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†D I E C I S I E T E†

†C A P I T U L O    D I E C I S I E T E†
†Septiembre 12†
†Segundo periodo del día†

Desconozco el momento en el que reaccioné de tal manera y como cosa extraña en mi vida no recuerdo cómo pude golpear a ese chico hasta dejarlo inconsciente. Me quedo estancado en las últimas palabras de la chica de piel morena, hasta ahí, después solo recuerdo a un oficial culparme indirectamente de otro crimen del cual no tengo puta idea, ¿es qué no puede ser alguien más?

Pero vaya que hoy me he llevado las sorpresas más grande, al parecer alguien a dicho: "preparemos una fiesta de hechos para cuando Regan vuelva".  Primero el cambio de último momento de la cafetería, segundo: alguien gritándome delante de media facultad, luego mis manos cubiertas de sangre por haber golpeado a alguien,y por último en la comisaría del pueblo —al parecer me extrañaban por ahí—,  ¡basuras!

Casi lo olvidaba, estoy en casa gracias a que Corey a llamado y le a mentido a los oficiales diciendo que olo estaba de viaje, que pronto estaría en casa conmigo —mentirosa—, tampoco es una novedad que se haya enterado pero sí que haya llamado después de abandonarme.

Después de todo sigo siendo el principal sospechoso de la muerte de esa chica, creo que tendré más cuidado con quién bajo mis pantalones.

Un olor a cigarrillo me recuerda que no estoy solo, Bonnie no ha parado de fumar sus cigarrillos desde que llegamos.

—¿Podrías dejar de fumar tanto?

Niega.

—Bonnie, estás en mi casa, apaga el jodido cigarrillo o...

—¿O qué?

Desvío mi mirada porque no sé que haría realmente pero... ¡Por dios! Pareciera que no podría vivir sin ellos.

—Vas a morir joven si sigues fumando así —digo y me levanto quejándome de cierto dolor en uno de mis costados.

—¿Estás bien? —pregunta.

Por un momento creí que se refería a otra cosa pero, cuando me giro veo que tiene su mirada clavada justo donde llevo mi mano. Me quedo en total silencio por lo que ella acciona apagando su cigarrillo e acercándose con prontitud hacia mí. Se acerca tratando de levantar mi camiseta, acto que hace que me levante casi al momento haciéndola a un lado.

—¿Qué hacés?

Ella no me mira ni un segundo.

—¿Tú qué crees? Viendo a ver si no te partieron todas tus costillas —inquiere con sorna.

La observo confundido.

—Pero el...

Suelta un bufido y me interrumpe.

—Mientras tu le dabas su paliza a ese idiota, a tí te han confundido con una pelota de soccer.

Miro confundido a todos lados, porque la verdad no recuerdo nada.

—Es mejor que no lo recuerdes, no te fuerces —concluye—. Vaya, mira el gran moretón que allí tienes.

Bajo mi mirada hacía el costado izquierdo de mi cuerpo que lucía igual que una berenjena. Pasa sus manos por ahí y aunque quema su contacto, no puedo dejar de observarla.

—Iré por hielo —pronuncia.

Asiento y me tumbo nuevamente en el sofá. Me quedo mirando a la nada hasta verla llegar de nuevo unos minutos después. Evade mi mirada haciendo una seña para que levante mi camiseta pero ella me ayuda a quitarla por completo.

Retengo un poco de aire es mis pulmones, ninguna chica antes me había puesto tan nervioso o mejor dicho eso nunca había sucedido. Me recorre con su mirada algo incómoda, traga grueso y toma hielo colocándolo bruscamente en mi costado.

—¡Auchs! Ten más cuidado.

—Y tú la próxima vez, ten cuidado con quién te involucras.

Frunzo mi cejo.

—No me digas que hacer.

—Entonces te aguantas el dolor —suelta haciendo presión en el moretón.

Trato de quitarle la pequeña bolsa con hielo pero apenas y me dejó moverme.

—Puedo hacerlo yo solo.

—Que te aguantes dije.

—Loca.

—Bastardo.

—Mocosa.

—Te odio.

No entiendo el porque, pero que me lo dijera provocó en mi un mal sabor.

—¿Por qué me odias?

—Hablas mucho cuando te lo propones.

Niego.

—Esa no es una razón para odiarme, ¿lo sabés?

Se encoge de hombros y me entrega la bolsa de hielo para irse a encender un nuevo cigarrillo. La juzgo con la mirada pero ella solo me da la espalda.

El silencio y el humo del cigarrillo inundaron el espacio entre ambos. No le temo tanto a la oscuridad, le temo al silencio; a este mundo lleno de silencio. Un mundo falto de tolerancia, benevolencia y sobre todo de verdad. Pero supongo que no se detendrá porque tu te sientas así, y te toca aguantar para poder sobrevivir en el.

Me obligo a vivir aunque no todo marche bien.

—¿En qué piensas? —pregunta curiosa.

La miro por un momento, pero cuando decidí responder su móvil sonó.

—Hola —contesta de inmediato.

Pienso por un momento en lo que estuve a punto de decirle pero me reservo aquello.

Escucha muy atenta en silencio.

—Ok, estaré ahí en unos minutos Telma.

Ruedo mis ojos y desvío mi mirada a otro lugar. Siento los pasos de Bonnie acercándose y vuelvo a enfocar mi mirada en ella.

—Regan, debo irme.

No quiero que se vaya, pero tampoco quiero pedirle que se quede.

—Lo entiendo.

—Vendré en la mañana —dice, se que no quiere irse.

Sus pies apenas y quieren moverse, me pongo de pie y le doy la espalda para subir las escaleras.

—Quiero estar solo —digo y me apresuro en subir.

La escucho soltar un bufido y minutos después cerrarse la puerta. Supongo que estar solo es lo mejor, al final te acostumbras pero sin embargo, acostumbrarse a algo no es precisamente algo positivo.

Tiro al suelo la bolsa de hielo y me tumbo en mi cama soltando un suspiro envuelto en cansancio.

Mientras el mundo duerme la mente causa estragos significativos, dejando huellas a su andar. ¿En dónde hallar el verdadero temor? —;Cierra tus ojos y deja que tu imaginación creé algo de la nada, ahí, justo en ese momento lo puedes encontrar. Cuando duermas y te de miedo por lo que verás.

Y tendrás que callar... porque nadie te verá.

Nadie te ayudará.











†Por la noche†

—¡Oye! Juega bien, eres un debilucho. Perderemos por tu culpa —escucho aquella pequeña voz.

Lágrimas corrían por mis ojos.

—Siempre es lo mismo contigo, no paras de llorar —dos pequeñas manos me empujan provocando que caiga al suelo.

Me levanté preso del enojo para atacar a mi agresor pero una pequeña mano me detiene.

—No lo hagas o volverán a castigarte por su culpa —me advierte aquella pequeña y tan ajena voz.

Solo asentí y di todo por terminado.

—Tu no te metas Rosse, ¿por qué lo defiendes a él?

...

Más.

Necesito saber más.

¿Por qué no puedo ver más?

Despierto bañado en sudor, la negrura de mi habitación me indica que e dormido toda la tarde entera. Debería buscar en qué ocupar mi tiempo y dejar de pensar tanto —o ocuparlo en hallar más información perdida—, mañana iré con la doctora Quinn, le prometí que regresaría sin falta.

Tomo asiento en la cama revisando mi costado izquierdo, luce tan morado como hace unas horas. Y la recuerdo a ella... si a ella, tratando de aliviar el dolor de un simple moretón. Debería preocuparse más por sanar aquél que llevo dentro. Me muevo hasta ponerme de pie, camino hasta dónde está mi ordenador y cojo la libreta para anotar lo que creo que recordé hace un momento —digo creo—, porque siempre únicamente puedo solo escuchar, más no ver. A diferencia de muchas veces está vez no solo pude escucharme si no también verme, pero... a los demás no. Es como si no existieran dentro de mi memoria.

Si tan solo pudiera saber más que solo su nombre.

Mi estómago ruge, e olvidado comer —que novedad—, hasta eso. Bajo a la cocina, abro la nevera y saco todo lo necesario para prepararme de comer. Me pregunto de dónde sacará tanto dinero Corey, siempre dijo que trabajaba pero no hizo una mención específica. Enciendo la televisión y todo se me hace tan aburrido, sin embargo me detengo en unas caricaturas —es que se me hace tan graciosa—, o más bien realista, una pequeña llamada Mandy que convive con alguien que dice ser la muerte y un hermano nada peculiar. Soy un poco extraño a la hora de mis preferencias.

Un rato más tarde me encamino a la cama nuevamente. Es la única manera en la que puedo callar las voces acusadoras que me persiguen. Sumergirme en un sueño profundo para hacer a un lado todo aquello que me señala.







†Septiembre 13†
†Primer Periodo de la mañana†

Un olor a tocino inunda mi habitación, por poco y hasta pensé que me había quedado dormido en la cocina. Extrañaba despertar por las mañanas y enloquecer por el olor a café o de cualquier cosa que la tía Corey me preparara de desayuno.

Espera...

De un gran impulso me levanto de la cama y salgo de mi habitación en dirección a la cocina.

Quedo atónito ante la escena de la cual mis ojos están siendo espectadores.

—Debes alimentarte mejor, no vivirás de puro pan.

Pestañeo par de veces y trago grueso.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?

Rueda sus ojos.

—Te dije que vendría en la mañana —masculla—, y tome tus llaves ayer.

—¿Sin mi permiso? Además te dije que estaba mejor solo —espeto.

—¡Eres un mal agradecido! —exclama llevándose un pedazo de pan a la boca.

Suspiro y le dedico una mirada agria a Bonnie.

—Me devolverás las llaves, ahora.

Ella señala el mesón en dónde se encontraban, las tomo y fijo mi mirada en su  dirección que luce como si todo marchara bien.

Bueno tampoco es que todo esté yendo mal,pero igual, ha entrado a mi casa sin mi permiso.

—Sabes, esta bien, me iré. No debí entrar sin tú consentimiento —dice levantando sus manos en rendición.

Camina para salir de la cocina pero me interpongo en su camino.

—Yo no te he pedido que te vayas.

Huele a tocino, bueno... toda la cocina en general. Pero estoy tan cerca de ella que puedo oler incluso el dulce olor a caramelo que la acompaña siempre.

—No hace falta que me lo pidas si me tratas a las patadas.

Bajo un poco mi mirada, nuestras estaturas son casi la misma pero lleva su mirada baja por lo que me veo obligado a hacerlo.

—Iré a ducharme y luego bajaré a desayunar —digo tomando su mentón entre mi mano—, espero y no se te queme el tocino, que por cierto ya huele a quemado.

Abre sus ojos en grande y corre nuevamente a la cocina. Aprovecho entonces la oportunidad para salir de la cocina.

Una sonrisa se me escapa al entrar en mi habitación.

—Espero y no huyas como los demás —susurro.

Creí que era Corey, que ingenuo soy. No volverá. Aferrarme a la idea de su regreso es hacerme daño a mi mismo. Es lo mejor para ella estar lejos de mí. Si antes no podía salir del pueblo ahora mucho menos debido a las investigaciones que señalan que soy el principal sospechoso.

Había pensado irme lejos de aquí al terminar mis estudios, pero supongo que ahora todo ésto se ha complicado. Mi caso sigue abierto, y no entiendo el porque, para sumarme otra problemática más, de nuevo estoy en el ojo del huracán por algo que tampoco hice.

Una punzada de dolor recorre mi cabeza, creo que es mejor dejar de darle tantas vueltas al asunto de una buena vez.

Subo mis pantalones y tomo asiento a orillas de la cama sacudiendo mi cabello mojado. Siento una mirada sobre mi, miro por el rabillo del ojo y me encuentro con aquellos ojos verdes que últimamente han estado muy cerca de mí.

—¿Nerviosa? —pregunto esbozando una sonrisa llena de malicia.

No sabía que causaba tal efecto en ella.

—¡Jum! Para nada.

—¿No? —me vuelvo hacia ella para enfrentarla.

—Pues no.

—¿Segura?

Me pongo de pie y me acerco a ella, tanto que nuestras respiraciones se cruzan. Lo que empecé como un juego casi termina volviéndose una realidad de no haber sido porque Bonnie me detuvo, la habría besado.

—En las interacciones entre dos personas, si  fallas en la anterior acción, no tiene sentido volver a intentarlo de nuevo.

Con eso me esquiva y se aparta de mí.

¿Insinúa que trato de ponerla nerviosa? O...

Chasquea sus dedos en mi cara.

—Terminaré de vestirme, llevo prisa tengo unas cosas por resolver.

—O no, desayunas y luego nos vamos a dónde sea que vayas.

Quise refutar ante su idea pero... en primer lugar estoy muriendo de hambre, segundo no quiero ir solo a consulta con la doctora Quinn.

—Como quieras.

—Te veo abajo.

Asiento.

Después de tomar el desayuno salimos de casa, Bonnie preguntó milésimas de veces a dónde íbamos, no fue sino hasta que estuvimos frente al consultorio que se lo dije.

Lo más seguro es que no la vuelva ver después que salgamos de este lugar.



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¡Nos leemos en un próximo capítulo! Espero mi internet mejore pronto y poder estar más activa con mis historias. De igual manera también estar al tanto de ustedes.

Los quiero 🖤

Anne Fernández.

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