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Pequeñas manos (AU)

Tercera parte de Ojos de Brujo.
Quién diría que llegamos hasta aquí😋

***

Era una noche fría de la respectiva estación.

La gente movía los píes al compás de la música y la alegría inundaba el ambiente.
La luz de la fogata brillaba con todo tipo de colores brillantes, debido al encantamiento que le habían puesto. Consistía en que cambiaba el color según como se sentía la gente.
Magnus y Alec estaban en centro de la pista, bailaban y ganaban la atención de todos. Aunque, ellos eran la razón de la celebración.
El pequeño Max también bailaba con ellos, tropezando con sus pequeños pasitos de un niño de año y medio de edad.
Alec tomó al pequeño entre sus brazos.
Magnus sonrió y besó a su ahora esposo.

La ceremonia había sido tradicional. Consistía en ir altar, decir sus votos y luego, se los marcaba a ambos con una marca de unión y amor.
Magnus y Alec usaban las túnicas ceremoniales, solo que la de Magnus tenía muchos adornos e hizo un hechizo en ella para que brillara. Ambos tenían unas coronas de flores que su hijo les había hecho con otros niños con los que jugaba.

La fiesta había terminado muy tarde y en algún momento, todos se fueron a dormir.
Alec tenía a Max entre sus brazos y este estaba completamente dormido y cansado. Magnus ayudó a arropar a su pequeño y luego, se fue a dormir junto con su esposo a la cama.
-Mi maravilloso esposo- dijo Magnus mientras besaba la frente de Alec.
-Amo que me llames así- dijo Alec.
-Yo esperé tanto por llamarte así- dijo Magnus. Empezó a acercarse a Alec y besar toda su cara- Ahora puedo presumirte ante todos.

Magnus besaba cada parte de la cara de Alec. Besaba su barbilla, sus labios, su nariz, su frente. Alec reía y logró contagiar a Magnus. Ambos reían mientras trataban de no despertar a su pequeño hijo.

Magnus envolvió a Alec con sus brazos y ambos empezaron a besarse. Estuvieron así un buen rato hasta que cayeron dormidos.

Alec aún podía recordar la primera noche que habían pasado juntos en la aldea. Esa noche se parecía mucho a esta. Una noche en la qué se la pasaron besándose y durmieron abrazados.
Habían pasado años desde que Alec había llegado a la aldea. Recordaba que habían brujos que no aceptaban que estuviera allí y tardó mas tiempo en acostumbrarse.
Solía salir de cacería y traer plantas medicinales para la aldea. Habían días en los que viajaba mucho porque iba a marcados y traía cosas para la aldea, desde ropa hasta cosas interesantes para jardinería, pociones y ocio.
Pero aún así, no todos lo aceptaban. Cuando se lo comentó a Magnus, este le había dicho que muchos nunca habían salido de la aldea y deseaban conocer el mundo exterior. Un mundo que no conocían.

Pero hubo un día que lo cambió todo y ese día, fuel el que se convirtieron en padres.
Fue un día que nadie olvidaría.

***

Flashback

Alec despertó temprano como cada mañana. Rayos del sol se introducían por la pequeña ventana de la carpa e iluminaba los cuerpos desnudos de ambos hombres.
Alec sonrió ante el recuerdo de lo que él y Magnus habían hecho en la noche. Besó la frente de su novio y se preparó para marcharse.
Pero en cuanto iba a salir de la cama y buscar un par de pantalones, sintió que alguien tomaba su cintura.
-No te vallas- dijo Magnus- Por favor, quedate.
-No puedo- dijo Alec. Una sonrisa estaba instalada en su rostro- Tengo que ir.
-El bosque puede esperar- dijo Magnus- La cacería puede esperar, las plantas de Catarina pueden esperar. Pero mi cuerpo te necesita ahora.
-Es una suerte que pueda levantarme sabiendo como me dejaste a noche- le dijo Alec mientras se acercaba a él.
-Por favor- rogó Magnus- Quedate conmigo.
-No puedo- volvió a decir a Alec- Tengo trabajo y prometo que regresaré como cualquier otro día.
-Entonces, te estaré esperando mi ángel- le dijo Magnus mientras lo besaba.

Alec buscó su ropa y se la puso. Mientras, Magnus sonreía por espectáculo que era el trasero de su novio.
-Nunca me cansaré de verlo- dijo Magnus.

Momentos después, Alec y Magnus se dieron un último beso antes de que Alec saliera de la carpa. El brujo se apresuró a ponerse una camisa y un par de pantalones y vio a su novio alejarse del campamento.
No podía creer que su novio fuera alguien real. No podía creer que existiera un chico que lo quisiera por quién es a pesar de las diferencias que tenían.

Alec iba por el bosque, a su espalda el carcaj, un bolso donde ponía las presas y otro mas pequeño en su cintura donde ponía las plantas medicinales. Tenía en sus manos su confiable arco.

Todo estaba tranquilo y silencioso. Alec vio a un pequeño bebé ciervo en la distancia y se estaba preparando para dispararle. Pero todo cambió cuando el animal lo vio a los ojos. Ambos, animal y hombre, no separaban la vista del otro.
Alec ignoró la mirada del animal y sacó una flecha del carcaj, la puso en el arco.
Estaba dispuesto a disparar, pero el animal no estaba. Alec se dirigió al lago con cuidado y vio al ciervo entre los árboles. Cuanto mas se acercaba, el animal mas se alejaba. Pero por alguna razón, Alec sentía que no iba por miedo. Sentía que lo llevaba a algún lugar.
Alec seguía al animal y este iba caminando con tranquilidad.
Pero la calma y silencio que hubo en el bosque, desapareció con el llanto de un bebé.
Al final, el ciervo se detuvo frente a un árbol hueco. De él, provenía el ruido.
Alec quedó aterrado por el ruido. Quedó aterrado, porque el ruido era el llanto de un bebé. El ciervo solo se quedó viéndolo. Pero no fue por mucho tiempo, el animal se acercó a él y puso su cabeza en su espalda. Empujándolo para que avanzara.
Ahora, solo estaba a unos pasos del hueco del árbol. El ciervo se acercó al tronco y le indicó a Alec con la cabeza para que se acercara.
Al final, no tuvo alternativa. Alec avanzaba hacia el agujero y el animal empezó a retroceder. Vio lo que había adentro: un bebé.
Pero no era un bebé común. El bebé tenía piel y cabello azules.
El hombre tomó al pequeño entre en sus brazos y el bebé guardó silencio. Alec se había quedado cautivado por la mirada que el pequeño le daba.
Alec buscó al ciervo con la mirada, pero este ya no estaba.
Mientras, el pequeño empezó a mover sus manos hacia el mentón de Alec y lo acariciaba. Alec río y tomó la mano del pequeño y sonrió.
-Como pudieron abandonarte, pequeño- le dijo Alec con una gran dulzura- Como pudieron dejarte de ese modo?

Alec sintió como una lágrima caía de su rostro al recordar la historia que su padre adoptivo le había contado. La historia de como lo había encontrado aquella mañana de invierno.
Alec se secó la lágrima y continuó el camino. El pequeño en sus brazos y listo para llevarlo a casa.

Fin del flasback

***

Era de mañana y Alec estaba listo para salir de cacería. Sin embargo, no había sido el primero que se había levantado. Magnus lo miraba con un abrigo puesto y un par de zapatos para la nieve (que también combinaba con el abrigo)
-Que haces levantado?- preguntó Alec.
-Tu también te ibas a levantar- le dijo Magnus mientras se acercaba y besaba a su ahora esposo- Buenos días, cariño.
-Buenos días- respondió Alec- Pero no contestaste mi pregunta.
-Cariño- dijo Magnus- Sé que saldrás a cazar hoy y quiero acompañarte.
-Pero- dijo Alec- sabes que es peligroso que salgas. No quiero que te pase algo.
-Usaré un hechizo para camuflarnos- dijo Magnus- No tendrás nada de que preocuparte.
-Seguirás insistiendo no importa lo qué diga?- preguntó Alec.
-Que bien que me conoces, amor- le dijo Magnus. El brujo lo besó una vez más antes de salir por la puerta.

Ambos habían dejado a Max al cuidado de Catarina y ahora estaban caminando por el bosque.
Magnus tenía una pequeña bolsa donde tenía plantas y otras cosas para pociones. Él y Alec  caminaban mientras iban tomados de manos, de vez en cuando llevaba a Alec hacía un árbol y lo besaba.
-Nunca me había distraído tanto en una cacería- le dijo Alec.
-Me gusta distraerte- le dijo Magnus en el oído- Sabes? Podemos ir a la carpa y divertirnos.

Alec sintió su rostro teñirse de color rojo y antes de poder decir algo más, lo vio. Vio al mismo ciervo.

El animal estaba a unos pasos de ellos. Magnus vio que la vista de su esposo estaba en otro lado.
El brujo se sorprendió al ver al animal.
-Ese el ciervo del qué me hablaste cuando encontraste a Max?- le preguntó Magnus.
-Es él mismo- respondió Alec- Ni siquiera pareció haber crecido en todo este tiempo.

El ciervo se acercó a ellos. Magnus estaba arrodillado y el animal lo miraba con ojos llenos de curiosidad. Al final, este empezó a caminar.
Alec y Magnus solo podían quedarse viéndolo. El animal se dio la vuelta y les indicó que lo siguieran, luego, siguió caminando.
Magnus recordaba historias que sus padres le contaban cuando era niño. Historias de fuerzas de la naturaleza que se presentaban en muy extrañas ocasiones. Dioses que solo pocos los habían visto.

El ciervo se detuvo ante una pequeña figura.
A su lado, habían dos cuerpos: el de un hombre y una mujer.
Alec corrió hacía el niño y vio que estaba desabrigado. Se quitó el abrigo y se la puso. El pequeño estaba desmayado.

Magnus empezó a observar con atención el paisaje ante sus ojos. Había un rastro de sangre que llevaba a dos hombres armados que parecían ser asaltantes. Estaban muertos.
El brujo descubrió que habían muerto desangrados, debido a las muchas heridas de cuchillo. Los mismos cuchillos que tenían los cuerpos del hombre y la mujer. Ellos también parecían haber muerto durante el combate.

-Está muy congelado- dijo Alec. Magnus sabía que se refería al niño- Tenemos que llevarlo al campamento.

Magnus no lo dudó en ningún minuto.

***

Habían pasado varios días desde que encontraron al pequeño en el bosque y después de una charla, Magnus y Alec habían decidido adoptar al pequeño.
Al pequeño Raphael (nombre que le habían puesto) le costó adaptarse al principio, pero fue la ayuda de Max la que logró muchos avances.
Alec y Magnus sabían que no superaría con facilidad ver morir a sus padres y esa sería una fea cicatriz en su memoria. Pero también sabían que el pequeño lograría superarlo. Que solo necesitaban tiempo.

-Necesitaremos una carpa más grande- dijo Magnus. Él y Alec estaba acostados en su cama mientras veían dormir a su pequeños.
-Puedo conseguirla- le dijo Alec.
-Eres el mejor- le dijo Magnus.

Alec le dio un dulce beso a su marido.

-En qué piensas?- le preguntó Magnus.
-Pienso en ese siervo- le respondió Alec- Pienso en como me guió con Max hace tiempo y en como nos guió con Rapha.
-Es como si los estuviera cuidando- dijo Magnus.

Estuvieron abrazados hasta que se quedaron dormidos.
En un momento, Alec empezó a escuchar una voz en su mente.

Alec. Alec...
Ven, sigueme...

Alec salió sin pensar, tomó su abrigo y las botas.

***

Alec temblaba por el frío, pero llegó hacia donde la voz le había indicado y allí vio...al ciervo.
Alec no sabía que decirle al animal. Sabía que no era normal.
El animal empezó a acercarse y una vez que estuvieron frente a frente, le indicó que se arrodillara. Alec lo hizo.
El animal puso su frente con la suya.

Una imagen apareció en la mente de Alec.
Vio a un hombre y una mujer llevando a un pequeño niño y lo pusieron en un tronco.
Lo siento, decía la mujer,  pero no tenemos alternativa.
Te amamos, hijo, decía el hombre.
Alec pudo ver que el hombre tenía su misma cabellera y la mujer tenía su mismo color de ojos.
Los vio ponerlo en el árbol y más allá, vio al mismo ciervo. Siempre el mismo.
Cuidándolo y protegiéndolo.

Alec abrió los ojos y miró al animal.

-Por ti fue que sobreviví- dijo Alec- Tu estuviste siempre allí.

El animal volvió a verlo y luego empezó a marcharse. Ambos no sabían si volverían a encontrarse.

Alec regresó a la tienda justo cuando Magnus empezó a levantarse.
-Que haces levantado, cariño?- preguntó Magnus.
Alec empezó a desvestirse, sintiendo el calor que del encantamiento que Magnus había hecho en la carpa. Una vez en ropa interior, se acostó junto a Magnus. El brujo lo abrazó.
-Recuerdas al ciervo?- preguntó Alec- El me llamó y me mostró a mis verdaderos padres.

Magnus solo se quedó callado mientras Alec le narraba la experiencia que tuvo.

-También- agregó Alec- pude ver que mí mamá tenía un bolso con un emblema.
-Un emblema?- preguntó Magnus.
-Si- dijo Alec- Es de una ciudad a la que iba a comerciar con mi padre y mi hermano. Quizás, pudiera encontrar allí a mi familia.

Magnus solo podía hacer silencio, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
-Pero no ahora- concluyó Alec.
-A qué te refieres?- preguntó Magnus.
-Siempre quise hablar con mis padres- dijo Alec- Conocer a mi verdadera familia, pero ese deseo ya no es como antes. Ahora te tengo a ti, Magnus. Y nuestros dos pequeños.
-Te amo- dijo Magnus- Y tu también eres mi familia ahora.
-Yo también te amo, Magnus- dijo Alec.

Ambos durmieron abrazados, sabiendo lo afortunados que eran por tener al otro. Lo afortunados que eran por haberse encontrado.
Afortunados, por todo el amor que tenían.





Hola.
Espero que les gustara este capítulo.
Que les pareció?

Besos😘
Caro.

Gracias por leer💜

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