†Q U I N C E†
†C A P I T U L O Q U I N C E†
†Horas antes del amanecer†
Siento arder mi cuerpo, y con ello la imagen de aquella vieja memoria que me atormenta. Escucho sus gritos, ¿qué e hecho? Veo el fuego consumir todo paso a paso, ¿quién a hecho algo tan cruel cómo ésto? ¿He sido yo acaso el culpable?
No puedo ver más allá, siempre es lo mismo.
Arde...
Arde...
Abro mis ojos, mi pecho sube y baja con dificultad. ¿Por qué estoy en la sala? Entre cierro mis ojos buscando una respuesta, aún costándome recuperar del todo mi respiración.
—¿Estás bien? —me pregunta una vocesilla.
Giro mi rostro para encontrarme con el de Bonnie a cierta distancia... diría que muy cerca.
Vaya, que manera de hallar una respuesta, casi me mata de un puto infarto. Olvidaba que ella estaba en casa, en mi habitación. Era lo justo, por mi culpa su ropa estaba toda un desastre.
—Creo —respondo, aún acostado en el sofá tratando de ignorar su presencia.
—¿Quién es Rosse?
Me levanto de inmediato quedando sentado y pasmado ante su pregunta.
—¿Cóo-mo...? —trato de hablar pero mis palabras se atoran al salir.
—Escuché tus gritos y baje de inmediato —explica—, cuando me acerqué a tí pronunciabas ese nombre y...
—¿Qué más? —la apresuro, desesperado.
—Prometias... qué ibas a cuidarla, siempre.
Me pongo de pie y empiezo a andar de un lado a otro.
—¿Sólo dije eso? —me vuelvo hacia ella esperando que diga algo más.
Algo que pueda ayudarme, pero ella asiente.
—¿Es tu novia?
Suelto un bufido.
—Ni siquiera se quién es —digo—, y nunca e tenido novia. —me veo forzado en aclarar.
Sus ojos verdes me enfocan con cierto apenado asombro.
—¿Cómo explicas que no sabés quién es? —interroga curiosa.
Dejo salir un suspiro y vuelvo a tomar asiento en el sofá.
—No puedo recordar nada —explico, Bonnie me observa curiosa—, al menos nada de lo que sucedió en mi vida antes de llegar aquí:—añado, y empiezo a contarle lo que hasta ahora sé de mi propia vida.
Lo que hasta ahora sé, y lo que ahora pondré en duda. Escuchó atenta a cada una de mis palabras, luce tan bonita tal cual como su nombre cuando no está abriendo su bocota salvaje.
—Quiere decir qué...—hace una pausa breve—. ¿Sólo sabes lo que tú tía te ha contado?
Asiento esbozando una mueca.
—Wow, es algo tan difícil —concluye.
—Y me a tocado vivir con ello —susurro—. Pero arriba loca, ya es hora de dormir —suelto con voz soñolienta, señalando las escaleras.
Me dedica una mirada agria.
—Dime loca otra vez y te patearé el trasero —gruñe y se levanta en dirección a las escaleras sin decir nada más.
¡Que agresiva es!
Algo dentro de mí se remueve cada vez que la veo hacer sus gestos de bravucona. Niego sonriendo y me dirijo a la cocina.
Un jalón me toma por desprevenido, abro mis ojos en grande...
—Subirás conmigo —protesta, y su rulos se alborotan a su andar.
—Ni de coña —me deshago de su mano bruscamente.
Se gira hacia mí señalándome con su dedo índice, doy dos pasos atrás quedando acorralado entre la escalera y ella. Mi ropa en ella luce tan apropiada, y hasta ahora vengo a notarlo.
—Tu me asustaste con tus gritos, ahora tú dormirás conmigo —dice, en un tono de advertencia, ¿o lo es?
—Di que quieres dormir conmigo, y así evitas tú excusa tan barata —la provoco.
Ríe maliciosamente.
—Quiero dormir contigo —admite—, porque no quiero morir de un ataque al corazón por tu culpa si te vuelves a levantar dando gritos.
La miro fijamente por unos minutos hasta que es insoportable seguir sosteniendo su mirada. Sus ojos son tan... nada, no sé qué me sucede.
—Lo haré si cierras tú bocota —le propongo.
Asiente simulando tener un cierre en su boca.
Ruedo mis ojos y subo delante de ella, al entrar a mi habitación puedo oler su aroma por todo el lugar. Me tumbo en mi cama boca arriba con mi vista hacia la nada, siento rebotar la cama, se que Bonnie me está mirando.
Al parecer es algo que disfruta.
—¿Te gusta verme? —pregunto.
Espero unos minutos pero ella no responde. Giro mi cara hacia ella y en efecto, está acostada sobre su lado derecho mirándome como si de mi, se tratase de algo tan valioso.
—Te hice una pregunta, Bonnie.
—Me has dicho antes que cerrara mi boca —se apresura en hablar.
Sonrío abiertamente.
—¿Desde cuándo eres tan obediente?
—Eso a dormir sola después del trauma de mi vida —bufa.
—Loca e exagerada —espeto.
—Rara y exclusiva —continua ella por mí.
Al menos esta madrugada no será tan solitaria como las otras. Puedo observarla detalladamente, sus pómulos son altos, su piel es tan blanca y su mirada tan profunda. Aunque es una salvaje grosera tiene reservada para ella una dulzura exquisita.
No dijo nada más, se mantuvo en silencio, ni un solo instante apartó su mirada de mí, la cuál extrañamente no me molesto en ningún momento.
En ella aguarda la puta vía láctea.
†
†Septiembre 12†
†Primera hora de la mañana†
Los rayos del sol se filtran por la ventana y pegan justo en mi rostro, gruño y me doy la vuelta cubriendo mi rostro con una almohada. Un dulce olor a caramelo de miel me recuerda que no estoy solo.
Quito la almohada levantándome velozmente pero... ella no está.
Sonrío al ver que a dejado una nota encima del gavetero.
«Desconocía ese Regan que sabe dar abrazos mientras duerme»
Bonnie.
Ladeó mi cabeza y paso mis manos por ella alborotando mi cabello. Me tumbo nuevamente en la cama por unos minutos, pero la tranquilidad se agota cuando recuerdo que debo ir a clases, es lo justo después de varios días.
Cuando alguien conoce demasiado de tí, sus opciones son limitadas; o se quedan he abrazan y minimizan el moustruo que eres, o simplemente huyes para evitar convertirte en uno tú también. Supongo que ella está bien con ello, se fue, y yo ya no veo el porque deba ir a buscarla.
Una vez que ya hayas tomado una decisión, no habrá vuelta atrás. No habrá nada que pueda cambiarlo.
Y debes vivir con ello.
El silencio te gritará que estás solo, te acusará y se encargará de señalar cada una de tus debilidades sin importar cuán cruel sea.
Diría que estoy bien, pero no es cierto. Aún si decido gritar a los cuatros vientos que estoy muerto en vida, nadie podrá escucharme.
Y es ahí donde el silencio te mostrará cuán solo estás.
Antes de ir a la facultad paso por el cafetín, mi estómago rugía del hambre. Mientras comía mi sàndwich recordé lo sucedido a noche y se me hizo imposible no reírme, o más bien reírme de la loca toda llena de lodo.
Pensándolo bien, ¿por qué se habrá marchado así? Bueeeno, tampoco es que pretendo que se despida con un beso en la mejilla, pero al menos me habría gustado molestarla antes de irse.
Aunque...
Nada.
Debo darme prisa antes de llegar tarde a clases o terminaré con las orejas pegadas a la puerta para poder oírla.
Al parecer hoy estoy de un buen humor, extraño, pero lo estoy.
Llego directo al salón de clases, se me hizo imposible buscar antes a Brendan. Debe estar furioso por no haber atendido a sus llamadas. Tomo mi lugar de siempre, el último de la fila tres. Desde este punto puedo ver perfectamente y además me ayuda a evadir un poco las miradas de los demás.
El profesor entra, tan serio como de costumbre. No sé, si es para dejar en claro su profesionalidad o es tan amargado como suelo serlo yo. Empieza la clase hablando sobre "los procedimientos de la cirugía plástica y reconstructiva".
—...la cirugía reconstructiva, incluye microcirugía, la cuál se encuentra enfocada en reconstruir he disimular cualquier efecto que haya dejado accidente alguno, como también una resección tumoral o oncológica —explica el profesor.
La clase estuvo algo lenta, o así se me hizo. Creo que tengo cierta prisa por salir de clases hoy. Pero me niego a admitir la razón por la que quiero hacerlo. Al salir noto que un par de chicos murmura algo al verme pero disimula cuando enfoco mi mirada en ellos.
Me dirijo a la cafetería pero esta se encontraba cerrada. En la puerta un aviso que indicaba la razón y lo que a mí respecta, me dejaba totalmente descolocado. «Prohibido el paso, cerrado por investigaciones». Doy pasos hacia atrás sin saber a dónde ir o hacer, pensé en preguntar a cualquiera pero ya había notado lo raro que me miran desde que llegué hoy. Decido marcharme al patio trasero de la facultad cuando escucho a unos chicos hablar sobre que había habilitado la vieja cafetería, ¡en hora buena, para mí! Camino rápidamente, al llegar una sonrisa se me escapa de la nada , pero está se esfuma al no encontrar a Bonnie junto a los demás. Más sin embargo, Brendan frunce su ceño y esquiva mi mirada algo poco habitual en él. Tomo asiento a su lado y lo saludo como de costumbre. Noto un intercambio de mirada entre él y Telma pero estos disimulan el haberlo hecho, por lo que el ambiente se torna un poco incómodo.
Iba a preguntar qué coño estaba sucediendo cuando una chica me abarca con cierta furia en su tono de voz.
—¿Qué haces tú aquí? —inquiere.
Miro a la morena que se encontraba de pie frente a mi, lucía como una fiera. Aunque no logro entender el porque.
—Lo mismo que tú, ¿no? —contesto un poco descolocado.
—Es mejor que nos vayamos Regan —dice, Brendan levantándose de su lugar algo incómodo.
¿Qué mierda está pasando?
Juzgo con la mirada a mi amigo, se que algo está ocultando.
—No me iré de esta mierda —escupo y me vuelvo hacia la chica—. Puedo estar aquí si me da la gana sino te gusta...
—¡¿Qué?! —grita la chica —¿Qué vas a hacerme? ¿Picarme en pedazos como lo hiciste con mi amiga? ¿Eso?
Su piel lucia roja debido a lo cabreada que estaba.
—¿De qué estás hablando?
—¡Tú! —dice, señalándome con furia—, tú fuiste el que cometió esa asquerosidad de hacer trozos a mi amiga y luego traerla aquí y cambiarla por la carne de la cafetería.
¡¿Qué yo qué?! Me pierdo unos días de clases y ya todo el mundo creé que soy el culpable de todas sus desgracias. ¿Qué he hecho para merecer este puto calvario?
Me encuentro pasmado ante ella, sin saber que responder a sus acusaciones.
—No dices nada, porque así también lo hiciste con tu familia, ¡maldito desquiciado!
El caso de mi familia era algo que siempre me había negado a escuchar, y que alguien más ajeno a lo sucedido, que solo estuviera sumergido igual que al resto en rumores de pasillos me cabreaba a niveles extremos.
Estoy cansado de esta mierda, y ella se arrepentirá de sus malditas palabras.
No aguanto un segundo más que todo el mundo vaya por ahí señalándome como un gusano.
—¿Sabés acaso lo que es no recordar nada? ¿Puedes vivir con que todo el mundo te señale de algo que tú no has hecho? Que aunque no recuerdes una mierda te vayas a dormir con una voz en tu cabeza que te dice que tu no eres el culpable. ¿Cómo te sentirías tu, si un día te despiertas sin recordar tan si quiera tú nombre y encima de todo, te culpen de la muerte de toda tu familia? ¿Sabés lo qué es cargar con esa jodida mierda? —grito, y no solo para ella,sino también para todos—, no tienes idea alguna porque solo vas por ahí señalando y destruyendo a base de comentarios de otros, ¡QUE QUEDE EN CLARO! Exigí que el caso de mi familia quedara en privado por la única razón la cuál espero recordar qué fue lo que realmente sucedió y poder demostrar mi puta inocencia. No porque tenga algo que ocultarles alguna verdad, ¡porque está maldita sociedad apesta! Y no me interesa estar bien con ustedes; que al igual que yo también aguardan consigo secretos oscuros. A la mierda todos, no le debo explicaciones a nadie, ¡yo no le he hecho daño a nadie!
Brendan trata de tomarme por el brazo pero lo esquivo. La chica se abalanza sobre mi pero yo retengo su mano rápidamente. Sus ojos se fijan en los mios y la furia que en ella había es remplazado ahora por miedo.
Un chico del equipo de fútbol se levanta de su lugar y me propina un golpe sin decir nada más.
No sé en que momento, pero solo puedo escuchar gritos. Un dejá vu me recorre el estómago he una sensación extraña se me atora en la garganta. Enfoco mis manos llenas de sangre, me encontraba sobre el chico que hace un momento me había golpeado. Unos ojos verdes me hacen volver en sí.
—Escúchame Regan, tú no eres así, debes reaccionar —acuna mi rostro entre sus manos—, no dejes que la irá te ciegue y te convierta en algo que no eres.
Le dedico una mirada corta a Bonnie y me levanto para salir de la cafetería... pero unos oficiales me detienen.
Mi pecho sube y baja, trato de calmarme y sigo a uno de los oficiales como él mismo lo ha ordenado.
Estoy en problemas.
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¡Besitos!
Los quiero.
Anne Fernández.
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