†V E I N T I C I N C O†
†C A P I T U L O V E I N T I C I N C O†
†D E S C O N O C I D O†
†Septiembre 18†
Han pasado muchos años desde que salí de este lugar, después de todo aun conserva la esencia de esa elegancia que tiene mi familia o bueno, que tenía mi familia.
—Chr173 —susurro.
Me acerco y toco el timbre. Unos minutos después alguien se digna en abrir, no podía creer lo que mis ojos veían; digamos que su expresión también fue similar.
—¿Eres tú? —pregunta negando algo confusa.
Asiento.
—Si, he regresado —digo dando un paso hacia adelante para entrar a la casa.
Pasan los años y el servicio de esta casa sigue siendo inútil.
—Sabía que tarde o temprano lo harías pero...
—Lo sé, ya habías perdido la esperanza que así fuera.
Tomo en mis manos la foto de una dulce niña; mi hermana menor, ¿dónde andará? Siempre tan escabullíza.
Me doy la vuelta y veo que me observa con cierto terror.
—¿Qué? —inquiero—. ¿No vas a ofrecerme algo de tomar?
Ella asiente y camina deprisa al pasillo que lleva a la cocina. Todo sigue como siempre.
Tomo asiento y repaso paso a paso lo planeado.
—¿Qué quieres saber a estas alturas mi niña?
Sonrío fugazmente, recuerdo que era su consentida, la consentida de todos en esta casa hasta que llegó mi hermana menor. Todo se esfumó, ella me había robado el cariño de todos y cuánto la odio.
—¿Qué sabés de mi hermana? —pregunto aunque esa no es exactamente la razón por la que e venido hasta aquí.
Veo como tiemblan sus manos.
—No he sabido nada de ella desde aquel entonces en el que se marchó de casa.
Ladeo mi cabeza con indiferencia.
—Tal vez halla muerto, o tal vez anda de buscona robando el cariño ajeno.
—No diga eso, ella la quiso tanto —dice.
—Me quiso tanto que me quitó todo, nana —suelto en un hilo de voz.
Niega y trata de sujetar mis manos pero esquivo su contacto.
—Si ese jovencito no habría aparecido en sus vidas todo fuera muy diferente mi niña.
Me doy la vuelta y contengo las lágrimas.
—¿A quién entregaste a mi hijo?
El silencio nos inunda por un largo rato.
—Sus ojos eran como los tuyos, su piel tan delicada como la tuya, y su cabello oscuro como la noche —describe—, tú padre me había exigido entregarlo a un orfanato, pero hice a un lado su orden entregándolo a una familia que estaba de paso en la ciudad.
Acomodo mi refinado vestido de ceda, tomo asiento sin poder verla a la cara.
—¿Cómo eran?
Cierra sus ojos y los abre nuevamente con expresión perdida.
—Tenian rasgos en común con el niño, sus ojos eran del mismo color, su cabello igual. Iba de paso cuando los escuché discutir a él y a su esposa por no poder tener hijos. Se veían de buena posición aunque al parecer su matrimonio no era tan bueno por no poder agrandar su familia.
—¿Sabés a dónde iban?
Lo piensa por un momento.
—No lo recuerdo, se qué tan pronto como les di al niño salieron de ese lugar, jamás volví a verlos.
Suelto una carcajada.
—Lo encontré nana, los encontré a los dos.
Me mira confundida.
—Encontré al bastardo de Corey, y a mi hijo —emito en medio de una carcajada.
Sus manos tiemblan, sabe que la he descubierto.
—No puede ser posible.
—Pero lo es. ¿Por qué me mentiste nana?
Se levanta nerviosa.
—¿Por qué no me lo contaste?
Dejo la pregunta en el aire y me voy a la cocina.
AÑOS ATRÁS...
Odio todo lo que tiene que ver con la estúpida de Corey, odio que sea todo lo contrario a mi.
Buenas notas, más alta, más pálida, sus ojos son más claros que los míos. Todas las chicas quieren ser sus amigas y los chicos están como perros detrás de ella.
¡Imbéciles!
Mi hermanita solo puede tener ojos para el tipo más idiota, y ridículo de toda la escuela. También el más pobretón y tarado, que gustos más raros.
Pero como lo que es igual no es trampa.
Usaré mis buenos atributos para que mi plan no falle e todo salga a la perfección.
Termino de arreglarme y bajo de inmediato, sé que nadie me preguntará a dónde voy. A nadie le importo ni un pepino que hago con mi vida.
Espero que las chicas hayan hecho la parte que les tocaba del plan, espero esas estúpidas no cometan un error.
Llego a la casa del tarado y como estaba previsto sus padres no se encontraban en casa.
—Listo, el estúpido está completamente drogado —me comunican las chicas.
—Ahora solo falta una cosa —afirmo muy segura de ello—, deberán golpearme para que todo salga aún más perfecto.
Se encogen de hombros, y recibo el primer puñetazo uno, tras uno hasta ver correr sangre por mi rostro.
—Creo que es suficiente —masculla una de ellas.
Rasgue toda mi ropa como pude y les pedí que me ayudarán a llegar a la habitación del estúpido. Una vez todo hecho las chicas llamaron a mis padres llevando acabo la segunda parte del plan.
Todo salió a la perfección, todos creyeron que él había abusado de mí. Mi ingenua hermana no podía creerlo, estaba tan destrozada.
Yo disfrutaba verla sufrir, me sentía en el cielo a causa de ello.
Sin embargo, nada cambió. Ahora mis distinguidos padres solían rechazarme aún mucho más. Todos se enteraron de mi supuesta violación para lo que a mí familia respecta eso era una gran humillación y el fin de su prestigio como médicos.
Y a todo este dolor de estómago se sumó uno más, yo estaba embarazada, obvio no del tarado. El odio creció más por mi hermana, Corey si estaba embarazada del idiota.
Mis padres seguían haciendo fuerzas en la ley para que imbécil pagara una condena, pero se me había olvidado un pequeño detalle.
Aquellas chicas que me ayudaron, siempre fueron rechazadas por mi hermana, y claro es que eran unas pobretonas; fueron con el chisme, contaron todo a las autoridades, y a mis padres.
Les juré que me las pagarían tarde o temprano.
Estuve encerrada una semana en mi cuarto, solo la nana me preguntaba si quería de comer. Nadie más lo hacía, la verdad sabía que nada se había calmado.
Una noche iba por el pasillo que daba a la habitación de mis padres y escuché su conversación.
Me llevarían al médico para deshacerse de mi embarazo, luego me llevarían a un psiquiátrico y me dejarían ahí de por vida.
La furia, y el odio no cabían en mi. Quería acabar con ellos por completo.
Subí por mis cosas, guardé todo cuanto podía en mi mochila. Baje sin que nadie me viera. Al salir con un cuchillo corte los frenos del auto de mis padres, y salí de casa tan pronto como terminé.
Días después, vi en las noticias la triste noticia sobre la muerte de la esposa de uno de los médicos más prestigioso de la ciudad.
Había matado a mi madre.
Volví a casa, mi padre estuvo internado en el hospital por unos meses; había quedado inmóvil. Mientras tanto mi objetivo ahora era mi pequeña hermana.
Unos meses después había nacido el bastardo de mi hermana y todos felices comiendo perdices. Llegó mi día, y ya odiaba a ese niño como a todos.
Una mañana fui por él, pero ya no estaba. Pregunté pero nadie dijo nada, fue como siempre mi nana quién respondió.
Cuando todos dormían entre a la habitación y asfixié a aquel monstruo de sociedad.
Tomé en silencio al bastardo, salí de casa antes de que se dieran cuenta y me lo llevé.
Era insoportable, lloraba por todo. Me estaba volviendo loca. Lo dejé tirado en el hotel que me estaba quedando.
Y más nunca supe de él.
AHORA...
Regreso a la sala admirando el filo de un cuchillo.
—Entonces, ¿por qué me mentiste?
Lágrimas corren por su rostro y las palabras se atoran en sus labios.
—Perdóname, fue una orden de tu padre.
—No cuidaste de mi nana, y me enfermé gravemente.
—Lo siento mi niña.
La mentira es uno de los virus que destruirá este mundo y de eso estoy tan segura.
—Los encontré, ahora solo necesitaba saber cuál de los dos era mi hijo.
AÑOS ATRÁS...
Una cosa tiene mi familia y es su representativo color de ojos. Muchas veces llegué a creer que eran únicos, pero no.
Por ello cuando lo vi por primera vez sospeché de él, empezé a acercarme poco a poco pero nada encajaba. Eran muy felices, y su parecido con el niño era increíble; no podía ser él, mi hijo.
El dinero que había robado de mis padres estaba llegando a su final, no podía quedar en la calle y mucho menos trabajar con mi identidad real.
Así que me hice amiga de un par no tan inocente e felices como aparentaban serlo. Tenían un hijo, uno muy rebelde que pronto tendría que pagar sus consecuencias.
La verdad solo quería el dinero de estos dos imbéciles, eran un matrimonio amor-odio. Muy ridículos para mi gusto, pronto la pequeña semilla de la cizaña fue derribando todo, habían entrado en un círculo vicioso del cual no tendrían escapatoria.
Mi última pieza ya había dado sus pasos en el tablero y el juego estaba llegando a su fin.
Pero los resultados de una autopsia revelaron algo que nunca imaginé. O era mucha la coincidencia o el mundo me estaba regresando lo que me había quitado y por doble partida.
¿Pero cuál era mi hijo?
AHORA...
—Estoy feliz porque los has hallado, ahora podrás ser feliz, y también podrás hacer feliz a la niña Corey.
Ruedo mis ojos.
—No nana, también debe morir como mi hermana.
Trata de acercarse a mí pero me aparto.
—¡Por favor! No digas eso.
—Fui yo nana quién mató a mis padres, fui yo. Y así morirás tú por haberme mentido.
Me abalanzo sobre ella y clavo el cuchillo una y otra vez de manera descontrolada en su pecho.
Limpio la sangre de mi rostro, saco el cuchillo y lo limpio con un pañuelo. Me levanto, detallo la escena satisfactoriamente.
Salgo de la casa, el haber estado allí mucho tiempo me trae malos recuerdos. Subo al auto dando un portazo.
—Encargate de limpiar todas las huellas posibles —ordeno.
Necesito salir de aquí.
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¡Caray! Qué capítulo. Espero los haya dejado con el deseo de querer saber más. Con este capítulo les digo que ya se acerca el final, un poco lejano pero, ya MALICIOUS pronto llega a su fin.
Los leo<3 háganme Feliz, ¿qué les pareció este capítulo?
Los quiero siempre ♥️
Anne Fernández.
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