Capitulo veinte
MORTIFAGOS
MARZO 1980
A pesar de estar embarazada Kendra no dejaba las misiones, había optado por mantener el embarazo en secreto de todos los miembros de la Orden, solo pidió un cambio de acompañante.
Ahora era Remus quien la acompañaba en cada misión.
Les habían asignado una misión sencilla, buscar un guardapelo.
Kendra no entendía para que su tío necesitaba otro si recientemente le llevó uno que su madre le dio, pero prefirió ahorrarse las preguntas para después.
— ¿Cómo la están pasando con James? — preguntó Remus buscando un tema del que hablar. — Lily los extraña mucho.
— No es la única — comentó Kendra aventando una piedra. — Credence la extraña todos los días, él preferiría seguir en casa de Lily que estar con James.
— ¿Tan mal se llevan?
— No lo quiere, Remus — confesó Kendra. — Credence no quiere a James, ni siquiera un poco. Y creo que preferiría vivir con Sirius que conmigo.
Los dos caminaron por el bosque hasta ver una pequeña cabaña. Aquella casa le dio un escalofrío a Kendra, sentía que había estado allí antes, pero como todo en su memoria ese recuerdo estaba bloqueado.
Siguió caminando junto a Remus siguiéndole de cerca. Kendra iba tan concentrada en la cabaña y descubrir que significaba en su pasado que estuvo a punto de caer al suelo, Remus la sostuvo.
— No me sueltes — pidió Kendra.
Remus no la hubiera soltado, pero escuchó la forma en que se lo pidió, se lo estaba rogando y pudo descifrar algo más en su voz: miedo.
Tomados de la mano, ambos caminaban hasta acercarse a la cabaña, fue Remus el primero en intentar abrirla descubriendo que estaba hechizada.
— Lo haré yo — Kendra levantó su varita y nada funcionó.
Era confuso porque no abría la puerta con hechizos, a menos...
Kendra se agachó buscando en su bota una daga que guardaba, corto su palma esperando que la sangre saliera.
— ¿Qué estas...?
— Comprobando una teoría — respondió Kendra a Remus.
Dejó su sangre en la puerta y está abrió, debió pensar que por algo su tío la envió a una misión sabiendo su estado, de igual manera ella no quería seguir lejos de las misiones por estar embarazada.
De igual forma, Remus se puso adelante de ella para entrar. Los dos caminando para poder encontrar el guardapelo.
Kendra seguía con la sensación de que había estado allí antes. Que anteriormente esa casa la vio como suya.
Mientras seguían buscando subieron la segunda planta donde Kendra encontró fotografías.
— ¿Quiénes son? — preguntó Remus mirando una fotografía.
Kendra la vio, y entendió todo, esa fue la casa donde estuvo antes, donde su madre provocó el incendio.
— Ella es mi mamá — señaló a la mujer de la fotografía. — El es Aberforth, él es mi hermano, Klaus...
— Y está eres tú — dijo Remus señalando a la niña.
Kendra asintió.
Dejó la fotografía para seguir caminando en búsqueda del guardapelo, entró a una habitación que supo fue suya al encontrar un conejo de peluche que antes tuvo.
— Creo que está aquí — susurro.
Entre ambos buscaron el guardapelo, sacaron las cosas, pero debido al polvo todo era más caótico, cada que sacaban o abrían algo el polvo los inundaba.
Kendra deseaba rendirse en su búsqueda, pero algo pareció ver debajo de la cama, la movió con ayuda de Remus.
Tanteó el piso de madera hasta encontrar una fisura.
Al quitar la tabla de madera encontró un guardapelo.
— Es mejor que nos vayamos — comentó Kendra poniendo el guardapelo alrededor de su cuello. — Alguien está aquí.
Salieron rápido de la casa y al poner un pie fuera, un hechizo voló sobre sus cabezas. Remus la tomó de la mano para correr junto a Kendra. La castaña mantenía su varita en alto para atacar a los mortifagos que venían detrás suyo.
Tuvieron suerte al Kendra derribar un árbol que obstruyó el camino. Pudieron tomar el bastón que usaron como traslados.
Al llegar al despacho del profesor Dumbledore, varios de los compañeros de ambos estaban allí.
— ¿Qué tal resultó la misión? — preguntó Albus al verlos llegar.
— ¿Tú que cree? — respondió Kendra de mala manera, sorprendiendo a más de uno. — Nos estaban esperando, esperaron a que fuéramos. Alguien les dijo la ubicación.
— ¿Quién haría eso? — preguntó Albus mirando el guardapelo en el cuello de Kendra.
Kendra cerró sus ojos molesta, al abrirlos dejó ver sus ojos de serpiente, acercándose de manera violento al escritorio de su tío.
— Creo que te estás precipitando Kendra, deberías calmarte — intento razonar Albus.
— No me hables así — lo señalo Kendra. — No eres mi padre para que me estés hablando en ese tono, eres mi tío, mi padre no ha sabido ejercer su papel en mi vida.
Albus no se lo iba a demostrar, pero le dolió la forma en que lo trato. No era su hija biológicamente, pero él la había cuidado más que su propio hermano.
— ¡Crees que si lo supiera quien es el infiltrado estaría aquí hablando contigo, Albus! — exclamó Kendra moviendo sus manos, su pecho subía y bajaba debido a la ira en su cuerpo sus ojos seguían brillando como si estuviera al borde de atacar a alguien. — Ya me canse de esto, de estas misiones sin sentido, si tengo que ir yo misma a pelear con mi tío sobre esta guerra iré, sabes que iré en este instante.
— ¡Kendra Arabella Dumbledore! — gritó Sebastian logrando que Kendra se detuviera.
La mirada de Kendra y la de Sebastian detonaban poder, ver quien podría ganarle al otro. Sebastian miró el collar de Kendra en su cuello, arrancándoselo.
— Está no eres tú, es el guardapelo hablando — la miró Sebastian. — Por Merlin, Kendra. Te estás exponiendo demasiado en el estado que estás.
— ¡Estar embarazada no significa que esté enferma! — le gritó Kendra.
Sebastian abrió su boca para seguir discutiendo, siendo interrumpido por la voz de alguien más.
— ¿Estas embarazada? — la voz de Sirius demostraba una punzada de dolor.
— ¿Estas embarazada? — pregunto con abuela Coraline. — No cabe duda que eres de lo peor, Salazar.
Kendra se cruzó de brazos al ver la sonrisa en el rostro de Coraline, quería borrarla y sabía como hacerlo.
— Adelante, pregunta — dijo Kendra mirando a Coraline. — Pregúntame quien es el padre.
— Te aseguró que no tú misma lo sabes — se burló Cora. — Pero adelante ¿Quién es el padre?
Kendra sonrió aún más. — Tu hermano, James.
Coraline miro a James como si intentara asesinarlo, pero se contuvo cerrando sus ojos, la ira carcomía su interior seguía sin entender que veían todos en Kendra.
— ¿Qué es lo que ven todos ustedes en Kendra? — preguntó Coraline molesta. — Ustedes la ven como buena, la chica que no rompería absolutamente nada, que sería incapaz de asesinar. Pero solo es una máscara como la que usarán los mortifagos.
— ¡¿Quieres saber que vemos en Kendra?! — preguntó Sirius molesto. — Te lo dire, Kendra no intenta mentir, no te dice las cosas que esperas escuchar, ella te habla con la verdad, no te miente, ni te oculta nada, no necesita la aprobación de nadie para sentirse segura, nunca ha sido la villana, que usara la corbata verde no significa que será como su tío.
— Te tiene comiendo de la palma de su mano y ella ya está haciendo su vida con mi hermano — Coraline miró a Sirius. — Sigues enamorado de ella como un niño, se ha ganado a todos en la orden, a Marlene y eso la llevo a su muerte. Ahora enredo a mi hermano en sus garras, te tiene a ti como su perro faldero, a Remus como su lobo guardián e incluso se ha estado robando a Lily, ¿Qué sigue?
— Si no te gusta puedes largarte — señaló Ariana la puerta. — La puerta está muy grande como para que pases por ella, eres una leona pero escupes el veneno como una serpiente rencorosa.
Coraline salió molesta de la habitación, Peter la siguió, era el único que seguía acompañándola. El ambiente se volvió tenso ante la pelea, Lily de acercó a Kendra para abrazarla en un intento de controlar el ambiente.
Sirius miró a Kendra, sabiendo que en ese juego del amor siempre sale uno perdiendo, el tercero de la moneda quedó enamorado de la encantadora, él sería el lobo que aullaría a la luna amándola desde la lejanía.
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