Capitulo doce
EL AMOR ES DEBILIDAD
ABRIL 1979
Dos días después, al amanecer nuevamente emprendieron camino.
Kendra actuaba como si aquella noche no hubiera sucedido nada y eso a James le causaba un poco de molestia y sobre todo confusión.
La de ojos verdes tardó en alejarse de la casa, dejando una vieja flauta que solo permitía el paso al que conociera la melodía.
— Si seguimos ese camino nos llevará hasta...
— El camino amarillo — bromeó James.
Kendra rodó los ojos al escucharlo comenzó a caminar lejos del azabache. El de ojos avellana corrió para alcanzarla quedándose en silencio el resto del camino.
Duraron más de una hora caminando para llegar a las afueras de la ciudad, la castaña ya no revisaba el mapa que Dumbledore le dio. Caminar hasta aquella montaña era otro recuerdo de la infancia de Kendra una que poco a poco fue olvidando.
— Kendra estoy cansado deberíamos de parar al menos cinco minutos — dijo James intentando que se detuvieran.
No era por él, era por ella quien aparentaba estar al borde del colapso.
— Si paramos ahora tardaremos dos días en llegar, ya bastante llevamos medio día de retardo, contigo.
El azabache rodó los ojos. — Estoy cansado, me duele la rodilla y tengo hambre.
Kendra se frenó de golpe, por poco y tira a James.
— ¿Qué rodilla? — pregunto ella.
— También quiero ir al baño.
La chica intentó no jalarse el cabello. — Ve detrás de ese árbol y nos vamos.
Ella se detuvo, fue la primera vez en todo el viaje que se puso a pensar en su madre. ¿Qué le diría cuando la vea? Tantos años con las mismas preguntas en su cabeza, pero ahora que estaba a punto de ser real se había quedado en blanco.
Miró sobre su cabeza a los árboles encontrando varios recuerdos de su infancia, las carreras con su hermano, tantas memorias que ahora se sentían lejanas.
Soltó un suspiro para ver con claridad algo, era un cuervo.
Se acercó y la figura le pareció extraño. La estaba mirando fijamente, si se movía a la izquierda él también. Los habían encontrado.
— Corre, James, es él.
James salió detrás de los arbustos cuando dos hombres aparecieron delante suyo. Kendra lo tomó de la mano para comenzar a correr lejos.
James apuntaba su varita a aquellos hombres lanzando hechizos, pero ellos también atacaban.
Siguió corriendo hasta que cayeron al lago. Estaban atrapados.
Kendra logró atacar a uno, pero el otro parecía no rendirse. Estaban viendo la batalla perdida cuando un rayo verde apareció sobre sus cabezas.
— Si quieren que más como ellos les sigan allí quédense, sino vengan conmigo — murmuro aquella presencia de una mujer desde el otro lado del pequeño lago.
Kendra hizo el ademán de salir para seguirla, James la detuvo.
— ¿Qué estás haciendo? Puede lastimarnos.
— No va a hacerme daño, Potter.
Kendra se zafó del agarre de James, el azabache de gafas aún estaba confundido, intentó detenerla.
— Ella es mi madre.
La castaña salió del lago y caminó hasta aquella mujer que ahora sabía se trata de la madre de Kendra.
Entraron a la pequeña casa que mejor dicho parecía una cueva. Pero tenía antorchas para iluminar.
— Vaya, que acogedor — se burló Kendra.
— Lamentó no tener una habitación para ti, mi niña — hablo Jennifer Salazar.
James seguía procesando la noticias, veía de la mujer a Kendra encontrando demasiados rasgos similares en ambas.
— En fin, no vengo por una reunión familiar, sabes que hago aquí.
— Tan amorosa como siempre mi niña — hablo Jennifer buscando unas copa para servir un poco de té. — Se qué haces aquí y la razón — le entregó una taza a ambos. — Así que tengo un nieto.
— Uno al que no conocerás nunca — respondió Kendra dejando la taza de lado. — Solo dame lo que necesito.
Jennifer se rio. — Tantos años y lo primero que recibo de mi hija son órdenes.
— Dejaste de ser mi madre cuando me abandonaste con Aberforth — grito Kendra. — ¿Por qué?
Jennifer se puso de pie. — Eso fue lo que te dijo él ¿Qué te abandoné? Pues déjame decirte algo mi niña, fue tu padre quien me abandonó cuando se enteró de Killian Salazar, tú tío.
Kendra abrió y cerró la boca varías veces, se había quedado sin que decir.
— Claro que Aberforth iba a contar la versión a su antojo. Por lo que quiero creer que olvidaste lo sucedido en Birmingham — Kendra seguía en silencio. — Una noche hubo un incidente, me transformé en un fénix e incendié la casa por accidente, Aberforth estaba asustado. Luego se enteró de Killian, yo amaba a los dos. Esta bien amar a dos cariño, yo lo hice — Kendra bajo la mirada tras las palabras de su madre, el azabache se sentía incómodo escuchando una conversación privada. — Ame a Aberforth y a Killian durante años, tu padre creía que Klaus no era su hijo entonces hizo lo peor, se los llevó ¡Se robó a mis hijos! El amor es debilidad, mi niña.
Kendra seguía procesando, todos estos años de culpa creyendo que fue ella la causante de que su madre se fuera, para escuchar que fue él quien la abandonó.
— Se porque estás aquí, pero también necesitaba que estuvieras aquí para decirte que la única manera de que derroten a Tom es con su propio juego — Jennifer caminaba por la habitación. — Toda la familia Salazar supo lo que hizo su Merope Gaunt y cuando Tom vino a reclutarme, me negué intento asesinarme terminando con la vida de Killian, por eso me escondí — busco entre las cosas algo que la castaña no sabía que era. — Un anillo, un guardapelo y un diario son lo objetos que debes entregarle a Albus, él sabrá qué hacer.
Kendra cerró sus ojos odiando cada vez más a su padre si es que podía llamarlo de esa manera. La había alejado de su madre por celos, tratándola mal a ella y su hermano.
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