†M A L I C I O U S†

†A N G S T†

†Agosto 26†

Silencio.

Eso era lo único que nos rodeaba entre estas blancas paredes. No encontraba la necesidad de pronunciar algo más, si siempre serán las mismas preguntas unas tras unas y siempre obtendrán las mismas respuestas.

Ella sujetaba fijamente mi mirada esperando que añadiera algo más, pero no lo hice.

Es todo lo que recuerdo, es todo lo que diré.

Diga lo que diga igual seguiré siendo un mentiroso y un monstruo. ¿Acaso ella no creé tener todas las respuestas a su absurdo soliloquio?

No cabe duda alguna que para todos soy el culpable y nadie cree en lo que afirmo, ¿entonces para qué seguir en lo mismo?

...

Si hay algo más, lo sé, puedo sentirlo. Pero simplemente no logro conseguir llegar hasta esa nube oscura que me absuelve y me sumerge en un mar rumbo a lo desconocido. De algo si estoy seguro es de que yo no soy el culpable.

¿Cómo podría estar seguro de ello? Si soy el único sobreviviente de aquélla noche.

Lo mismo cuestionan todos.

No lo sé, ni yo mismo tengo la mínima remota idea.

Solo tengo el vago recuerdo de haber llegado a Angst en media noche, en mi mano empuñaba una hoja de papel dónde llevaba anotada la dirección del viejo pueblo. La dirección me apuntaba a una pequeña casa de aspecto tranquilo pero... yo no tenía idea de como mierda llegué a ese lugar. Lamí mis labios secos por la falta de agua y me tumbe en la cera frente a aquélla casa a la que había llegado sin saber un cómo y un porque.

¿Por qué vine aquí?

¿Quién era ella?

Preguntas llenas de un vacío atemorizante pero que también aguardan los secretos más ocultos de mi memoria, aquellos a los cuales no puedo llegar y obtener mi propia libertad.

Mordí mis labios por la amargura de recordar aquellas miradas que albergaban aquél sentimiento de lástima que me daba la gente cuando hacia alguna parada en los terminales o cuando me saboreaba el olor a comida que otros degustaban y que yo no podía hacerlo porque solo llevaba tres monedas que no me alcanzaban para nada.

Los mordí tan fuerte hasta hacerlos sangrar y de alguna manera calmar la bestia que se había desatado dentro de mí.

Después de eso solo recuerdo haberme quedado dormido en la misma cera donde me encontraba solo e vulnerable. Al día siguiente una mujer de cabellera negra y ojos tan azules como los míos me llamaba por un nombre el cual tampoco recordaba.

Si, Regan Wilkinson es mi nombre. Eso fue lo que alegó Corey Harris a las autoridades y además de eso ser hermana de mi madre; una madre la cual no recuerdo y ni siquiera sé si la tuve y lo único que sé de ella es hasta ahora lo poco que me a contado mi tía y ahora madre adoptiva.

Corey además de alegar aquello también me defendía a capa y espada de unas acusaciones, ¿qué adivinen? Tampoco recordaba pero que una voz muy dentro de mí, gritaba de que yo no era el culpable.

Y así la misma historia una y otra vez, se la solía repetir a cada psicólogo al que mi tía me obligaba a ir.

Pero eso era todo lo que recordaba, al menos eso era lo que yo aseguraba, antes de eso no recuerdo nada. Por más que me obligo a hacerlo no puedo, es como si ese día hubiera nacido de nuevo, es como si mi historia se hubiera borrado por completo de mi memoria.

Tampoco tengo idea de como sobreviví de ese incendio y de cómo los demás no pudieron hacerlo.

—¿Entonces no puedes recordar nada? —interroga la psicóloga Quinn.

Le dediqué una mirada cansado y harto de sus mierdas de preguntas.

—No, no recuerdo nada.

Creo que ya está de más decirlo. Aunque había algo diferente en ella, algo que me indicaba que no se rendiría tan fácilmente como los demás.

—Regan no te obligaré a decirme nada, cuando estés listo puedes contarme todo lo que desees solo quiero que estés dispuesto a decírmelo y a confiar en mí.

Cómo si pudiera hacerlo. Ni siquiera puedo hacerlo en mi mismo.

La observo fijamente, no había notado que es muy linda. Debe ser como hace tantas preguntas fatigosas que la había ignorado completamente.

—He dicho todo lo que recuerdo.

Y no mentía y ahí, era donde todo comenzaba; tras las rejas de mi propia mente.

Tú decides si puedes creerme. Nada podría ser como lo piensas.

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Besos malévolos 🖤
Los quiero.

Anne Fernández.

30/08/22