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Capitulo treinta y tres






CÁMARA DE LOS SECERETOS

31 OCTUBRE 1981












Kendra sostenía su brazo izquierdo donde una herida brotaba sangre.

Se acercó a Coraline Potter quien estaba tendida en el suelo, sin vida. Cerró los ojos de la azabache por última vez.

Siguió su camino a la Cámara de los Secretos. En uno de los lavabos abrió el grifo para limpiar la herida de su hombro.

Escuchó ruidos a su espalda, se giró con su varita en alto preparada para atacar, vio una sombra y lanzó un hechizo.

— ¡Soy yo, soy yo! — dijo una voz saliendo de la oscuridad. — Soy Sirius Black. 

El pelinegro salió acercándose a Kendra, vio la herida en su hombro y rasgó su camisa para hacer presión en la herida, Kendra se mordió el interior de su mejilla.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó la de ojos verdes.

— ¿Acaso ya lo olvidaste? — le pregunto Sirius con una sonrisa. — Una vez te prometí que estaría a tu lado sin importar las circunstancias, no importa que seas mi amiga o mi novia, seré tu guardián.

Él acarició la mejilla de ella. Claro que la Salazar recordaba esa promesa, recordaba cada una de las promesas que Sirius le hizo en nombre del amor.

La chica se acercó hasta el lavabo que abría la cámara de los secretos, mientras Sirius cuidaba su espalda por si alguien los seguía.

— Dime que Credence no va a terminar hablando en un idioma extraño — se burló Sirius.

— Cállate — golpeó su hombro de manera juguetona.

Sirius entró primero en el túnel, para ayudar a Kendra al bajar.

Los dos invocaron la luz a través de sus varitas, el túnel estaba a oscuras y no había señal de vida.

— Venía con Klaus aquí cada que me molestaban — dijo Kendra caminando por los pasillos. — De alguna forma hicimos de este lugar nuestro refugio, incluso cuando estábamos de vacaciones y Albus nos dejaba venir al castillo nos escondíamos aquí.

Sirius sabe lo importante que ha sido Klaus en la vida de Kendra, lo mucho que lo ha extrañado día con día y como sigue sufriendo su muerte hasta el día de hoy.

Los dos caminaron con cuidado por el túnel hasta llegar donde se veía la serpiente. Kendra se acercó al cadaver disecado de la Sepiente de Salazar Slytherin.

— La serpiente nos seguía a todos lados, nunca nos lastimó — recordó Kendra mientras Sirius seguía impresionado por el gran tamaño del esqueleto. — Una noche, justo una semana antes de la muerte de Klaus estábamos aquí, la serpiente nos seguía aún, pero seguía más a Klaus era como si tuviera conocimiento de lo que iba a pasar.

Sirius la ayudo para cortar uno de los colmillos del basilisco, no sin antes Kendra poder pedirle permiso a la serpiente.

— ¿Volviste? — preguntó Sirius cuando la ayudó a bajar. — Me refiero ¿Volviste aquí luego de la muerte de Klaus?

Kendra asintió.

— Cuando regresa, la serpiente ya estaba muerta — respondió. — Murió junto a Klaus.

Abrió aquel diaria mirando las páginas vacías, sabía que estaba encantado, ella misma usó ese hechizo tiempo atrás con un diario.

— ¿Estás segura que funcionará? — le preguntó el Black.

Kendra lo miró, él estaba de cuclillas junto a ella.

— Eso espero — lo miró. — Por qué no sé qué más podríamos hacer sino lo logramos.

Salazar sacó de su bota una daga cortando la palma de su mano e impregnando el colmillo con su sangre.

— ¿Qué haces? — preguntó Sirius deteniéndola.

— En mi sangre hay veneno al ser una serpiente, intentó impregnar el diario con ambos — respondió la de ojos verdes. — Es nuestra última oportunidad.

Sirius soltó su brazo, Kendra levantó el colmillo de basilisco incrustándolo en el diario varios veces. Veía como sangre negra brotaba de este.

Un grito salió de los labios de Kendra.

— ¡Kendra! — gritó Sirius acercándose a ella para detenerla, estaba por resbalarse.  — ¿Estás bien?

— Estoy bien — respondió entre jadeos. —  Han destruido la diadema de Rowena Ravenclaw.

— ¿Cómo lo sabes?

— Por qué estoy conectada a los Horrocrux al igual que Tom — señaló la cicatriz en su cuello.













Ariana y James habían logrado destruir la diadema de Rowena Ravenclaw a tiempo, justo antes de que los hermanos Carrow llegaran.

— ¡Expelliarmus!— grito James hacia Alecto Carrow, este se golpeó con una pared causando que cayera.

— ¿En serio, James? — le miró Ariana rodando los ojos. — ¿Expelliarmus?

— A funcionado no te quejes, Grindelwald — bromeó James.

Los dos se sonrieron, James estaba feliz de poder haber ayudado con un Horrocrux, sabía que Regulus tenía otro y Kendra llevaba dos más con ella.

Necesitaba encontrarla, necesitaba ayudarle.

Ambos se levantaron del suelo descubriendo como a las afueras del castillo había llamas y partes del mismo cayéndose. Se sentían aliviados al saber que ningún alumno estaba dentro como ora recibir algún daño.

James miró a Ariana, pero no tuvieron suficiente tiempo para correr, ante sus ojos todo pasó demasiado rápido.

Ariana empujó a James, mientras sacaba su varita para atacar a Amycus Carrow. El azabache cayó al suelo al tiempo que veía como la maldición asesina golpeaba a Ariana y salía disparada a una de las paredes.

James sacó su varita atacando a Amycus quien permanecía distraída.

— ¡Expelliarmus!

Amycus fue cayó al golpearse contra la pared, la cual cayó a sus espaldas logrando que fuera junto al costado de la instalación donde estaban. La pared al recibir el impacto se rompió cayendo junto a Amycus Carrow.

— ¡Ariana! — grito James acercándose a ella. — Ariana, por favor. Ariana despierta.

James sacudía con insistencia los hombros de Ariana Dumbledore quien mantenía sus ojos abiertos y su mano aferrada a la varita, la vida ya se había esfumado de sus ojos.

Potter soltó unas lágrimas que cayeron en el rostro de la ex Hufflepuff, besó su frente y le cerró los ojos. La tomó entre sus brazos para llevarla consigo, debía llevarla a Sebastián.




















Kendra y Sirius habían logrado destruir el Horrocrux dentro del diario, al igual que veían como el anillo de Sorvolo ardía en llamas tras varios intentos.

— Será mejor que salgamos de aquí — hablo Sirius. — Este lugar comienza a asustarme.

— No nos va a salir una serpiente — bromeó Kendra.

Fue mala idea bromear con serpientes, escucharon el siseo de una a sus espaldas y ambos se estuvieron en posición de ataque.

Espalda contra espalda.

Una risa que Kendra conocía bien se escuchó, al igual que Sirius fue capaz de ver como la serpiente: Nagini se acercaba a ellos.

— Has sido demasiado astuta esta noche, querida sobrina — Kendra buscaba con de donde provenía la voz de Tom. — Pero ha llegado la hora de tu final. La familia Salazar nos defraudó a ti y a mi, pero a diferencia tuya yo no peleo en su nombre.

— Soy una Salazar como tú — hablo Kendra mirando la figura del rostro de Salazar Slytherin. — Yo luchó por la familia que aún me queda.

— ¡Tu me arrebataste a mi hija!

Nagini intentó atacar a Sirius, este se quitó en el momento que la vio, Tom se reveló ante Kendra lanzando un crucio, pero ella lo esquivó.

— Delphini Riddle murió a causa de su propio odio y venganza que tú mismo le infúndase — grito Kendra al rostro de Tom. — Ella intentó matar a mi hermano y a mi por causa tuya.

— Klaus también era un despreciable hombre — respondió Tom. — Le ofrecí el poder, la grandeza y protección, ¿Sabes que respondió? Que no iría a ninguna parte sin ti. Sentimentalismos.

Nagini intentó atacar a Sirius una vez más.

Kendra se dio cuenta, intentó buscar una manera de atacar la sin herir a Sirius y también estar a la defensiva de Tom.

— Sectumsempra — gritó Kendra hacia Nagini.

La serpiente se retorció, la Salazar sintió como si el hechizo le brotara a ella.

— ¿Lo descubriste verdad? — dijo Tom riendo. — Ustedes dos están aquí encerrados conmigo, son mis prisioneros, les daré la elección de dejar ir a uno, pero será su elección y el otro tendrá que morí, pero ustedes eligen.

Black y Salazar se miraron, estaban encerrados, cayeron en la ratonera.

Eran los prisioneros del peor de los titiriteros.

Su misión era matar a Nagini y vencer a Lord Voldemort, ellos solos.

Black y Salazar.

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