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Capitulo 1


—Debo decir que esta vez se ha superado a sí misma, señorita Lucia. ¡Este vestido es perfecto para mi evento de caridad! No sé cómo darte las gracias, querida.

—Exagera, señora. Es un absoluto placer trabajar con usted, como siempre.

— ¡Pero me queda tan bien! Y esta tela...

—Serás la estrella de la noche, estoy segura.

—Cuando me pregunten quien es mi estilista, me aseguraré de hablarles de ti.

— ¡estilista! Eres muy amable. Solo soy una asociada de ventas.

— ¡Bueno, no por mucho tiempo! ¡Tú amigo, Sam, me ha hablado de tu ascenso! Estoy segura de que pronto oiré hablar de tus logros.

—Ah... Gracias. Oiga, creo que este vestido tan bonito necesita un bolso a juego...

— ¡Oh! ¡Y una chaqueta! Hace frio en esta época del año. Lo juro por Dios, estoy agotada de interminables paseos en Helicóptero y de estar atrapada en viejos castillos todo el fin de semana...

Asiento mientras mi clienta se queja de todo lo que tiene que soportar por el bien de la caridad.

Cuando terminamos de elegir todo, me da su tarjeta de crédito y se hace una foto con las bolsas.

—Muy bien, ya puede irse. ¡Disfrute del evento!

— ¡Gracias, querida! ¡Saluda a Sam de mi parte!

En cuanto se va, me abruma pensar en las diferencias entre las dos.

(Debe ser genial poder ayudar a la gente y poder visitar tantos lugares).

(Yo también podre algún día. Trabajare duro para conseguirlo).

(¡Oh! ¡Casi me olvido de coger esos vestidos de la parte de atrás!)

Me dirijo a la parte de atrás mientras pienso en todo lo que me falta para terminar.

La parte de atrás de la tienda es tranquila y está llena de cajas y maniquíes.

Enciendo la Luz. Esta parpadea zumbando débilmente.

(Este lugar me da escalofríos... Voy a buscar esa caja y salgo lo antes posible).

Paso por encima de maniquí, con cuidado de no golpear ninguna de las cajas peligrosamente apiladas.

(¿Dónde ha puesto esa caja? ¿Y que hace todo esto en el suelo?) Pienso mientras veo un grupo de tela y pedazos de maniquíes desparramados en el suelo.

Un escalofrió me recorre la columna vertebral.

La luz parpadea una vez más y me doy la vuelta. Tengo la sensación de que me observan.

— ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?— (Genial. Ahora estoy siendo paranoica por nada).

Por el rabillo del ojo veo un maniquí que se mueve hacia mí, con los brazos extendidos como para agarrarme.

— ¡Bu!— Grita mientras me agarra fuerte de los hombros.

— ¡AAAAAH!

—Eh, tranquila. Soy yo. ¿De verdad te he asustado?

Le dedico a mi compañero de trabajo una mirada de asesina, pero eso no consigue borrar la sonrisa de satisfacción de su rostro.

—Se necesita más que eso para asustarme, Sam.

—No sé, yo te he visto bastante asustada.

— ¿Que? Eso no es verdad.

— ¿Oh? ¿No te da miedo que algunas de estas muñecas cobren vida y te coman algún día? Estoy bastante seguro de que vi una película sobre eso...

—Hablemos de otra cosa.

—No te preocupes, Lucia. Incluso si uno de estos asquerosos cobraran vida, haría todo lo que estuviera en mi poder para protegerte. — Dijo mientras cambiaba su cara de risueño a seriedad pura.

—Bueno... ¿Qué estás haciendo aquí?

—Solo estaba tomando un descanso y leyendo las noticias en mi teléfono. Ten, echa un vistazo.

Me muestra su teléfono. Tiene un sitio web de noticias abierto. El titulo dice: << ¡DESAPARECIDOS! ¿Dos nuevas víctimas del misterioso asesino?>>

—Espera... ¿Y esto?

—Dicen que al menos una docena de personas fueron asesinadas anoche y el doble de ellas están desaparecidas. No tienen ni idea de quien lo ha hecho— Su mirada demostraba que en verdad la noticia lo tenía preocupado. Digo ¿Quién no lo estaría?— Encendamos la televisión, tal vez haya novedades.

Sam mueve una caja que estaba justo frente a un viejo televisor y lo enciende.

Todavía no tenemos explicación alguna para los eventos que tuvieron lugar y la policía no tiene sospechosos. Parece que los primeros asesinatos ocurrieron en lo que ahora se conoce como una guarida de criminales donde tienen lugar apuestas y peleas ilegales. No está claro como el asesino eligió a sus víctimas. Los ciudadanos responden a la tragedia llamando a la acción con protestas pacíficas contra la violencia.

Después de una advertencia de contenido, muestran imágenes de personas destrozadas, mutiladas hasta tal punto que los restos apenas parecen humanos.

—No puedo creer esto...— Dije en shock mientras seguía viendo las imágenes.

—Lo sé. Esa pobre gente...—Sam estaba igual o peor que yo.

Cruzo os brazos, incomoda ante la idea de volver a casa sola esa noche.

—Oye, ¿Necesitas ayuda con esa caja?

— ¿Qué?—Yo lo mire sin comprender que quería decir con eso hasta que recordé lo que vine a buscar — Oh. Los vestidos. Sí, me vendría bien algo de ayuda. ¡Gracias, Sam!

—No hay de qué. — Dijo mientras me dedicaba una sonrisa encantadora.

Sinceramente Sam es muy buena persona y muy guapo también, él es uno de esos chicos que cualquier chica quisiera tener, todo un don juan, teniendo el pelo rubio platinado, un poco largo y que siempre lo tiene despeinado, le da un toque jovial y rebelde al mismo tiempo, además, de un cuerpo de muerte y uno extraños (pero exóticos) ojos color violetas, es sinceramente extravagante.

Sam coge la caja pesada y me ayuda a desempaquetar los vestidos. Hablamos del incidente un rato y el tiempo pasa volando. Antes de darnos cuenta, el día de trabajo ha terminado.

— ¿Necesitas que te lleve a casa, Lucia?

—Gracias, pero me quedare un poco más. Necesito limpiar este desastre. Podrías quedarte y ayudar, si quieres.

—Me encantaría, pero tengo prisa. ¡Tengo que prepararme para una cita!

(Entonces, ¿Por qué me ha ofrecido llevarme a casa?)

—Me siento mal por dejarte aquí. ¿Estas segura de que vas a estar bien?— Dijo volviendo a su irada de preocupación.

—SI, Sam. Yo me encargo de esto. ¡Diviértete en tu cita!— Digo mientras lo empujo a la salida.

Sam me da las gracias con una sonrisa y sale de la tienda.

—Esta es siempre la peor parte...—Susurro para mí misma, mientras me dirijo al centro de la tienda.

Recojo todo el pastico, el cartón y el papel de burbujas, limpio el polvo y friego el suelo. Cuando esta todo impecable, cojo mi bolsa y salgo.

Justo cuando estoy a punto de cerrar la entrada principal, escucho un ruido desde el cuarto trasero.

Sinceramente no sé qué hacer, no quiero entrar allí sola, pero si no voy y pasa algo mañana me espera una reprimenda.

Me detengo un momento, antes de decidir que debo investigar.

— ¿Hola? Sam, ¿Eres tu otra vez?— Después de hacer la pregunta pienso en lo ridículo que fue, ya que he visto como él se marchaba.

Presiono el interruptor de la luz pero no pasa nada.

—La bombilla debe haberse fundido... Bueno, mañana me encargo de eso. Me largo de aquí.

El centro comercial Prism City Mall es el tercer centro comercial más grande del país y se nota. Está repleto de enormes tiendas de marcas caras en cuatro de sus cincos pisos. Tiene todo lo que necesitas. Siempre y cuando puedas pagarlo.

(He trabajado aquí durante dos años y todavía me deja sin aliento).

Mientras bajo las escaleras, no puedo evitar notar que me tiemblan las manos y que mi pulso está más acelerado de lo normal.

(Tal vez podría tomarme un momento para relajarme... Sé que todavía es un poco temprano para beber, pero una copa no puede hacer daño... ¿Verdad?).

Elijo ir a una cafetería cómoda y antigua, la más pequeña y menos costosa de la cuatros cafeterías del primer piso.

La bebida que pido me calienta, pero no hace desaparecer la ansiedad. Los latidos de mi corazón se mezclan con las conversaciones de la cafetería y es entonces cuando le veo sentado solo en la barra.

(Glen... ¿Bebiendo?)

El gerente de la tienda que está al lado de la mía, un hombre frio y obsesionado con la eficiencia. Mira fijamente el fondo de su vaso con el ceño fruncido.

—Eres la última persona que esperaba ver aquí. — Dejo escapar esas palabras antes de preguntarme si quiera por qué me acerco a él. Poe un momento, siento que su fría mirada puede leerme el alma.

— ¿Y por qué, señorita Lucía?— Dijo con una mirada seria, que me dejo perpleja.

—No lo sé. No pareces el tipo de persona que va a beber justo después del trabajo.

Animada por la bebida que acabo de tomar, le dedico lo que creo que es una de mis sonrisas más encantadoras.

—Tampoco tú. Sin embargo, aquí estamos.

Su comentario suena frío, pero le hace unas señas al camarero y pide otro trago para los dos.

— ¿Hs oído las noticias, señorita Lucia? ¿Qué piensas de lo que está pasando en nuestro encantador vecindario?

—Creo que es aterrador. No entiendo cómo ha podido pasar... ni por qué. Espero que atrapen pronto al asesino.

— ¿Así que crees que solo hay un asesino?

— ¿Tú no?— Pregunto mientras lo veo de forma extraña — ¿Cómo puede haber más de uno de esos psicópatas? ¿No has visto lo que le hizo a esa gente?

—De hecho, si y no es la primera vez.

— ¿A qué te refieres?

Glen se detiene y toma un sorbo de su bebida.

—Estuve en el ejército. Fuerzas especiales. Esa noche teníamos una misión sencilla. Asaltar el complejo enemigo y eliminar a todo lo que se moviese. Terroristas de sangre fría, eso es lo que eran. Cuando llegamos allí, todo estaba misteriosamente en silencio. La mayoría de ellos estaban muertos, exactamente como sucedió anoche. Excepto uno. — Glen parecía muy perdido en los recuerdos mientras me contaba todo— Como un animal rabioso, nos atacó con las manos desnudas; gruñía y nos arañaba.

Glen se detiene de nuevo. Entonces me doy cuenta de que mis nudillos se han puesto blancos por la fuerza con la que agarro el vaso. Ya ni me acordaba de mi bebida.

— ¿Que paso entonces?— Pregunte curiosa, deseando que siga con la historia.

—Nada. Le disparamos y nos fuimos a casa. Nuestra misión había terminado.

— ¿Alguna vez averiguaste quien los mato?

—No. Pero lo que si descubrimos es que un pueblo cercano tiene una leyenda sobre un demonio que se alimenta de carne humana. Se encargaron de destruir el recinto con fuego para purificarlo.

—No... Crees en esa leyenda... ¿Verdad?

—Por supuesto que no. No hay demonios en este mundo. El único mal en el que creo está en los corazones de los hombres.

—Ya veo... Bueno, debería irme a casa. No estoy acostumbrada a beber. Gracias por la charla, Glen. Ha sido un placer.

—Igualmente. Eres una mujer interesante, Lucia. No mucha gente tendría una conversación conmigo. — Dijo mientras me dedicaba una sonrisa.

La verdad me sorprendió que me sonriera, todos conocemos a Glen como alguien muy serio y frio, con un toque de misterio cosa que hace que muchas mujeres estén locas por el) Aunque no las culpo, con su pelo castaño siempre bien peinado, su piel pálida y unos ojos entre azules y turquesas, es un placer para la vista, pero su toque de misterio y sombrío no deja que nadie se le quiera acercar.

Miro a mi alrededor y noto que el resto de los clientes parece mantener la distancia con Glen, como si tuviera un aura aterradora.

—Cuando por casualidad volvamos a encontrarnos, ¿Podrías contarme más sobre tus días como militar?

—Tal vez.

Pido la cuenta, pero el camarero me dice que Glen ya ha pagado. Le doy las gracias una vez más y me voy a casa.

A la mañana siguiente, llego al trabajo un poco más tarde de lo habitual. Sam me saluda con una gran sonrisa.

—Estas de buen humor. ¿Cómo fue tu cita?

— Ah, eso... Estuvo bien. Aunque al final ambos estuvimos de acuerdo en que no había chispa.

— ¿Eh? ¿Entonces por qué sonríes?

—Es que me alegro de verte. Te echare de menos cuando nos dejes.

—Ya veo. Hablando de eso... Sam, ¿Por qué les hablaste a mis clientes sobre mi promoción?

—Bueno, estaba tan orgulloso de ti que tenía que compartir la noticia.

—Esto... Sabes que aún no me la han dado, ¿Verdad?

—Si, si, pero es solo una cuestión de papeleo, ¿Verdad? Tienen que elegirte para ser el nuevo gerente de distrito.

—No es justo, Sam. tienes más experiencia y eres mejor líder que yo. Ni siquiera me tendrían en cuenta si no lo hubieras rechazado.

—Me gusta estar aquí. Solo soy un líder cuando no tengo otra opción, Lucia...— Dice mientras me guiña el ojo— Además, yo recibiría ordenes de ti en cualquier momento.

— Hoy no estoy de humor para tus bromas, Sam.

— ¿Quien ha dicho que fuera...? Espera... ¿Escuchas eso?— Dice mientras se acerca a la salida, a lo cual yo lo sigo.

Nos paramos en seco y escuchamos.

—Suena como si alguien estuviera gritando abajo.

En cuanto digo eso, veo a Glen pasar corriendo por nuestra tienda y hacia la escalera mecánica.

—Debe ser algo serio si ha sacado a ese tipo de su malvada guarida... Lucia ¿A dónde vas? ¿Lucia?

Salgo corriendo y sigo a Glen abajo.

(Sam tiene razón... Glen parece centrado en lo que sea este pasando. Debo averiguar que es).

Abajo, una multitud se ha reunido alrededor de dos hombres. Uno de ellos, un hombre cuya mirada rabiosa me hace pensar en la historia de Glen, intenta de morder a través de la manga del otro hombre.

— ¡Que alguien aleje a este monstruo! ¡¿Qué demonios intentas hacer?! ¡ALEJATE!

(¿Por qué nadie intenta detenerlo?)

El miedo prevalece, y me quedo detrás de la multitud mientras alguien finalmente decide detener al atacante.

Dos hombres se acercan, agarran al hombre y lo inmovilizan contra el suelo a una distancia segura.

— ¿Que ha pasado aquí? ¿Por qué te ha atacado ese hombre?— Le pregunta Glen al hombre que se defendía.

— ¡No tengo ni la menor idea! hace un minuto estaba sentado en ese banco, esperando a mi esposa, ¡Y al instante siguiente ese loco me asaltó! El muy cabrón me ha mordido la mano... ¡Presentare cargos!

El hombre sigue gritando, pero Glen pierde interés y se centra en los gruñidos guturales del atacante.

—Me asegurare de que este bien, si quieres puedes ir a averiguar lo que ha pasado.

Glen asiente con la cabeza y me deja con el hombre, que se derrumba en el banco.

La multitud se aleja para darle espacio para respirar; parecen más interesados en el otro hombre. Algunos de ellos sacan sus teléfonos y empiezan a grabar.

(Espero que al menos uno de ellos recuerde llamar a la policía...)

—Voy a buscar algo para esterilizar esa mordedura mientras esperamos la ambulancia. Vuelvo enseguida— Le comunico al hombre, el solo me hace un gesto con la mano, respirando con fuerza.

Apenas un instante después de que me doy la vuelta para salir, se cae del banco, convulsionando y escupiendo sangre negra.

— ¿Señor? ¡¿Me oye?!— Pregunto mientras me arrodillo a su lado— ¡Necesito ayuda!

En lugar de una respuesta, todo lo que oigo son gritos.

— ¡Lo ha matado! ¡Oh, Dios! ¡Está muerto!— Grita una mujer en la multitud

— ¡Hay más! ¡Mirad!— Grita otro hombre

(¿Que está pasando? No puedo ver nada...)

Me doy la vuelta, y veo como el hombre se incorpora.

—Señor, ¿Está usted... bien...?

(Algo va mal)

El temor me invade cuando noto la piel traslucida del hombre, cubierta por una red de venas purpura oscuro, Su boca está abierta, y sus labios se curvan hacia atrás, revelando sus encías negras. Le miro a los ojos, blancos y vacíos, y me doy cuenta, con horror, de que este hombre no está vivo. Pero se mueve. Mientras levanta las manos hacia mí, me doy cuenta de lo que está pasando.

(¡Va a morderme!)

¿Quién o qué son los misteriosos atacantes?

¿Sobrevivirá Lucia a su encuentro con ellos?

¿Queda algún lugar seguro para esconderse?



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