Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1

El otoño ya comenzaba a vestir de oro, enseñándole a las personas cuán hermoso era dejar las cosas ir. Parecía que se acercaba un final, pero tenían la seguridad de que, tras el gélido invierno, la primavera llegaría para hacer que la esperanza bañara de verde el mundo. De todas las estaciones del año, esa podría ser la preferida de Taehyung.

— ¿Cuántos meses viajarás? — Preguntaba su hermano Namjoon mirando su maleta.

— Hyung, sabes que tienes terminantemente prohibido tocar mis cámaras. — El mayor rápidamente soltó el aparato que sin querer tomó entre sus manos y se rascó la cabeza. — No es por ti, sino por la torpeza que vive en tu interior y que constantemente emana. — Ambos rieron sentándose en la cama. — Ayúdame con la ropa, estaré solamente dos meses fuera. Finales de septiembre, octubre y en noviembre estaré regresando.

— ¿Finales o principio?

— A mediado de mes, espero para entonces contar con todo el material necesario para mi exhibición. Viajaré un tiempo por Europa siguiendo tus pasos, luego regresaré a casa con ustedes. — Comentó comprobando frente al espejo alguno de sus gorros preferidos antes de lanzarlos a la maleta.

— Parece que vas a la semana de la moda en algún lugar y no a un retiro.

— La moda y la comodidad van mezcladas en mi estilo, eso también me inspira y por ende, me acompaña todo el tiempo. — Namjoon rodó los ojos con una mueca en su rostro antes de reír. — Llama a Hoseok por mí, dile que recuerde que debe venir temprano, no aparecerse pasada las diez de la noche porque tenemos que despertar muy temprano.

— ¿Tenemos?

— ¿Quién me llevará al aeropuerto?

— A veces me cuestiono si compartir piso con mi hermano fue la mejor decisión. — Se levantó en busca de su teléfono mientras el pelirrojo sonreía viéndolo. — Bueno, tengo un apartamento vacío la mayor parte del año que no me toca pagar completamente, supongo que eso es una ventaja positiva.

Pasar la noche entre las recomendaciones y explicaciones de Namjoon ante de un viaje no era novedoso. Escuchar ideas alocadas de Hoseok sobre todas las posibles aventuras sexuales que podría tener en un país desconocido tampoco lo era. Aun así, era divertido pasar su tiempo con su hermano y mejor amigo. Este incluso se quedó a dormir ahí, despertándose en la madrugada para acompañarlos al aeropuerto y poder despedirse de él.

Fue una lástima cuando la relación de Hoseok y su hermano terminó, lo había conocido cuando estaban en la secundaria gracias a ese noviazgo que culminó cuando llegaron a la universidad. Lloró más que Namjoon posiblemente, mas difiriendo de lo que creyó en un comienzo, no se apartó, continuaron una estrecha amistad los tres que por momentos parecía difuminarse un poco entre los exes.

— Llámanos en cuanto aterrices sin importar la hora. —Le advirtió Hoseok abrazándolo.

— Me conformo con un mensaje de texto. — Fueron las palabras del mayor de los Kim.

— ¿Si se lo roban o raptan y mandan un simple mensaje para tranquilizarnos? No, una llamada, preferiblemente de video siempre es mejor.

— Igual alguien podría estar obligándolo a responder si ese fuera el caso. Ni siquiera lo notaríamos si es algo rápido.

— Me molesta a veces tu racionalidad. — Protestó Hoseok haciéndole una mueca a su ex antes de negar y voltearse hacia el divertido Taehyung que cruzado de brazos solo se reía. — Tú llámanos, olvida lo que diga tu hermano, hazme caso a mí, sigo siendo el mayor de los tres.

+++

Aterrizar por primer vez en el elegido país más feliz del mundo, teniendo en cuenta los criterios, la libertad, el bienestar, la salud y la generosidad, fue una experiencia maravillosa por sí sola. Su destino final no era Oslo, la capital, pero permanecería allí durante una semana antes de ir a otras ciudades y países.

La ciudad más verde de Europa le dio la bienvenida con un bien marcado cambio de estación. Del aeropuerto fue directamente al hotel para tomar sus pertenencias, tomó una de sus cámaras, algunas tarjetas externas de repuesto, un cargador y lo echó todo en el pequeño bolso que llevaría para recorrer la ciudad.

No pudo evitar ir primero a los lugares más destacados como el Palacio Real, el parque de Vigeland y el Museo de Barcos Vikingos que Namjoon le recomendó, estos se podían aderezar con el arte de las pinturas de Eduar Munch que tuvo la oportunidad de admirar.

A pesar de llegar temprano y por mucho que intentó dormir en el viaje, el cambio de horario le comenzó a pasar la factura bien temprano por lo que, todo lo que pudo hacer fue comer en un tranquilo y apartado restaurante que vio por casualidad antes de regresar al hotel a descansar.

Hacer el resguardo de las fotos tomadas era obligatorio, con dos veces que había perdido todo le valió para aprender que debía hacer constantemente una copia de seguridad de todo. Un buen baño, algunas publicaciones en sus redes sociales, una llamada con Hoseok y se encontró profundamente dormido en una de las posiciones menos cómodas.

El segundo día no fue muy diferente, el desayuno lo tomó en una cafetería cerca de su hotel, visitó otras atracciones turísticas como la Fortaleza de Akershus, Castillo y Parque del Castillo, Frogner, otros museos y ya en la noche, asistió a la Ópera de Oslo.

Ya al tercer día el espíritu aventurero de Kim lo comenzó a llevar por lugares menos recorridos o visitados por turistas, mezclándose con las personas y disfrutando de su magnífica gastronomía. Era una ciudad en movimiento que le permitió adentrarse en un sinfín de edificios modernos y nuevos proyectos. Tras un buen almuerzo, desde el centro dio un breve trayecto en barco para dar hermosos paseos y al regresar, se recreó en el puerto, disfrutando de esa exquisita combinación de vistas, historia, arte y arquitectura.

Por sugerencia de Namjoon, esa noche terminó yendo a comer a un pequeño restaurante coreano perdido entre uno de los callejones del centro. Tal vez porque llegó cuando recién abría, pero en el comienzo fue el único cliente.

— Jungkook, llévate esto para ti y tu compañero de piso. Hoy nos ayudaron bastante, quedó bastante que pueden disfrutar hoy tranquilos. — Comentó la señora que parecía dueña del restaurante. Era gracioso y relajante escuchar a las personas hablando en su idioma en un lugar tan lejos de su país. Un rinconcito de Corea del Sur en Noruega. — Mocoso, se te olvida el Kimchi.

— Gracias, Ajumma. — Escuchó la voz del chico que le hizo voltear, encontrándose con la figura de alguien completamente vestido de negro, un sombrero gracioso, botas, chaqueta de cuero, bastante moderno e incluso juvenil. Un gran contraste con su clásico atuendo que llevaba ese día de ropa holgada y en tres tonalidades, verde, blanco y marrón. — Casi lo olvidaba.

No pudo verle su rostro, estaba de espalda y en cuanto dijo aquello salió corriendo por la puerta de aquel restaurante sin mirar atrás, perdiéndose rápidamente de su vista. Sonrió tranquilo admirando el resto del local hasta que le sirvieron su comida. Dos días comiendo comidas occidentales requerían bastante comida coreana para emparejar su paladar, disfrutó cada uno de los platillos, devorándoselos casi con gula.

— Aquí tiene el cambio. Siempre es agradable recibir la visita de otro coreano por esta zona del mundo. — Musitaba la señora regalándole una sonrisa animada? — ¿Estás de turista o piensas vivir por acá?

— Estoy de turista. — Respondió cordialmente.

— ¿Es tu primera vez en esta ciudad o Noruega?

— Sí, he estado en otros países de Europa antes, pero esta es mi primera vez aquí. Hasta ahora me está gustando lo que veo. — La mujer le sonrió entregándole una postal del restaurante y un pequeño llavero con la bandera del país. — No es necesario, de verdad.

— Es un pequeño presente. — Negó con sus manos para que no se lo devolviera, sonriendo una vez más complacida cuando lo vio aceptarlo. — Bienvenido a Noruega.

+++

Le restaban dos días en aquella ciudad y sentía que todavía le faltaba demasiado por ver o conocer. No obstante, mientras caminaba lentamente entre callejones, no podía evitar sonreír sintiéndose satisfecho. Fue una coincidencia terminar nuevamente frente a aquel restaurante coreano en el que comió el día anterior, ni siquiera sabía cómo había llegado ahí, pero le tomó varias fotos para proseguir luego por su camino.

No muy lejos de ahí, quizás a unas dos o tres cuadras, se detuvo cuando vio la estatua de bronce y granito de dos hombres. Muy parecida a la que se mostraba en el Parque Vigeland en una exposición al aire libre de las obras del escultor Gustav Vigeland que visitó en su primer día de estadía. En esta, el erotismo y romanticismo parecía estar más arraigada, causándole que cada vello de su cuerpo se erizara.

Desde la acera de al frente, se detuvo para elevar su cámara, enfocando la pieza de arte hasta lograr una primera toma que comprobó en la pantalla de su cámara. La iluminación era perfecta y el contraste con los árboles que tenía detrás lleno de hojas otoñales era simplemente magnífico. Volvió a enfocar la estatua, cuando presionó el obturador, la imagen de un chico que iba caminando fue captada esta vez.

Estaba acostumbrado a ese tipo de acontecimientos, que alguien sin querer pasara cuando estaba tomando fotos, pero a veces era como si cortara su inspiración. Comprobó la imagen para comprobar que había fallado y borrarla, quedándose por varios segundos perdido en la perfecta toma de su rostro y expresiones. Evidentemente estaba hablando por teléfono con alguien, pero le gustó, mucho.

Ese fue un extraño impulso, una inspiración de esa que golpeaba a los artistas cuando menos esperaban y que les hacía querer dejar abandonado el resto de los proyectos para concentrarse en esa nueva idea. Desde que se graduó de la escuela de artes, esa era la primera vez que deseó pintar a una persona en específico, quería fotografiarlo y pintarlo.

Cuando apartó la vista de la pantalla de su cámara y miró en todas las direcciones, no vio a ese sujeto. Esto le hizo ir en la dirección en que lo vio caminar, echando incluso a correr mirando hacia cada callejón hasta que se detuvo completamente sin aire, vencido y perdido por un momento.

Riéndose por aquel pronto que le había dado pasó la mano que no sostenía el aparato fotográfico por su frente, llevándola luego a su bolsillo para buscar su móvil para orientarse un poco. Entonces, a pocos metros de él, salió alguien más llevando el mismo atuendo del chico que fotografió, gorro negro, jeans, botas y chaquetas del mismo color. Sin dudarlo un solo segundo corrió hacia él, agarrando su hombro, encontrándose con alguien que si bien era atractivo, no se trataba del mismo hombre.

— I'm so sorry, I thought you were someone I know. Please, forgive me. ( Lo siento, creí que eras alguien que conozco. Por favor, perdóname.)— Se disculpó con quien lo miraba regalándole una sonrisa.

— Don't worry, those things happens. Just be careful. (No te preocupes, esas cosas suceden. Sólo ten cuidado.)— Taehyung asintió levantando su mano a modo de despedida.

— Oh, Kim Taehyung, enloqueciste... — Se rio alejándose lentamente de aquel sitio para continuar con su día pese a no poder apartar al hombre que fotografió de su cabeza.

Sentado en una terraza después de varias horas, pidió un chocolate caliente y comenzó a contemplar las fotos hasta llegar a la de aquel castaño. No es que se viera demasiado cabello debajo de aquel gorro, pero si acercaba la foto lo suficiente podía notar en sus patillas que el color de su pelo era castaño. Le gustaban sus facciones, sentía que podía expresar cualquier emoción fácilmente, alegría, tristeza, agresividad, excitación, lujuria, soledad...

¿Qué tan alta era la probabilidad de volver a encontrarse con la misma persona en la capital de Noruega sin siquiera saber su nombre?

Casi nula, en lugares más pequeños uno no se encontraba siquiera con sus conocidos, ¿cómo encontraría allí a ese desconocido?

Hizo un nuevo intento por encontrarlo, regresando por el mismo lugar por el que antes caminó, riéndose de él mismo por estar perdiendo el tiempo mirando con detenimiento a cada persona que veía. Si no llevaba el mismo atuendo, al menos esperaba poder reconocerlo con solo mirar su rostro. No lo encontró, lo supo desde el inicio, ese sería el resultado, mas tenía que intentarlo. Un día más y estaría abandonando Oslo, ese sería el adiós definitivo a ese misterioso hombre.

Esa noche no permaneció en su hotel, es decir, no se fue a dormir temprano, decidió conocer un poco más la vida nocturna de esa capital. Caminó por un buen tiempo, hasta que sus piernas comenzaron a resentir todo el ejercicio hecho durante el día. Entró en una taberna local y allí permaneció por un buen rato. Fue una sorpresa sentarse en la barra y encontrarse con el sujeto que confundió, un pelinegro que estaba trabajando como bartender.

— Are you stalking me? — El desconocido le preguntó divertido. (Me estás acosando.)

— Oh my god no, I'm not following or stalking you, this is all jus a coincidence. — Negó con ambas manos y el sujeto rio. (Oh por dios no, no te estoy siguiendo o acosando, esto es solo una coincidencia.)

— I kinda like your accent, it's funny in a good way, please don't get mad at me. (Me gusta tu acento, es gracioso en un buen sentido, por favor, no te molestes conmigo.)

— I won't. — Le respondió con una sonrisa. (No lo haré)

— I can se that you're a tourist, where you from? — Entablaba una conversación mientras colocaba una carta especial en inglés y le mostraba los precios originales que aparecían en noruego en la pizarra. — (Puedo ver que eres un turista, ¿de dónde eres?)

— I'm from South Korea.

— ¿En serio? — Le preguntó el otro sujeto animado y en coreano. — Realmente con tu estilo no pareces muy coreano, tus facciones tampoco son muy típicas de nuestro país. Permíteme presentarme, soy Park Jimin, también de Corea del Sur.

— Mucho me han dicho que mi belleza es única, así que no te culpo. — Rebatió divertido con el desconcierto momentáneo del pelinegro.

— Vaya, me gusta esa seguridad.

— Sabes, tengo en casa algo llamado espejo. — Ambos se rieron cuando Jimin hizo un marco artificial con sus dedos y colocó su rostro. — Sí, también cuentas con una belleza única. Parece que ene este bar están haciendo una exposición de bellas artes coreana.

— Me agradas. — Le dijo señalándole con los dedos. — ¿Qué deseas tomar?

— ¿Algo típico de aquí? Me gustaría probar bebidas nórdicas.

No pudo negarse al Mead, una bebida alcohólica que había jugado desde siglos atrás un papel importante en muchas celebraciones escandinavas que se remontaban a la época vikinga. No era invierno aún, más el frío en la ciudad en la noche podía sentirse, fue por esto que optó por consumirlo caliente, junto con algunas galletas de jengibre que le ofrecieron. Según lo que leyó y el propio Namjoon le explicó, consistía en azúcar fermentada que se derivaba de la miel, por eso la traducción de Mead «mjød» sería vino de miel.

Otra de las bebidas de aquel país nórdico que se permitió probar fue el Brennevin que se traducía como «quemar vino». A diferencia del anterior, este le hizo arrugar su rostro y abrir exageradamente su boca cuando su garganta ardió haciendo que Jimin riera divertido antes de servirle otro trago. Un licor fuerte destilado de papas y granos. A veces podía tener sabores añadidos, por eso el pelinegro le dio a probar distintos tipos. Brennevin era una bebida popular en toda Escandinavia con similitud a un brandy fuerte.

— Esto está fuerte. — Admitió después del tercer trago. — Este último es mi preferido. ¿Qué otra bebida tienen?

— Definitivamente después del Brennevin, cualquier cosa que mezcles te enviará derechito al suelo y amanecerás sin recordar tu propio nombre mañana en la tarde.

— Entonces no, mañana es mi último día en la ciudad y me gustaría aprovecharlo.

— ¿Te apetece comer comida coreana? Mañana es el aniversario de un restaurante coreano que queda cerca de aquí, así que será algo bueno. Si tomas mi número podrás escribirme si te animas. — Lo dudó por varios segundos, pero el pelirrojo terminó entregándole su celular para que Jimin apuntara su número. — Dios, deja llamar para que me vengan a recoger, en una hora debo terminar. — Taehyung asintió viéndolo decirle algo a otro chico detrás de la barra en noruego antes de marcar su teléfono. — Oye, Kookie, termino en una hora, ven a buscarme. No me importa, dejaste tu llave en casa así que si no me vienes a buscar te quedarás fuera.

— Yo me estaré yendo ahora. — Comentó Taehyung levantándose de u asiento, sintiendo el efecto de aquellos tragos golpearlo. No le gustaba ser el último en abandonar un sitio, tampoco esperar al cierre para irse. — Fue un placer conocerte Jimin. — Le estiró su mano para despedirse, recibiendo una bonita sonrisa.

— El placer fue todo mío. No olvides enviarme un mensaje si te animas a ir, no guardé tu número así que te toca comunicarte conmigo.

Su hotel quedaba a unas diez cuadras de ahí, fue sin sentírselas, ahora en cambio, no creía poder lograrlo. Tomó un taxi y cuando este arrancó, verdaderamente todo comenzaba a darle vuelta, tanto que tuvo que apoyar su cabeza. ¿Qué tan buena fue esa decisión? No lo sabía. Estuvo casi genial hasta que aquel vehículo echó a andar, ahora incluso deseaba vomitar.

El camino de la recepción a su habitación se le hizo eterno, tomar el ascensor fue un martirio. Comenzó a desvestirse tan pronto estuvo en la privacidad de su cuarto de hotel, cayendo solo con su ropa interior sobre la cama.

Jimin le había dicho que si mezclaba el Brennevin con otra bebida las consecuencias serían catastróficas. No lo hizo, pero igual abrió sus ojos pasado el mediodía.

— ¡Juro que no volveré a beber en mi maldita vida! — Exclamó sin fuerza cuando intentó levantarse y volvió a caer sin fuerza.

Tenía frío, ni siquiera se cubrió en la noche y temía poderse resfriar. Quizás debía juntar todas sus fuerzas y salir a buscar algo en alguna farmacia cerca. Tuvo suerte, a pocos metros del hotel había una y esto le permitió ir a comprar algo y regresar para ponerse hacer las copias de seguridad de todas las fotos tomadas el día anterior. Ya cuando el reloj marcaba las cinco, recordó su conversación con Jimin, el hombre coreano que conoció en el bar. Definitivamente no iba a beber, mas una comida coreana le vendría de maravilla.

Para su sorpresa, cuando llegó el mensaje con la dirección reconoció al momento el restaurante, ese en el que ya había estado y por el que pasó también mientras caminaba el día anterior.

Al llegar la señora lo reconoció enseguida, sorprendiendo incluso a Jimin que lo esperaba ya adentro, puesto que no se imaginó que Taehyung ya hubiese estado ahí.

— ¿Jungkook no piensa venir? — Preguntó la mujer palmeando el brazo del pelinegro.

— Claro que vendrá, le salió un pequeño trabajo como fotógrafo hoy, pero en cuanto termine vendrá para acá. — Estirando su brazo pasó a indicarle el camino a la mesa que ocuparían, encaminándose juntos. — Perdona por demorarme tanto hablando con Ajumma, es la madre de un amigo nuestro y cada vez que nos ve, nos llena de preguntas. Es un amor de señora.

— Lo he notado a pesar de que es mi segunda vez comiendo aquí.

— Eso me sorprendió, pero era de esperarse, este es el mejor restaurante coreano en Oslo. — Dos botellas de soju con dos pequeños vasos fueron colocados en su mesa. — ¿Qué es esa cara? ¿Te pegó demasiado fuerte el Brennevin? — Taehyung asintió y el mayor no pudo evitar carcajearse. — Si bebes otro trago de alcohol pasará más rápido.

Efectivamente ese día era el aniversario del local, las decoraciones, el ambiente y todas las personas que llegaban a cada minuto hacían que el festejo fuese evidente. Fue divertido bailar trot alegre con aquel desconocido que lo trataba como si fuesen amigos de toda una vida, animándolo a cada instante que decidía sentarse y descansar.

Unas manos rodearon la cintura de Jimin haciéndolo sobresaltar y luego reír, volteándose para golpearlo al reconocerlo, encontrándose con su mejor amigo y compañero de piso sonriendo detrás de él con una enorme mochila a cuesta.

— Suelta ese bulto, parece que andas de campaña. — Se quejó ayudándolo a quitarse todo ese peso de encima.

— Es mi estudio ambulante, debe ir conmigo a cada trabajo. — Mirando a los alrededores y luego sobre la mesa, Jungkook frunció un poco el ceño. — ¿Ya se fue el amigo que querías presentarme? Ese que dijiste que era pintor.

— No, fue solo al baño... Oh, mira, ya viene, — señaló en dirección a Taehyung que venía entretenido debido a las personas que bailaban cerca de sus asientos. — Tae, te presento a Jungkook, mi mejor amigo. Kookie, te presento a Kim Taehyung, él es de Corea del Sur como nosotros y está de paso en la ciudad.

— Mucho gusto, Kim. — Saludó cortésmente extendiéndole una mano que se tardó en tomar, logrando ponerlo algo incómodo.

— Te encontré...

¡Felices fiestas UniMiri's!
Aquí estoy nuevamente intentando darles un pequeño presente... 💜🎄🎁❄️
LORED

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro