Eh?

La voz de Weber me saca de mi pena y me doy cuenta de que estoy llorando.

—No puedo permitirme estar triste ahora mismo. ¿Necesitabas algo?

—Me he preocupado cuando no has venido al restaurante a cenar, así que quería asegurarme de que estabas bien.

¿Cenar? ¿Cuánto tiempo he estado aquí?

—Siento haberte preocupado. Solo estaba tratando de procesar lo ocurrido.

—No pasa nada. Lena fue amable conmigo y el señor nos cuidó a todos. No los conocía bien, pero también estoy triste y... algo asustado.

—Me alegro de que no te hayan hecho venir con nosotros. Ne me perdonaría si algo te pasara.

—De haber estado, tal vez... Tal vez Lena no... Es mi culpa, ¿No?

—No puedes pensar así. No es tu culpa. Podría haber ocurrido de todos modos. Deberíamos celebrar su valentía. No todos admitirían que les han mordido.

—Gracia... Me sentía muy culpable...

Weber se sienta a mi lado con los ojos llenos de lágrimas.

—Desearía que hubiera una manera de poder controlarlo. Hacer que aparezca cuando yo quiera, no cuando crea que lo necesito. No siempre necesito que me rescate. A veces quiero hacer las cosas solo...

(Debe ser difícil para él hablar de esto...)

— ¿Cómo llego Zero a existir, Weber?

Aguanto la respiración por un momento, preocupada por que se ponga a la defensiva, pero solo mira hacia abajo y suspira.

—En la escuela, yo... supongo que se podría decir que era un blanco fácil. Pequeño. Tranquilo. Extraño.

— ¿Te acosaron?

Asiente con la cabeza. No puede ni mirarme a los ojos.

—Me rompieron el brazo y me hicieron hacer cosas que no quería hacer.

(Pobre chico... ¿Cómo pudo alguien hacerle eso?)

— ¿Les castigaron?

—No. Aunque no me importa. Cuando crecí, me di cuenta de que ello también eran niños y probablemente no sabían lo que hacían.

(A pesar de su inocencia infantil, ¡Es más maduro que muchas personas que conozco!)

—Pero si ese es el caso, entonces...

—No los perdone y estaba demasiado débil como para salvarme de ellos. Ellos... ellos le hicieron daño a mi perro...

Se estremece y solloza.

—No podía soportarlo más. Zero... se hizo cargo. Lo siguiente que recuerdo es que había un coche de ambulancia. El matón pasó dos semanas en coma.

—Eso es... Oh, Dios mío...

—Sus padres me denunciaron, pero era demasiado joven para que me juzgaran. Pase meses en un programa de rehabilitación... Mi padre, él... él...

—Está bien, Weber. Puedo ver cuánto te duele. No tienes que contarme más.

—No puedo creer que me haya dejado decir esto. Cuando intente abrirme a un terapeuta antes, no me dejo.

—No sé por qué, pero estoy agradecida por ello.

Weber sonríe.

—Me gusta hablar contigo, Lucia. Nunca me he sentido tan como con nadie.

—Oye, ¿Sabes lo que solía hacer para calmarme cuando era pequeña? Abría la ventana de mi habitación y miraba a la luna, luego cerraba los ojos e imaginaba que estaba enviando todas mis preocupaciones a su superficie.

— ¿Funcionaba?

—La mayoría de las veces, sí. Me hizo sentir que había un lugar donde podía mantener mis sentimientos a salvo mientras lidiaba con las situaciones de la vida real que me estresaban.

— ¿Crees que podríamos hacer eso ahora mismo? ¿Ir al tejado y enviar nuestras preocupaciones a la luna?

— ¡Claro! Podemos hacerlo. ¿Una carrera hasta el techo?

Los ojos de Weber brillan de emoción. Se pone de pie y corre hacia arriba sin avisarme.

— ¡Oye! ¡Eso no es justo! ¡Espérame!

Corro arriba, empujando a pesada puerta abierta justo a tiempo para oírle cerrar las que llevan al quinto piso. Desde allí, una estrecha escalera con una puerta de metal en su extremo conduce al techo.

(Apenas me queda energía. ¡Debería haber cenado!)

Encuentro a Weber en el medio del espacio plano y gris. Me tomo un momento para disfrutar del aire fresco antes de acercarme a él.

—Tanta estrellas...

A lo lejos, los edificios de la gran ciudad parecen figuras gigantescas que acechan en las sombras. Sin su luz, las estrellas brillan más que de costumbre.

(Supongo que deberíamos agradecer la labor de nuestros generadores... ¿Realmente no queda nadie ahí afuera?)

—Bueno, ¿Cómo lo hacemos?

—Ponte de pie mirando la luna. Y luego imagina que lo que te preocupa se aleja flotando hacia la superficie.

Weber cierra los ojos y se queda callado un rato. Sonríe.

—Desearía poder enviar a Zero a la luna.

—Es parte de ti. Sé que da miedo, pero... también es tú.

—Tal vez debería enviarme a la luna, entonces.

—Eso tampoco sería bueno. Te sentirías muy solo allí.

—Estaría con todas las cosas que enviaste allí arriba, ¿No?

—No sería una gran compañía...

—Era broma.

Suelta una risita tímida.

—Creo que estaría mejor que aquí... con esas cosas en las calles...

Sigo su mirada. En las calles, un grupo de zombis vagan sin rumbo, moviéndose y arrastrándose unos sobre otros.

Weber cierra las manos.

—Oye. Está bien. Estamos a salvo aquí arriba.

No responde.

—Estás perdiendo el tiempo. Es un debilucho.

—Tener miedo no es un signo de debilidad, Zero.

— ¿Por qué insistes en ayudarlo?

—No lo sé, Zero. ¿Por qué lo proteges?

—Porque no tiene a nadie más.

—Tú tampoco tienes a nadie más.

Me mira fijamente con odio.

—Se lo que eres. Finges que te importa, pero al final, lo traicionaras. Como todos los demás.

— ¿Qué tengo que hacer para demostrarte que no le hace daño?

—Por ahora... mantente viva. Eres inútil para nosotros muerta.

—Bueno, supongo que <<Te matare si te interpones en mi camino>>.

—Eso no ha cambiado.

—Por supuesto que no. ¿Por qué doy por hecho lo contrario?

—Eres una mujer persistente, lo reconozco.

(Y que lo digas).

—Aléjalo de este techo. Tiene miedo a las alturas.

—Vale. Nos vemos pronto, Zero.

—Reza para que no sea así.

Levanta la mano y se frota los ojos.

—Creo que me estoy mareando un poco...

—Volvamos dentro, Weber.

(Dios, me muero de hambre).

—Iré por el campamento a ver si alguien necesita ayuda con algo.

—Eres un tesoro, Weber. NO creo que pudiera ayudar a nadie en mi estado actual aunque lo intentara.

—No te vayas a la cama con hambre o acabare preocupándome.

—No lo hare. ¡Buenas noches, Weber!

A la mañana siguiente, paso un rato hurgando en mi desayuno con un tenedor de plástico pensando en lo que podríamos haber hecho de otra manera.

—Buenos días, Lucia. ¿Cómo lo llevas?

—Intente buscar a Lena y Glen en las cámaras de seguridad.

— ¿Viste algo?

—Vi a Lena parada frente al supermercado... Se ha ido. No pude encontrar a Glen.

—Te ayudare a buscarlo más tarde. Escucha, sé que esta pregunta puede ser un poco extraña, pero... ¿Sabes qué fecha es hoy?

Su pregunta me pilla con la guardia baja.

—No lo sé, Sam. Los días se funden los unos con los otros. ¿Por qué lo preguntas?

En lugar de responder, saluda a alguien de afuera. El restaurante empieza a llenarse de gente cantando una canción de cumpleaños.

— ¡Feliz cumpleaños, Lucía!

Weber lleva una pequeña bandeja con una vela aromática encendida en el centro, rodeada de galletas de chocolate. Sam parece un poco avergonzado.

—Tuvimos que improvisar.

(¿De verdad ya es mi cumpleaños...?)

— ¡No puedo creer que se hayan acordado! ¡Muchas gracias!

(Incluso con los recursos limitados que tenemos, se han preocupado lo suficiente como para hacer que el día de hoy sea especial para mí... Son unos amigos tan maravillosos...)

— ¡Sopla la vela!

Hasta Weber esta emocionado.

Todos aplauden mientras soplo la vela. La emoción se apodera de mí, y por un momento me olvido de todo lo demás.

(Deseo... Deseo que Glen este sano y salvo...)

— ¿Pediste un deseo? De hecho, ¡No lo digas! ¡No se hará realidad si lo dices! —Dice Weber emocionado. — Tenemos otra sorpresa para ti.

La música comienza a sonar por el sistema de anuncios públicos.

—Solo la mantendremos encendida un rato, así que vamos a disfrutarla mientras dure. ¡Vamos!

A regañadientes, tomo la mano de Sam y me uno a los otros supervivientes, que ya están bailando entre las mesas.

—No veo a Harold ni a sus matones por ningún lado.

—No sé dónde estará. Yo no me preocuparía demasiado por eso. Hoy celebramos la vida, ¿Vale?

—No se...

(No quiero preocuparle, pero no puedo librarme de esta horrible sensación...)

¡BANG!

— ¿Qué ha sido eso?

— ¿Qué has dicho? No te he oído.

¡BANG!

— ¡Sam, para la música! ¡Algo va mal!

— ¿Eh?

— ¡Parar la música!

Sam debe de ver el pánico reflejado en mis ojos, porque inmediatamente hace una señal a alguien, que sale corriendo del restaurante. Poco después, la música se detiene.

— ¿Qué ocurre?

—Espera un momento... Silencio...

Todos en el restaurante se quedan helados, esperando.

¡BANG!

— ¿No lo escuchan?

— ¡Viene de la ventilación! — Grita un superviviente entre la multitud, mientras señala la misma encima de él.

Sam camina hacia el respiradero, pero antes de que pueda alcanzarlo, la tapa se abre de golpe, empujada por una mano podrida.

— ¡ZOMBIS! ¡CORRAN! ¡AAAHHH!

Su último aliento se ve ahogado por los gritos de la multitud.

— ¡Están aquí! ¡Oh, Dios! ¡¿Qué vamos a hacer!?

— ¡Pelear! ¡Pelear! ¡Cerrar la ventilación! ¡Podemos contenerlos!

Me dirijo a Weber y siento el impulso de protegerlo a pesar del pánico.

En lugar de a él, veo a Zero saltando hacia los zombis y lanzando uno de sus largos cuchillos a Sam, que lo atrapa al vuelo. Pero son demasiados. Todos tendremos que luchar si queremos sobrevivir a esto.

(Mejor me escondo. Si no solo voy a estorbar...)

Los que estaban cerca de la puerta salen corriendo del restaurante, gritando.

Me escondo debajo de una de las mesas, viendo con horror como las personas más cercanas al respiradero se van convirtiendo una a una.

(Por favor... ¡Por favor, que Sam y Zero los salven!)

Nadie parece escuchar mis plegarias; los supervivientes caen ante los zombis uno por uno. Aquellos mordidos pero aún vivos lloran y suplican, algunos de ellos por una oportunidad de vivir, otros por una muerte pacífica.

(¿Por qué...? Hemos estado a salvo aquí durante tanto tiempo...)

—Hay demasiados. Si te quedas aquí, ¡Morirás!

— ¡Pensé que...! Ugh... ¡se suponía que no tenías miedo! ¿Te estas ablandando o qué?

— ¡Já! Ni de broma. Luego no digas que no te lo advertí.

— ¡Sam!

Se da la vuelta, y revisa frenéticamente la habitación.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro