Falsa alarma, Alec.
Alec estaba profundamente dormido, pero algo empezó a despertarlo. Se trataba de unos labios que besaban su abdomen, cara y labios.
El cazador de sombras sonrió y atrapó los labios de su novio cuándo se posaron en los suyos. Alec abría los ojos y sonrió cuándo vio a esos ojos rasgados de color ámbar que tanto amaba. Magnus enrolló sus manos en la cadera de Alec. El ojiazul sonrió y puso su mano dentro del bóxer de su brujo.
-Has estado ocupado toda la semana- le dijo Magnus- Los niños te extrañan y siempre me preguntan cuándo regresarás y yo odio decirles que lo llegarás tarde.
-Lo sé- respondió Alec- Recuerdo llegar a las cinco de la mañana y verlos dormidos en el sillón por tratar de esperarme.
Magnus besó la frente de su novio para consolarlo.
Últimamente, Alec ha estado ocupado por asuntos de la Guerra Fría y las reuniones de los nefilim sobre los subterráneos. En ocasiones, deseaba dejarlo todo por la borda y ser solo un padre de familia y el novio de Magnus, a todas horas. Alec sabía que sus llegadas tarde a casa no durarían mucho, que las cosas estarían así por un tiempo y después volverían a la normalidad. O sea, reuniones con Maia y Lily, cazar con Jace hasta no muy tarde, estar pendiente de sus hijos y complacer a Magnus en la cama (y que Magnus lo complazca a él también). Pero sobre todo, besar a Magnus, abrazar a Magnus, estar con Magnus.
-Cuánto durara esto?- preguntó Magnus.
-Que cosa?- preguntó Alec.
-Tus llegadas tarde y que no puedas estar con tu familia?
-Tranquilo, amor. La Clave solo está inquieta, pronto volverá a la normalidad. Todo estará bien.
Magnus besó a su novio, una forma de decir de que lo entendía. Pudieron estar así un rato, pero un ruido extraño los detuvo: el estomago de Alec.
Magnus sonrió divertido e hizo aparecer el desayuno en la cama.
***
-Crees que estará bien?- le preguntó Magnus a Catarina.
-Sabes que estará bien, Magnus- le dijo su amiga. Ella sabía que hablaba de Alec.
Desde que Alec estuvo muy ocupado, Magnus empezó a invitar mas seguido a su amiga al loft. Ambos se sentaban, hablaban y jugaban con los niños.
Catarina amaba a los pequeños Max y Raphael, en ocasiones, los llevaba a jugar al parque o salían a comer los cuatro. La bruja quedó mas encantada con los niños cuándo empezaron a decirle tía Cata.
-Cat, necesito que me ayudes con algo- le dijo Magnus.
-En que?- le preguntó Catarina
-Voy a pedirle matrimonio a Alec.
-Eso es maravilloso, Magnus!
-Gracias. Pero necesito que me ayudes en la propuesta.
-Ya sabes que tenemos toda la tarde.
***
Alec cayó rendido en la cama de su viejo cuarto en el Instituto.
Había llegado de matar a unos demonios en Long Island y después fue a otras de las innumerables reuniones de la Clave. Odiaba estar todo el tiempo ocupado y extrañaba no ver a su familia.
Claro, que no era el único. Muchos cazadores también empezaron a cansarse, pero cuándo alguien mencionaba algo sobre la fragilidad de la guerra fría, todos se callaban.
Pensó que se dormiría en aquella cama y no despertaría en tres días, pero su celular empezó a vibrar. Con un gruñido, lo tomó del bolsillo de su pantalón.
-Hola?- dijo con la voz cansada.
-Alec!- era la voz de Catarina. Sonaba alarmada.
-Que pasa? Le ocurrió algo a Magnus?- el cazador empezó a asustarse.
-Tienes que venir rápido al departamento. Es una emergencia.
Alec no necesitó escuchar mas. Se puso sus botas de combate y salió corriendo del Instituto.
Después de tanto correr, llegó al departamento. Con una patada, derribó la puerta y preparó su arco, buscando alguna amenaza para matar.
Pero abrió los ojos cuando encontró al departamento a oscuras, iluminado por luces de navidad de todos los colores.
La mesa estaba decorada y en ella, había un plato de comida. La misma comida que Magnus y él habían comido en su primera cita.
-Que es...?- el cazador dejó su arco a un lado y se acercó a la mesa. Asombrado.
-Todo para ti, mi amor- Magnus apareció de la nada. Estaba vestido con un esmoquin color violeta.
El brujo hizo un movimiento con sus manos y la ropa de Alec desapareció. Ahora vestía un esmoquin de color azul marino.
-No te preocupes por la comida. Está vez no está muy picante porque la hice yo- dijo el brujo.
-Todo esto, lo hiciste por mí?- el cazador se sonrojo.
-Y lo volvería a hacer.
Ambos cenaron y estuvieron tomados de la mano.
Cuando terminaron de comer, Magnus hizo desaparecer la mesa y en su lugar, había un montón de almohadas. La pareja estuvo besándose y después, se unieron en uno solo.
Y allí, sudorosos y con las piernas entrelazadas se volvieron a confesar su amor.
-Alec, quieres casarte conmigo?
Alec no sabía que responder y solo besó a Magnus.
-Claro que quiero- dijo Alec.
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