Capitulo cuatro
SANGRE DE MI SANGRE
Sirius Black jamás se imaginó volver a estar en esa casa, no desde que se marchó hace unos años atrás. Era una completa locura, pero una que estaba dispuesto a cometer.
Entró a la casa de los Black escuchando las voces de los presentes, al parecer la mayoría de su familia se encontraba en esa reunida.
— ¿Quién diablos ha llegado? — preguntó Orión Black levantándose de la mesa tras escuchar la puerta cerrarse.
Sirius se adentró recibiendo diferentes respuestas de los presentes, Walburga lo recibió con un crucio, Bellatrix se puso de pie dispuesta a lanzar un avada en cualquier momento, Regulus casi se ríe al ver a su hermano mayor en la casa de los locos de nuevo.
Sirius se puso de pie como pudo aún sintiendo los efectos de la maldición cruciatus.
— Buenas noches.
— No eres bienvenido en esta casa, Orión — hablo Walburga con severidad.
— Déjalo tía — interrumpió Bellatrix. — Sirius quiere morir esta noche.
Sirius sonrió, una sonrisa sarcástica, una que su hermano menos había visto en varias ocasiones.
— Estoy aquí por una sola razón. Kendra.
Bellatrix soltó una risa que retumbó en la habitación haciendo enfadar a Sirius que apretó sus manos en unos puños al igual que su mandíbula.
— Esa mestiza sigue con vida — río Bellatrix. — Creí que para esta hora ya estaría muerta.
— ¡Voy a hacerte sufrir de maneras que tu pequeña mente no puede imaginar!
Sirius lanzó la daga de Bella a la mesa causando un gran ruido. La Lestrange se sorprendió al verla confundida ante cómo pudieron sacarla sin matar al infectado por la maldición en ella.
— No se que pretendas al llegar a esta casa así como si nada, pero ya no eres bienvenido — grito Orión Black. — Lárgate.
— Ustedes fueron detrás de ella, de la madre de mi hijo y si van detrás de ella que les impide ir por mi hijo también.
Los presentes se miraron entre ellos confundidos ante las palabras de Sirius. Walburga recordaba cuando Sirius embrazo a una compañera en el colegio, pero según recuerda el embarazo nunca llegó a término.
— Estoy aquí por el código de los Black — murmuro Sirius bastante seguro de sus palabras.
— Tu ya no eres un Black — le repitió Walburga.
— Yo no — dijo Sirius inflando su pecho con orgullo. — Pero mi hijo si.
— ¿De qué mierda hablas? — preguntó Orión cansado del tema y de la presencia de su primogénito desterrado. — Tu hijo murió.
— Mi hijo, ese niño que ustedes pidieron que su madre se deshiciera de él como si fuera nada, ese niño está con vida y ustedes han atacado a su madre sin piedad alguna y no dejare que ninguno de ustedes le vuelva a tocar un solo cabello a ella o a él.
Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta sacando una fotografía que cayó a la mesa.
Walburga tomó la fotografía entre sus manos y casi cae al suelo al verla. En la imagen se podría ver a Sirius sosteniendo a un bebé, uno que tenía rasgos similares a su hijo menor, su tercer hijo: Cygnus Scorpius Black, quien murió a los pocos meses de nacer.
— ¿Cuál... Cuál es su nombre? — preguntó Walburga ignorando a los demás.
— Credence — respondió Sirius tras ver la reacción de su madre supo que pensó lo mismo que él. — Credence Scorpius.
— Scorpius— susurró Orión al reconocer el nombre.
La fotografía pasó de mano en mano. Cada uno presenciando la descendencia Black en un nuevo miembro, tal vez podría ser un mestizo pero había algo en Walburga que no le permitía traicionar a la sangre entre las venas de ese bebé.
— Ese niño es sangre de mi sangre — comenzó Sirius sin titubear con tanta seguridad que incluso era extraño para él ver su seriedad. — La protección de los Black se extiende a él y su madre, si algo le sucede a uno de ellos, vendré por sus cabezas y las de sus hijos.
Era la primera vez que veían a Sirius actuar de esa manera, ni siquiera cuando defendía a los sangre sucia y los traidores actuaba de esa manera.
Tras un largo silencio, Walburga habló. — Tu hijo tiene la protección de los Black y ella también.
— El señor tenebroso la está buscando — hablo Bellatrix mirando a Sirius rompiendo el juramento que hizo tras convertirse en mortifaga, la sangre era primero. — No se la razón, pero la busca desesperadamente, si quieres salvarla tienes que llevártela de aquí, él no va a detenerse.
El código de los Black remontaba a años antes de que muchos de los presentes nacieran, incluso siglos, si un Black juraba con pruebas la descendencia del linaje este no se negaba, se cuidaba. Se protegía.
Sirius agradeció dispuesto a marcharse, no quería estar dentro de esa casa un segundo más y más tras haber dejado Walburga lo detuvo.
— Quiero conocer a mi nieto — suplico.
— Le diré a ella — respondió Sirius. — Ella manda.
Sirius se marchó dejando a los miembros de la familia Black con una nueva noticia. Se estaban por convertir en traidores por una mujer que ellos mismos casi le entregaban al Lord Voldemort.
Kendra despertó buscando un poco de agua. Se levantó de la cama que no era la suya, bajo con cuidado las escaleras para no caerse.
Al llegar al último escalón, descubrió a Sirius bebiendo el licor de una de las botellas de Aberforth probablemente se molestaría el hombre, pero eso a ella no le importaba.
— ¿Porqué bebés como si fuera agua?
La voz de Kendra sacó a Sirius de sus pensamientos. Se puso de pie para ayudarle a sentarse.
— No había agua — respondió Sirius.
La castaña tomó la botella para darle un largo trago, su garganta estaba seca y el alcohol le ardió.
— ¿Evans...?
— Ella dijo que no diría nada — respondió Sirius al saber sus intenciones. — Ella dijo que no era sus secretos, no va a decir nada.
Ella guardó silencio. No le temía a que más personas supieran su secreto, no se avergonzaba de ser madre. Al contrario, creía que Sirius se estaba avergonzado por tener un hijo.
Sirius al ver el silencio de Kendra, estiró su mano para tomar la de ella logrando asustarla.
— Hice algo...
— ¿Dejaste embarazada a otra chica?
Sirius río al escucharla.
— No — río. — Creo que será algo más y vas a querer matarme.
— Siempre quiero matarte — respondió Kendra tomando la botella de nuevo.
— Le dije a mis padres que tengo un hijo contigo — Kendra casi escupe el licor de su boca al escucharlo hablar. — Era la daga de Bellatrix.
— Eso no es excusa para que le digas a tus padres de nuestro hijo.
La mirada de Black y Kendra chocaron, ella deseando asesinarlo y él suplicante.
— En la familia Black existe un código — comenzó a hablar Sirius ante la mirada de la de ojos verdes. — Los Black protegen a cualquiera con sangre de ellos. Cuando mi madre vio la fotografía de Credence estoy seguro que no solamente vio a nuestro hijo, también a mi hermano, Cygnus.
— ¿El que murió? — Sirius asintió. — ¿Porqué lo hiciste?
— Ellos te atacaron, fue mi forma de protegerte a ti y a él, además ahora que ellos saben de ti, ninguno puede hacer algo en tu contra.
Kendra cerró sus ojos escuchando a Sirius Black. Deseaba asesinarlo por hablar sobre su hijo sin decirle algo, pero entendía por qué lo hizo o al menos fingiría que lo hace.
— Mientras más personas sepan de nuestro hijo, más peligro corre — dijo Kendra tomando las manos de Sirius. — Nuestro hijo no debe de crecer en toda la mierda que nosotros lo hicimos. Nuestros padres nos dañaron, él no pagará nuestros platos rotos.
— Nadie lo va a tocar sin antes pasar por nosotros — aseguró Sirius tomando sus manos. — Quien se atreva a lastimarlo lo mataré.
El silencio se hizo. Kendra siempre fue más amante de la noche, y era su punto débil, donde más abría sus sentimientos.
— Solo una cosa más. — Kendra lo miró. — Mi madre quiere conocerlo.
Kendra cerró los ojos al escucharlo, sabía que la familia Black querrían conocer al descendiente de la familia, a pesar de no llevar la sangre pura por completo, algo extraño siendo Walburga Black una fiel creyente de la sangre pura.
— Está bien, pero bajo mi supervisión — hablo Kendra consciente que no podría privar a su hijo de conocer a sus abuelos.
— Kendra.
— Mmh.
— ¿Porque Voldemort te está buscando?
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