†D O C E†
†C A P I T U L O D O C E†
†Septiembre 09†
†Por la mañana†
Pateo una pequeña botella de plástico que me encuentro en el camino soltando una insolencia. Niego y entro al lugar de mala gana. Odio este lugar, odio sus asquerosas paredes blancas.
La secretaria me observa sin decir una palabra, se que me tiene miedo todo en ella indica que es así, sobre todo esos enormes ojos negros que tratan de evadir mi mirada. No hay nada más corrosivo que la desconfianza y aún más cuando eres inocente. Pero, ¿cómo yo puedo estar tan seguro de mi inocencia? Todo el mundo señala tus errores sin importar que al igual ellos también se equivocan. En mi caso no hablamos de una equivocación, se me culpa de algo que ni siquiera yo logro recordar. Sospechoso, ¿no?
—Vengo a ver a la doctora Quinn —anuncio.
Seguía ahí observándome sin abrir su boca, chasqueó los dedos en su cara haciéndola reaccionar de una manera apenada.
—Lo está esperando —indica soltando una pequeña tos.
Me burlo de su manera de hablar y camino en dirección hacia el despacho el cual entro sin tocar. Ella estaba sentada junto a su escritorio chequeando unos papeles como siempre.
—Regan —me saluda—.Tiempo sin verte, siéntate.
Me tumbo en la silla sin decir nada pero aún así me regala una sonrisa afable.
—Cuando quieras puedes hablar, no tengo prisa —explica acomodándose en su asiento.
Acomodo mi cabello.
—No tengo nada que decir, vine hasta aquí porque mi tía cree que estaré bien si vengo a escuchar como usted se une al grupo de personas que me acusan de ser el asesino de mi familia.
—Te equivocas, yo no te culpo de nada. Sólo quiero que recuerdes que sucedió aquél día —sostiene mi mirada fijamente—. Puede que tus recuerdos estén bloqueados por el miedo de querer afrontarlos pero, eso no te hace directamente el culpable.
Divago por un momento al escucharla y ahora soy yo quién se acomoda en la silla.
—No estoy entendiendo que trata de decirme, ¿entonces a qué se supone que le tengo miedo?
Se deshace de sus anteojos, y guarda en uno de los cajones de su escritorio un sobre amarillo.
—Siempre se te ha señalado como el culpable principal pero sin embargo, no se a comprobado que así sea. Tus recuerdos no se ajustan a la realidad de hecho estos son efímeros y borrosos —se levanta y se acerca a mi—. Ninguno de ellos te reflejan enojo o cualquier otra emoción similar que te llevara a cometer tales actos.
No se exactamente de lo que habla, siempre me he mostrado inestable ante ello, sin duda es algo muy terrible pero saberlo solo aumentará mi propia desgracia. Es obvio que me gustaría saber quién fui o quién soy pero prefiero omitir aquella parte tan oscura. Por otro lado es la primera vez que alguien no me señala directamente y me otorga el derecho a la duda.
—¿Creé qué puedo recuperar esos recuerdos?
Ella divaga por un momento.
—Todos los bloqueos están relacionados con un problema emocional que no pueden resolverse al menos de que tú los afrontes.
Busco algún ápice de duda pero no la encontré. Su rostro me trasmitía mucha seguridad.
—¿Cómo? —pregunto aún incómodo.
Revisa en su escritorio y me entrega una carpeta.
—Mira tú mismo —me ofrece extendiendo la carpeta hacia mí—. Una acción restrictiva podría hacerte recordar algo desagradable y creo que esa sería la opción más fiable aunque para unos no.
Leo con calma poco a poco, sin embargo no logró convencerme del todo.
—¿Medio Hipnosis? —interrogo terminando de ojear la carpeta.
Asiente y me observa con curiosidad.
—No estoy seguro, he escuchado que no es algo seguro, incluso usted lo acaba de decir, también escuché decir que no siempre se logra obtener recuerdos auténticos —añado.
Parece entenderme por la manera en la que asiente.
—Me gustaría ayudarte Regan...
—¿Por qué? —la interrumpo.
Duda un poco.
—Porque creo que hay una parte de esta historia que no se ha contado.
Me levanto de la silla con el impulso de salir de ese lugar y no volver nunca más. Sin embargo, me quedo inmóvil luchando contra mi propia mente.
—Lo intentaré —pronuncio—, pero tengo una condición.
—¿Cuál? —contesta un poco impactada.
Me acerco a ella quedando frente a frente, aunque mi intención era incomodarla y mostrarle un perfil feroz, no logré hacerlo.
—Si no funciona... no volveré a su consulta, ¿estamos?
Camina de un lado a otro pensando.
—Perfecto, pero si logras recordar algo volverás cada semana sin falta.
Levanto mi mano en señal de estar conforme. Me devuelve una sonrisa de hecho es la primera vez que sonríe tan abiertamente.
Me pregunto si también habrá algo que la atormenta o solo es su perfil profesional el responsable de su rostro inexpresivo casi siempre. Al fin y al cabo hay muchas personas grises intentando pintar un arcoiris de colores.
Señala el amplio sillón color marrón para que me siente en el, obedezco un poco nervioso.
—Quiero que relajes tu mente, quiero que respires profundo —indicó.
Un pequeño colgante con un diminuto diamante aparece en mi campo de visión.
—Relaja tú cuerpo, relaja tú mente y dime, ¿cómo te sientes? ¿Qué ves? Trata de regresar a aquella noche, sin miedo, solo respira.
Al principio no era más que solo aquél diamante... hasta que me perdí en aquella negrura, en una nube tan oscura y espesa.
—...Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así conseguir comida más fácilmente. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor que pensó que era una oveja más. Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un encierro, quedando la puerta asegurada. Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante¹ —narraba con aquella voz angelical.
—Pobre lobo mamá, se lo comieron por mentiroso.
El niño tenía ojos azules y cabello negro y la mujer, sus ojos eran tan oscuros como la noche, su cabello tan negro como el de él y su piel pálida tanto como la de un papel. El parecido entre ambos era sorprendente.
Se levantó de la cama cobijándolo y dándole un breve beso de buenas noches.
—Shhh, Rosse está durmiendo no la despiertes. Ya es hora de dormir descansa.
Apagó la lámpara y estaba apunto de marcharse cuando el niño la detiene.
—Mamá, ¿si digo mentiras me comerán igual a como lo hicieron con el lobo?
Ella lo observa por un momento.
—No, pero no seas mentiroso como el lobo sino más bien astuto como un zorro—dijo, dedicándole un guiño.
Sin embargo este parecía no estar conforme.
—Entonces ya no mientas más o te sucederá lo mismo —le advierte triste.
Su mirada se tornó profunda y todo empezó a verse borroso, un fuerte ardor recorrió mis ojos hasta llegar a mi cabeza. Aún no, necesito ver más, saber más, ¿quién es Rosse? ¿Por qué le dije aquello? ¿Qué verdad conocía?
Fuego.
...
Gritos.
...
Dolor.
—¡YA BASTA! ¡YAAA, BASTA!
Los latidos de mi corazón eran tan rápido que creí que por un momento que iba a explotar en cuestión de segundos. Algo cae en una de mis manos, su color rojo hace que me asalte. Llevo mi mano hacia mí rostro y descubro de dónde provenía pero, ¿por qué?
Desvío mis pensamientos y vuelvo a tierra, la puerta estaba de par en par y una aturdida y asustadiza secretaria me observaba con un profundo temor. La doctora Quinn sin embargo, estaba tumbada en el suelo con su mirada perdida o más bien como si no entendiera nada.
Genial, sino quería que tuvieran miedo de mí; muy mala acción para empezar.
Me levanto del sillón ayudándola a levantarse, la miro fijamente.
—¿Qué hice? —pregunto desesperado.
Ella apenas y puede mirarme, ¿por qué luce tan afectada? ¿Qué fue lo que dije?
—¿Puedes reconocer a las personas que nombraste?
Llevo mis manos a la cabeza y asiento.
—Eso creo.
—¿Puedes decírmelo? —interroga.
Tomo un poco de aire.
—El niño soy yo...—digo casi perplejo—, por un momento me sentí confundido pero él llevaba un brazalete que yo aún conservo —me cuesta respirar un poco—. Y la mujer creo que es mi madre, mi tía me la mostró en una foto, es así como pude saber que era ella pero... —guardo silencio tratando de armar esa última pieza pero no puedo.
Es como si todo se hubiera bloqueado nuevamente.
—¿Pero?
—¿Quién es Rosse?
Niega.
—Creo que debes leer el expediente de tu caso Regan.
Doy pasos hacia atrás.
—No.
—Sea lo que sea debes afrontar lo que ahí se dice, allí podrás encontrar algunas respuestas.
Niego.
—No lo haré, pero si necesito volver a intentar recordar mi pasado por medio de la hipnosis.
Pero ella se levanta negando con su cabeza.
—Regan, si lo intentamos nuevamente podría ocasionarte severos problemas —advierte—. Prometiste que volverías a una próxima consulta.
—SI, PERO NO PUEDO ESPERAR HASTA LA PRÓXIMA —grito.
Ambas me observan detenidamente.
—Vuelve la próxima semana —indica—. Sandy, acompaña a Regan hasta la salida por favor.
La chica tiembla como si se tratara de un depredador. Salgo hecho una furia sin decir nada más.
En este mundo todos terminamos siendo los demonios de nuestro propio infierno. El mundo siempre te da la espalda y te deja llorar como si nada.
†
†Segundo Periodo del día†
Es como si me hubiera despertado de un sueño profundo, uno del cual no puedo recordar nada luego de despertar. Ahora es cuando más las interrogantes dan vueltas en mi cabeza. Siento la gran necesidad de crear un futuro mundo; en el que pueda creer en mí mismo,un lugar dónde sea lo que no es éste en el que respiro.
Llego a la facultad y un nudo se forma en mi garganta, suele pasarme cuando hay oficiales cerca o para ser más específico médicos forenses. Aunque aún no logro entender el porque. El rector hablaba con uno de los oficiales, y los alumnos murmuraban e otros salían del cafetín casi que en vómito.
Entro sin entender un carajo y de inmediato un olor se hizo insoportable de aguantar.
—¡Carajo! ¡¿Qué es ese olor?!
Cubro mi nariz pero es en vano,me acerco a una chica que parecía saber que era lo que sucedía y su respuesta me pareció lo más asqueroso y repugnante.
—Hola —la saludo y me observa con evidente asombro.
—Hoo-ola —responde tartamudeando.
No es nada normal que yo tome la iniciativa de hablar con alguien.
—¿Puedes decirme qué está sucediendo?
Asiente esbozando una mueca triste.
—No tengo mucho rato de haber llegado, pero a según en la mañana cuando la señora del cafetín llegó el olor era tan insoportable como ahora.
La miro confundido entonces añade:
—Asegura que habían sientas de moscas en todo el lugar y que...—traga grueso—. Había carne humana cortada en pedazos fue lo que dijeron los oficiales.
¡¿Qué mierda?!
—¿Qué dices? —pregunto incrédulo.
—Como has oído, no se sabe aún, quién es la víctima o sí de verdad son restos... ya sabés.
La escucho decir muy lejano porque salgo del lugar apresurado a estallar en vomito.
¿Quién pudo hacer algo así?
El olor que emanaba en el ambiente era tan desagradable.
Respiro ondo y me pego a la pared del pasillo (S) de la facultad. Guardo silencio por unos minutos en el mismo lugar.
—...Shhh, Rosse está durmiendo.
Rosse. Su nombre se apodera nuevamente de mi cabeza.
Cierro mis ojos intentando encontrar la calma por un momento. Mi tía nunca ha mencionado otra persona que no sea a mi madre o a mi padre aunque solía hacerlo muy poco. Pero solo ella es la que me pude decir, ¿quién es Rosse?
Salgo del pasillo y me desvío por el más largo que me lleva al (A). No quiero volver a cruzarme por esa cafetería un buen tiempo.
Iba tan ajeno a mi alrededor que casi estampo un puñetazo a Brendan en su rostro. Este abrió sus ojos en grande y se separó de mi, en alerta.
—Oye, hermano, cálmate —con sus manos en alto, como si estuviera apuntándole con un arma.
Trago grueso.
—Ten más cuidado cuándo me encuentres desprevenido —hablo.
—Lo haré por mi vida —verbaliza haciendo drama.
Su expresión cambia de la nada y frunce su ceño. Señala mi nariz.
—¿Qué?
—Traes sangre en ella —explica en un susurro mirando a todos lados.
Me extiende una pequeña botella de agua y la abro de inmediato lavando mi rostro.
—¡Maldición! Cómo no me di cuenta antes —escupo entre dientes.
Creo que hoy me e ganado el odio del jardinero por haber vomitado en las plantas y ahora el de las señoras de la limpieza.
—¿Ahora en qué pelea te has metido?
Niego y camino dejándole de pie ahí, me detengo en medio andar.
—Vayamos donde nadie pueda escucharnos —continuando mi caminar.
Brendan a sido aquél amigo en el que siempre he podido confiar y el único que también ha confiado en mí. Él no me ve como una amenaza, no me señala como un monstruo. Cuando solíamos huir de clases nos veníamos a este lugar, aunque no teníamos la edad suficiente para entrar, igual lo hacíamos ya que nuestras estaturas nos ayudaba a simular una edad diferente a la que teníamos para aquél entonces.
Coincidimos con la misma estatura y el mismo tono de piel, lo único que nos distingue uno del otro es que sus ojos son oscuros y los mío de un tono azulado. Ah, claro y que el imbécil es una cajita feliz, siempre está sonriendo el idiota, a diferencia de mi que nunca sonrío.
Le conté todo paso a paso, algo que siempre suele hacer es escucharme atentamente.
Sonríe ampliamente.
—Hombre pero es una buena señal —suelta en un tono pensativo—. Porque hasta ahora no recordabas como eras cuando niño.
El copero nos sirve otra bebida a ambos.
—Es cierto —digo en un susurro.
Me había centrado tanto en pensar en la parte omitida de la historia que hice a un lado lo principal. Recordé como era físicamente cuando niño.
Dejo salir una pequeña carcajada.
—A que si es extraño verte sonreír —puntualiza con una sonrisa socarrona—. Solo dos veces te he visto hacerlo; está y la vez que Bonnie le partió la nariz a Rocco —añade pellizcando una de mis mejillas.
Le quito la mano de mi rostro.
—¡¿Qué mierdas dices?!
—Mira que te vi bastante bien, así que no te niegues.
Se levanta y me hace seña para salir del lugar.
—No sueñes tanto, Brendan.
Él niega y salimos del bar.
De regreso a casa, Brendan solo estuvo hablando por teléfono con la insoportable de Telma así que solo me ocupe en darle una y mil vueltas a mi día. Al llegar a casa me despido de él aunque este me ignoró por completo. Suele tomarse muy en serio las discusiones con la desquiciada.
Entro y me fijo en la pequeña mesa de la sala, se que mi tía no está, suele colocar sus llaves ahí cuando llega. Tomo asiento en el mueble y saco uno de los cuadernillos de mi morral y anoto cada detalle de lo que hoy recordé.
Creo que mi mente está cansada, me siento agotado.
°°°
†Nota Curiosa†
1-¹ Fábula: El lobo con piel de cordero.
De la auditoría del autor 'Esopo'.
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Espero hayan disfrutado de este capítulo, nos leemos en el próximo 🖤
Pero antes quería contarles que Malicious será mi primera historia larga, se que está yendo un poco lenta pero es necesario que así sea.
Tengan un poquitín de paciencia.
Los quiero.
Anne Fernández.
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