☾︎ - dos
LUDOVICA:
Por alguna razón la clase de Pociones me estaba aburriendo. Lo único que hice fue sentarme en el fondo, oyendo la discusión entre Daphne y Theo.
─Es imposible que no sientas el olor de alguien, por amor a Merlín─ decía mi amiga entre susurros.
─Pues no, no siento el olor de nadie, solo el postre de naranja que hacen en el castillo de Ludo─ Theo comenzaba a estresarse.
Sabía que si no detenía la discusión, Theo iba a comenzar a sentirse mal, así que moví un poco a Daphne y coloqué mi mano en la espalda de mi mejor amigo.
─Tranquilo, Theo, de seguro es porque todavía no encontraste a esa persona especial─ dije con suavidad─. No te pongas mal.
─¿Algo interesante que quiera compartir con la clase, su alteza?─ la voz risueña del profesor Slughorn hizo que los tres recordáramos que seguíamos en clase de Pociones.
De reojo noté como Malfoy imitaba al profesor diciendo "alteza", y aquello hacía reír a Pansy.
─Discutíamos sobre lo que olemos en la poción Amortentia, señor Slughorn. Lamentamos interrumpir─ dije.
─Oh, bien, díganos entonces, señorita, ¿qué huele?─ me preguntó.
Me quedé estática por un segundo, queriendo que aquello fuera broma. Realmente no quería compartir mi olor especial, pues ni yo sabía de dónde venía. Entonces lo inventé.
─Café, pastel de manzana, lavanda y... el jardín del castillo de Riven, quizá.
Daphne me dio un codazo.
─Muy bien, entonces, ahora continuemos─ dijo el profesor.
─¿Jardín del castillo de Riven?─ la voz burlona de Malfoy resonó por todo el pasillo.
─¿Qué quieres, maldito hurón?─ pregunté.
Soltó una carcajada.
─Se te nota la mentira, Olnova─ dijo─. Dime, ¿quién tiene tanta mala suerte de haber aparecido en tu amortentia? ¿Acaso será tu primo Carlos Felipe de Suecia?
─¿No tienes a nadie más a quien molestar, Malfoy?─ pregunté sin ganas de responder a sus estupideces.
Malfoy miró a todos lados antes de ponerse a mi lado y golpear mi hombro. Aquello me molestó bastante, así que lo empujé con todas mis fuerzas contra una estatua. Él no cayó, pero aun así se enojó.
─¿Por qué te enojas si tu empezaste?─ era mi turno de divertirme.
─¿Sabías que tu cara me provoca náuseas?
Subí y bajé mis cajas con una pequeña sonrisa.
─¿Ah, sí?─ comencé a acercarme─. Entonces vomita de una vez.
Me apuntó con su varita, tomando una posición amenazante. Aquello hizo que me detuviera y me hiciera verlo con todo el asco que sentía por él.
─Eres una persona desagradable, Malfoy─ dije─. Tu golpeaste a Harry, ¿no es así? Es una pena que desgastes todo el potencial que tienes en molestar a los demás y portarte como si fueras alguien superior a todos... y solo para seguir los pasos de tu padre.
Siempre tuve ganas de decirle eso, realmente lo pensaba. Por muy mal que nos lleváramos, por muy fuertes que fueran nuestras peleas, era verdad lo que decía. Si Malfoy dejara de gastar su tiempo en ser una mierda de persona, haría grandes cosas. Su arrogancia, su egocentrismo y su orgullo lo cegaban. Y admitía que a mí también podía pasarme todo eso, pero tenía algo que él no: respeto. Respeto por los demás y sobre todo por mí misma. Por mucho que odiara a Malfoy, jamás lo traté como inferior como él hizo conmigo.
─¿Por qué simplemente no dejas de meterte en donde no te llaman?─ me atacó.
Le había dolido.
─No me importa lo que hagas con tu vida, solo me das pena─ dije─. Y ya vete, por favor.
Me lanzó una última mirada llena de odio antes de irse con las manos en los bolsillos. Yo decidí irme en la dirección contraria, tenía ganas de darme un baño antes de la siguiente clase.
Cuando el sábado llegó, con Daphne y Theo decidimos jugar al Tutti-Frutti Explosivo. Era lo mismo que el muggle, solo que cuando uno terminaba primero, los otros eran rociados con agua.
Por suerte la noche estaba algo calurosa para ser otoño, por lo tanto, cuando el agua golpeaba nuestras caras no nos congelaba.
─¡Tutti-Frutti!─ exclamó Daph.
Inmediatamente mi hoja me escupió agua fría en la cara. A Theo le había pasado lo mismo. Él dejó salir un sonido de molestia, pues no le gustaba perder.
─No juego más, buenas noches ─ dijo, levantándose para irse a dormir.
─Mal perdedor─ dijimos Daphne y yo al mismo tiempo.
Theo nos mostró sus dos dedos del medio y se fue hacia el lado de las habitaciones de los varones.
─¿Vamos a dormir?─ me preguntó Daph.
─Ve tú, yo quiero leer un rato.
Ella asintió y se levantó. Luego de desearnos las buenas noches, se fue a acostar. Aproveché que ya no había nadie en la Sala Común para escaparme a la biblioteca. Caminé por los pasillos con sigilo, fijándome que nadie me seguía y tratando de escuchar cada sonido en caso de que alguno fueran pisadas. Por suerte no fui descubierta.
Entré a la biblioteca en busca de cualquier libro que me interesara. Hacía eso seguido cuando no tenía sueño, pues al leer por un rato mis ojos se cansaban y me entraban las ganas de dormir. Solía sucederme principalmente cuando estaba muy estresada o cuando tenía algo importante al día siguiente. Esta vez era solo porque era sábado.
De repente, un ruido en el fondo de la biblioteca hizo que detuviera mi búsqueda y me escondiera. Si era Filch o algún profesor estaba muerta. Incluso contuve la respiración.
─Maldición─ oí una voz.
Maldije mentalmente a todo lo que se pudiera maldecir en el mundo porque conocía bien esa voz. Y la odiaba.
Malfoy.
"Curiosidad" era mi segundo nombre. Quería saber qué estaba haciendo él en el fondo de la biblioteca. Sin dudarlo, me acerqué con cuidado para que no se diera cuenta de mi presencia.
No me sorprendió en nada ver la reja de la Sección Prohibida abierta. Era claro que Malfoy estaba allí adentro, y un grito ensordecedor me lo confirmó.
─¿Quién anda ahí?─ el grito de Filch a lo lejos hizo que me sobresaltara.
Lo oía acercarse a mí, así que mi primer impulso fue entrar a la Sección Prohibida y alejarme lo mejor posible de la reja, cruzando varios estantes de libros hasta encontrar una ventana con las cortinas cerradas. Decidí que ese sería mi escondite.
─¿Olnova?─ el susurro de Malfoy hizo que mi sangre se helara por completo.
─Silencio, Malfoy─ susurré en respuesta.
─Te voy a encontrar, infeliz─ escuché decir a Filch.
Pude notar a través de la cortina la luz de la vela del hombre. Gracias a eso, noté la cara de susto de Malfoy. Me tapé la boca queriendo reír, lo que provocó que él volteara sus ojos.
El maullido de la señora Norris a lo lejos hizo que Filch saliera corriendo, gritándole al aire que atraparía al maldito que andaba fuera de su cama.
─¿Qué haces aquí, Malfoy?─ pregunté, haciendo aparecer luz de mi varita.
─No es de tu incumbencia─ contestó─. ¿Qué haces tú aquí?
─No es de tu incumbencia─ lo imité.
─¿No te cansas de existir?
─¿No te cansas de ser idiota?
Nos quedamos mirando con la misma expresión de disgusto. Por dentro me divertía esa especie de guerra de miradas que estábamos teniendo, y sonreí victoriosa cuando lo vi pestañear.
─Gané─ dije.
─Un petrificus totalus es lo que vas a ganar.
Malfoy me caía demasiado mal, aunque debía admitir que me sorprendía. Era la única persona que se había atrevido a hablarme de esa forma. Siempre lo hizo.
─Me estas agotando el oxígeno, sal de la cortina─ ordené.
Malfoy me miró de arriba a abajo. Yo hice lo mismo.
─Llegué primero─ dijo.
─Qué infantil, por Merlín.
Salí con cuidado de allí luego de apagar mi varita y me puse de rodillas junto a una mesa para ver si había alguien cerca. Justo en ese momento, al bajar mi mirada al suelo, vi un libro abierto. Volteé para asegurarme de que Malfoy todavía no salía de la cortina y cerré el libro. Podía leer el título gracias a la luz de la luna que provenía de otra ventana.
"Armarios Evanescentes: todo lo que debes saber de ellos"
¿Armarios evanescentes? Me sonaba a algo que aparecía y desaparecía cosas. Estaba segura de que Malfoy buscaba ese libro y se le había caído al esconderse. ¿Para qué lo querría? Eso me daba curiosidad, quería saber por qué me daba la impresión de que tramaba algo. Es decir, era obvio, ¿quién venía a la Sección Prohibida de la biblioteca en plena noche? Si fuera para una tarea, tendría el permiso de un profesor para visitar esta zona en el día.
─Ya vete, Olnova─ me dijo una vez que salió de detrás de la cortina.
Apenas veía su silueta junto a mí. No quise decir nada porque sabía que no iba a poder sacarle información. Era un buen mentiroso y sabía evitar bien mis preguntas.
Decidí tragarme la duda e irme a mi Sala Común, pero eso no significaba que dejaría ese tema atrás. Estaba dispuesta a descubrir lo que Malfoy tramaba.
Mediante los días pasaban, notaba a todos cada vez más molestos. Al parecer a varios les confiscaron cosas que eran consideradas peligrosas, como, por ejemplo, el cigarro infinito de Blaise Zabini y una máquina de tatuajes de una chica de Gryffindor.
─No era para tanto─ murmuraba Blaise malhumorado.
─Te dije que un día lo encontrarían. Debiste dejar eso en tu casa─ le dijo Theo.
─No lo hubieran encontrado si no fuera por el Rey de Arglonia─ habló Pansy, mirándome a mí con desagrado.
─¿Qué culpa tengo yo?─ pregunté alzando mi voz─. Esto no pasa solo por protegerme a mí, sino para proteger a todos y a una nación entera.
─¿Buscando entre las cosas de adolescentes?─ se metió la hermana de Daphne.
─Astoria, tu cierra la boca─ le advirtió Daph.
─Muchos aquí son hijos de mortifagos o tienen a algún relativo en las filas del que-no-debe-ser-nombrado. Nadie puede confiar ciegamente en nadie─ dije, mirando de reojo a Malfoy, quien al oírme decir aquello miró hacia otro lado y rascó el puente de su nariz.
Noté también que Theo había comenzado a comer rápido, Blaise miraba a Pansy y ella a Malfoy.
El ambiente de pronto se había vuelto tenso y aquello me llenaba de preguntas y miedo.
El invierno había llegado y aquello me ponía feliz. Era mi estación favorita, me recordaba a mi país, en donde las temperaturas generalmente no pasaban de los dieciocho grados y abundaban las comidas calientes.
En cuanto a Malfoy, no había logrado todavía descubrir lo que planeaba, pero si notaba que se ausentaba bastante en el Gran Comedor y a algunas clases ni siquiera entraba. La última vez lo había visto sentado en el patio leyendo. La ropa parecía que le quedaba un poco holgada y su cabello no tenía brillo. Aquello me sacó un poco de onda, pues él siempre estaba prolijo y, que yo recordara, sus camisas siempre le quedaban ajustadas, y lo sabía porque le gustaba presumir sus músculos ganados gracias al Quidditch. Aquello me hacía pensar que Malfoy realmente estaba metido en algo lo suficientemente malo como para tenerlo tan notablemente estresado y ausente.
De todas formas, la preocupación me duró poco, pues apenas entré a la Sala Común en la mañana y Malfoy comenzó a molestarme como siempre.
─¿No tienes nada mejor que hacer?─ pregunté de mal humor, no había dormido bien.
─¿Algo mejor que molestar a Ludovica Olnova, princesa de Arglonia?─ fingió pensar y luego negó con la cabeza─. Lo lamento, no lo hay.
─Sucia víbora─ escupí con rabia.
De mi parte, no existía ningún sentimiento más allá de asco dirigido hacia Malfoy.
─Te dirán a ti─ me respondió, chocando mi hombro al caminar hacia la salida.
─¡Cuando me confunden contigo!─ exclamé.
Malfoy iba a darse la vuelta para maldecirme, pero justo la puerta se cerró en su cara. Probablemente luego me esperaba un fuerte empujón de su parte cuando me lo volviera a cruzar, o quizá el hecho de que hubiera sido humillado lo haría dejar de molestarme.
Oh, pero eso jamás pasaría, Malfoy nunca se rendía.
Lo curioso fue que no volví a verlo hasta en la noche. Daphne y Theodore ya se habían ido a acostar treinta minutos antes de que Malfoy llegara. Yo me había quedado jugando un rato con la gata negra de Theo para esperar a que fuera lo suficientemente tarde para devolver un libro a la biblioteca.
─¿Debería informarle a Dumbledore de tu comportamiento extraño, Malfoy?─ pregunté antes de que él corriera a su habitación.
Malfoy se detuvo bruscamente como si acabara de ver una araña gigante. Me miró con sus ojos bien abiertos. Su expresión era de terror.
─¿Comportamiento extraño?─ lanzó una risa falsa que quiso camuflar como de burla─. ¿Te golpeaste la cabeza? ¿O estás obsesionada acaso que me tienes vigilado?
Fingí querer vomitar. Dejé a la gata de Theo sobre el sillón y me levanté. Me acerqué peligrosamente a Malfoy, haciendo que él instintivamente sacara su varita de su manga derecha. Sin embargo, yo ni me inmuté.
─Estas en algo raro, Malfoy─ hablé con seguridad, mirando a sus ojos grises sin brillo─. No te sale mentir. Yo voy a descubrir lo que ocultas.
─Deja de meterte en donde no te llaman o...
─¿O qué, Malfoy?─ lo miré desafiante─. ¿Me vas a torturar? ¿Matar? Seguro harás que tu familia se sienta orgullosa, ¿no? En especial a tu tía Bellatrix. ¿Sabías que mi madre es prima del padre de Neville Longbottom?
─Cállate, Olnova─ me advirtió.
─¿Eres mortífago, Malfoy?─ entrecerré los ojos─. Supongo que el Señor Tenebroso te dará una recompensa si tomas a la heredera de Arglonia como prisionera.
Malfoy rió.
─¿Quién querría a semejante basura como tú, Olnova? No te preocupes, no creo que él quiera algo de ti, no necesita a una sucia familia real para ejecutar sus planes─ se encogió de hombros─. Bueno, no podría decírtelo realmente, no estoy en sus filas.
Dicho aquello, dio media vuelta y se fue dejándome con la victoria de haber conseguido una pista. Malfoy era muy estúpido.
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