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†D I E C I N U E V E†

†C A P I T U L O     D I E C I N U E V E†
†Septiembre 13†
†Por la noche†

Hace un tiempo atrás leí en un texto algo que decía: “Estamos más asustados que heridos; y sufrimos más de la imaginación que de la realidad”.

Cada día me enfrento a ella, a una guerra que siento que jamás tendrá fin, y que me mata por dentro lentamente. Es luchar contra un agujero negro; en el que cualquier cosa que haga, diga o ponga en él, no podrá ser llenado. Esa es su naturaleza, consumir y arrebatar todo aquello con alguna gota de luz, con la única intención de que formes parte de él.

—¿Dónde estoy? —pregunto viendo una fuerte luz blanca frente a mí.

Un rostro redondo y problemático me hace volver en sí.

—Te he traído a urgencias —dice.

—¡¿Ah?! ¿Qué pasó...? —interrogo.

—Lo mismo me pregunto, has comenzado a dar gritos y... —hace un pausa—. Y has caído del árbol.

Guardo silencio por un instante y recuerdo aquello que me paralizó hasta tal punto de provocarme un colapso mental. Fue como si aquél flashback se hubiera repetido de alguna manera u otra. O fue exactamente su similitud lo que me hizo recordar ese momento. Ha sido el único recuerdo en el que nadie me persigue, el único donde el temor y el acecho no están latentes en mi vida.

Bonnie chasquea sus dedos en mi rostro.

—Me duele un poco la cabeza, lo siento.

Ella abre sus ojos en grande.

—¡WoW!

Frunzo mi ceño.

—¿Qué? —le pregunto extrañado.

—Desde que te conozco es la primera vez que dices, "lo siento".

Lo pienso por un momento y viéndolo bien,... es cierto.

—No lo he dicho —mascullo incómodo.

—Oh, sí que lo has hecho.

—¿Puedes callarte? Mi cabeza va a estallar y tú con tus tonterías haces que me duela aún más.

Me dedica una sonrisa maliciosa.

—Entonces le diré al médico que no estás bien y así pasarás la noche a...

—¡Ok! Lo admito, si lo he dicho. Pero ha sido solo por cortesía —digo tratando de excusarme.

Suelta una risa.

—Como tú quieras.

Ruedo mis ojos y le dedico una mirada de soslayo.

Problemática sin remedio.








†Segundo periodo de la noche†


Muero de hambre, aparte de tener ahora una costilla moreteada, encima de eso vengo a caerme de un árbol y lastimarme un brazo.

¿Qué más va a sucederme?

—¿En qué piensas? —pregunta Bonnie.

—No me gusta esperar y llevamos más de media hora esperando por unas simples milanesas.

—Si eres, no exageres tanto —dice.

El siseo de un chico llama su atención. ¡Justo a tiempo! Ya mi estómago rugía más de lo normal.

—Apresurate.

Finge un calambre y frunzo mi ceño porque se que lo hace a propósito. Al final se rinde.

—Aburrido —masculla caminando en dirección al mostrador.

De camino a casa estuvimos en silencio, Bonnie parecía una niña caminando al borde de la cera. Al parecer eso la entretenía, aunque debo ser honesto; yo no tenía intenciones algunas de querer hablar. Quizás la doctora Quinn tenga razón, y mi bloqueo se deba solo porque todos estos años me he negado a enfrentar las verdaderas acusaciones que están en aquel dichoso expediente. Tal vez y sea cierto, y esa sea la única salida, pero también el fin de todo esto que me impide ser libre.

—¡Oye Regan!

—Si.

—¿Si qué? —inquiere.

Suelto un suspiro.

—Lo siento, estaba pensando en algo.

—¿Quieres hablar?

Niego.

—Por ahora no —susurro—. ¿Qué me decías?

—Que ya debo irme a mi casa, Telma no ha parado de llamarme preguntándome dónde  e estado.

Bufo.

—Tienes una hermana chismosa.

Me da un pellizco.

—Volveré en la mañana —susurra mirándome fijamente.

—Vete.

Me dedica una mirada agria colgando su morral para salir. De un impulso me levanto dando pasos largos logrando alcanzarla, la sujeto de su mano provocando que de un giro quedando muy cerca de mí.

—Quédate —le pido.

Sostiene mi mirada por un momento sin decir nada.

—Regan, debo ir...

—No me siento nada bien, además tú eres mi única amiga —digo tras haberla interrumpido.

Curva sus labios para formar un pequeño puchero.

—Esta bien, pero solo será por hoy —determina.

Asiento y la jalo nuevamente para llevarla a la sala.

Luego de tomar una ducha entro a la habitación y la encuentro al pie de la ventana con un cigarrillo en su boca. Estaba tan perdida en sus pensamientos que no había notado mi presencia. Me siento como un ridículo mirándola así, a veces me hace perder la cabeza con sus tonterías.

—Es hora de dormir —mascullo para tumbarme en la cama.

Unos minutos después siento su calor cerca, y se me hace imposible no poder esbozar una sonrisa. Me giro en su dirección pero me encuentro con su espalda. La molestia me inunda y me giro provocando un gran rebote en la cama.

—¡Oye! ¿Puedes dejar de moverte?

No le respondo, seguido de ello un gran silencio nos inunda. Tal vez ese pequeño espacio que genera el silencio mismo sea solo para evitar palabras innecesarias. Las palabras mal dichas son la sombra de una nube y termina siendo abrumador.

Me giro nuevamente quedando boca a arriba. Bonnie se levanta quedando de rodillas sobre la cama.

—¿Qué mierda te sucede?

Aplano mis labios.

—¿No es obvio? No puedo dormir.

Baja su mirada mordiendo su labio interior.

—¿Qué haces cuando no puedes dormir?

Trago grueso y recuerdo a la tía Corey... solía arrullarme como a un niño, en un susurro entonaba un canto solo para tranquilizar mis más oscuros temores.

—Solía cantar —suelto.

Ladea su cabeza y se tumba a mi lado... muy cerca de mí, eso me pone de nervios. Con sus dedos masajea mi cabello y empieza a cantarme suavemente.

—A careful creature became friends with time, and you left her alone with a mind of diamonds, and those oceanic eyes, It's not fair, It's not fair, you really know how to make me cry when you look at me with those oceanic eyes. I'm scared, i've never fallen so high, falling into your oceanic eyes, those oceanic eyes.

Mis ojos viajan a los de ella, pero... mientras acaricia mi cabello y me privilegia de su hermosa voz, los lleva cerrados. Aunque me siento acorralado por la vista de sus hermosos labios, controlo ese impulso de querer besarlos. En vez de ello, pego mi cuerpo más junto al de ella.

—Da, da, da, da, da, It's not fair, you really know how to make me cry, when you look at me with those oceanic eyes.









†Septiembre 14†
†Primera hora de la mañana†

En una vida sin dolor, la felicidad no valdría nada. Lo aprendés con el paso del tiempo, a veces tarde a veces a tiempo. El peligro no está en la vida; está en nosotros que no sabemos cómo lidiar con ello. Nos hemos vuelto en nuestro propio exterminio.

Hemos hecho del mundo un lugar lleno de arrogancia, envidia, odio e hipocresía, hemos hecho nuestro propio hogar un lugar lleno de guerra e inseguridad.

Algo me golpea mi estómago, me levanto al momento y una carcajada me nubla la mente. Reconocería esa risa escandalosa desde cualquier distancia.

—¿Qué carajos...? —me detengo al ver el rostro de Telma, muy furiosa.

Thao me observa sin decir nada a cierta distancia de seguridad de la insoportable de su hermana. Brendan por su parte me dedica una mirada pícara desde la cama.

—Hay que ver qué se lo tenían bien guardadito ustedes dos, ¿no? —suelta con sorna Brendan ahora sentándose a orillas de la cama.

Telma lo fulmina con su mirada.

—¿Me pueden explicar lo que está sucediendo? —exige la insoportable.

Ruedos mis ojos y me tumbo nuevamente en la cama, Bonnie duerme aún muy plácidamente, ¿cómo puede dormir con tanto ruido?

—Regan no me ignores, te estoy hablando —insiste cogiendo una almohada para golpearme con ella.

—No te diré una mierda —espeto.

Lanza otra almohada en mi dirección...pero... termina en la cabeza de Bonnie. Ésta última toma asiento aún adormilada, en su rostro se dibuja una expresión de amargura y antes de que vaya a decir algo la insoportable de su hermana se adelanta.

—Fue él —me señala—, y además la única que tiene derecho aquí de estar molesta soy yo.

Bonnie se levanta y nos dedica una mirada a cada uno. Parece un cuerpo en posesión.

—¿Se puede saber qué les sucede? —suelta casi en un susurro.

—¿Qué haces tú durmiendo con Regan?

—Porque le da la gana.

—Shh, tú cállate —me advierte.

Me encojo de hombros, Thao y Brendan observan la escena con un poco de diversión.

—Ay Telma, ya no soy una niña...

—¡¿Ah?! ¿Cómo puedes decirme eso? —salta de inmediato—, no me digas que tú y...

—No pasó nada —aseguro, interrumpiéndole.

Todos me miran incrédulos.

—No trates de mentirme —habla Telma casi más para ella que para mí.

—Dice la verdad —interviene Bonnie—. A noche me e quedado acá porque llegamos tarde del hospital.

—¿Del hospital? —pregunta Thao—. ¿A quién has golpeado ahora?

Cubro mis ojos en desesperación, no los soporto un minuto más.

—¡Ya, ya, chicos! Porque mejor no esperan a bajo mientras nosotros nos arreglamos y bajamos para contarles mejor —sugiere la pelirroja—, mi aliento apesta—:añade.

Aplano mis labios para evitar una sonrisa.

Sin decir más, entra al baño y todos nos quedamos en silencio. La cara de Telma me hace tanta gracia en este momento. Creo que me aprovecharé de esta situación para jugarle una broma.

Luego de tomar una ducha bajo y los encuentro a todos en la sala hablando evidentemente de mí, ya que se han callado al escucharme bajar las escaleras.

—¿De qué hablaban? —indago.

—Sobre...de como... están las cosas por la facultad —explica Brendan.

Mi cuerpo se tensa a recordar aquella chica gritándome.

—No quiero hablar de ello —digo acercándome a Bonnie—. Y tú, necesito que me prestes tu auto.

La mandíbula de Brenda casi cae al suelo y salta de inmediato.

—Ni en tus mejores sueños idiota —niega levantándose—, jamás te daría las llaves de mi preciado tesoro.

Me acerco a él con una sonrisa ladeada.

—Me debes un favor, ¿lo olvidas?

Él me dedica una mirada de sufrimiento.

—¡Maldito infeliz!

—Calma, también te quiero —arrebatando las llaves de sus manos.

Camino en dirección a la puerta, pero al escuchar que nadie me sigue giro sobre mis pies para encararlos.

—Muevan sus traseros, ustedes también irán —espeto.

—O eso sí que es una mucha mejor idea —salta Brendan intentado arrebatarme las llaves.

Iluso.

Todos se levantan y ahora sí me siguen.

—¿A dónde iremos? —pregunta Thao.

—Solo suban, y guarden silencio. No vaya a ser que me dé por tirar el auto por un barranco con ustedes dentro.

Telma abre sus ojos en grande, le regaló un guiño y subo al auto.

Es hora de saber toda la verdad.

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No sé, pero el humor de Regan jaja
Bueno mis pequeñas maripositas del mal, espero les haya encantado este capítulo.

Sigan leyendo un próximo capítulo.

Los quiero 🖤

Anne Fernández.

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