Capítulo 5
Al día siguiente Aurora se levanta temprano para comenzar su jornada, su madre entra a su habitación para hablar seriamente, en completo silencio se sienta en el extremo de la cama, Aurora hace lo mismo con su maquillaje en la mano para terminar de arreglarse, aun se veía molesta
—Puedes escucharme
—Si vienes de nuevo con esa historia ridícula, no
—solo escúchame y luego olvidare el asunto, lo prometo
—Bien mamá te escucho —responde prestando atención
—Mi nombre es Malaika, nací en un mundo diferente a este, era hija del Rey Haral y la Reina Claris, tenía una envidiosa hermana mayor, ella era quizás la que se casaría primero y heredaría el reino, no lo sé, realmente nunca me importo. Nuestros padres se aliaron con el Rey Jaime, querían unir los reinos y la mejor manera de hacerlo era en sagrado matrimonio, el príncipe Stefano me eligió a mí, eso lleno de ira a mi hermana.
No me quería casar solo tenía 15 años, así que hui, me oculte en la profundidad del bosque. Cuando regrese mi hermana estaba casada con el príncipe y me había culpado de practicar magia negra. Me encerraron durante meses, me llamaban maléfica.
Mi hermana no podía tener hijos y el Rey anhelaba un heredero, le advirtió que si no tenían uno pronto se casaría con alguien más. Frustrada lanzo un maleficio sobre mí con una extraña magia oscura, así fue como yo engendré un bebé, ella tomó la niña como suya.
Después de unos meses alguien me ayudo a escapar nunca vi su rostro, no sé quien fue o porque lo hizo, pero volví al bosque y me oculte.
Por un tiempo viví en paz, hasta que una anciana llego a mi casa, la deje entrar por compasión, dijo que la habían acusado injustamente de usar magia negra y no tenía a donde ir.
Esa maldita bruja me engaño, durmió mis sentidos y me hizo cometer un pecado mortal, no recuerdo bien lo que pasó o cómo pasó, pero sí sé, que llegue a una fiesta en honor a tu primer año de vida y te maldije, lance un hechizo contra ti, uno que no puedo romper.
Tres hadas te concedieron dones; Iridessa te dio el don de la belleza, Rosetta el don de la bondad, por último Silvermisth suavizo mi hechizo —la señora Russo suspiro y levanto la vista, no se había atrevido a verle los ojos desde que comenzó la historia
—Ese hechizo es el mismo del cuento que me has leído durante años —Pregunto Aurora
—Sí, cuando cumplas 16 años te pincharas el dedo con la aguja de una rueca y caerás en el sueño eterno
Aurora observa a su madre con preocupación —Necesito que vengas conmigo
—¿Para qué?
—Anoche te programe una cita con el doctor
—Crees que estoy loca
—El doctor dirá que pasa contigo
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