Capitulo seis
NOBLE CASA BLACK
ENERO 1979
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Kendra sostenía fuertemente la mano de Credence sin lastimarlo, jamás se imaginó poner un pie esa casa.
Jamás.
— Credence — se agachó a la altura de su hijo quien la miraba con atención aferrada a su mano. — Hoy conocerás a unas personas, ellos no son tan malos.
Credence asintió, Kendra lo abrazó fuertemente. Tenía miedo y mucho.
¿Como se supone que iba a entrar a la casa de los Black?
Sirius abrió la puerta principal encontrándose con Kendra y Credence. El pequeño sonrió feliz al ver a su padre levantando sus manos para que lo cargara.
— ¿Cómo estas, cachorro? — Sirius lo sostuvo entre sus brazos.
— Men— respondió Credence diciendo que estaba bien.
— ¿Nerviosa? — preguntó Sirius al ver el rostro de Kendra.
Se abrazó a si misma en un intento de darse aliento sola.
— Aterrada — confesó. — Sebastian y Saori dijeron que vendrían más tarde.
Sirius le había comentado a Kendra que podría invitar a alguien más por si era necesario una intervención, siendo Sebastian el elegido y Saori.
Black estiró su mano para que la de ojos verdes la tomara, ella solo la miró.
— Toma mi mano, todo va a estar bien.
Ella lo hizo, le dio la mano para que ambos entraran a la noble casa de los Black.
Lo poco que Kendra conocía de esa casa era por las fotografías que Sirius le mostraba, pero en persona se dio cuenta que daba más miedo que en papel. Credence abrazó a Sirius por el cuello ocultándose tras ver algo que lo asustó, en una de las paredes se podía ver el esqueleto de un ave simulando ser un adorno.
— Que peculiar — señaló la chica.
— Oh vamos, tú tenías un craneo de serpiente en tu dormitorio.
Kendra rodó los ojos, recordó cómo fue Sirius quien lo rompió por accidente, cuando por fin llegaron al salón ante los ojos de Kendra los Black se podían ver completamente nerviosos.
Walburga mandando a mover la mesa, Orion acomodando el árbol navideño al igual que los regalos. Bellatrix poniendo algunos cuantos adornos al igual que Narcissa, incluso pudo ver a Andromeda Tonks de soltera Black.
— Buenas noches — la voz de Kendra rompió el momento de ajetreo.
— ¡Kendra! — Walburga estaba completamente sorprendida ante ella.
La de ojos verdes quedó estática al sentir un abrazo de la madre de Sirius.
— Lamentamos mucho no haber reunido a la familia antes — se excusó Walburga.
— No sabíamos de ustedes — habló Orión intentando hacer el momento menos incomodo.
Pero no lo logro. Al contrario se volvió más incómodo para todos.
Kendra deseaba salir corriendo al igual que Sirius. Credence seguía escondiendo su cabeza en el cuello de su padre sintiendo la incomodidad de ellos queriendo irse a los juegos que su le llevó en navidad.
— Gracias por la invitación.
Regulus se acercó a sus padres y hermano intentando salvar a los recién llegados.
— Credence — lo llamó Regulus con completa normalidad.
El niño al escuchar la voz de Regulus levantó su cabeza y lo miró con una sonrisa en el rostro.
— Tío Ulu — el pequeño estiró sus brazos al mencionado.
Walburga al ver el rostro de su nieto descubrió más rasgos de la familia Black que en una fotografía, además de cierto parecido con su hijo.
Llevó su mano a su pecho al ver como Regulus lo cargaba en brazos viendo cada rasgo de los Black.
— ¿Tú sabias? — preguntó Narcissa acercándose a su primo y sobrino.
— Por supuesto — respondió Regulus con una sonrisa. — Sirius me lo contó a los pocos meses de enterarse.
— Incluso los ayudamos con el parto — hablo Andromeda acercándose al pequeño. — Hola Credence.
El pequeño pasó de los brazos de Regulus a los de Andromeda quien le hizo algunas muecas divertidas sacándole risas.
— Por poco me convierto en su padrino, pero...
— Pero alguien más te ganó— hablo una tercera voz que recién llegaba. Se trataba de Sebastian Grindelwald. — Una disculpa por la demora.
— Gracias al basilisco — murmuró Kendra soltando un suspiro y haciendo reír a Sirius por su comentario.
— Señor Grindelwald— saludó Orión dando una leve reverencia.
Los Black respetaban a Sebastián y Saori Grindelwald al ser los hijos de Gellert Grindelwald y Rivana Rosier.
Sebastian dio una reverencia como saludó. Charlando con los señores Black quienes se honraban de su presencia.
La cena transcurrió entre preguntas hacia Sirius y Kendra, pequeños momentos felices al ver a Credence. Sin duda el centro de atención de esa noche era el pequeño.
— ¿Y Saori? — pregunto Kendra a Sebastián cuando estuvieron un momento a sola mientras los demás sacaban los regalos para Credence.
— Está en otra celebración — respondió Sebastian, metió la mano al abrigo que llevaba para sacar una nota. — Es ella, debo irme.
Sebastian se despidió de los presentes agradeciendo su hospitalidad y esperando que tuvieran una buena noche.
Bellatrix se acercó a Kendra al verla sola.
— Lamentó lo de la daga — se disculpó la ahora Lestrange.
Las palabras de Bellatrix sorprendieron a Kendra quien no supo que decir.
— Era una orden, pero ahora estas en la familia Black y el código familiar te protege — hizo una pequeña reverencia. — Lady Black.
Bella se marchó al ver como Cruella mostraba un regalo que habían elegido los Lestrange. Sirius se puso a su lado al verla tan seria.
— ¿Qué es el código Black? — preguntó Kendra.
— Es un código familiar, remonta a años antes de mi nacimiento e incluso los de mis padres — explicó Sirius.
— El código Black fue forjado tras una pequeña disputa, se le llamó el baile sanguinario — explicó Orión Black tras escuchar la mención del código. — Lo que debes saber es que el código protege a todo aquel con sangre de los Black y eso incluye a tu hijo.
— Gracias — agradeció Kendra. Realmente estaba agradecida, al menos si moría su hijo tendría a una familia que lo protegería.
— También te incluye a ti — Walburga apareció detrás de Orión con una pequeña caja en sus manos extendiéndola hacia Kendra. — Tu hijo tiene la protección de la familia, pero también su madre.
Kendra tomó entre sus manos la caja que Walburga Black le extendía encontrando en su interior un relicario con el símbolo de la casa Black y una K en la parte trasera.
— Si llegas a necesitar nuestra ayuda solo debes dejar caer una gota de tu sangre en él y este prenderá fuego en esta piedra.
En las manos de la mujer estaba una piedra en color morado, un cuarzo.
— ¿Qué les asegura que mi hijo es un Black? — pregunto Kendra con un tono de fastidio.
— Por sus rasgos físicos — le explicó Walburga.
— Puede ser de cualquier otro — volvió a decir la mujer de ojos verdes.
— ¿Tu hijo tiene lunares en su glúteo izquierdo en forma de una constelación? — le pregunto Orión. Kendra abrió y cerró su boca varías veces sin saber que decir ¿cómo es que Orión Black sabía de la marca de nacimiento de su hijo? — Todos los hombres en la familia Black lo tienen, es una marca de nacimiento.
Kendra no dijo nada, dando a entender que ellos tenían razón. La noche continuó, Credence abría los regalos que sus abuelos le daban, incluso Kendra se sentó a charlar con Narcissa Malfoy.
Desde una pequeña distancia, Sirius veía a su hijo y a Kendra con una sonrisa en su rostro.
— ¿Aún la amas? — la voz de Regulus no le asusto al Black mayor.
— Claro que lo hago — respondió Sirius sin quejas. — Es la madre de mi hijo.
— Tal vez — cruzó sus brazos por la espalda. — Pero no miras de esa forma a alguien que solo quieres por ser la madre de tu hijo — Sirius miró a su hermano ¿desde cuando se volvió tan listo? — Dile lo que sientes antes de que alguien más se dé cuenta de lo brillante que sería tenerla a su lado.
Kendra sostenía a Credence mientras Sirius cargaba la bolsa con regalos en un enorme saco rojo.
Al llegar al departamento de Black la madre dejó a su hijo en la cama del pelinegro, lo cobijó bien.
— Se quedó dormido, no creo que te despierte en la noche— le informo Kendra.
— Todo salió bien ¿no? — le pregunto Black entregándole una cerveza que había destapado.
Kendra agradeció y se llevó la botella a los labios para darle un trago.
— Quería desaparecer desde el primer momento que entre — confesó. — Tus padres lo adoraron.
— También a ti.
Los dos continuaron conversando, desde Credence hasta sus recuerdos en Hogwarts, el como no todo para ellos fue siempre sexo, sino también podían confiarse sus más oscuros secretos, tal vez por eso además de Ariana, Sebastian y Saori, Sirius Black era de las pocas personas que sabía el secreto de Kendra, que es una Maledictus.
— Estoy muy segura de que fui yo quien ganó esa apuesta — recordó Kendra con los recuerdos medió borrosos debido al alcohol.
— No — respondió Sirius riéndose. — Gane yo. No por nada te metiste al lago negro a nadar, yo dije que te metieras con ropa, fuiste tú quien se metió sin ropa.
Kendra río al escucharlo recordando ese momento. Sirius al escucharla disfruto de la dulce melodía, como si estuviera escuchando una pieza de piano o como si dos estrellas chocarán.
— Kendra...
— Mmh
— Lo lamentó — se disculpó Black.
— Ya te dije que no hay problema, además sucedió hace mucho, no creo que...
— Habló de lo qué pasó hace un año — la interrumpió Sirius haciendo que Kendra guardara silencio. — Lamentó haberme ido, yo solo...
— Está bien — le corto Kendra levantándose del pequeño sillón donde estaba para acercarse y sentarse a su lado. — No te culpo, te entendí. Tú podías escapar, podías irte y actuar como si nada hubiera sucedido, pero yo no podía hacerlo. Credence me necesitaba y no iba a abandonarlo, no sería como mi madre.
Los dos se quedaron en silencio, un silencio que ya no era incómodo, pasar las últimas semanas junto a Sirius había logrado que esa incomodidad desapareciera.
Tal vez fue el alcohol en sus cuerpos, la noche o la situación. Sirius la miró, detallando cada parte de su rostro como si fuera la primera vez acercándose para capturar sus labios en un beso.
— Lo siento — se disculpo Black al separarse.
Kendra no respondió, se acomodó mejor para ser ella quien uniera nuevamente sus labios en un beso. Ambos buscando ser quien llevara el control de la situación. Sirius la tomó de las caderas para que se sentara ahorcajadas sobre él, Kendra se debatía en una pelea para ver quien tenía el control de la situación.
La oscuridad dentro de ella fue apagada por el calor que emanaba el cuerpo del pelinegro. Una colisión de estrellas golpeando el cielo en búsqueda de un mismo ser, un choque de planetas abrazando su soledad.
Sirius tiro de un manotazo las cosas de la mesa para dejar a la castaña sobre ella y ver su cuerpo como una escultura que deseaba presenciar por el resto de su vida. Kendra se acercó jalándolo hacia ella para nuevamente unir sus labios.
Se conocían bien, cada parte del cuerpo del otro lo habían visto y tocado antes, pero eso no evitaba que fuera especial como la primera vez.
Black repartía besos por el cuerpo de la joven ojiverde deteniéndose para admirar el tatuaje de serpiente en su costado izquierdo.
Esa noche significó para Sirius una posibilidad en algo que creía extinto, la llamarada que faltaba en las cenizas de su amor, pero para Kendra fue la despedida que necesitaban hace años, pero ninguno lo expresó con palabras.
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