†S E I S†
†C A P I T U L O S E I S†
†Septiembre 08†
†Primera hora de la mañana†
En toda la clase no he parado de observar la hora una y otra vez, estuve apunto de arrancar el reloj de la pared. Estoy ansioso por salir de este lugar. No quiero tener a nadie cerca de mí. Saber que puedo ser un peligro para todos, solo... me hace sentir tanto desprecio de mi mismo.
Tomo mi mochila y me apresuro en salir a toda velocidad en dirección al baño. Una vez allí, vomité. Mi cuerpo temblaba y el sudor rodaba por mi rostro.
Vida puerca.
Me tumbo en el suelo y cierro mis ojos negando con mi cabeza numerosas veces. Un nudo se asienta en mi estómago y todo dentro de mí cabeza da mil y una vueltas.
Ya no quiero indagar mi pasado, ya no quiero pensar más en ello, ¡basta! No puedo seguir haciéndolo. Cada vez que insisto por encontrar algo más, cada vez que me fuerzo por hallar la mínima cosa, colapso por completo.
Termino de lavar mi rostro y me cuelgo la mochila dejando salir aire por mi boca. Salgo y me encuentro con la profesora de Biología tornándose inhóspito el lugar en el que nos encontramos ambos.
—Profesora —digo a regaña dientes.
Ella da unos pasos hacia mí haciendo que yo retroceda quedando entre ella y la puerta.
—¿Por qué me has estado evadiendo?
—No tengo necesidad de hacerlo cuando las cosas entre usted y yo están muy claras.
Pasa sus manos por mi cuello rápidamente y empieza a besarme como loca.
—No puedes decirme eso, terminé mi relación para poder estar contigo.
¡Mierda!
—Entonces ve y regresa con él, porque ni de coña vuelvo a estar contigo. Te lo hice saber la última vez.
Empieza a golpear mi pecho como fiera y a agotado mi paciencia. La agarro por el cuello haciendo un movimiento rápido pegando su cuerpo ahora a la puerta.
—Aléjese de mi, y no vuelva a molestarme al menos que quieras que vaya con el rector y le hable sobre su poco profesionalismo de andar por ahí acostándose con los estudiantes.
La suelto, ella cae al suelo tosiendo por la presión que hice hace un momento en su cuello.
—Eres de lo peor —suelta recuperando la respiración.
Ruedo mis ojos y salgo en dirección al cafetín. Al entrar Brendan me observa con un dejo de curiosidad, sin embargo, no dice nada. Creo que en todos estos años a aprendido a tolerar mis amargos silencios.
Extiende una botella de agua hacia mi, pero la hago a un lado.
La insoportable de Telma iba a decir algo cuando el alboroto de los estudiantes empezó de la nada. Miramos a nuestro alrededor y nos encontramos con dos oficiales que se dirigen hacia la mesa en dónde se encuentra Rocco y su pandilla. Ellos le hacen un par de preguntas, pero es imposible escuchar desde está distancia.
Al final terminan llevándoselo con ellos.
En un chico como Rocco no me sorprende si las autoridades vienen por él, pero es lo suficientemente astuto para hacer cualquiera de sus fechorías y no cometer el grave error en venir a la facultad. Además no creo que la justicia exista para él, siendo el hijo pródigo del oficial más ejemplar de todo el pueblo.
Sin duda... no se esperaba nada de esto.
¿Qué estará sucediendo?
—En fin, sea lo que sea ese infeliz se lo merece —escupe la pelirroja llevándose un cigarrillo a la boca.
No se en que momento ha llegado, sujeto la mirada de sus ojos verdes por un momento pero la desvío rápidamente.
—Apaga ese cigarrillo —ordeno con hastío.
Gruñe y le una calada dejando que el humo se disipe cerca de mí.
—Si no te gusta vete a otro lugar —me refuta.
Cierro mis manos en puños y me levanto hecho una furia.
—¿Cómo dijiste?
—Lo que escuchaste...—trata de decir pero Telma interviene.
—¡Basta chicos! No queremos otra pelea por aquí de nuevo y menos si viene de ustedes dos.
Cojo mi mochila para marcharme pero entonces la escucho decir:
—Que bueno que te vas, porque pensaba en sacar otro cigarrillo luego de este.
—Bonnie ya, deja a Regan tranquilo.
Vaya, bonito nombre para esta loca suelta.
—Ya no pienso irme a ningún otro lugar —digo acomodándome en mi asiento.
La campana suena y eso me indica que debo ir a clases.
¡Maldita campana!
Suelta una carcajada y quiero justo en este momento destruirla. La miro por el rabillo del ojo y veo en su puta cara la victoria. Me levanto y me marcho sin decir nada.
—¿Qué pasa? No me digas que tienes que ir a clases amiguito —burlándose de mi.
—A la mierda todos —escupo y le dedico una mirada agria alejándome de ese lugar.
Escucho sus risas y maldigo para mis adentros.
Ya verás Bonnie, la próxima vez seré yo quién gane y se ría de ti.
†
†Por la noche†
Entro rápidamente a casa y quito mi abrigo empapado por la lluvia. Sacudo mi cabello mojado, mis dientes rechinan por el frío. La temporada de la lluvia a llegado a este pueblo y cuando eso sucede no hay quien detenga esos días grises y fríos.
Escucho un estrépito en la cocina, camino hacia allá con cautela y veo a mi tía tirada en el suelo echa un asco. Ha bebido nuevamente.
La levanto del suelo haciendo mi mayor esfuerzo, me resbaló cayendo de rodillas, suelto una insolencia y me levanto otra vez. La llevo al baño de su habitación, abro la llave, el agua cae quitando la mugre que se traía encima.
Trae moretones en su rostro el cuál acuno entre mis manos para atraerla hacia mí.
Luego de lavar sus heridas la conduje a su cama, la cobije y me ocupé de que estuviera cómoda. Ya me marchaba cuando tomo una de mis manos.
—Regan —apenas y pudo pronunciar.
—Aquí estoy.
Suelta una pequeña tos y jala de uno de mis brazos obligándome a bajar hasta ella.
—Voy a demostrar que tu no eres el culpable... y los haré pagar por todo el daño que te han hecho.
Fijé mi mirada en ella pero sus ojos estaban cerrados.
—Descansa —susurré y me marché sin decir más.
Ya no me interesa cuál fue mi pasado, igual la gente siempre se encarga de encontrar un monstruo para temer o un monstruo a quién odiar.
Me encargo de limpiar todo el desastre en la cocina, todo apesta a alcohol y vómito.
Subí a ducharme y a estudiar para el examen de mañana. El timbre suena par de veces y bajo de prisa. Al abrir el rostro de dos hombres me sorprenden y los recuerdo perfectamente; se trata de los dos oficiales de esta mañana. Y digamos que éstas no son horas de visita.
—Creo que se han equivocado —digo de inmediato.
No sé porque mierda he dicho eso, pero si estoy seguro de que acabo de ganarme la certera desconfianza de estos dos.
—¿Qué le hace pensar que lo estamos? ¿Es usted Regan Wilkinson? ¿O no?
Afirmo sin entender nada.
—Entonces no,nos hemos equivocado —añade el oficial obeso.
Deberían exigir que sus oficiales no estuvieran en sobrepeso, así como éste, fácilmente se le podría escapar un delincuente.
Los invito a pasar y ellos detallan la mínima cosa. Que no me pregunten por mi tía o esto terminará de otra manera. Cuando le entregaron mi custodia una de las cosas que debía evitar era el alcohol y digamos que mi conducta no ha sido lo mejor. Es como vivir dentro de una jaula en la que no puedes expandir tus alas y volar libremente, así me siento. Aunque ya tengo diecinueve años sigo bajo el cuidado de ella.
—¿Sabe por qué estamos aquí?
Niego.
—Es lo que justamente me estoy preguntando yo.
Toman asiento y ambos sacan una libreta.
—Karla Denver lleva más de veinticuatro horas desaparecida.
¡¿Qué?!
Oh, mierda no.
Lo que me faltaba ahora.
—Lo lamento por ello, pero yo no tengo que ver nada con ella.
Comparten una mirada discreta, el oficial obeso se levanta y acomoda el cinturón de su uniforme.
—Debe acompañarnos a la delegación, uno de los interrogados declaró que usted estuvo recientemente relacionado con la desaparecida.
¡Maldito! Voy a patear su maldito trasero, es que me imagino de quién se trata.
Agradezco que mi tía no esté en sus cabales, sino estaría en estos momentos dándome de cachetadas. Mi paso por la delegación podría meterme en muchos problemas.
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Holiis, súper cortito pero no sé me desanimen que esto apenas y comienza.
Nos leemos en un próximo capítulo 🖤
Anne Fernández.
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