†C A P I T U L O   V E I N T E†

†Desconocido†
†Septiembre 13†
†Primera hora de la noche†

Me gustaría poder viajar en el tiempo y borrar aquél día tan desgarrador para ambos. Apaciguar ese pequeño moustruo que un día estaba dispuesto a dar su vida por mi; y que hoy ya no me recuerda. No sé porque decidí volver a confiar en él, solo sé que no puedo permitir que nada afecte la realidad de su cabeza, esa que tanto anhelo saber.

Me coloco los guantes negros, solo espero que todo haya salido tal y como lo planeamos, un sólo error nos constaría mucho. Siento vibrar el móvil en mis pantalones y es la señal que esperaba para adentrarme al lugar. Si el oficial me pilla entrando al registro de casos sin resolver me meteré en serios problemas.

Debo darme prisa.

Con prisa me apresuro a buscar los archivos del «dos mil diez».

¡Santos cielos! Son demasiados, quién diría que en ese año hubo tanto caos en este pueblo. Pero mi búsqueda no pudo fracasar más, busqué tanto y fue tan inútil. Sin embargo, mis ojos caen en un cajón junto a una pequeña mesa. Llevaba una etiqueta en rojo que dejaba en claro que eran casos muy reservados. Me acerco a el pero este a diferencia de los otros, estaba cerrado con llave. Agradeceré a la persona que me dió esta idea, sonrío y saco un pequeño alambre de mi bolsillo. Con la paciencia de una tortuga —que no sé, si eso sea bueno en este momento—, después de unos cortos minutos logro abrir el cajón. Un sobre en primer lugar captura mi atención «R. Wilkinson dos mil diez».  Lo tomo y cierro el cajón, justo en el momento en que mi alarma se enciende y me indica que me e tardado más de lo programado. Muevo mis pies rápidamente y salgo a toda velocidad.

Le dedico una sonrisa triunfal a ambos y les muestro el sobre en mi mano.

Si, lo e logrado. Aunque no me interese leer nada de él escrito ahí. Mi objetivo central es otro.

—Casi me provocas una convulsión de nervios —pronuncia él—, cuando vi que el oficial se dió cuenta de que las cámaras no funcionaban —:añade para concluir—. Por suerte ya tú no estabas ahí.

—A todas estas, ¿por qué demoraste tanto? —pregunta ésta otra que hasta ahora había permanecido en silencio.

Suelto un suspiro y les cuento toda mi travesía en ese lugar.

Lo que sigo sin entender es, ¿por qué estaba bajo seguridad? Es una gran incógnita que necesito resolver pronto.

No me sorprendería que alguien más esté involucrado en todo esto.

†
†Segundo período de la noche†

Observo el sobre color marrón encima de mi escritorio, tengo una lucha interna por leerlo o no. Ato mi cabello con una liga y paso mis manos por mi rostro tratando de encontrar serenidad. Ella toma en sus manos mi rostro el cual las quito por inercia alejándome de su contacto como si me hubieran dado una descarga eléctrica.

—Lo siento —me disculpo.

Ella asiente.

—En la física, el momento de inercia es una medida que se utiliza para describir la rotación de un objeto —dice, lo miro fijamente porque se exactamente a qué se refiere, a lo que él concluye—, entre mayor es la masa del objeto, mayor es el momento de inercia. Así que sino lo quieres leer nosotros podemos hacerlo por tí.

Los miro a ambos y termino entregándoles el sobre.

Él abre su boca en asombro al detallar cada foto, hace a un lado el sobre y se tumba sobre el sofá, supongo que para poder asimilar lo que está viendo.

—¿Él fue quién hizo todo esto? —inquiere con horror en sus ojos.

—Es lo que dicen —digo siendo lo único que puedo articular.

Toma ahora el informe y me preparo para escuchar. Tose para asegurarse de que esté cómoda, pero jamás podría estarlo escuchando lo más atroz que estoy por escuchar.

—Rostov–Angst dos mil diez, Regan Wilkinson, diez años de edad... —empieza a leer en un tono bajo pero audible—, único sobreviviente al incendio ocurrido la noche del último día del mes de octubre. Dónde perdieron la vida sus padres e única hermana, en la que también se vieron incluidas dos víctimas más; cuyos restos encontrados pertenecían a Brandon y Rosse Riemelt, en donde aparentemente también sus padres perdieron la vida. Los oficiales encargados del caso alegan que el joven menor de edad es el culpable de provocar el incendio al cuál únicamente él, logró sobrevivir. En el año dos mil trece, es decir tres años después la jueza Alaya Hollman daría por finalizado su caso en el que ninguna evidencia señalaba que él fuera el culpable. Después de unas investigaciones adicionales la jueza determinó que el joven debía tener asistencia psiquiátrica permanente...—hace una pausa, sé que tiene sus ojos puestos en mí—, siendo diagnosticado con severos múltiples trastornos psicológicos como lo son: TEPT (trastorno por estrés postraumático), DID (trastorno de identidad disociativo), además de una amnesia disociativa, selectiva.

...

El silencio nos invade por un largo momento.

—Quiere decir que... ¿Puede recuperar en cualquier momento su memoria? —rompe el silencio, pero solo puedo mirarla y asentir.

Me siento bloqueada en este punto de la historia. No sé, si hice bien en robar el expediente de su caso. Pero por otro lado en mejores manos no podría estar.

—No sólo es eso —declara él caminando ahora de un lado a otro en la habitación—, sus síntomas al parecer son muy diferentes a otros casos, en lo general, casi todos los pacientes con TEPT tienen el mismo síntoma  psicobiológico central —explica—. Un trastorno disociativo activo hará que los pacientes reexperimenten sus eventos traumáticos. Es decir vuelven a recrear lo que les sucedió. El trastorno disociativo pasivo hará que los pacientes eviten cualquier estímulo que pueda desencadenar sus recuerdos traumáticos, y eso es la amnesia disociativa. Si olvida todo su pasado los psicólogos lo llamaríamos amnesia generalizada, pero él solo padece la más común, amnesia selectiva. Lo que quiere decir, que solo se borró un punto de su memoria.

Pasaba por alto que es un psicólogo de profesión. Ladeo mi cabeza un poco confundida.

—En español por favor —sugiere igual de perdida que yo.

Suelta un suspiro y se sienta entre ambas.

—Quiere decir que cada vez que se enfrenta a tí, se enfrenta a su trauma del pasado. Sólo está teniendo un bloqueo dentro de su mente. Pero si sus recuerdos no son empujados a la luz, éstos serán consumidos por la oscuridad del vacío dentro de sus propios recuerdos.

—Es decir, me queda poco tiempo para descubrir toda la verdad.

Asiente.

Suelto un resoplido con mi boca y recuerdo la cita que tengo pendiente hoy.

—¿Piensas ir a esa cita? —me pregunta ella.

—Si.

—Iremos contigo —responde muy convencida.

Lo pienso por un momento pero termino negando.

—No lo veo conveniente, pero pueden quedarse al margen atentos a cualquier inconveniente.

Terminan aceptando no tan convencidos de lo dicho. Sólo espero que esto no termine en un desastre.

†

Llevo una hora sentada en este lugar esperando que haga presencia. He decidido no esperar un minuto más, debo estar ahí cuando despierte.

El viaje de Angst a la ciudad es largo como para esperar un tiempo más. Supongo que solo quería burlarse de mí. Sin embargo un dejo de preocupación me recorré y recuerdo la voz de aquél hombre.

—...sé quién eres, mi identidad la mantendré en anonimato hasta vernos en persona.

Mi sangre se heló por completo.

Me pongo de pie dispuesta a irme, pero vuelvo a sentarme, la gente en el lugar me observan extrañados y me hace recordar algo más.

—Evita llamar la atención, y una vez en el lugar no puedes marcharte. Te estaré observando y saldré en el momento más conveniente para mi.

¡Maldita sea!

Le doy un sorbo largo a mi bebida y siento una presencia muy cerca de mí. Me giro para encontrarme con una mujer que juraría haber visto en alguien más en sus ojos. Y me recuerda a la parte omitida en el expediente.

Corey Harris.

Por fin, te conozco.

Y sí, hay algo más por contar en esta historia.

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