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Capítulo 5

— ¿Qué sucede?

— Silencio... — Las palabras de Taehyung fueron un susurro que paralizó a Jungkook en su sitio.

De algún modo, habían logrado llegar a la habitación del artista esa noche. Tras haber decidido disfrutar el momento en aquel restaurante, la caminata y los primeros besos, fueron avanzando sin rumbo alguno. Manos entrelazadas, risas tímidas, silencios, otros besos y, antes de darse cuenta, estaban en el pasillo que separaban sus habitaciones. La primera acción que realizó el menor fue atraerlo a un beso de despedida. No obstante, antes de poderlo procesar, la puerta de la habitación de Taehyung se había abierto y ambos estuvieron parados en el medio del salón.

Eso los había guiado a esa posición en la que se encontraban, con un Taehyung que pese a sus reservas se estaba dejando llevar por sus propios deseos, junto a un Jungkook en igualdad de condiciones. El mayor lo había colocado justo en el medio del espacio entre los muebles y el estudio fotográfico. En silencio, se agachó para quitarle los zapatos, permitiendo que se apoyara sobre su hombro para no perder el equilibrio. Sus dedos acariciaron suavemente la piel una vez que estuvo descalzo, estudiando cada centímetro.

Así, se puso en pie, estirando sus largos dedos, se posó en el cuello de Jungkook, logrando que este dejara el aire atrapado en su pecho, sin poder respirar, al menos no hasta que las yemas de Taehyung siguieran su camino hasta su cabeza para enredarse en su castaño cabello y tirar con suavidad hacia atrás. Fue como una tácita orden para que respirara, algo que el menor hizo sin rechistar.

Fue extraño para Jeon, se sentía cohibido bajo una mirada que le inspiraba a abrazar la libertad desde que la vio por primera vez, una de las razones por las cuales se animó a hacer ese viaje. Contradictoria hasta cierto punto, pero eso también formaba parte de su personalidad y Taehyung parecía poder captar cada detalle como si se hubiera licenciado en una rama específica de su arte, una con nombre y apellido. En ese momento de análisis crítico y artístico de su musa, Taehyung sintió que estaba haciendo una maestría en la historia escondida en su cuerpo, en su anatomía.

Mirar a Jungkook a través del lente de su cámara era una actividad que lo hacía feliz. Se había dado cuenta de que cada vez que la bajaba y lo contemplaba, sus emociones cambiaban ligeramente, pasaba de querer mostrarle al mundo esa hermosa persona que tenía delante, a desear acapararlo única y exclusivamente para él, para su consumo privado.

Sus ojos recorrieron todo el cuello contrario, su mandíbula, sus pómulos en donde una envejecida cicatriz todavía se podía ver y por último, pero no menos importante, sus ojos. Se observaron fijamente por lo que parecieron ser eternos segundos. La atmósfera estaba cargada de electricidad, como si el aire mismo vibrara con la anticipación.

Era absurdo y egoísta de su parte querer que los ojos de Jungkook siempre se centraran en él, que lo observaran de esa manera tan transparente y decidida. Con su mano libre, acarició su frente sin que el menor pusiera resistencia alguna, luego, la caricia se extendió hasta su castaño cabello, acomodándole los mechones que caían sobre su rostro. Ambos lo podían sentir, esa corriente que los atraía, la necesidad de un beso que ya ninguno escondía en lo profundo de sus pechos.

Tal vez por eso Jungkook intentó ir en contra de la mano que sostenía su cabello, porque sabía que el mayor anhelaba otro beso tanto como él, pero falló estrepitosamente cuando el agarre de Kim se hizo más fuerte, alejándolo sin regalarle una de esas cuadradas sonrisas que a Jungkook tanto le gustaba.

— Permíteme... — La voz de Taehyung fue casi inaudible, mas el castaño asintió, otorgándole total libertad mientras yacía allí, parado en el medio de aquella habitación con el corazón galopando en su pecho.

Con manos hábiles, Taehyung comenzó a desabrochar lentamente los botones de la camisa de Jungkook, revelando la piel suave y pálida que yacía debajo. Cada botón deslizado era un suspiro compartido, un paso más hacia la intimidad. Sus dedos acariciaban la piel al descubierto, explorando cada rincón como un artista que se deleita en la textura de su lienzo. En sus pezones, continuaban brillando esos pequeños piercings que vio el día anterior mientras lo pintaba y que tanta curiosidad le causaban. Los acarició levemente, movió el metal haciéndolo sisear y luego apretó el pezón derecho, logrando que Jungkook gimiera bajo.

— Eres sensible en esta zona... — Eso fue una afirmación, no una pregunta, pero el menor de igual modo asintió. Estaba intentando controlar todos sus impulsos mientras veía a Taehyung admirarlo, disfrutarlo visualmente. — Siento que mi imaginación está en estado de ebullición en estos momentos, hay infinidades de cosas que me gustaría hacer contigo.

— Puedes hacerlas. — Taehyung elevó la mirada desde sus perforados pezones marrones hasta unos oscuros e intensos ojos. — Te otorgo mi permiso para que experimentes conmigo todo lo que quieres esta noche.

— No sabes todo lo que hay en mi mente.

— Si llegas a hacer algo que me incomode o no me guste, créeme que te lo diré y detendré. Si llego siquiera a pensar que vas a hacer algo que me desagrade, yo te lo haré saber, te doy mi palabra. — Dicho esto, atrajo al mayor por la nuca, haciendo un movimiento deliberado aun sabiendo que Taehyung lo quería quieto. — Solo un beso. — Sus labios se encontraron una vez más, este beso se sintió diferente a los anteriores, una nueva tensión los mantenía trémulos, pero aventureros. Fue profundo, obsceno incluso en el modo en el cual sus lenguas buscaban succionarse mutuamente olvidando el exceso de saliva. — Adelante, puedes continuar.

La camisa finalmente cayó al suelo ayudada por las manos de Taehyung, revelando el torso esculpido de Jungkook, una obra de arte en sí misma. El pelirrojo, maravillado, dejó que sus manos continuaran deslizándose por los músculos tensos, sintiendo el latir del corazón de Jungkook bajo la yema de sus dedos. Cada contacto era un destello de placer silencioso que recorría los tatuajes del menor, cada cuadrado levemente marcado en su abdomen hasta llegar al borde de su pantalón en donde sus dedos se quedaron prendados, jugando con el borde.

Después, con una mezcla de adoración y deseo, Taehyung desabrochó el cinturón y deslizó con gracia los pantalones de Jungkook hacia abajo. Cada centímetro de piel expuesta era una invitación irresistible. Los bóxers, ahora la única barrera entre sus dedos y la piel, fueron retirados con la misma lentitud artística, revelando el deseo palpable en la mirada de ambos, pero sobre todo, en la erección que podía contemplar, en la humedad que abrazaba a la misma.

Desnudo ante alguien a quien desierta forma consideró su ídolo artístico, Jungkook se erguía como una escultura en el centro del salón, su cuerpo una expresión de belleza cruda y auténtica. Sus pupilas siguieron cada gesto de Taehyung, desde sus labios relamidos hasta los pasos que se alejaron sin él decir una sola palabra. El pelirrojo se había retirado brevemente para buscar la cámara fotográfica, lo supo cuando lo vio regresar. Como un fotógrafo ansioso por capturar la esencia de su musa, regresó con la cámara en mano, listo para inmortalizar la obra maestra que se desplegaba ante sus ojos.

Taehyung brillaba con la luz de la pasión contenida mientras sostenía la cámara, listo para capturar cada detalle cuando el menor, sintiendo la intensidad del momento, tomó suavemente las manos de Taehyung y las guio hacia su cuerpo, desviando la atención de la cámara hacia la experiencia sensorial.

– ¿No crees que hay cosas que las cámaras no pueden capturar por completo? – Preguntó Jungkook, mirando intensamente a Taehyung.

– Me gustaría inmortalizar este momento, cada parte de ti. — En respuesta, recibió una ladeada sonrisa.

– Entonces, concéntrate en lo que tus ojos pueden ver y, si es necesario, deja que tus otros sentidos te guíen.

Taehyung asintió, dejando la cámara a un lado mientras sus manos exploraban el cuerpo de Jungkook con delicadeza. Cerraron los ojos, permitiéndose sentir la textura suave de la piel, la calidez que emanaba de cada centímetro. Era un baile silencioso de sensaciones, una conexión que trascendía las imágenes estáticas.

– A veces, lo que podemos tocar y sentir es más real e intenso que cualquier fotografía. — Sin abrir los ojos, se delató con el tacto del mayor. — ¿Te gustaría pintar con todos tus sentidos? — Ahí, vio una sonrisa cómplice y hermosamente cuadrada

– Creo que eso hará que esta obra sea aún más especial. — Musitó observando su miembro, llevando sus manos a las caderas ajenas, dejándolas ahí, insinuándole al menor que lo tocaría, pero sin hacerlo realmente. — Serás estudiado y adorado por mí.

— En estos momentos no existe una cosa que quiera más. — Respondió moviéndose algunos centímetros antes de ser sostenido en su lugar. — ¿No me podré mover?

— No sin mi autorización. — Sonrió el mayor, dando varios pasos hacia atrás.

— Entonces, ¿puedo pedirte un favor? — El contrario asintió, dándole la oportunidad de continuar con su pedido. — Acércate un poco más, mi voz no es tan fuerte en estos momentos. — Taehyung volvió a acercarse a él, viendo la mirada traviesa en sus ojos. — ¿Y si mi cuerpo fuera el próximo lienzo?

— ¿Ese es el favor que deseas pedirme?

— Así es, me gustaría que pintaras mi cuerpo. — Intrigado y con una sonrisa pícara, Taehyung asintió. — Esa es una propuesta tentadora. Tendré que pensarlo.

— Podrías plasmar en mí todas esas cosas que deseas hacerme. — Jungkook, acercándose aún más, le susurró al oído

Había algo en Jungkook que parecía hacerlo ceder en cada instante, como esa última hoja del árbol que se aferra en el otoño hasta que finalmente cae. La excitación en el aire aumentaba, ambos lo sabían, pero lo ignoraban a propósito. En algún lugar de sus cerebros sabían que después de la contención llegaría una recompensa.

— Si te portas bien esta noche, quizás decida complacerte con esa idea. — Espetó el pelirrojo junto a su oreja, erizando a conciencia cada vello del cuerpo contrario, devolviéndole el golpe antes ofrecido. — ¿Qué tal si comenzamos elevando la temperatura de tu cuerpo en este frío otoño casi invierno?

Era gracioso que el día anterior fuese un día de otoño cálido, mientras que ese, se sintió casi como un invierno avanzado. Ambos se sumieron en una risueña complicidad, sabiendo que la noche prometía más aventuras.

— Estoy lo suficientemente caliente en estos momentos, — comentó indicándole que mirara su entrepierna.

— No, no lo suficiente. — Agregó alejándose hacia su cuarto y regresando poco después con lo que parecían ser dos velas aromáticas en las manos y una gruesa tira negra. — ¿Qué te parece si continuamos con algo más? Tengo una vela de masaje con aroma a lavanda. Podría hacer esto aún más interesante.

— Suena genial, ¿qué tienes en mente?

Taehyung encendió la vela, dejando que la cera caliente se derritiera lentamente. Mientras la llama parpadeaba, caminó en dirección del castaño. Un movimiento de cabeza bastó para que el confundido Jungkook captara sus intenciones. Nunca lo había intentado, pero no tenía motivos para negarse, por lo que se arrodilló sobre la alfombra, justo delante del sofá mientras observaba a Taehyung acercarse más.

— No será nada extremo, pero me gustaría establecer límites. Recuerda que podemos detenernos en cualquier momento.

— Lo sé. Y si no te detienes, te detengo. — Bromeó estirando su mano para acariciar el trasero de un pelirrojo risueño.

Normalmente, muchas personas necesitaban conocerse durante mucho tiempo o al menos tener la confianza suficiente para tener sexo juntos. Era cierto que también existían muchos que desde el primer encuentro, luego de escasas palabras, procuraban saciarse mutuamente, pero en su caso no era así. Por un lado, parecía un poco apresurado estar con Jungkook de ese modo, que fuese tan receptivo y estuviera tan dispuesto no se lo esperó. Él estaba sorprendido consigo mismo por revelar desde el comienzo sus gustos más íntimos, por sentirse tan cómodo con el castaño cuando incluso horas atrás estaba confundido e inseguro sobre dejarse llevar por él, sucumbir a su gusto.

Los dedos que comenzaban a ser familiares y que ya creía poder reconocer con sus ojos cerrados se posaron sobre los hombros de Jungkook. Lo recorrieron del hombro derecho al izquierdo y de regreso antes de posarse en su cuello, avanzando hasta su cabello. Un masaje en el cuero cabelludo fue tanto estimulante como relajante para el castaño, incluso sin que se lo pidieran, cerró los ojos y se dejó llevar.

El corazón de Taehyung latía mientras le colocaba la ancha tira negra, doblada a la mitad, sobre sus ojos para que hicieran la función de una venda. El lazo en la parte posterior de su cabeza fue en aviso, pero no sabía qué esperar después de eso. Hubo silencio, lo único que se escuchaba era el leve crepitar de la vela y sus respiraciones.

Entonces, repentinamente, se agitó en su sitio cuando algo caliente impactó contra su cuerpo, justo sobre su hombro derecho. La sensación inicial fue cálida, caliente, pero no quemaba realmente. A continuación, Taeyhyung esparció delicadamente gotas de cera sobre el cuerpo de Jungkook, creando un juego de temperatura que hizo que la piel ajena respondiera erizándose. Esto le produjo al menor una sensación de calor que llegó a ser relajante. Cuando la cera caliente entraba en contacto con su piel, se fundía generando una experiencia sensorial única.

– ¿Te gusta la sensación? – Preguntó Taehyung con una sonrisa sugerente.

Jungkook, sintiendo el contraste entre la cálida cera y el fresco tacto de los dedos del mayor, respondió con un susurro. – Sí, es increíble.

La cera de la vela, cálida y fragante, trazaba surcos sobre la piel de Jungkook, arrancándole suaves jadeos y sonrisas cómplices. Taehyung trabajaba con precisión casi artística, como si siguiera un patrón invisible que solo él podía ver. Cada gota parecía despertar un nuevo rincón de sensibilidad en Jungkook, quien se movía ligeramente, disfrutando la experiencia y lanzando pequeñas bromas entre risas.

– ¿Eres así de meticuloso con todos tus lienzos? – preguntó Jungkook, alzando una ceja con diversión.

– Solo con los que valen la pena – respondió Taehyung, sin levantar la vista, pero dejando que una sonrisa le curvara los labios.

La intimidad del momento comenzó a escalar, convirtiendo las bromas en suspiros más profundos. Los ojos del menor se cerraron cuando tuvo a Taehyung delante de él, porque ahí, en esa posición en la que se encontraba de rodillas en el suelo, sus pensamientos más sucios comenzaban a emerger. Deseaba probarlo, deseaba sentir el peso de su pene en la lengua, ofrecerle su boca y que Taehyung tomase lo que deseaba sin límites o contención. Deseaba ser la herramienta que llevara al pelirrojo al desespero, al placer y a la locura.

Jungkook, en un arrebato de entusiasmo, tomó a Taehyung por los brazos y tiró de él con más fuerza de la prevista. Ambos cayeron al suelo con un ruido seco y un estallido de risas. Taehyung soltó un leve quejido de sorpresa, llevándose una mano al pecho mientras buscaba con la mirada la vela.

– ¡¿Qué haces?! ¡Podríamos habernos quemado! – Lo regañó, aunque sus ojos brillaban más de diversión que de reproche.

Jungkook se mordió el labio para contener una carcajada y señaló la vela apagada a un lado. – Lo sabía, Taehyung. Las velas de masaje están diseñadas para apagarse rápido. ¿De verdad pensaste que arriesgaría tu piel?

– Eres un desastre. — Taehyung negó con la cabeza, entrecerrando los ojos, pero no pudo evitar sonreír.

– Pero soy tu desastre – respondió Jungkook, trayéndolo hacia sí con suavidad.

Su desastre...

Sí, Taehyung quería que él fuese suyo y de nadie más. El único inconveniente es que sabía que aquello que estaban compartiendo tenía fecha de finalización, porque cuando se terminara el viaje y cada uno regresara a sus vidas, no volverían a verse. Ese simple recuerdo fue suficiente para sentir esa extraña incomodidad en su pecho que fue notada por el menor. Aun sin que las compartiera, Jungkook podía imaginarse cuáles eran sus preocupaciones, pero el menor se negaba a dejar que el futuro incierto echase a perder ese presente tan maravilloso. Por esto lo atrajo más hacia su cuerpo, abriendo las piernas y colocando a Taehyung entre ellas para luego unir sus labios.

El beso que siguió fue lento al principio, un roce delicado de labios que pronto se transformó en algo más profundo. Quería que sus pieles y sus sentidos borrasen cualquier destello de ansiedad e inquietud. Las lenguas se encontraron en una danza suave y deliberada, explorándose con ternura y deseo. Jungkook mordió ligeramente el labio inferior de Taehyung, arrancándole un gemido bajo que lo hizo sonreír. Rieron entre besos, dejándose envolver por esa atmósfera ligera e intensa a la vez.

Cuando Jungkook rompió el beso, ambos respiraban con dificultad. Sin soltar a Taehyung, lo acostó sobre la alfombra, su mirada fija en los ojos oscuros del artista. Taehyung intentó levantarse, pero Jungkook puso una mano en su pecho.

– Quédate ahí, por favor – susurró con un tono que era casi una súplica.

Taehyung, sorprendido por el tono de esas palabras, obedeció, relajándose contra la alfombra. Jungkook se tomó un momento para desnudarlo por completo, cada movimiento cuidadoso, como si estuviera desenvolviendo un regalo. Una vez que terminó, se levantó, contemplando el espectáculo frente a él. Taehyung estaba desaliñado, su cabello desordenado cayendo sobre su frente, sus mejillas encendidas, sus labios a juego con su pelo, rojos e hinchados por los besos.

Jungkook caminó hacia la cámara, tomándola con una decisión silenciosa. – No te muevas – pidió mientras ajustaba el ángulo.

El clic del obturador resonó en la habitación. Era una sola foto, pero para Jungkook, lo capturaba todo: el deseo, la belleza cruda, la vulnerabilidad que solo él había llegado a ver. Taehyung, el hombre cuya perfección era un caos encantador, quedó inmortalizado en ese instante.

Jungkook dejó la cámara a un lado y regresó junto a Taehyung, su mirada aún fija en él.

– Eres mi obra maestra – susurró antes de inclinarse para besarlo otra vez, como si no pudiera apartarse nunca de ese lienzo vivo que era Taehyung.

— ¿No sería yo quien debería decir esas palabras?

— No, vine a este viaje con toda la intensión de expandir mis horizontes y mejorar mi arte. Tú, así, desnudo, entregado y casi mío, es una obra en sí misma y yo soy el artista.

La habitación quedó envuelta en la penumbra del silencio, rota únicamente por los suaves jadeos y susurros de ambos mientras volvían a fundirse en el deseo. En la alfombra del salón, sus cuerpos estaban entrelazados, con bocas y manos explorándose con un fervor tan apasionado como contenido. Sus labios se encontraban una y otra vez, entrelazándose en besos que variaban entre dulces y desesperados.

Taehyung se apartó solo lo suficiente para mirarlo a los ojos, su voz baja, casi un murmullo cargado de deseo.

— No vine preparado... — Jungkook frunció el ceño sin entender de inmediato. — ¿Tienes condones y lubricante contigo o en tu habitación?

— No. — Negó Jungkook en un beso, no quería hablar, solo quería besar esa boca infinitamente.

– Jungkook... no tenemos lubricante, ni... condones. Yo tampoco tengo nada conmigo.

Jungkook, con una sonrisa entre traviesa y apenada, asintió mientras sus dedos rozaban con suavidad la mandíbula de Taehyung.

– Entonces, hoy no llegaremos hasta el final – respondió con una voz suave pero firme. – Pero podemos disfrutar esto, podemos ir más lento... no necesitamos nada más que nuestras manos y nuestras bocas esta noche.

Taehyung sonrió, su mirada oscurecida por la pasión mientras asentía. – Está bien. Esta noche será nuestra, sin prisas.

Lo que siguió fue una sinfonía de caricias. Las manos de Taehyung recorrieron el cuerpo de Jungkook con una mezcla de ternura y anhelo, trazando cada línea de músculo, cada curva, como si quisiera memorizarlo todo. Ambas manos se deslizaron por su espalda hasta llegar a su trasero, amasándolo y apretándolo sin recato, haciendo que el menor riese entre sus besos. No obstante, una mano de Taehyung parecía decidida a dividir el trabajo para abarcar más terreno, por lo que se desplazó casi por inercia hasta quedar en medio de ambos. Se apropió por completo de la erección de Jungkook, apretando fuerte, dándole un regalo envuelto en un gemido gutural que se escapó de los labios del castaño.

Los dedos de Jungkook hicieron lo mismo, explorando con delicadeza y firmeza cada rincón de Taehyung, arrancándole pequeños jadeos y suspiros cuando acarició suave, pero firmemente, los pezones contrarios. Sus manos chocaban, el ritmo era desordenado porque todavía no se ponían de acuerdo, pero era suficiente para ellos.

Los besos se intensificaron, húmedos y profundos, mientras sus cuerpos respondían al contacto del otro. Las manos de Jungkook continuaron descendiendo con decisión, envolviendo el pene de Taehyung, quien dejó escapar un gemido bajo al sentir la firmeza del agarre. Cuando Jungkook miró, se maravilló con la paleta de colores que contrastaban en sus penes. El suyo era más pálido, su glande un poco más rojizo, el del mayor era más oscuro que el propio color canela de su cuerpo, pero su cabeza era más rosada. El suyo era más largo, el de Taehyung más grueso.

Sí, definitivamente Jungkook quería llevarse a Taehyung a la boca, maldición, quería sentir la boca del mayor sobre su propio miembro. Quería que se devoraran completamente, pero quedaban días de viaje, podían hacerlo en otro momento tal vez. Si se estaban controlando esa noche por la falta de condones y lubricante, pues sería un poco contradictorio que se realizaran una mamada. Pero lo quería, maldición si no lo hacía.

Todos esos pensamientos no fueron contenidos en la mente de Jungkook, pero por alguna razón, el pelirrojo parecía poder escucharlos. Es que en el modo que lo estaba mirando, Jungkook juraba que el contrario sabía todas las cosas sucias que quería hacerle. Una mamada no era ni siquiera el comienzo.

La presión de la mano de Taehyung se acrecentó junto con la velocidad. Arrastraba la humedad del grande por el resto del pene, bombeándolo en diferentes direcciones. Por momentos frotaba toda su palma por la superficie, presionando la hendidura, frotando el frenillo. Mientras, su otra mano acunaba los testículos del menor, jugando con ellos, apretándolos sin llegarle a infligir dolor, tirando de ellos o simplemente manteniéndolos en su lugar.

– Nunca pensé que podría ser tan intenso... – comentó Jungkook, su voz jadeante y cargada de emoción mientras masturbaba también a Taehyung.

– ¿Intenso? — Taehyung lo miró, su sonrisa un poco traviesa, mordiendo sus labios.— Esto que estamos haciendo solo es una muestra. Podrías llamarlo un calentamiento.

– ¿Ah, sí? — Jungkook rio suavemente, pero el rubor en sus mejillas lo delató. —Entonces, dime... ¿Qué más se supone que debería esperar?

Taehyung giró sobre su costado para voltear sus cuerpos, quedando encima del menor. Con agilidad, golpeó suavemente la mano de Jungkook que rodeaba su pene para que la abriera, creando espacio para unir ambos miembros. Ahora, con cada movimiento de cadera que Taehyung daba hacia adelante, su pene se frotaba de un modo exquisito contra el de Jungkook. Este último dejó caer su cabeza hacia atrás, elevando sus caderas, haciéndole el amor a Taehyung, pero también a su mano.

– Bueno, podría enseñarte muchas cosas, pero necesitaríamos más tiempo y... algunos accesorios que no tenemos aquí. — Comentó apoyando la cabeza en uno de los hombros contrario mientras aumentaba una vez más la velocidad de sus movimientos.

– ¿Accesorios? – Jungkook arqueó una ceja, fingiendo sorpresa, aunque su sonrisa lo traicionaba. – ¿Qué clase de accesorios tiene en mente el gran artista?

– Digamos que podría convertirte en mi lienzo de muchas maneras. — Taehyung dejó escapar una risa baja y provocativa. —Con pintura, claro... pero también con mis manos. O... – Hizo una pausa, acercándose lo suficiente como para susurrar al oído de Jungkook. – Con mi boca.

Jungkook lo sabía, sabía que ese hombre había estado estudiando sus reacciones, leyendo sus lascivos pensamientos. Gimió bajo cuando el mayor lamió y succionó su oreja. Maldijo, lo hizo porque esa era la única forma de liberación que le permitía mantener el control y no mandar todo a ese lugar lejano.

– Creo que estoy listo para tu clase avanzada de arte. —El rubor en Jungkook se profundizó, pero no retrocedió. En cambio, respondió con una sonrisa valiente. —¿Cuándo comenzamos?

– Depende de cuán bien te portes esta noche – respondió Taehyung, dejando un suave mordisco en la mandíbula de Jungkook, provocando un jadeo suave.

Los dedos de la mano derecha de Jungkook se apretaron alrededor de los de Taehyung, aprisionando con más fuerza sus erecciones. La izquierda, esta se posó en la cadera del pelirrojo, instándolo a moverse más rápido mientras él mismo agitaba más su cuerpo. Se sincronizaron en un ritmo compartido, una danza íntima que los llevó al borde del éxtasis.

— ¡Maldición! — Jadeó Jungkook cuando escuchó los gemidos y quejidos de Taehyung ir rompiéndose cerca de su oído.

El clímax llegó como una ola que los arrastró a ambos, dejando sus cuerpos temblorosos y sus respiraciones entrecortadas. Permanecieron tendidos en el suelo, sus pechos subiendo y bajando mientras trataban de recuperar el aliento. Ninguno habló, pero las miradas lo decían todo: una mezcla de satisfacción, asombro y una ternura que llenaba el espacio.

Finalmente, fue Jungkook quien rompió el silencio, riendo débilmente. – Supongo que nunca imaginé que mi primera vez contigo sería en una alfombra.

Taehyung lo siguió con una risa suave, todavía respirando con dificultad. – Al menos es una alfombra elegante – bromeó.

Jungkook, todavía sonriendo, se incorporó y extendió una mano hacia Taehyung. – Vamos, necesitas descansar. Te llevaré a la cama.

Taehyung dejó que Jungkook lo ayudara a ponerse de pie, permitiéndose ser guiado hacia la cama. Una vez que estuvo cómodamente acostado, Jungkook desapareció en el baño, volviendo poco después con una toalla húmeda y tibia.

Se arrodilló junto a la cama, con una ternura infinita en sus gestos. Limpió el cuerpo de Taehyung con cuidado, asegurándose de que cada rincón estuviera fresco y limpio. Sus movimientos eran suaves, casi reverenciales, como si estuviera cuidando algo frágil y preciado. Es que no podía creer que le hubiesen otorgado la oportunidad y la bendición de tener un hombre tan increíble como Taehyung en sus manos.

– No tienes que hacer esto, Jungkook – murmuró, conmovido por el gesto.

– Quiero hacerlo – respondió Jungkook con una sonrisa suave mientras terminaba. – Quiero cuidarte, siempre.

Cuando terminó, dejó la toalla a un lado y se tumbó junto a Taehyung, sus cuerpos ahora relajados después de la intensidad del momento. Compartieron una mirada que decía más de lo que cualquiera de ellos podría poner en palabras, antes de que sus ojos comenzaran a cerrarse lentamente, dejándose llevar por el sueño, juntos. Quizás no podrían cuidarse siempre como ambos en secreto lo anhelaban, pero al menos podían hacer de ese momento mágico, un eterno y hermoso recuerdo.

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