Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 12

—Weber, ¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

—Tendrías que atravesar una horda de zombis y encontrar el puesto de avanzada del ejército.

— ¿Por qué hablan como si fuera a ir? Si alguien va a hacerlo, debería ser yo.

—No, Glen. Yo quiero hacerlo. Soy muy bueno... ¡Te lo demostraré!

Weber corre hacia la motocicleta y la inspecciona durante un minuto.

— ¿Estamos seguros de esto? Sé que fue mi idea en primer lugar, pero no he considerado cómo vamos a arrancarla sin una llave.

Weber nos mira y nos dedica una sonrisa maliciosa.

—No necesito una. Pero sí necesito un poco de gasolina. ¡Ahora vuelvo!

—Parece emocionado.

— ¿Puede hacerlo? No quiero que se haga daño.

—Pareces olvidar que tiene a Zero para protegerlo si algo sale mal.

— ¿Así que estás de acuerdo con que debe ir él?

—Tampoco quiero que salga herido. Por otro lado, si alguien tiene la oportunidad de sobrevivir a esto, es ese chico.

—Estoy de acuerdo con Glen. Lucía, ha sobrevivido por su cuenta hasta ahora... Démosle una oportunidad.

Enseguida está de vuelta. Llena el tanque de gasolina y juega con la motocicleta un par de minutos. Poco después, el estruendo del motor llena el centro comercial.

— ¡Lo he logrado!

— ¡Es increíble, Weber! ¡Bien hecho!

— ¡Ahora puedo enseñarte lo que puedo hacer!

Con una mirada de pura emoción, Weber salta a la moto. La conduce por la planta baja, haciendo trucos con una velocidad y precisión impresionantes.

Glen, Sam y yo nos quedamos en el centro de un amplio espacio abierto mientras él va a la deriva alrededor de nosotros, cada vez más cerca, deteniéndose justo delante de mí.

— ¿Dónde has aprendido a hacer eso?

La expresión de su cara pasa a una de profunda tristeza.

—Mi hermano me enseñó esto antes de morir en un accidente.

—Oh... Siento mucho oír eso.

—Hacer trucos en un centro comercial es una cosa, evitar un ejército de zombis es otra completamente distinta.

— ¿Puede alguien más aquí hacer lo que acabo de hacer? Soy el único que puede hacerlo.

(Por primera vez desde que lo conozco, parece lleno de confianza).

—Creo en ti, Weber.

Weber paree que está a punto de llorar.

—Gracias...

—Yo también creo en él.

—Buena suerte, chico. Contamos contigo.

—Entonces, ¿Cuál es el siguiente paso?

—Distribuir el combustible entre los supervivientes. También necesitaremos telas inflamables.

—Y una forma de atraer a los zombis al interior.

—El sistema de megafonía. Podríamos llamar su atención tocando la música del centro comercial.

—Bien, eso está resuelto. También necesitaremos armas y comida en cada piso y en el techo, por si acaso.

—Quiero ayudar.

(Ha estado escuchándonos...)

— ¿Después de cómo nos traicionaste? Lo siento Harold, pero no podemos confiar en ti.

— ¡Ahora soy diferente! ¡He cambiado! Por favor. Quiero ayudar.

—No lo sé, Harold. ¿Qué opinan?

—Deja que ayude. Mientras se mantenga fuera del camino de todos...

—Una oportunidad y se acabó.

—Ya los has oído, Harold. Tienes una última oportunidad.

Harold sonríe brevemente y se aleja.

—Espero que hayamos hecho lo correcto...

—Me aseguraré de mantenerlo ocupado.

—Deberíamos descansar un poco, entonces. Mañana podría ser nuestro último día en este infierno.

Al día siguiente, pasamos la mayor parte del tiempo preparándonos para la invasión.

Cubrimos partes de la planta baja con materiales altamente inflamables y derramamos el combustible en lugares estratégicos.

Harold se mantiene fiel a su promesa y nos ayuda a preparar nuestras defensas.

Ponemos a los demás supervivientes a cargo de reunir suficiente comida y agua para sobrevivir durante unos días.

(Espero que sea suficiente. Se supone que la base del ejército está cerca, pero quién sabe cuándo Weber podrá encontrarla...)

(Si es que logramos esto)

El tiempo pasa rápidamente. Alrededor de las diez de la noche, Sam anuncia que estamos listos.

—Hemos hecho todo lo posible para prepararnos. ¿Qué dice la radio?

—Nada nuevo todavía. Supongo que todavía nos queda algo de tiempo.

—El plan se pondrá en marcha al amanecer. Sugiero que todos descansemos un poco ahora. ¡Buen trabajo, todos!

—Mujer. Ven conmigo.

— ¿Zero? ¿Qué paso? ¿Estamos en peligro?

—Haz lo que te digo.

—Está bien, supongo.

En cuanto me doy cuenta de adónde me ha llevado, mi corazón empieza a latir rápido.

— ¿Por qué estamos aquí, Zero?

Zero sonríe, moviéndose detrás de mí y susurrándome al oído.

— ¿Tienes miedo?

—Esto no es gracioso, Zero. Todavía hay zombis en las alcantarillas. ¿Y si se abren paso?

—No hay ninguna posibilidad. He estado viniendo aquí cada noche, esperando en vano. Ninguno de ellos ha logrado abrir la tapa.

Un escalofrió helado fluye por mi columna vertebral. Hemos estado preocupados por la traición de Harold, y todo este tiempo, Zero pudo haber dejado entrar zombis entre nosotros.

— ¿Has estado... esperando?

—No me mires así. No iba a dejarlos entrar.

—Zero, ¿Por qué me has traído aquí?

—Quería hablar de lo que Weber dijo que haría. Quiero que lo detengas.

(¿Qué está pasando?)

—No puedo hacer eso, Zero. Weber tomó su propia decisión y hemos decidido apoyarlo. Necesitamos su ayuda.

— ¡Va a bloquearme y hacer que le maten!

—No confías en él, ¿Verdad?

— ¿Qué demonios estás diciendo, mujer?

—No confías en que pueda hacer esto. Lo siento, Zero, pero creo en él. No haré lo que me pides.

Zero me agarra del cuello y me empuja contra la pared.

—Tú lo detendrás.

— ¿O qué? ¿Me matarás? Adelante, si eso es lo que realmente quieres.

Aun sosteniendo mi cuello, toma mi labio inferior entre sus dientes y lo muerde ligeramente.

— ¡Suéltame!

Empujo a Zero y él se encoge de hombros, ni un poquito avergonzado.

—De acuerdo, entonces. Déjalo ir mientras tú te quedas aquí y mueres.

— ¡Como si te importara!

—Claro que no me importa. No te hagas ilusiones.

—No sé qué decirte, Zero. Esta es nuestra última batalla. Confiamos en Weber para que nos salve.

—Es su funeral. No digas que no te lo advertí.

Zero sale corriendo del sótano, dejándome sola, intranquila y asustada.

(Todo va a ir bien. Todo va a ir bien. Dios...)

A la mañana siguiente, nos reunimos en un círculo y repasamos el plan por última vez.

—Alguien tendrá que tirar de la cuerda que hemos atado a la puerta principal para dejar entrar a los zombis una vez que estemos listos. En el momento adecuado, Weber se irá y le prenderemos fuego a todo.

—Yo puedo hacerlo.

— ¿Qué? ¡No! Es demasiado peligroso para ti. Glen u otro superviviente debería hacerlo.

(Y ahí está mi problema. No puedo arriesgarme a que Glen, u otro superviviente, sea el que lo haga).

—Sam, déjame hacer esto. Quiero participar. Por favor.

—De acuerdo. Si estás segura...

—Solo tendrás unos momentos para volver a nosotros después de que abras la puerta. No subestimes al enemigo. Están hambrientos, y probablemente serás la primera comida que vean en semanas.

—No lo haré. He tenido muchas oportunidades de ser testigo de lo aterradores que son.

(Decir eso en voz alta hace que me sienta un poco menos segura. Será mejor que me vaya antes de que me asuste demasiado).

Los otros supervivientes suspiran con alivio.

—Hagámoslo entonces. Lucía, Weber... Buena suerte.

Weber ver y yo bajamos a la planta baja mientras todos los demás esperan en la parte superior de la escalera mecánica.

Weber lleva la motocicleta a una pequeña plataforma que hemos preparado y enciende el motor mientras me acerco a la puerta. Al mismo tiempo, el sistema de megafonía empieza a hacer sonar la música del centro comercial.

(Es ahora o nunca).

Tomo la cuerda que está atada a la puerta delantera, pero al principio no se mueve.

(Vamos... Venga... ¡¿Qué demonios está pasando?!)

Finalmente, la pesada puerta se abre, pero la repentina fuerza me golpea contra el suelo, haciéndome caer sobre mi tobillo herido.

— ¡AAHHHH!

Los zombis empiezan a entrar en el centro comercial, atraídos por la música alta, y yo sigo tirada en el suelo, no muy lejos de la escalera mecánica.

— ¡Sam! ¡Glen!

Incluso antes de que diga una palabra, los dos empiezan a correr por la escalera mecánica. Cada uno de ellos me agarra de un brazo y me sube, arrastrándome a un lugar seguro.

—Weber, ¿Qué estás esperando? ¡Ve!

Weber abre la boca como si fuera a responder, pero elige no hacerlo. Salta de la plataforma y sobre las cabezas de los zombis.

(¡Lo ha conseguido! Buena suerte, Weber... Cuida de él, Zero...)

Uno de los zombis se acerca peligrosamente a Sam, pero reacciona justo a tiempo, disparando al monstruo de ojos lechosos en la frente.

— ¡Necesitamos refuerzos!

Desde lo alto de la escalera mecánica, los otros supervivientes disparan con rifles de asalto, dándonos la cobertura que necesitamos para subir las escaleras.

(¡Eso ha estado cerca!)

— ¿Estás bien? ¿Puedes caminar?

—Sí... estoy bien. Siento haberte preocupado.

— ¡Cuidado!

Glen se coloca entre nosotros y un zombi que sube por la escalera mecánica. Le da una patada en el pecho, y la sigue con un disparo en la cabeza.

—Vamos... ¡Tenemos que encender el fuego YA!

Sam saca un mechero del bolsillo y lo tira hacia una sábana de algodón empapada en combustible.

—Aquí es cuando se desata el infierno. ¡Prepárense para correr!

Pero el fuego no se extiende.

— ¡¿Qué demonios...?!

Por mucho que lo intenta, ni Sam ni Glen logran iniciar la reacción en cadena que se suponía que se suponía que iba a incendiar la planta baja.

— ¡Rápido! ¡Al ascensor! ¡Hay que asegurar el tercer piso!

Entramos en el ascensor respirando con fuerza.

— ¡¿Cómo ha podido pasar esto?! ¡Si hemos hecho todo bien!

—Cálmense. Vayamos a la sala de vigilancia del tercer piso y evaluaremos la situación. Quizá aún podamos salvar esto.

—Hay demasiados...

Los monitores que muestran la planta baja están llenos de cuerpos que se arrastran por toda ella. Si hubo un incendio, se extinguió bajo ellos.

Harold maldice y sale corriendo de la sala de vigilancia.

— ¿Dónde vas? ¡Harold, espera!

— ¡No intentes detenerme! ¡Ya he tenido suficiente!

—Intentas volver a hacerlo, ¿Verdad? ¡Vas a subir las escaleras y a cerrar la puerta tras de ti!

— ¡No! ¡Lo prometí! Pero tengo un plan.

Harold se saca una pequeña granada de mano del bolsillo.

—Harold, ¡¿Qué vas a hacer con eso?!

—Voy a bajar a saludarles. Volveré enseguida.

— ¡Vas a hacer que te maten!

Harold saca un arma y me apunta.

— ¡No intentes detenerme!

—Si está haciendo lo que creo que está haciendo... ¡Todo el mundo a cubierto!

Justo cuando dice eso, una explosión sacude el edificio, tirándonos al suelo.

¿Fue la valentía de Harold suficiente para salvar al grupo?

¿Aguantaran hasta que Weber consiga ayuda?

¿Tendrá la explosión algún efecto en los planes del equipo?


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro