Capitulo veinticuatro
ADVERTENCIA
DICIEMBRE 1980
Diciembre estaba llegando, los adornos navideños abundaban en la casa.
James se había propuesto la celebración de la primera navidad de los mellizos como una tarea personal, el ver tan decaída a Kendra no le gustaba.
Sería la primera navidad de ella sin Credence, y veía como su ánimo no era el mejor de todo, trataba de ocultarlo estando con Harry y Arabella.
Una carta con caligrafía fina y sin firma llegó a la casa, era extraño debido a que el correo no acostumbraba a llegar a casa.
— Te llegó esto — dijo James al ver a Kendra entrar en la cocina.
— ¿La leíste? — preguntó Kendra viendo a James.
— No.
Kendra tomó el sobre para leer la carta, encontrando la caligrafía perfecta que no tardó en descifrar de quien se trataba.
Querida Kendra:
Tengo información de suma importancia para ti y tu familia, nos reuniremos en la cafetería cerca de la estación de trenes el día de la víspera de navidad a las tres de la tarde.
Pd: No vayas acompañada, recuerda entre serpientes nos protegemos.
S.S.
— ¿Kendra, todo bien? — preguntó James al ver la reacción en el rostro de Kendra.
La ojiverde arrugó el papel evitando que James lo leyera.
— Si todo bien — mintió. — Era Ariana, se disculpaba, Santiago pescó una gripe y no quiere contagiar a los mellizos, además es una fecha importante para Eros.
No era del todo mentira, Kendra recibió una carta de Ariana a inicio de la semana, se disculpaba por no poder pasar navidad junto a ellos Santiago había pescado un resfriado y era la primera vez que Eros no tendría a sus madres.
— Es hora del desayuno, muero de hambre.
— He preparado panqueques en forma de árbol navideño, te van a gustar — una sonrisa apareció en el rostro de James al mencionar el desayuno.
Kendra no tuvo el corazón para decirle la verdad.
Kendra entró a la cafetería cerca de la estación donde la citaron, mintió para salir argumentando que necesitaba regalos para los niños, algo que no era del todo mentira.
Busco la mesa donde estaba aquella persona que la cito, sacó la silla sentándose mientras cruzaba sus brazos.
— Ahórrate las formalidades y habla ahora — hablo Kendra mirando al chico.
Severus Snape quien estaba bebiendo de su té lo dejó en la mesa tras escuchar a Kendra.
— Buenas tardes para ti también, Salazar — la chica rodó los ojos. — Escuché algo que te interesaría, algo que le dijeron a él.
— ¿Cómo se que puedo confiar en ti? — cuestionó Kendra. — Hasta donde se no somos amigos.
— Tengo una deuda pendiente con Klaus — recordó Snape a su difunto amigo. — Además entre serpientes no cuidamos, involucra a tus hijos.
La mención de sus hijos asustó a Kendra, no le importaba las traiciones hacia su persona, pero con sus hijos, con ellos sacaría sus garras.
— Habla — ordenó.
— El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca..., Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes... Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce... Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida... El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes — recitó Snape la profecía que había escuchado. — Donde recuerdo tus hijos nacieron en el séptimo mes... Harry y Arabella.
— Si te atreves a tocar a uno de mis hijos seré yo quien arranque...
— No soy yo Kendra — murmuro Snape al ver que los demás les miraban tras la amenaza de Kendra. — La gente nos mira Salazar, compórtate.
— Soy una madre, no me pidas que me calme cuando alguien quiere lastimar a uno de mis hijo, me convertiría en la bestia que todos dicen que soy.
Snape dejó en la mesa un libro, Kendra lo abrió leyendo en la portada "propiedad del príncipe mestizo"
— Lo necesitarás — se lo entregó. — Él tiene dos opciones de niños, pero está más inclinado hacia tu hijo, deben esconderse, protegerse, dile a tu tío que te esconda, con los Mortifagos hemos intentado persuadirlo en otras misiones, pero alguien siempre lleva a la mesa tu nombre.
— Dudo que me digas su nombre, pero te agradezco que me advirtieras— Kendra se puso de pie. — Tu deuda con Klaus está saldada.
— Me falta todavía para pagarla.
Kendra quitó las lágrimas de su rostro de manera agresiva, mentiría si dijera que no tenía miedo, ella estaba aterrada.
Eran solo dos bebes y sus cabezas ya tenían un precio. ¿Acaso su propia familia estaba dispuesta a dañarla?
— ¿Qué haces afuera? — preguntó James al verla, la había visto por la ventana.
— Estaba pensando — admitió.
— ¿En qué?
— En qué debimos haber escapado cuando lo propusiste — recordó ella la oferta de James hace unos meses atrás.
— Dijiste que era una locura y creo que tenías razón, nuestras vidas están acá y dos pequeñas personitas están impacientes esperando a su madre.
Kendra río, entró a la casa descubriendo a sus hijos con harina en el rostro y sus trajes de galleta de jengibre ensuciados.
— ¡James!
— Queríamos darte una sorpresa — hablo él. — La foto familiar aún puede verse genial no crees.
Esa noche la pasaron junto a sus hijos, Arabella y Harry recibieron regalos por parte de sus tíos y abuelos, la alegría inundaba la casa, al ver aquel brillo de felicidad en los pequeños ojos de sus hijos la joven Salazar se dio cuenta que esa era su familia, que su tío siempre le enseñó a luchar y no darse por vencida.
Durante horas pensó en escapar junto a James y sus hijos, irse lejos de Londres a un lugar donde Tom no pudiera encontrarla, pero no había escondite eterno para ella, era una serpiente y como tal iba a atacar, a lastimar y si era necesario asesinar por su familia.
Tom ya le había arrebatado mucho a Salazar, su madre, su hermano, su tía, no le iba a arrebatar a sus hijos.
Era una guerra.
Sangre por sangre.
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