Capítulo 8 - Final
Los primeros días tras regresar a Corea, Taehyung sintió que algo fundamental le faltaba. Sus pensamientos volvían constantemente a Jungkook. El eco de su risa, el brillo en sus ojos, el calor de sus manos entrelazadas. Las noches eran las peores; se acostaba agotado, pero el sueño no llegaba fácilmente. Miraba las fotos que había tomado durante su viaje, especialmente aquellas donde Jungkook aparecía, y un nudo de emociones se le formaba en el pecho.
Namjoon y Hoseok pronto notaron que algo no andaba bien. Durante una comida en el estudio de Taehyung, los dos lo observaban con detenimiento mientras este apenas tocaba su comida. Taehyung movía los trozos de kimchi en su plato con los palillos, sumido en pensamientos que lo alejaban de la conversación trivial entre su hermano y Hoseok.
Namjoon frunció el ceño, dejando su vaso de agua sobre la mesa. Hoseok, quien siempre era más directo, inclinó la cabeza ligeramente hacia Taehyung, examinándolo con la mirada fija.
—Tae, has estado raro desde que regresaste —comentó Hoseok con un tono inquisitivo, rompiendo el silencio. Dejó el tenedor sobre la mesa y cruzó los brazos. — ¿Qué está pasando?
Taehyung alzó la vista, claramente sorprendido por la pregunta. Intentó componerse rápidamente y forzó una sonrisa.
—Nada, en serio. Solo estoy cansado. La exposición requiere mucho trabajo —respondió, encogiéndose de hombros como si intentara restarle importancia.
Namjoon, quien había permanecido callado hasta ese momento, intercambió una mirada significativa con Hoseok antes de hablar. —Tae, eso ya lo sabemos. Pero este cansancio no parece físico. Te conocemos demasiado bien para tragarnos esa excusa.
—Estoy bien, de verdad.— Taehyung soltó un suspiro, volviendo la mirada a su plato. Mordió un trozo de kimchi, más para ganar tiempo que porque realmente quisiera comer. —Solo hay mucho en mi mente ahora mismo.
—Si hay algo que quieras decir, sabes que estamos aquí para escucharte. — Hoseok arqueó una ceja, evidentemente escéptico. —No tienes que lidiar con esto solo. — Namjoon asintió
—Desde que volviste, pareces... distraído. Más apagado. Si algo pasó en tu viaje, puedes contarnos. No vamos a juzgarte, Tae.
Taehyung soltó una pequeña risa sin humor y pasó una mano por su cabello, despeinándolo ligeramente. —Es en serio, hyung. No es nada grave. Solo estoy procesando muchas cosas.
—¿"Muchas cosas"? —repitió Hoseok, recostándose en la silla con los brazos cruzados. Su mirada permanecía fija en Taehyung, pero su tono era más suave ahora—. Si esas "cosas" te tienen así de perdido, tal vez deberías soltarlas un poco.
El silencio que siguió a las palabras de Hoseok fue pesado. Taehyung miró a ambos hombres, sus ojos revelando un destello de emociones que intentaba ocultar. Suspiró profundamente y sonrió con suavidad.
—De verdad aprecio que se preocupen por mí, pero estoy bien. Solo necesito enfocarme en la exposición. Eso es todo.
Namjoon no pareció convencido, pero no quiso presionar más. —Si necesitas hablar de cualquier cosa, ya sabes que siempre puedes contar conmigo, ¿de acuerdo?
—Con nosotros —corrigió Hoseok, su expresión más relajada mientras le daba una ligera palmada en el brazo a Taehyung.
—Gracias, de verdad —murmuró Taehyung, desviando la mirada para evitar mostrar la emoción que se acumulaba en sus ojos.
La conversación giró hacia otros temas, pero tanto Namjoon como Hoseok seguían lanzándole miradas discretas a Taehyung, claramente conscientes de que algo más profundo lo estaba afectando. Aunque ninguno volvió a insistir, ambos compartieron la misma determinación de estar ahí para él cuando estuviera listo para hablar.
El día de Navidad llegó con un aire de anticipación. La galería donde se inauguraría la exposición de Taehyung estaba repleta de luces cálidas y arreglos que resaltaban la majestuosidad de las fotografías. Cada sección del espacio estaba cuidadosamente diseñada para reflejar las emociones y los lugares que habían definido su viaje. La exposición estaba dividida en seis temas, cada uno representando un país y la palabra que capturaba la esencia de lo vivido allí.
La primera sección era "Inicio y Final", dedicada a Oslo y Bergen. Las imágenes retrataban los paisajes otoñales, las casas coloridas y los momentos íntimos en los que Taehyung había descubierto la chispa de inspiración junto a Jungkook. Una fotografía en particular, tomada durante una caminata en Bergen, mostraba a Jungkook riendo bajo la lluvia, capturando un instante tan genuino que los espectadores no podían evitar detenerse a contemplarla.
La segunda sección, "Libertad", representaba Ámsterdam. Los canales, bicicletas y cielos abiertos se mezclaban con imágenes de Jungkook explorando la ciudad. Una foto destacada mostraba sus manos sosteniendo una flor, un gesto simple pero cargado de significado.
"Pasiones", dedicada a París, fue una sección que generó murmullos entre los asistentes. Aquí, Taehyung había capturado tanto la belleza romántica de la ciudad como la complejidad de sus emociones. Una imagen de Jungkook bajo la luz de la Torre Eiffel, su silueta envuelta en un aura dorada, era el centro de esta sección.
"Arte" representaba Florencia. Los tonos cálidos y las texturas arquitectónicas se mezclaban con retratos de Jungkook en los callejones empedrados. Había una foto donde él miraba una pintura renacentista, su expresión reflejando asombro y admiración, que resonaba profundamente en quienes la veían.
La sección más tranquila era "Calma", dedicada a Zúrich. Las fotos de paisajes alpinos y aguas cristalinas transmitían serenidad, pero también había imágenes de pequeños gestos, como Jungkook sosteniendo una taza de café, que parecían susurrar secretos de paz.
Finalmente, la última sección, "Conexión", estaba dedicada a Lisboa. La pieza central de esta parte era monumental: una fotografía de cuerpo entero de Jungkook, su piel cubierta con los colores y trazos que contaban su historia. Era una imagen íntima y poderosa que no solo mostraba su conexión con Taehyung, sino también con el arte mismo.
Namjoon y Hoseok recorrieron la exposición con detenimiento. Hoseok se detuvo frente a la imagen monumental en la sección de Lisboa. Sus ojos recorrieron los detalles de los colores, la expresión de Jungkook y la intensidad que parecía emanar de la obra.
—Ahora entiendo —dijo Hoseok en voz baja, inclinándose un poco hacia Namjoon.
—¿El qué? —preguntó Namjoon, aunque su tono indicaba que él también estaba llegando a la misma conclusión.
—Por qué Taehyung ha estado así. Es evidente, ¿no crees? —Hoseok señaló las fotos con un leve movimiento de cabeza. —Su corazón no está aquí. Está con esa persona.
Namjoon asintió, cruzando los brazos mientras observaba la fotografía. —Nunca lo había visto tan... vulnerable. Pero también nunca lo había visto tan apasionado. Todo esto está lleno de sentimientos. Y sé que no solo son por el arte.
Hoseok sonrió con tristeza. —A veces, el arte es la forma más clara de expresar lo que no podemos decir con palabras.
Los asistentes elogiaban la exposición sin cesar. Críticos y artistas destacaban la profundidad emocional y la habilidad técnica de Taehyung. Pero mientras él recibía las felicitaciones, sus pensamientos permanecían en Jungkook. ¿Qué habría pensado él si hubiera estado ahí?
Al final del día, cuando la galería comenzó a vaciarse, Taehyung salió al exterior para tomar un respiro. La nieve caía suavemente, cubriendo la ciudad con un manto blanco. Las luces navideñas parpadeaban en cada rincón, creando un ambiente casi mágico.
Quizás las hermosas luces navideñas que adornaban cada rincón de la ciudad en cada sesión, fuera una de las razones principales que hacía a las personas quedar invadidas por el espíritu de la Navidad. Justo como en ese día bajo la nieve en la cual fotografiaba todo a su alrededor. Estas le recordaban a él, porque eran tan brillantes como su sonrisa, la fuente de su luz aunque no lo hubiese aceptado en voz alta.
Seguramente, esa noche se encontraría con su familia y amigos para celebrar esa festividad, pero no podría celebrarlo con esa persona de presencia perenne en su mente. Ni siquiera estaba seguro de si debería mandar un mensaje después del cese de su comunicación fuera lo correcto.
¿Qué tan malo podría ser enviar un "Feliz Navidad"?
Era la razón perfecta para volver a escribirle aunque no obtuviera respuesta alguna. El frío atacaba su rostro, a esa mano enrojecida y trémula que sostenía el móvil con el cual enviaría un pequeño texto a un hombre que se encontraba del otro lado del mundo.
Suspiró algo indeciso. Inhaló y exhaló con profundidad antes de retirar el guante de su mano derecha y textear algo simple mientras se inspiraba por las hermosas luces. Eternamente, la luz de su recuerdo brillaría cuando todo lo demás se desvaneciera.
Sus pensamientos se dirigieron inevitablemente a Jungkook. Recordó su sonrisa, su risa y cómo su presencia había iluminado cada día de su viaje. Sacó su teléfono y miró la última conversación que habían tenido. Su pulgar se deslizó sobre la pantalla, indeciso y escribió un mensaje simple pero sincero: "Feliz Navidad, Jungkook. Espero que este día sea tan especial para ti como lo hiciste para mí."
Presionó enviar y guardó el teléfono en su abrigo. La luz de las decoraciones seguía brillando a su alrededor, pero en su interior solo había incertidumbre, anhelo, melancolía.
Esa misma noche, durante una cena navideña en el nuevo apartamento de Namjoon, Taehyung llegó cargado con un pastel de chocolate que había comprado en una pastelería cercana. El aroma a comida casera llenaba el espacio, y una cálida luz de las velas adornaba la mesa, haciendo que el lugar se sintiera acogedor y festivo.
Namjoon le abrió la puerta con una amplia sonrisa y un delantal que decía "Master Chef". —Pasa, Tae. Estamos terminando de preparar todo.
Taehyung asintió mientras reía, dejando el pastel en la cocina antes de saludar a Hoseok, quien estaba ajustando los últimos detalles de la decoración de la mesa.
—¿Esto es nuevo? —comentó Taehyung, levantando una ceja al ver los platos perfectamente dispuestos y las servilletas dobladas en forma de árboles de Navidad. — ¿Cuántas cosas nuevas hay? La casa, los platos, ese delantal...
— Sí, hay algunas cosas nuevas. — Hoseok se encogió de hombros con una sonrisa traviesa. —Quiero impresionar a alguien.
—¿A Namjoon? Porque estoy seguro de que ya lo tienes bastante impresionado —replicó Taehyung, provocando una carcajada de ambos. — En verdad, ¿a quién se le ocurre dejar que Namjoon cocine? Creo que voy a pedir comida.
— No, no es a Namjoon y no, no cocinó él, pero se ve sexy con ese delantal.
—¡Taehyung! — En ese momento, una voz grave resonó desde la sala. —He oído hablar mucho de ti.
Taehyung giró la cabeza y vio a un hombre de estatura media, cabello oscuro y ojos profundos que le sonreía desde la sala. Sin poderlo evitar, miró rápidamente a Hoseok con cierta preocupación. Ese hombre que recién lo saludaba, sosteniendo una copa de vino y con un porte tranquilo, pero magnético, era Yoongi. Su hermano le había contado que estaba conociendo a alguien, pero todavía no se hacía a la idea de que la relación con Hoseok realmente había llegado al final.
Tal vez era porque seguía viéndolos juntos y, pese a su separación, continuaban llevándose bien. No era un secreto que Hobi seguía teniendo sentimientos por su hermano, una parte de él se sentía mal porque Hoseok tuviese que estar presente para ver a Namjoon junto a alguien más.
Bueno, nada era para siempre y él lo sabía. De ser así, esa aventura que vivió junto a Jungkook jamás hubiese terminado.
—Tú debes ser Yoongi —comentó finalmente Taehyung mientras extendía la mano para estrechársela. Yoongi asintió, pero en lugar de un apretón de manos formal, le dio una ligera palmada en el hombro, como si ya fueran viejos conocidos.
—Es un placer finalmente conocerte. Namjoon y Hoseok no paran de hablar de ti —comentó Yoongi, su tono calmado, pero lleno de calidez. — No he podido ir a tu exposición, pero lo haré antes de que cierre.
—Será un placer tenerte por ahí, espero que la disfrutes.
— Estoy seguro de que lo haré.
Durante la cena, los cuatro conversaron animadamente. Namjoon servía generosos platos de comida mientras Hoseok se aseguraba de que nadie tuviera el vaso vacío. Taehyung no pudo evitar notar la cómoda dinámica entre los tres hombres. Había algo en la forma en que se miraban y se tocaban casualmente que lo intrigaba.
En un momento, mientras Namjoon y Yoongi hablaban animadamente sobre un nuevo proyecto en el que trabajaban juntos, Hoseok se inclinó hacia Taehyung. —¿Qué te parece Yoongi? —preguntó con una sonrisa.
—Parece genial. Muy tranquilo —admitió Taehyung mientras observaba cómo Yoongi reía por algo que Namjoon había dicho.
—Lo es —confirmó Hoseok, su voz cargada de cariño.
Fue entonces cuando Taehyung notó el gesto. Namjoon pasó un brazo alrededor de Hoseok, atrayéndolo hacia él, mientras con la otra mano entrelazaba sus dedos con los de Yoongi, que estaba sentado al otro lado. Fue un gesto breve, pero evidente.
—¿Los tres...? — Preguntó Taehyung en voz baja, volviendo la mirada hacia Hoseok.
Hoseok soltó una carcajada suave, su expresión tranquila pero divertida. —Es complicado, pero sí. Estamos felices así, y eso es lo que importa, ¿tú qué piensas?
Taehyung tomó un sorbo de vino, procesando la situación. Finalmente, asintió con una sonrisa genuina. —Si están felices y se cuidan mutuamente, entonces no hay nada que cuestionar. Me alegra que hayan encontrado algo tan especial, que se mantengan unidos.
Hoseok le dio un leve golpe en el brazo, su sonrisa creciendo. —Sabía que lo entenderías. Siempre has tenido esa mente abierta.
La conversación pronto se deslizó hacia temas más ligeros, pero Taehyung no pudo evitar observar cómo los tres interactuaban durante el resto de la noche. Era evidente que se cuidaban y se apoyaban mutuamente de una manera que transcendía las convenciones. Y mientras los veía reír y compartir, no pudo evitar pensar en Jungkook y en lo que había dejado atrás en Oslo una vez más.
No pudo evitar mirar su teléfono a la espera de un mensaje que jamás llegó. Se sentía defraudado, pero era entendible hasta cierto punto. Después del mensaje que le envió a Jungkook tras su regreso a Corea, el menor había intentado comunicarse con él. Taehyung le pidió que mantuvieran el lindo recuerdo, mas sin atarse a él. No tenía la cabeza o fuerza para mantener una relación a distancia. Lo quería, pero en ese momento él no podía dejar todo atrás y salir de Corea para irse a vivir a Noruega. Se lo dejó claro, por lo que comprendía que Jungkook decidiera no responderle más.
Cuando la noche llegó a su fin, Namjoon lo acompañó hasta la puerta. —Gracias por venir, Tae. Espero que esta Navidad sea especial para ti, aunque las cosas hayan cambiado un poco este año.
Taehyung asintió, dándole una palmada en la espalda. —Gracias, hyung. Y gracias por invitarme a tu casa, por tener la confianza suficiente en mí y presentarme a Yoongi. Me alegra ver que eres feliz.
Namjoon sonrió, pero antes de que pudiera responder, Yoongi y Hoseok se unieron a ellos en la puerta para despedirse. El calor en sus sonrisas y la armonía que compartían fue algo que Taehyung se llevó consigo mientras caminaba hacia su auto bajo las luces navideñas que iluminaban la noche. Esa visión, aunque hermosa, le recordó una vez más lo vacío que se sentía sin Jungkook a su lado.
+++
El salón de la galería estaba lleno de luces, reflejos y murmullos emocionados. Era el día final de la exposición, y Taehyung se encontraba frente a las cámaras, respondiendo preguntas de periodistas que lo elogiaban sin cesar. Su trabajo había resonado con personas de todas partes, y la exposición se había convertido en una sensación. A pesar del orgullo que sentía, su mente vagaba en otro lugar, en otro tiempo, con otra persona.
Mientras hablaba, su mirada se movía por la galería, vio a Yoongi cumpliendo su promesa de ir, regalándole una sonrisa. Había muchas personas, algunos conocidos, otros que simplemente pasaban a ver la exposición y por supuesto, algunas personas claves de su equipo de trabajo y la prensa. Seguía dando una entrevista, aceptando varias fotografías y entonces...
Lo vio.
Una figura familiar estaba de pie frente a la fotografía más prominente de toda la exposición: el cuerpo pintado de Jungkook, esa obra que había encapsulado su historia compartida no solamente en Lisboa, sino, en cada ciudad visitada. Cada hora, cada día, cada semana que pasaron juntos estaban resumidas ahí. La voz de Taehyung se cortó brevemente, y aunque intentó disimular, su corazón comenzó a latir con fuerza.
—Disculpen un momento —dijo, con una inclinación de cabeza hacia los periodistas. Apenas escuchó sus murmullos de sorpresa cuando se apartó rápidamente del grupo y comenzó a caminar hacia él.
Cada paso parecía interminable, como si el tiempo se ralentizara. Mientras se acercaba, la figura seguía inmóvil, observando la fotografía con una intensidad que Taehyung reconoció de inmediato. Ese perfil, esa postura... No había duda, era él.
Era su Jungkook.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, extendió una mano temblorosa y tocó suavemente su hombro. Jungkook se giró, y el mundo de Taehyung pareció detenerse por completo. Allí estaba él, más real de lo que su memoria podría haberle permitido recordar. Sus ojos brillaban con la misma calidez de siempre, y su sonrisa era la misma que había iluminado cada rincón de sus días juntos.
—Prefiero responder los mensajes en persona — habló finalmente Jungkook, su tono ligero y juguetón, aunque había un temblor en su voz que delataba la emoción contenida.
Taehyung intentó hablar, pero su garganta se cerró. Tragó con dificultad, buscando palabras que se habían perdido entre el tumulto de emociones. Todos desaparecieron, en esa enorme galería solo quedaba el arte y ellos dos. Lentamente, Jungkook dio un paso al frente para terminar de borrar cualquier rastro de distancia entre ambos. Su mano derecha se elevó hasta acariciar las mejillas del pelirrojo mientras le regalaba una sonrisa.
—Aunque tarde... — Finalmente, logró susurrar. —Feliz Navidad.
Taehyung sonrió ampliamente, relamiendo sus labios por los nervios y la emoción. Sin embargo, ahí estaba su calma frente a él. Esa fue una calma que se apropió de sus labios en un beso lento y profundo. Cuando el beso se pausó, sus frentes permanecieron unidas y sus comisuras estaban elevadas con sonrisas cómplices.
—Feliz Navidad, Tae. — Jungkook sonrió aún más, envolviendo los brazos en su cintura.
— Feliz Navidad, Kook. — Respondió con su labio inferior perdiéndose entre sus dientes, pero sin dejar de sonreír.
—Te extrañé.
La voz de Jungkook, suave y llena de un afecto indescriptible, rompió cualquier barrera que pudiera haber entre ellos. Sin pensarlo dos veces, Taehyung volvió a cerrar el espacio que los separaba y lo abrazó con fuerza. Jungkook correspondió de inmediato, sus brazos rodeándolo como si nunca hubieran querido soltarlo en primer lugar.
—No puedo creer que estés aquí —susurró Taehyung contra su hombro, sintiendo cómo una lágrima traicionera caía por su mejilla.
—No podía no estarlo —respondió el castaño, apoyando su barbilla en el hombro de Taehyung. —Sabía que si no venía, me arrepentiría para siempre.
Se separaron solo lo suficiente para mirarse a los ojos. Taehyung levantó una mano temblorosa y acarició la mejilla de Jungkook, como si necesitara confirmar que no era un sueño.
—¿Cómo... cómo sabías de la exposición? Es decir, lo sabías, te hablé de ella, pero quiero decir, el lugar, la fecha... —Preguntó, con un leve temblor en la voz.
—Siempre seguí tu trabajo, Tae, lo sabes. Pero después de nuestro mensaje en Navidad... No podía simplemente quedarme en casa. Reservé el primer vuelo que encontré. —Jungkook tomó la mano de Taehyung entre las suyas y la sostuvo firmemente.— Tenía que verte. Tenía que decirte que no importa cuánto intente seguir adelante, siempre termino regresando a ti.
Taehyung no pudo contenerse. Lo besó una y otra vez. Fueron besos cargados de emoción, con un torrente de palabras no dichas que se derramaban entre sus labios. Era un reencuentro, un inicio, una promesa. Las personas alrededor de ellos que tenían su vista fija en la musa y el artista, murmuraban intermitentemente. No obstante, a ellos no les importaba, la galería se había convertido en un telón de fondo irrelevante. Solo existían ellos, el uno frente al otro, conectados de una manera que iba más allá de las palabras.
Cuando finalmente se separaron, ambos tenían las mejillas húmedas por las lágrimas, pero también llevaban una sonrisa que era imposible de ocultar.
—Volvamos a empezar, ¿te parece? —murmuró Jungkook, apoyando su frente contra la de Taehyung. Su voz era un susurro que dejaba ver la felicidad que lo embargaba en ese momento.
Fue un gran riesgo, viajar tantas horas por un simple mensaje después del muro invisible que Taehyung levantó entre ellos, pero sintió que valía la pena. Ese texto fue la confirmación de que el mayor estaba pensando en él, que lo extrañaba tanto como él extrañaba a Taehyung. Se aferró a esa gota de esperanza. Si todo salía mal, al menos aprovecharía para visitar a su familia. Pero salió bien.
Taehyung cerró los ojos por un segundo, dejándose envolver por el calor y la cercanía. —No sé si sea volver a empezar o continuar lo que nunca terminó —respondió finalmente con una risa suave mientras entrelazaba sus dedos con los de Jungkook. Abrió los ojos y lo miró directamente. —Pero sí. Vamos a vivirlo, Jungkook. Todo. —Una pausa cálida los envolvió, pero había algo que Taehyung necesitaba saber. Su curiosidad no era solo lógica, sino también emocional. —¿Qué pasó con Noruega? ¿Con tu casa allá? —preguntó en voz baja, temiendo que tocar ese tema pudiera romper la magia del momento.
—Todo eso quedó atrás, Tae. — Jungkook esbozó una sonrisa melancólica antes de responder. — Cuando recibí tu mensaje... fue como una señal. Me di cuenta de que ya no tenía nada que me atara allá. La mayoría de mis nuevos trabajos como fotógrafo son digitales, y mi vida... bueno, mi vida no estaba completa. —Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Empaqué lo esencial y tomé un vuelo. Ahora estoy quedándome con mis padres mientras busco un lugar propio.
Taehyung lo miró con una mezcla de sorpresa y ternura. La decisión de Jungkook, tan impulsiva y al mismo tiempo tan cargada de amor, lo dejó sin palabras por un momento. Apretó las manos de Jungkook con más fuerza y sonrió.
—Entonces, hasta que encuentres un lugar... —comenzó, inclinando ligeramente la cabeza.— ¿Por qué no consideramos mudarnos juntos? Puedes venir a mi apartamento.
Jungkook parpadeó, claramente sorprendido por la propuesta. La risa que escapó de sus labios fue ligera, llena de incredulidad y alegría.
—¿Juntos? Tae, eso es un gran salto. —Taehyung también se rio, dejando escapar una carcajada que rompió cualquier tensión restante.
—Lo es. Pero... ¿Por qué no? —Hizo una pausa y añadió, con una chispa de picardía en los ojos, presionando sus mejillas con sus largos dedos para acercarlo un poco más.— Quiero decir, ya pinté cada rincón de tu cuerpo. Creo que eso nos da cierta confianza, ¿no?
Ambos estallaron en risas, pero había algo más profundo en el fondo de todo: una certeza compartida. Cuando la risa se desvaneció, Jungkook inclinó la cabeza y lo besó suavemente, como si sellara la promesa que acababan de hacer sin necesidad de más palabras.
Fue el asistente de Taehyung quien se había acercado con paso ligero, quien los trajo de regreso a la realidad. Ambos sonrieron un poco apenados por los presentes, pero lo cierto era que poco les importaba.
—Señor Kim... — Le susurró el asistente al oído con discreción. —El conteo regresivo está por comenzar.
Taehyung asintió y, con una sonrisa, apretó la mano de Jungkook con orgullo, como si esa simple acción bastara para afirmar todo lo que sentía.
—Vamos. Quiero que estemos juntos para esto —espetó, guiándolo hacia el gran balcón de la galería.
Al salir, el aire frío de la noche los envolvió. Copos de nieve caían suavemente, acumulándose en el suelo y en los hombros de los invitados que ya se encontraban afuera. Pero el frío no parecía importar; los cuerpos de Taehyung y Jungkook, abrazados, generaban un calor que desafiaba la gélida temperatura.
Un camarero se acercó con una bandeja plateada, ofreciéndoles dos copas de champán. Ambos tomaron las suyas, agradeciendo con una ligera inclinación de cabeza, y permanecieron juntos, hombro con hombro, observando cómo las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos.
Taehyung giró el rostro hacia Jungkook, quien estaba absorto en la vista, con la nieve atrapándose en su cabello castaño y sus mejillas ligeramente sonrojadas por el frío.
—No puedo esperar a salir de aquí —murmuró, lo suficientemente bajo como para que solo Jungkook lo escuchara. Su tono era cálido, pero había una urgencia tranquila en sus palabras.— Vamos a mi casa esta noche. Quiero que empecemos el año juntos, no rodeados de extraños.
Jungkook lo miró, sorprendido al principio, pero sus labios se curvaron en una sonrisa suave y su mirada se llenó de diversión y también cierta ternura. Asintió ligeramente, no había nada más que quisiera en ese momento.
El murmullo de los asistentes comenzó a aumentar, y la cuenta regresiva resonó entre ellos.
—¡Diez! —La multitud exclamaba con entusiasmo.
—Tae —susurró Jungkook, llamando la atención de Taehyung hacia él mientras la cuenta seguía avanzando.
—¿Qué? —respondió Taehyung, su mirada curiosa y llena de afecto.
—Nueve... ocho... siete... —la cuenta seguía, pero para ellos, todo lo demás se desvaneció.
—Te amo, Taehyung —dijo Jungkook, sus palabras claras y cargadas de emoción.
Porque ese era el momento perfecto para decir esas palabras que llevaban esos dos meses apresadas en su pecho. Se lo quiso decir desde que viajaban por todas esas ciudades y países de Europa, pero sintió que no era momento de hacer. No cuando su futuro era tan incierto y creían más en el final que en la continuación de lo que estaban viviendo. Pero ahí, en ese instante, todo aquello que los mantenía separados había desaparecido.
Ahora, con el tiempo que tuvieron separados y que sirvió para confirmar que esos sentimientos no eran solo un idilio y sí algo real, tuvo la confianza suficiente para decirle al pelirrojo lo mucho que lo amaba. Taehyung parpadeó, sus labios se separaron levemente por la sorpresa, pero un segundo después una sonrisa lenta y radiante se formó en su rostro.
—Yo también te amo, Jungkook.
—¡Tres... dos... uno! ¡Feliz año nuevo! —El grito colectivo marcó el inicio del nuevo año.
Ambos se inclinaron hacia el otro al mismo tiempo, encontrándose en un beso profundo y lleno de promesas. El champán olvidado en sus manos, el mundo, como siempre ocurría cuando estaban juntos, desapareció por completo mientras sellaban ese momento con su amor. Cuando se separaron, sus ojos brillaban tanto como las luces que iluminaban la noche.
—Feliz año nuevo, Jungkook.
—Feliz año nuevo, Taehyung —respondió, apretando la mano del artista mientras sus frentes se tocaban una vez más, como si no quisieran que nada ni nadie los apartara.
El año terminaba, pero para ellos, era solo el principio de algo mucho más grande
Ese fin de año, mientras el mundo celebraba un nuevo comienzo, Jungkook y Taehyung encontraban el suyo. A partir de ese día, sus caminos quedaron entrelazados para siempre.
¡Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo para todos ustedes!
Esta ha sido una historia corta y sencilla, sin mucho drama. Comenzó hace dos años porque quise hacerles un regalo que no pude terminar a tiempo. Ahora, después de mucho, estoy feliz de haberla retomado y terminado. Espero que haya sido de su agrado.
Les deseo muchas cosas lindas y positivas. Manténgase saludable.
LORED
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