Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13

Volvemos a la sala de vigilancia.

Algunos de los monitores están rotos en el suelo, pero la mayoría se han quedado en su sitio. Muestran el primer piso, ahora en llamas.

(Si antes parecía una escena del infierno, ahora es aún peor...)

Vemos como un río de cuerpos en llamas, silbando y gritando, se arrastra hasta el ascensor...

Allí Harold presiona frenéticamente el botón del tercer piso.

(¡No va a lograrlo!)

Permanecemos congelados, incapaces de apartar los ojos de la pantalla mientras los zombis presionan a Harold contra una pared de metal...

Le muerden y prenden fuego a su ropa.

—Harold... se ha sacrificado por nosotros...

La fortuna nos abandona de nuevo, la puerta del ascensor se cierra, y el indicador del piso que brilla muestra que se está moviendo hacia arriba.

—No estamos seguros aquí. Ese ascensor llegará pronto al tercer piso. ¡Tenemos que subir!

—Mantengan las armas listas, pero conserven la munición. ¡Muévanse!

Tan pronto como llegamos a lo alto de la escalera, no damos cuenta de que no hemos quitado el bloqueo de Harold.

— ¡Maldita sea! ¡No podemos ir por aquí!

(Pensamos que usaríamos el ascensor para subir... ¿Cómo pudimos ser tan descuidados?)

— ¿Qué vamos a hacer?

—Podemos volarlo. Como Harold con la granada.

— ¿No es peligroso?

—No solo sería peligroso, sino que también dejaría el cuarto piso vulnerable a un ataque.

—Reconstruiremos la barricada. Solo tenemos que pasar a través de ella.

—Glen, ¿Tenemos una de esas granadas?

—No, y no sería adecuado aquí. Sin embargo, he creado un dispositivo explosivo que podríamos usar aquí...

— ¡Glen, eres un genio! ¡Hagámoslo!

—Vigila mi espalda mientras lo preparo. Cuando diga <<Vamos>>, tírate al suelo y protégete la cabeza.

—Listos... ¡Adelante!

Cierro bien los ojos, esperando la explosión. El ruido de la explosión me sorprende, haciendo que me zumben los oídos.

(¿Lo hemos logrado?)

El explosivo ha hecho una abolladura lo suficiente grande como para que nos arrastremos a través de la pesada puerta. Apartó los pesados pedazos que la bloquean desde el otro lado.

—Démonos prisa en entrar y asegurémosla de nuevo.

—Espera... Oh, Dios... Mi amiga...

Nos damos la vuelta y lo primero que vemos es a una de las supervivientes tumbada en el suelo, con sangre y tejido cerebral que se filtra por un gran agujero en su cráneo.

(Se mantuvo cerca de la puerta incluso después de la advertencia de Glen... Los escombros deben de haberla golpeado).

Me dirijo a Glen, que se apresura a comprobar su pulso.

(¿Tienes sentido hacer eso ahora? Supongo que debe de sentirse culpable por su muerte... De hecho, es mi culpa, ¿No?)

Se me nubla la vista y me apoyo contra la pared, el impulso de vomitar me abruma.

—Lamento tu pérdida.

—No podemos dejarla aquí para que se la coman...

—Ella querría que vivieras. Si no nos movemos ahora, puede que no podamos hacerlo.

——Oye... ¿Estás bien?

—No. Para nada... Oh, Sam.

—Todo va a estar bien. Glen tiene razón. Tenemos que irnos, ¡Ahora!

Una vez que aseguramos el cuarto piso, los pocos que quedamos vivos nos sentamos en el suelo, tomándonos un momento para recuperarnos.

—Nos están empujando hacia delante demasiado rápido. Esperaba que pudiéramos defender el tercer piso.

—Creo que estamos a salvo por ahora. Tenemos que mantenernos en guardia. Evitad los espacios cerrados y los callejones sin salida. Tenemos que estar cerca de los ascensores en caso de que rompan la barricada.

(El tobillo me arde... Espero que no se hinche de nuevo).

— ¿Crees que Weber ha logrado salir?

—Espero que sí. De lo contrario, todo esto es en vano.

Nos quedamos callados por unos momentos, rezando por la seguridad de Weber. Mientras me levanto, me apoyo accidentalmente en mi pie herido.

(¡Ay! Esto podría ser un verdadero problema. Necesito algo para el dolor).

— ¿Adónde vas?

—Necesito algo para el tobillo. Ahora mismo vuelvo.

—Parece que apenas puedes mantenerte en pie. Déjame ir contigo.

(Tal vez que tenga razón... Podría hacerme mucho daño si me caigo).

Nos sentimos como intrusos en la farmacia prístina, cubiertos de sangre y sudor.

—Tal vez podríamos reunir más suministros médicos básicos mientras estamos aquí.

—Claro. Vamos a darnos prisa en volver lo antes posible.

Cojo medicina y algunas gasas, mientras Sam busca más cosas útiles.

(Parece preocupado...)

— ¿Sam? ¿Estás bien?

— ¿Eh? Oh, no es nada, solo estoy... pensando en algo.

—Puedes decírmelo si quieres...

—No estoy seguro de cómo... Cuando vi morir a ese superviviente, me sentí... extraño. Horrorizado, sí, pero también aliviado de que no fuera yo o tú. Es horrible. Lo sé.

—Es un instinto poderoso. Es natural sentirse así.

—No me gusta. ¿Qué clase de persona se alegra de que haya muerto otra persona?

—Eres una buena persona, Sam.

Sam me da un fuerte abrazo.

—Gracias. Necesitaba escuchar eso. Estaba empezando a dudarlo.

—Te quiero, Sam...

Sam cierra los ojos y respira profundamente.

—Necesitaba escuchar eso también...

(¡Dios, su reacción hace que me derrita! Pero...)

— ¿No me correspondes?

Sam sonríe.

—Te quiero, Lucy. Más que a nada.

La ternura del momento que compartimos me deja sin aliento, y me olvido de mi tobillo por un segundo.

Desplazo mi peso sobre él y...

— ¡Ay!

—No deberías estar de pie. Toma asiento.

Sam me hace sentar en una silla mientras me quita el zapato y me examina el tobillo, que se ha hinchado un poco.

—Bueno, no hay mucho que podamos hacer aquí, pero si vamos al restaurante, puedo conseguirte algo de hielo.

—De acuerdo. Déjame ponerme el zapato.

—No es necesario. Te llevaré allí.

Me levanta el zapato y me lo da, y luego me levanta en sus brazos.

—Debe de haber algo de hielo en la parte de atrás. Espera aquí.

Sam me coloca en una silla y luego corre hacia la cocina.

8Me está cuidando muy bien. Me siento culpable de que me haga tan feliz. Solo soy una carga).

— ¡Tengo una bolsa de hielo aquí mismo!

Sam presiona una bolsa de hielo contra mi tobillo y yo suelto un gritito ante la repentina sensación del frío.

—Esto va ayudar. Lo prometo.

—No sé qué haría sin ti, Sam.

—Ni lo menciones.

—Deberíamos regresar. Hemos estado fuera más tiempo del que planeamos y necesitamos permanecer juntos en caso de que algo suceda.

—Tienes razón. ¿Te sientes lo suficientemente bien como para caminar o debería llevarte en brazos?

(Me encanta estar en sus brazos, pero...)

—No quiero que nadie se preocupe por mí. Puedo caminar. Vamos...

Unos minutos más tarde, Glen saca la pequeña radio de su mochila y la enciende.

—Veamos si el mensaje ha cambiado.

...ESCUCHAN ESTO, BUSQUEN EL REFUGIO MÁS CERCANO. LES INFORMAREMOS EN CUANTO TENGAMOS MÁS NOTICIAS.

—Eso significa que todavía tenemos tiempo...

—Recarguen sus armas. Aunque no estemos bajo ataque en este momento, tenemos que permanecer concentrados.

Glen nos hace inspeccionar todas nuestras armas y asegurarnos de que tenemos suficiente munición.

Cuando terminamos, tomamos montones de ropa de una boutique cercana y creamos camas improvisadas en el pasillo.

Las siguientes dieciséis horas pasan sin incidentes.

(Esta espera interminable me está volviendo loca. Debería hacer algo para mantener la mente ocupada).

Vuelvo a la barricada de la escalera de emergencia, reforzándola con unas cuantas cajas pesadas.

(No sé cuánto ayudará esto, pero al menos estoy haciendo algo).

Mis pensamientos se dirigen a Weber.

(Debe de estar asustado, completamente solo ahí fuera...

Un zombi gime desde el otro lado de la barricada, haciéndome retroceder unos pasos. Mi sorpresa pronto es reemplazada por la ira.

(Me lo han quitado todo... espero que la bomba caiga. Espero que todos ustedes mueran, ¡Así nunca más podrán hacer daño a nadie!)

Satisfecha con el estado de la barricada, vuelvo al grupo.

Vuelvo a mi cama y me cubro con un abrigo de lana.

— ¿Cómo está tu tobillo?

—Bien. Este descanso temporal me está ayudando.

—Eso es buen. Escucha, había algo que...

Un choque en la dirección de la boutique donde Harold me había atrapado nos hace girar la cabeza.

—Quédate aquí. Voy a comprobarlo.

(No puedo dejarle ir solo. Si los zombis nos han alcanzado, ¡Podría resultar herido!)

—No, voy contigo.

—Como quieras. Trae tu arma.

Glen y yo entramos en la boutique con las armas listas. Glen intenta encender la luz, pero el interruptor no funciona.

—Quédate cerca.

Cuando nos acercamos a la puerta que lleva a la habitación donde está encerrado, su manija se mueve y se abre sigilosamente.

Glen y yo nos congelamos en el lugar.

Luego, unos cuantos maniquíes sin cabeza caen a través de la puerta, y me estremezco por el sonido que hace el plástico duro al golpear el suelo.

Glen guarda su arma y se vuelve hacia mí.

—Son solo los maniquíes. La explosión los habrá hecho caer.

—Ya... supongo...

Solo ver los maniquíes de nuevo me trae malos recuerdos. Tiemblo y me cruzo de brazos.

— ¿Qué pasa?

—Los maniquíes me asustan. Es una extraña fobia, lo sé. Especialmente para alguien que trabaja... no, trabajaba... en una boutique.

—Admito que no tengo ni idea de por qué alguien se asustaría de un trozo de plástico.

(Tiene razón, es una tontería... He visto a monstruos reales y he luchado contra ellos, después de todo).

—Pero creo que fue increíblemente valiente por tu parte seguir enfrentando tus miedos todos los días en el trabajo.

—Oh... supongo...

Glen me atrae a su pecho, un acto que hace que mi corazón empiece a latir salvajemente.

—No sé cómo ofrecerte consuelo. Sea lo que sea a los que le temes, puedes superarlo.

—Dices que no sabes cómo ofrecer consuelo, pero eso es exactamente lo que acabas de hacer.

Doy un paso atrás y lo que veo me paraliza.

Desde la oscuridad, una mano se extiende para agarrar a Glen, y detrás de ella, un par de horribles ojos pálidos brilla.

(¿Cómo no nos hemos dado cuenta? ¡Tengo que salvar a Glen!)

Sin tiempo para pensarlo, agarro el brazo de Glen y lo alejo del alcance del zombi. Luego, levanto el brazo derecho y pongo la boca del arma en la boca del zombi.

BANG.

El zombi cae, pero aún no ha terminado. La puerta de la trastienda se abre de golpe, y otro zombi se arrastra hacia nosotros.

— ¡Los conductos de ventilación!

— ¡¿Cómo?! ¡Pensaba que Harold había cerrado los puntos de entrada!

Glen dispara al zombi con una impresionante precisión en la oscuridad de la boutique.

—O la explosión ha abierto uno de los pasajes, o a Harold le faltó alguno. Sea como sea, tenemos que asegurarnos de que el conducto de ventilación de esa habitación esté asegurado.

—No quiero volver a entrar ahí.

Otro zombi caes a través del conducto y se arrastra hacia nosotros.

— ¡Tenemos que cerrar esa puerta!

—Va a ser peligroso. ¡Mantente alerta y apunta bien!

Avanzamos, disparando a cada nuevo oponente que corre hacia nosotros con grandes bocas llenas de sangre.

Me voy acostumbrando a la oscuridad y cada vez acierto a más objetivos.

Clic, clic.

Aun así, me quedo sin balas antes que Glen.

—Quédate detrás de mí. ¡Ya casi legamos!

Cuando todos los zombis están muertos, Glen agarra la llave, que llevaba en la cerradura desde que me liberaron, y cierra la puerta.

—Entrar ahí sin una fuente de luz sería un suicidio.

— ¿Qué hacemos ahora?

—Esperemos que...

Los golpes y gemidos de la trastienda lo interrumpen.

— ¿Crees que la puerta aguantará?

—No estoy seguro... Lucía, lo que hiciste antes, yo... me sálvate la vida. Estoy en deuda para siempre contigo.

—Menuda tontería. Jamás habría dejado que ese zombi te alcanzase. Además, ya me has salvado la vida antes.

—No estoy acostumbrado a que me salven.

—Bueno, yo sí. Ya me han salvado muchas veces. Y sí, entiendo por qué sientes que me lo debes, pero no quiero nada a cambio. Somos un equipo.

No puedo ver su sonrisa, pero la siento en su voz.

—Sí. Somos un gran equipo, Lucía.

CRACK.

— ¿Qué ha sido eso?

—Creo que la puerta está empezando a romperse. ¡Tienes que irte, Lucía!

— ¡No puedo dejarte! Alguien debe de haber oído los disparos, yo...

En cuanto esas palabras salen de mi boca, oímos disparos que vienen del campamento.

— ¡No!

—Los retendré aquí y me reuniré con ustedes tan pronto como pueda. Tienes que advertir a los demás sobre los respiraderos.

— ¡Volveré con ayuda! ¡No te hagas el héroe! ¡Corre en cuanto puedas!

— ¡Vete!

Salgo corriendo de la tienda a punto de llorar.

— ¡Zombis! ¡Ayuda!

Un disparo me hace congelarme en el lugar y darme la vuelta.

— ¿Glen...?

Más disparos, esta vez delante de mí.

— ¿Qué demonios está pasando...? ¿Cómo han llegado hasta aquí? ¿Cómo?

Corro hacia el ascensor, pero me detengo cuando veo a un grupo de zombis pululando por nuestro campamento temporal.

Mi corazón se desploma cuando veo a nuestros últimos supervivientes entre filas.

¿Sobrevivirá Glen a su encuentro con los zombis?

¿Llegará el equipo al quinto piso?

¿Dónde está Sam?


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro